El Estrecho une y separa. Adem¨¢s de l¨ªmite entre dos continentes, religiones, culturas, econom¨ªas y demograf¨ªas, es, paradojas del destino, una de las encrucijadas m¨¢s calientes del planeta; forma parte de la primera ruta comercial del mundo. de comunicaci¨®n: la ruta mar¨ªtima m¨¢s corta entre el sureste asi¨¢tico, China y Oriente Pr¨®ximo, de su petr¨®leo, gas y mercanc¨ªas, y las costas atl¨¢nticas de Europa, ?frica y el continente americano. Por este pasillo de apenas cien kil¨®metros transita la mitad del comercio mundial y un tercio del gas y el petr¨®leo; el 80% de las mercanc¨ªas y una cifra similar del gas y el petr¨®leo que consume la Uni¨®n Europea. Espa?a realiza el 90% de sus importaciones y el 60% de sus exportaciones y obtiene el 90% de su suministro energ¨¦tico por v¨ªa mar¨ªtima, principalmente desde el Mediterr¨¢neo. La mitad del gas que llega a nuestro pa¨ªs (en barco o a trav¨¦s de los dos gasoductos que atraviesan el Mediterr¨¢neo desde Argelia y Marruecos hasta Andaluc¨ªa) y gran parte del petr¨®leo, ya sea desde Oriente Pr¨®ximo, el Magreb o el golfo de Guinea, llega a las refiner¨ªas espa?olas por este enclave. La de m¨¢s capacidad y con mayores reservas estrat¨¦gicas del pa¨ªs, la de Cepsa en San Roque, se encuentra en pleno coraz¨®n de la bah¨ªa de Algeciras.
En 2014, cerca de 110.000 buques pasaron por este desfiladero. Es el segundo m¨¢s transitado del planeta despu¨¦s del canal de la Mancha y por delante de otros puntos cr¨ªticos de la navegaci¨®n mundial y el transporte de energ¨ªa, como los estrechos de Malaca, Ormuz, Ad¨¦n, Suez o Panam¨¢. En todos ellos, las Marinas de guerra de las grandes potencias navegan como centinelas globales. Desde la Sexta Flota americana hasta el portaaviones franc¨¦s Charles de Gaulle. Se trata de asegurar el tr¨¢fico. Cueste lo que cueste. Algo similar ocurre aqu¨ª, entre ?frica y Europa.
A 40 millas, a bordo de un buque de la Armada, se comienzan a adivinar en el horizonte las mitol¨®gicas columnas de H¨¦rcules que marcan la entrada oriental del Estrecho: a estribor, el pe?¨®n de Gibraltar (territorio brit¨¢nico); a babor, en la costa de Marruecos, el monte Musa, la mujer muerta, volcado sobre el desolado islote de Perejil (territorio espa?ol). Milla tras milla, el Mediterr¨¢neo, solitario, fr¨ªo y salobre, se va encogiendo hasta amoldarse a un embudo geogr¨¢fico (choke point lo denominan los estrategas) de ocho millas en su punto m¨¢s angosto, que separa como una caprichosa frontera natural ?frica y Europa. En el centro de este cuello de botella, limitado en su otro extremo por los cabos de Espartel (Marruecos) y de Trafalgar (Espa?a), nos toparemos con las aguas del Atl¨¢ntico (m¨¢s c¨¢lidas y menos densas y salinas) inundando poderosas el somnoliento Mediterr¨¢neo; un impacto entre corrientes que, junto al perfil escarpado de ambas orillas, provoca los temporales y vientos imprevisibles de hasta cien kil¨®metros que soporta este enclave entre dos mares, un punto de navegaci¨®n solo accesible a los marinos m¨¢s avezados.
El Estrecho m¨¢s estrecho. Las dimensiones, comparadas con otros puntos estrat¨¦gicos
A medida que nos acercamos a la legendaria puerta del Estrecho, el mar, hasta este momento solitario y en calma como un plato de sopa, comienza a saturarse de mercantes que aguardan para acometer en fila india esta autopistaglobal bajo el control visual y electr¨®nico de las torres de vigilancia del tr¨¢fico de Tarifa (C¨¢diz) y Ksar es Seghir (Marruecos), que los interrogan sobre su origen, carga y destino, y les ponen al d¨ªa de la situaci¨®n meteorol¨®gica. A los barcos de guerra no se les pregunta. No contestar¨ªan. Nunca se anuncian. Sus misiones son ¡°raz¨®n de Estado¡±. Nada que objetar siempre que crucen nuestras aguas (la l¨ªnea equidistante media entre las costas de Marruecos y Espa?a) con paso inocente: sin cambiar de rumbo; sin detenerse, efectuar vertidos ni realizar maniobras peligrosas, como despegar aeronaves.
Los submarinos tienen la potestad de surcar el Estrecho en inmersi¨®n. Lo hacen. Algunos, como los ingleses y estadounidenses, con propulsi¨®n nuclear y armas at¨®micas a bordo. Gibraltar es la base log¨ªstica preferida de los sumergibles norteamericanos: en la Roca, en los dickensianos muelles de Queensway Road, con su elegante patio adornado con ca?ones de escenograf¨ªa colonial, nadie pregunta su origen, destino y misi¨®n; tampoco est¨¢n obligados a anunciar su llegada con antelaci¨®n, algo que s¨ª es preceptivo en la base de Rota (situada en el acceso occidental del Estrecho), que comparte Espa?a con Estados Unidos (aunque con plena soberan¨ªa de la anfitriona).
Los servicios de inteligencia hablan tambi¨¦n de falsos pesqueros y barcos oceanogr¨¢ficos rusos en estas aguas que albergan sistemas de espionaje. Especialmente cuando hay operaciones de la OTAN. Y de sensores de la Royal Navy brit¨¢nica en la min¨²scula bah¨ªa gibraltare?a de Rosia Bay. Y de los sofisticados sistemas de vigilancia estadounidense en Rota como parte del Escudo Antimisiles. Y del grueso de la flota espa?ola concentrada en esa base gaditana. Y de aviones de patrulla mar¨ªtima de los ej¨¦rcitos del Aire espa?oles y americanos en la base sevillana de Mor¨®n. Y del Sistema Santiago de guerra electr¨®nica del ej¨¦rcito espa?ol, activo entre las dos costas. Y del Centro de Operaciones de Artiller¨ªa de Costa, en su b¨²nker de El Bujeo, cerca de Tarifa, uno de los mejores observatorios del Estrecho, capaz de detectar objetivos navales a 20 kil¨®metros. Y de los misiles antia¨¦reos Patriot en San Roque, en plena bah¨ªa de Algeciras, que identifican amenazas a 150 kil¨®metros. Y de la nueva base naval marroqu¨ª de Ksar es Seghir, frente a Tarifa, donde concentrar¨¢ sus barcos de guerra m¨¢s avanzados, de fabricaci¨®n europea. La guerra fr¨ªa no ha concluido en este escueto territorio.
En la resaca de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos tom¨® conciencia de que los oc¨¦anos eran un territorio sin ley. Donde el delito se mimetizaba en ese inmenso entorno. A partir de entonces, el Estrecho se ha ido situando como uno de los puntos m¨¢s calientes de la estrategia de seguridad de la OTAN y la Uni¨®n Europea, con el yihadismo a un tiro de piedra de estas costas, concentrado entre la regi¨®n africana del Sahel y dos Estados ribere?os clave para Espa?a, Argelia y Libia: el primero, uno de sus principales suministradores energ¨¦ticos; el segundo, un Estado pr¨¢cticamente deshecho. Por si fuera poco, el Estrecho es el constre?ido paso obligado de los convoyes de Estados Unidos en sus operaciones militares en ?frica, Asia y el Magreb; desde Kuwait e Irak hasta Libia, Somalia y Afganist¨¢n. Las contiendas contempor¨¢neas de Estados Unidos surcan estas aguas desde la II Guerra Mundial. Prueba de la importancia de esta zona que abraza a dos continentes es que nuestro amigo americano contar¨¢ a partir de este a?o con el permiso del Gobierno espa?ol para destacar hasta 3.000 marines y sus aeronaves en la base sevillana de Mor¨®n (a dos horas en coche de Algeciras), desde donde podr¨¢ proyectarlos en tres horas a cualquier punto de ?frica donde sienta amenazados sus intereses por el yihadismo. Toda la informaci¨®n obtenida sobre los barcos que atraviesan el Estrecho por parte de la estaci¨®n de Tarifa Tr¨¢fico es registrada. Y suministrada a otras agencias. Analizada, se convertir¨¢ en inteligencia sobre qui¨¦n es qui¨¦n en el mar. Documentaci¨®n sensible para luchar contra los tr¨¢ficos il¨ªcitos que confluyen en nuestra frontera sur; ese otro comercio global que se da cita aqu¨ª: drogas, tabaco, armas, dinero, coches de lujo, falsificaciones y, sobre todo, inmigrantes ilegales.
Esta frontera es una fractura entre el norte y el sur del planeta; la m¨¢s desigual; m¨¢s que la de Estados Unidos con M¨¦xico o la de Alemania con Polonia. La renta por habitante de Espa?a supera 10 veces la de Marruecos. En cuanto al ¨ªndice de desarrollo humano, Espa?a ocupa el puesto n¨²mero 27; Argelia, el 93; Marruecos, el 129. Las cifras empeoran cuando descendemos al ?frica subsahariana, donde el ¨ªndice de nacimientos es de 5 a 1 respecto a Espa?a. Esa suma de ?factores da como resultado una presi¨®n migratoria dif¨ªcil de contener en el Estrecho: para muchos j¨®venes africanos, la idealizada ¨²ltima estaci¨®n antes de alcanzar Europa.
El polit¨®logo y analista de seguridad F¨¦lix Arteaga, coordinador del completo estudio del Instituto Elcano tituladoEspa?a mirando al Sur: del Mediterr¨¢neo al Sahel, visualiza tres escenarios preocupantes para Espa?a en esta zona: ¡°La desestabilizaci¨®n de Argelia y Marruecos si sus autoridades perdieran el control de parte de su territorio por los terroristas; la sostenibilidad de Ceuta y Melilla, y el desaprovechamiento de las oportunidades econ¨®micas que se nos abren en ?frica. Hay que tener claro que cuanto mejor les vaya a nuestros vecinos, cuanto mejor le vaya al norte de ?frica, mejor nos ir¨¢ a nosotros. Y si les va mal, si se desestabiliza la monarqu¨ªa marroqu¨ª o cae Buteflika en Argelia, tendremos el problema m¨¢s cerca que ning¨²n otro Estado occidental. La tragedia de ?frica es la absoluta falta de expectativas de su juventud. Y ah¨ª la Uni¨®n Europea tiene que ayudarlos, por la cuenta que nos trae¡±.
Dentro de esa compleja mara?a geogr¨¢fica del Estrecho y sus tr¨¢ficos il¨ªcitos, no se puede olvidar que nuestro vecino Marruecos es el segundo productor de hach¨ªs del mundo (tras Afganist¨¢n), y Espa?a, el territorio de paso y distribuci¨®n m¨¢s corto hacia Europa. El tr¨¢fico de cannabis se realiza con pesqueros, lanchas r¨¢pidas, aeronaves a baja cota o simples contenedores que cruzan el Estrecho entre T¨¢nger y Algeciras, y de los que solo se comprueba la mercanc¨ªa de un 5%, aunque se est¨¢n empleando modernos esc¨¢neres m¨®viles, como el ZBV (Z Backscatter Van), que utiliza la Administraci¨®n estadounidense, para intensificar el control de la carga que desembarca y transborda en nuestra costa. En 2013 se incautaron en Espa?a m¨¢s de 300 toneladas de hach¨ªs, el 90% en Andaluc¨ªa. Las rutas de los tr¨¢ficos il¨ªcitos que a trav¨¦s de ?frica confluyen en el norte de Marruecos para saltar a Occidente se solapan; solo cambia el objeto. Seg¨²n fuentes de la informaci¨®n del Estado, todas est¨¢n controladas por un nebuloso crimen organizado con brumosas conexiones con el terrorismo. ¡°Claro que los yihadistas se financian con el hach¨ªs, como los talibanes con la hero¨ªna o las guerrillas latinoamericanas con la coca. Es una fuente de ingresos f¨¢cil. Lo complicado es demostrarlo¡±, explica un oficial de informaci¨®n de la Guardia Civil.
Cada barco est¨¢ obligado a navegar en el Estrecho por su derecha. Discurren por un carril de 2,5 millas de anchura en cada sentido; entre ambos, como medida de seguridad, una mediana (dispositivo de separaci¨®n de tr¨¢fico) de 0,5 millas de ancho, que solo puede ser traspasada por los ferris que cubren la l¨ªnea que une T¨¢nger con Tarifa y Algeciras (unos 35.000 barcos al a?o y un mill¨®n de pasajeros durante la Operaci¨®n Estrecho del verano) por los lugares marcados en las cartas de navegaci¨®n y previa notificaci¨®n a la torre de control que le corresponde (Tarifa en sentido Atl¨¢ntico y Ksar es Seghir en el contrario).
La bah¨ªa de Algeciras hasta donde la vista alcanza amanece repleta de buques. Cada d¨ªa discurren por estas aguas unos 300 grandes barcos (sin contar las lanchas, yates, pateras y veleros), adem¨¢s de los que permanecen fondeados en su entorno a la espera de que las gasolineras flotantes los provean de combustible sin necesidad de tocar puerto ni pagar sus tasas; es el llamado bunkering, un negocio que mueve en la bah¨ªa siete millones de toneladas de fuel al a?o, que est¨¢ escasamente regulado, en el que Gibraltar es l¨ªder en el Mediterr¨¢neo y que preocupa a las autoridades espa?olas por sus posibles impactos ambientales en un espacio costero tan reducido y que vive del turismo.
El transporte de mercanc¨ªas por mar no tiene competencia en cuanto a precios. Un tren transporta 100 contenedores; los buques de la serie Triple E de la compa?¨ªa danesa Maersk, que recalan regularmente en Algeciras, m¨¢s de 18.000; tardan 20 d¨ªas desde China hasta aqu¨ª sin desviarse una milla. Contemplar su carga y descarga durante la noche cerrada, bajo la luz de los focos, con la ¨²nica pericia de un estibador a decenas de metros de altura, corta la respiraci¨®n. En Algeciras se reacomoda esa carga en buques m¨¢s peque?os con las gr¨²as de 70 metros de la operadora APM, que ya se han convertido en el skyline habitual de esta ciudad frontera. Diez d¨ªas m¨¢s tarde est¨¢n en Am¨¦rica. En menos tiempo a¨²n, en Rotterdam, Hamburgo o el B¨¢ltico. A trav¨¦s del Estrecho, los cargueros no se apartan de su destino final. Roc¨ªo Garc¨ªa, del puerto de Algeciras, lo describe como zero deviation: ¡°Perder un d¨ªa de navegaci¨®n supone perder mucho dinero, y Algeciras es imprescindible en esa ruta mundial: est¨¢ en el centro; no hay alternativa. La otra ser¨ªa circunvalar ?frica¡±.
Los dos puertos con m¨¢s movimiento en conjunto del Mediterr¨¢neo est¨¢n aqu¨ª. Por el de Algeciras, que se ha convertido en el punto estrat¨¦gico de transbordo de mercanc¨ªas entre Oriente y Occidente, pasaron en 2014 cerca de cinco millones de contenedores; hay que sumar los tres millones que recalaron en el marroqu¨ª de T¨¢nger Med I, inaugurado en 2007. Cuando se culmine la segunda fase del que ya es el primer puerto del norte de ?frica (el T¨¢nger Med II aparece a¨²n desierto, plagado de gaviotas y totalmente inactivo), pasar¨¢n por sus muelles, seg¨²n sus previsiones, ocho millones al a?o, y desde ese enclave portuario a 45 kil¨®metros de la capital tangerina, convertido en pocos a?os en un complejo nudo de comunicaciones del norte con la costa oeste de Marruecos (con un inminente tren de alta velocidad y una autopista ya operativa que une T¨¢nger con Rabat y Casablanca), se monopolizar¨¢ el tr¨¢fico comercial de la fachada occidental de ?frica. En total, entre los puertos de ambas orillas del Estrecho se podr¨¢n llegar a mover m¨¢s de 13 millones de contenedores. Cualquier acontecimiento grave en estas aguas, cualquier hecho que limitara su navegaci¨®n (una cat¨¢strofe, un atentado, un vertido, el accidente de un ferri o de un petrolero), colapsar¨ªa el tr¨¢fico mar¨ªtimo, provocar¨ªa inseguridad energ¨¦tica, har¨ªa subir el precio del crudo y las tasas de seguros de los fletes y los buques, y conseguir¨ªa que la econom¨ªa mundial se tambaleara. Una crisis global.
Algo que las organizaciones yihadistas tienen entre sus objetivos. En octubre de 2000, la red Al Qaeda reivindic¨® un atentado suicida con una lancha con explosivos que impact¨® contra el destructor estadounidense Uss Cole, en el estrecho de Ad¨¦n, lugar de paso obligado del crudo del P¨¦rsico, en el que murieron 17 marineros. En 2002, en otra acci¨®n terrorista, una embarcaci¨®n yihadista atac¨® a un petrolero franc¨¦s, el Mv Limburg, tambi¨¦n en aguas yemen¨ªes, causando una crisis ecol¨®gica y econ¨®mica. Ese mismo a?o, la polic¨ªa marroqu¨ª desarticul¨® una c¨¦lula extremista preparada para atentar contra los buques de guerra brit¨¢nicos y estadounidenses que custodiaban el Estrecho. La ¨²ltima amenaza yihadista es m¨¢s reciente. A finales de 2014, la revista Resurgence, ¨®rgano de propaganda de Al Qaeda, publicaba un art¨ªculo llamando a sus franquiciados a intensificar los atentados en los principales choke point del planeta, especialmente sobre petroleros y oleoductos, con la intenci¨®n de desestabilizar la econom¨ªa mundial. Entre los objetivos terroristas destacados por Resurgence estaba el estrecho de Gibraltar.
Navegamos a bordo del Vig¨ªa, un buque de la Armada que patrulla las aguas espa?olas entre el cabo de Gata (Almer¨ªa) y la bah¨ªa de C¨¢diz, al mando del capit¨¢n de corbeta Luis Medina. Explica que su misi¨®n ¡°es patrullar, disuadir, defender nuestros intereses y mantener una presencia continua en estas aguas¡±. El Vig¨ªa lleva una tripulaci¨®n de 46 marinos (siete son mujeres) y un grupo de comandos de Infanter¨ªa de Marina para abordar embarcaciones sospechosas. Navega sin interrupci¨®n; su tripulaci¨®n es relevada cada 15 d¨ªas. Participante en la operaci¨®n naval de la OTAN Active Endeavour, puesta en marcha para asegurar el tr¨¢fico comercial y militar en el Mediterr¨¢neo y el Estrecho tras el 11-S y a¨²n vigente, uno de sus oficiales interroga a los barcos que ocupan el cuadrante cartogr¨¢fico sobre el que avanzamos a prop¨®sito de su n¨²mero de registro, bandera, ¨²ltimo puerto que ha tocado, hora de partida, pr¨®ximo puerto, hora de llegada, due?o del barco, qu¨¦ carga almacena y si es peligrosa. Cada barco (no militar) de m¨¢s de 300 toneladas est¨¢ obligado a emitir de forma continua una se?al con su posici¨®n y datos (es el AIS, Automatic Identification System). Cuando el Vig¨ªa capta en su radar un buque con el AIS desconectado en aguas del Estrecho, se lanza a por ¨¦l. Lo mismo que si detecta un barco fondeado, zigzagueando o navegando paralelo a la costa. ¡°Puede ser desde una lancha de narcos o de contrabandistas hasta pescadores furtivos, cazadores de tesoros hundidos o buques realizando vertidos incontrolados. Nuestro trabajo es evitarlo¡±, dice el comandante Medina.
El Vig¨ªa no es un barco de guerra; es un barco de acci¨®n mar¨ªtima, un nuevo concepto de seguridad lejos de la tradici¨®n secular de combate naval de la Armada y m¨¢s cerca de la pura defensa de nuestros intereses inmediatos: desde apoyar a la flota pesquera, luchar contra los tr¨¢ficos il¨ªcitos o preservar el ecosistema, hasta colaborar en misiones de salvamento. Y saber qui¨¦n es y qu¨¦ hace cada buque que surca nuestras aguas. Seg¨²n el almirante Fernando Garc¨ªa S¨¢nchez, jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), n¨²mero uno y mando operativo de las Fuerzas Armadas, con esa nueva concepci¨®n de seguridad mar¨ªtima se intenta ¡°conseguir los mayores niveles de anticipaci¨®n, prevenci¨®n, eficiencia, sostenibilidad de los recursos y capacidad de resistencia y recuperaci¨®n en la mar. Intentamos contribuir al aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen los usos l¨ªcitos del mar en beneficio de Espa?a, a la vez que impedimos su utilizaci¨®n para actividades criminales¡±.
La informaci¨®n adquirida por el Vig¨ªa durante sus singladuras es transmitida en tiempo real al Centro de Operaciones y Vigilancia de Acci¨®n Mar¨ªtima (COVAM), en Cartagena, un centro de control y comunicaciones rebosante de monitores e informaci¨®n (la de la Armada, la de las unidades de otros ej¨¦rcitos y la secreta de la OTAN, oculta tras una aparatosa puerta blindada) al mando del capit¨¢n de fragata Esteban Bienert. En esta sala se centraliza, entre otros asuntos, lo que ocurre en el Estrecho. O la posici¨®n de los pesqueros espa?oles en el golfo de Guinea. O las operaciones contra la pirater¨ªa en el ?ndico. Ese enorme caudal informativo es puesto a disposici¨®n de otras agencias del Estado con responsabilidades en nuestras aguas.
En otro punto a¨²n m¨¢s lejano al Estrecho, en pleno centro de Madrid, en la Direcci¨®n General de la Guardia Civil, bajo tierra, una herm¨¦tica sala de operaciones tapizada de pantallas y repleta de operadores tambi¨¦n recibe durante 24 horas al d¨ªa informaci¨®n de lo que ocurre en la frontera sur de Europa. Es el Centro Nacional de Coordinaci¨®n de Vigilancia Mar¨ªtima de Costas y Fronteras, que dirige el teniente coronel Eduardo Lobo. Los ojos del Ministerio del Interior en el Estrecho est¨¢n aqu¨ª. En su inmensa pantalla frontal es posible ver en directo cada metro del trazado de las vallas de Ceuta y Melilla, de la costa norte de Marruecos y de cada palmo de las espa?olas desde Francia hasta Portugal. Y saber la posici¨®n de cada patrulla a¨¦rea, terrestre o mar¨ªtima de la Benem¨¦rita, incluso de sus embarcaciones destacadas en la costa occidental de ?frica. Y cruzar todo ese flujo con el suministrado por las agencias europeas Frontex (que coordina la vigilancia de todas las fronteras exteriores de la UE) y Eurosur (que suma otros medios de control de los socios europeos, como aviones de reconocimiento, drones y sat¨¦lites). El siguiente paso de colaboraci¨®n e integraci¨®n de medios en nuestras aguas ser¨¢ el Programa Perseus, un software capaz de detectar de forma autom¨¢tica un buque que opere de forma sospechosa, disponer de su historial en segundos y actuar en minutos.
La principal fuente de informaci¨®n de esta sala de operaciones de la Guardia Civil proviene del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), una red de centenares de c¨¢maras y radares desarrollada por la compa?¨ªa espa?ola Indra que, desde la d¨¦cada de 2000, impermeabiliza el Estrecho. El SIVE ha permitido que el acceso ilegal de inmigrantes entre Marruecos y Espa?a haya descendido a cifras m¨ªnimas (en torno a 7.000 en 2014), frente a la tragedia que se vive en las costas italianas, donde llegaron en ese mismo periodo m¨¢s de 200.000 irregulares en embarcaciones. ¡°La diferencia entre nosotros e Italia es que aqu¨ª tenemos la total colaboraci¨®n de Marruecos para evitar el tr¨¢fico de personas y, por el contrario, Libia es un Estado fallido con el que no se puede contar. Italia est¨¢ obligada a salvar por s¨ª sola a todas esas personas que se lanzan a diario a la mar desde la costa libia en chatarra flotante a manos de las mafias¡±, explica el teniente coronel Lobo. ¡°En Espa?a hemos demostrado que la mejor forma de luchar contra la inmigraci¨®n irregular es la colaboraci¨®n entre los pa¨ªses que la emiten, los de paso y los receptores. Lo hemos conseguido implicando a Marruecos y Argelia, con los que mantenemos patrullas conjuntas, y con acuerdos bilaterales con Cabo Verde, Senegal, Mauritania o Gambia, a los que entrenamos, proveemos de equipos y con los que colaboramos e invertimos en ayuda al desarrollo. Esa es la clave del Estrecho, que trabajemos juntos, porque la seguridad es de todos y el crimen organizado va contra todos¡±.
Algo que durante d¨¦cadas no se ha conseguido. Ni a nivel mundial, ni europeo (para los socios del norte de la UE, el estrecho de Gibraltar, su seguridad y sus tr¨¢ficos fueron vistos durante d¨¦cadas como un problema interno de Espa?a), ni en el ¨¢mbito interno, donde cada agencia implicada (Armada, ej¨¦rcitos del Aire y de Tierra, Asuntos Exteriores, CNI, Guardia Civil, polic¨ªa, Salvamento Mar¨ªtimo, Vigilancia Aduanera) ha ido siempre a su aire. ¡°Hac¨ªa falta una autoridad superior; un zar por encima de cada inter¨¦s concreto que pusiera orden y disciplina en todo lo relacionado con nuestra seguridad en el Estrecho; que no fuera un marino, ni un guardia civil, ni un diplom¨¢tico, que se iban a llevar cada asunto a su terreno. Alguien que estuviera por encima de todos. Hac¨ªan falta elementos transversales¡±, explica un general del ej¨¦rcito experto en temas estrat¨¦gicos que pide anonimato. ¡°El primer paso en esa direcci¨®n fue la creaci¨®n en 2012 por el Gobierno de Rajoy del Departamento de Seguridad Nacional, en el b¨²nker de La Moncloa, al frente del cual est¨¢ el director adjunto del Gabinete del presidente, Alfonso Senillosa, y como director operativo, el capit¨¢n de fragata Joaqu¨ªn Castell¨®n, un marino experto en estrategia. Del trabajo de ese equipo at¨ªpico y multidisciplinar surgir¨ªa en 2013 la Estrategia de Seguridad Nacional, y de ese documento marco, a finales de ese a?o, la Estrategia de Seguridad Mar¨ªtima Nacional, que por primera vez llamaba a la colaboraci¨®n de todos los actores implicados en el Estrecho.
El siguiente paso fue la creaci¨®n del Consejo Nacional de Seguridad Mar¨ªtima, que cuenta con 14 miembros de todos los departamentos implicados, se re¨²ne todos los meses en La Moncloa, asiste al jefe del Ejecutivo en la direcci¨®n de la pol¨ªtica mar¨ªtima y tiene una presidencia rotatoria anual entre los Ministerios de Defensa, Interior, Fomento y Asuntos Exteriores a nivel de secretario de Estado (el primero en estrenarse en la presidencia del Consejo de Seguridad Mar¨ªtima ha sido el Jemad)¡±. Este, el almirante Garc¨ªa S¨¢nchez, explica que a lo largo de este primer a?o de trabajo ¡°se han elaborado diferentes planes de acci¨®n y acuerdos de cooperaci¨®n, y se ha tendido a una acci¨®n concertada que involucre de forma eficiente todos los recursos del Estado y del sector privado, con un enfoque que nos lleve a la unidad de acci¨®n bajo la autoridad del presidente del Gobierno¡±. Un miembro del citado Consejo da m¨¢s pistas: ¡°Contamos con varios grupos de trabajo relacionados con la seguridad mar¨ªtima, desde el an¨¢lisis de riesgos hasta los ciberataques en el medio mar¨ªtimo y la coordinaci¨®n operativa, pero el equipo m¨¢s importante es el que trabaja en torno al Estrecho, porque all¨ª se concentran todos los riesgos posibles y de ah¨ª surgen experiencia y doctrina que se pueden aprovechar en otras zonas. Ese territorio es nuestro modelo para cualquier crisis que se plantee en el mar, de ah¨ª ha surgido el Plan Integral de Seguridad Mar¨ªtima en el Estrecho (el Plan Mares), que prev¨¦ cualquier contingencia o cat¨¢strofe que suceda en nuestra frontera sur¡±.
Para un diplom¨¢tico espa?ol, ¡°la peculiaridad del Estrecho es que se amontonan muchos problemas, amenazas y oportunidades en un espacio muy limitado. No hay otro lugar igual en el planeta¡±. Para empezar, no se trata de una frontera. Son cuatro: la exterior de la Uni¨®n Europea; la de Espa?a con Marruecos, en Algeciras; la de Gibraltar con Espa?a, en La L¨ªnea, y la de Ceuta con Marruecos. De esa variedad de fracturas territoriales ha surgido durante siglos una econom¨ªa muy particular; una forma de ser y unas peculiares ciudades-espejo, o ciudades-cremallera, cuyo destino est¨¢ ¨ªntimamente unido a la urbe que est¨¢ al otro lado de la aduana. Es una suerte de mutualismo del que todos parecen beneficiarse, aunque sobre el papel las relaciones diplom¨¢ticas entre los Gobiernos puedan parecer (y ser) tensas.
Por ejemplo, Gibraltar, una pr¨®spera colonia brit¨¢nica de menos de 30.000 habitantes; que ha logrado no costarle un chel¨ªn a la metr¨®poli (que se aprovecha de su posici¨®n estrat¨¦gica como su portaaviones en el Estrecho) desarrollando una industria financiera basada en la baja tributaci¨®n fiscal y la opacidad bancaria; que ha atra¨ªdo a su territorio, entre otros, a la industria del juego electr¨®nico (que ocupa a 2.000 personas) y de los seguros (cerca del 20% de los coches brit¨¢nicos ya est¨¢n asegurados en la Roca). Y al mismo tiempo da empleo a 10.000 habitantes del Campo de Gibraltar (la diferencia de renta entre los llanitos y los linenses es de cinco a uno a favor de los s¨²bditos brit¨¢nicos). A cambio, La L¨ªnea es la receptora y el canal de distribuci¨®n de los 120 millones de cajetillas de cigarros que salen de contrabando desde el Pe?¨®n y provocan unas p¨¦rdidas a la Hacienda espa?ola de 500 millones de euros al a?o al escaparse de los impuestos especiales que paga el tabaco en Espa?a (el 80% de su importe).
O pongamos Ceuta, cuya soberan¨ªa espa?ola no reconoce Marruecos (tampoco la de sus aguas, como Espa?a no reconoce las de Gibraltar), que la considera ¡°una ciudad ocupada¡± y cuya titularidad reclama peri¨®dicamente, pero que a trav¨¦s de la peculiar frontera del Tarajal da ox¨ªgeno con su contrabando autorizado a la provincia marroqu¨ª de Tetu¨¢n y a los 40.000 porteadores que viven de transportar a diario productos que en Marruecos son m¨¢s caros o inexistentes por un valor de 500 millones de euros al a?o. Al mismo tiempo, Marruecos pone orden en el imprevisible islam ceut¨ª (la mitad de sus 85.000 habitantes son musulmanes), con imames educados y controlados f¨¦rreamente desde su Ministerio de Asuntos Religiosos, con un mensaje refractario a la yihad. Y tambi¨¦n impide que los centenares de subsaharianos muy j¨®venes y muy desesperados que vagan a ojos vista por los bosques de Belyounech (a un par de kil¨®metros de Ceuta) se lancen en avalancha a la valla que separa Ceuta y Marruecos. O, para terminar, la interrelaci¨®n entre los puertos de Algeciras y T¨¢nger, que son rivales, pero juntos son m¨¢s fuertes y monopolizan el tr¨¢fico mundial de contenedores en esta parte del globo con la misma gran empresa, APM, como operadora. Posiblemente su futuro se base en la cooperaci¨®n y la integraci¨®n.
Este viaje llega a su final en el ferri que une T¨¢nger y Algeciras. Va cargado de contenedores. La traves¨ªa dura una hora. Es un d¨ªa luminoso. No hay turistas a bordo, solo camioneros. A nuestra espalda se va alejando la recortada costa marroqu¨ª; ante nuestros ojos va surgiendo la escarpada costa espa?ola. Con un poco de imaginaci¨®n, ambas orillas parecen la misma orilla. El marco de un rinc¨®n ¨²nico del planeta. Un Estrecho cada vez m¨¢s estrecho.