Ra¨¹l Balam, cocinero: ¡°Yo pensaba que era un vicioso y hasta mala persona, pero estaba enfermo¡±
Al frente del restaurante Moments de Barcelona, el hijo de la tambi¨¦n chef Carme Ruscalleda relata su adicci¨®n a las drogas y el largo proceso de recuperaci¨®n en su nuevo libro, ¡®Enganchado¡¯
Un busto de Dal¨ª, con una gamba roja en la solapa, llama la atenci¨®n en la entrada de Moments, el restaurante de dos estrellas del hotel Mandarin Oriental de Barcelona que dirige Ra¨¹l Balam Ruscalleda (Sant Pol de Mar, 46 a?os), hijo de la popular y multiestrellada cocinera Carme Ruscalleda. Enseguida el cocinero muestra con regocijo el libro Les d?ners de Gala, que recoge las recetas preferidas...
Un busto de Dal¨ª, con una gamba roja en la solapa, llama la atenci¨®n en la entrada de Moments, el restaurante de dos estrellas del hotel Mandarin Oriental de Barcelona que dirige Ra¨¹l Balam Ruscalleda (Sant Pol de Mar, 46 a?os), hijo de la popular y multiestrellada cocinera Carme Ruscalleda. Enseguida el cocinero muestra con regocijo el libro Les d?ners de Gala, que recoge las recetas preferidas del artista y su musa, y la art¨ªstica minuta de su reci¨¦n estrenado men¨² degustaci¨®n, inspirado en esta obra. Es su d¨¦cimo men¨² tem¨¢tico y la mejor demostraci¨®n de que su creatividad no se acab¨® con el consumo de drogas, sino que desengancharse encendi¨® el motor de un nuevo Ra¨¹l, capaz de sentir, crear y vivir m¨¢s intensamente que nunca. As¨ª lo cuenta ¨¦l en el libro Enganchado (C¨²pula/Columna), donde reconoce que tiene una enfermedad: la adicci¨®n. ¡°Yo pensaba que era un vicioso y hasta mala persona, pero estaba enfermo¡±, confiesa durante la entrevista con EL PA?S y tambi¨¦n en este sincero relato escrito junto a la periodista Carme Gasull Roig¨¦.
El pr¨®ximo 5 de marzo cumplir¨¢ 10 a?os limpio. Ni una copa, ni un porro, ni una raya. No se permite nada que recuerde a todas aquellas sustancias que le consumieron. No toma ning¨²n guiso que lleve alcohol, ni siquiera un c¨®ctel sin alcohol o una cerveza 0,0, tampoco vinagre. ¡°El cerebro tiene memoria y si yo cedo a tomar un rustido [asado] donde se ha usado alcohol no pasar¨ªa nada, pero eso se quedar¨ªa en mi mente¡±. Ha aprendido que la adicci¨®n ¡°es una enfermedad paciente, no tiene prisa, espera¡¡±, as¨ª que la ¨²nica manera de no recaer es volverse muy estricto, evitando tomar cualquier cosa que relacione con la adicci¨®n y alej¨¢ndose de las personas y el modo de vida que le llevaron al infierno.
¡°Yo soy adicto hasta a aquellas sustancias que no he probado, porque el cerebro no distingue, solo piensa en colocarse¡±, aclara. Lo que empieza como un consumo de alcohol tolerado, y hasta aupado como un modo de diversi¨®n, puede acabar con una grave adicci¨®n que domina tu vida y la convierte en una pesadilla. ¡°Te quedas solo y sucio, vives como una bestia¡±. As¨ª fueron sus ¨²ltimos d¨ªas enganchado al alcohol, la coca¨ªna y los porros. En soledad, colocado en su casa de Sant Pol de Mar (Barcelona), moviendo muebles de arriba para abajo y apurando colillas bajo los efectos de la coca¨ªna, durmi¨¦ndose a las seis de la ma?ana, cuando el despertador estaba programado a las ocho para ir a trabajar. Hasta que su hermana Merc¨¨ y sus padres se plantaron en su casa, una visita que le salv¨®.
El d¨ªa que pudo reconocer delante de su familia que ten¨ªa un problema, y muy gordo, fue de lo m¨¢s embarazoso. Recuerda que se fund¨ªa en la verg¨¹enza, pero all¨ª empez¨® su camino de recuperaci¨®n. Como relata en el libro, estuvo tres meses ingresado en un centro de desintoxicaci¨®n y vivi¨® un a?o en un piso tutelado con compa?eros que tambi¨¦n estaban en tratamiento. All¨ª aprendi¨® que la adicci¨®n es una enfermedad y que se puede curar, pero que siempre va a ser adicto, por eso no se puede permitir ni un desliz.
Cuando est¨¢ a punto de marcar a tinta una l¨ªnea m¨¢s en su cuerpo, la que grita 10 a?os limpio en el tatuaje que lleva en el dorso y que muestra orgulloso levant¨¢ndose el jersey, Balam cuenta que no se va a cansar de contar su historia si puede ayudar a alguien que est¨¦ en la misma situaci¨®n. Como dice su madre, la adicci¨®n es una pandemia mundial. Todo el mundo tiene un familiar o un amigo que se pasa de la raya en las fiestas dejando ver que tiene un problema con el alcohol u otras sustancias. Pero, en general, se mira hacia otro lado. ¡°A¨²n es tab¨², lo vivimos de espaldas, no le ponemos el nombre, hablamos de aquello, del problema, no cogemos el toro por los cuernos¡±, argumenta, convencido de que hay que poner las adicciones encima de la mesa. Tambi¨¦n la adicci¨®n al alcohol, socialmente mucho m¨¢s aceptada.
?l mismo reconoce que lleg¨® al centro de desintoxicaci¨®n creyendo que su problema era la coca¨ªna, y all¨ª entendi¨® que tambi¨¦n estaba enganchado a la bebida. Tuvo que dejarlo todo de golpe, menos el tabaco, y tomar cada d¨ªa Antabus, un medicamento contra el alcoholismo cr¨®nico. Aunque hace tiempo que lo dej¨®, todav¨ªa guarda una caja en casa. La tiene all¨ª, en su santuario, donde no entra ni una gota de alcohol, como recordatorio de su enfermedad: ¡°No hay ni problemas ni culpables, la adicci¨®n es una tara en el cerebro¡±. Este es su aprendizaje. Consigui¨® salir con el apoyo de su familia y el acceso a la cl¨ªnica privada Hip¨®crates. No todo el mundo se puede permitir un tratamiento tan costoso, reconoce, y reivindica m¨¢s recursos p¨²blicos para tratar las adicciones.
As¨ª como el Antabus le recuerda su enfermedad, no esconde que cada vez que entra en un cajero autom¨¢tico y ve cartones de alg¨²n indigente siempre le viene a la mente que podr¨ªan ser sus cartones, si hubiera seguido consumiendo. Ahora hay cosas que no podr¨¢ hacer nunca m¨¢s, pero muchas otras que s¨ª. De hecho, asegura que lo vive todo m¨¢s intensamente que nunca: ¡°He aprendido que no podemos estar siempre felices, hay que aceptar todas las situaciones que te pasan¡±. La rutina, el deporte, la buena alimentaci¨®n y hacer cosas que le apasionan, como ir a la ¨®pera, son ahora sus reglas.
Desde que vive limpio, Balam ha sido capaz de crecer profesionalmente. Adem¨¢s de ser el chef de Moments, dirige junto a su socio, Murilo Rodrigues Alves, el restaurante El Drac de Calella, en el hotel Sant Jordi, y abri¨® en julio del a?o pasado Cuina Sant Pau, ubicado donde estuvo el triestrellado Sant Pau de sus padres, pero con un cariz desenfadado y una cocina m¨¢s asequible, que quieren que crezca un poquito m¨¢s esta pr¨®xima temporada. ¡°Es muy bonito ver que ahora est¨¢ mi restaurante y al lado el bar de mi hermana¡±, reconoce en referencia al lugar donde estuvo el famoso Sant Pau de Carme Ruscalleda, que cerr¨® en 2018 despu¨¦s de tres a?os.
Las drogas en la restauraci¨®n
La restauraci¨®n siempre ha tenido fama de ser una madriguera de alcohol y coca¨ªna, pero Balam no est¨¢ de acuerdo con esto. ¡°Hace unos a?os te hubiera dicho que en la hosteler¨ªa hay mucha droga, pero ahora te dir¨ªa que no¡±, reflexiona, mientras explica que est¨¢ rodeado de un equipo que no consume nada. ¡°En todas partes hay la misma droga, da igual el trabajo, hay adictos y abusos en todas partes¡±, defiende.
Lo que s¨ª es cierto es que tiene que rechazar muchas veces una copa para brindar, y en ocasiones hasta ser tajante y brusco, alertando a quien le anima de que no puede hacerlo porque es alcoh¨®lico. Dice que ya est¨¢ acostumbrado a rechazarlo. ¡°Estoy orgulloso de ser adicto recuperado, es la batalla m¨¢s grande que he ganado en la vida y lo quiero contar¡±, resume. Donde tambi¨¦n se expone es en su perfil de Instagram. ¡°Tengo muchos haters, pero me ponen cachondo¡±, r¨ªe. ¡°A veces digo que mantengo la cuenta por mis haters, porque no entiendo c¨®mo puedes seguir a alguien que no te gusta¡±. ?l, ahora, s¨ª se gusta, y no lo esconde.