Las mujeres que organizan mercadillos para vaciar pisos de lujo: ¡°Lo que para ti son trastos, para otros son tesoros¡±
Astrid Romero y Mar¨ªa L¨®pez fundaron Arquitectura del Orden hace cinco a?os, y ya han vaciado m¨¢s de 50 viviendas en Madrid, Segovia, Toledo o Alicante: ¡°El consumidor ha descubierto que gracias a la segunda mano puede permitirse cosas mejores: ?para qu¨¦ comprar una vajilla de Ikea si puedes tener una de calidad?¡±
¡°Cuando entras a una casa, los objetos cuentan historias, cuentan tu vida. Nos dicen d¨®nde has estado de viaje, si te gusta o no te gusta cocinar, si eres aficionado al tenis o si juegas al golf, si lees y qu¨¦ lees, si escuchas m¨²sica y qu¨¦ m¨²sica te gusta, si tienes o no hijos. Los objetos no mienten. Hace poco, estuvimos en una casa donde encontramos botes de farmacia, un microscopio, un vadem¨¦cum y yo pregunt¨¦: ¡®?M¨¦dico o farmac¨¦utico?¡¯. Era m¨¦dico¡±, cuenta a EL PA?S Astrid Romero, quien, junto a su socia Mar¨ªa L¨®pez, fund¨® en 2018 ...
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¡°Cuando entras a una casa, los objetos cuentan historias, cuentan tu vida. Nos dicen d¨®nde has estado de viaje, si te gusta o no te gusta cocinar, si eres aficionado al tenis o si juegas al golf, si lees y qu¨¦ lees, si escuchas m¨²sica y qu¨¦ m¨²sica te gusta, si tienes o no hijos. Los objetos no mienten. Hace poco, estuvimos en una casa donde encontramos botes de farmacia, un microscopio, un vadem¨¦cum y yo pregunt¨¦: ¡®?M¨¦dico o farmac¨¦utico?¡¯. Era m¨¦dico¡±, cuenta a EL PA?S Astrid Romero, quien, junto a su socia Mar¨ªa L¨®pez, fund¨® en 2018 Arquitectura del Orden, una empresa que se dedica a ordenar trastos para vaciar hogares, organizando mercadillos en las propias casas que necesitan liberar espacio y que funciona, principalmente, gracias al boca a boca y al crecimiento de su coqueta cuenta de Instagram, donde acumulan cerca de 31.000 seguidores.
Nos encontramos en la ¨²ltima planta de un imponente edificio de la madrile?a calle de Lagasca, un ¨¢tico de grandes dimensiones y una deliciosa terraza por donde la luz entra a raudales, iluminando todos los rincones. Aqu¨ª dentro todo est¨¢ patas arriba. Sobre la encimera de la cocina se exponen vajillas familiares, libros de cocina, peque?os y grandes electrodom¨¦sticos, cazuelas, bandejas, fuentes y morteros. En el sal¨®n, todav¨ªa dentro de una caja aunque lista para ser colocada en un lugar de preferencia, se encuentra una vajilla inglesa Spode del siglo XIX, de porcelana esmaltada en azul, a punto de ser instalada sobre una majestuosa mesa de madera maciza. Tambi¨¦n hay muebles y l¨¢mparas de estilo modernista, ¨®leos con naturalezas muertas, divanes, sillas y sillones, jarrones con florituras, mesitas auxiliares de cristal, ceniceros, libros. En una de las habitaciones principales, encontramos sobre la cama s¨¢banas, edredones y mantas, bordadas con las iniciales de la familia. Todo lo que hay alrededor¡ªdesde los cucharones de cocina hasta los abrigos que cuelgan en los armarios¡ª est¨¢ a la venta. En menos de tres d¨ªas, una ingente cantidad de personas ajenas por completo a quienes habitaron entre estas paredes vendr¨¢n a llevarse un pedacito de su historia a precio de saldo.
Todo comenz¨® de casualidad hace cinco a?os. Astrid Romero, periodista de formaci¨®n, recibi¨® la llamada de una amiga: su padre hab¨ªa fallecido y su viuda iba a mudarse a un piso m¨¢s peque?o al que no pod¨ªa llevarse todas sus cosas. Le propuso hacer un mercadillo de ropa: ¡°Cuando llegu¨¦, me qued¨¦ alucinada. Aquello era un casopl¨®n de mil metros cuadrados y la se?ora se mudaba a un piso de 180 metros. Les propuse hacer un mercadillo con todo¡±. Romero, que hab¨ªa pasado parte de su vida en Estados Unidos, estaba familiarizada con el concepto de estates sales: jornadas de puertas abiertas en casas donde el propietario o sus herederos venden gran parte de lo que hay dentro, si no todo. Esta idea va m¨¢s all¨¢ de montar un simple mercadillo: ¡°Es una ceremonia de despedida¡±, apunta Romero, ¡°donde narramos la historia de la casa y sus propietarios a trav¨¦s de los objetos¡±. Para su primera jornada de puertas abiertas, Romero decidi¨® llamar a una vieja amiga, Mar¨ªa L¨®pez, restauradora profesional especializada en muebles, para que le echase una mano con la valoraci¨®n econ¨®mica de los objetos. El fin de semana que organizaron el mercadillo, la curiosidad hizo que la cola diese la vuelta al chalet. El segundo d¨ªa, Astrid y Mar¨ªa colgaron un cartel: ¡°Vaciamos tu casa¡±. Y surgi¨® el negocio. A d¨ªa de hoy ya han vaciado 53 viviendas, principalmente en Madrid, pero tambi¨¦n en Segovia, Toledo o Alicante.
Cuando Romero y L¨®pez reciben una llamada, el primer paso es hacer una visita a la vivienda que van a vaciar. Ah¨ª valoran si el conjunto de objetos que tienen a su alcance es susceptible de venderse: ¡°Lo que para ti son trastos, para otros son tesoros¡±, afirma Mar¨ªa L¨®pez. ¡°Lo m¨¢s curioso de todo esto es que el dinero no est¨¢ en un mueble aparador maravilloso o una gran mesa de comedor, el dinero est¨¢ en el destornillador, en la cuchara de palo, en la fuente de barro, en los platos desparejados. Son cosas de las que nosotros nos ocupamos, pero sus due?os ya no les dan valor¡±.
Entre quienes se acercan a las jornadas de puertas abiertas buscando gangas o tesoros hay perfiles de todo tipo, no solo personas de clase media: ¡°Por ejemplo, vienen muchos estudiantes que aprovechan estos mercadillos para hacerse con vajillas y utensilios de cocina¡±, explica Romero, ¡°y tambi¨¦n quienes coleccionan cartas o fotograf¨ªas antiguas o que se dedican al collage¡±. Los precios tambi¨¦n son parte de la atracci¨®n: ¡°Nuestro objetivo es vaciar los pisos, as¨ª que trabajamos por debajo del mercado de segunda mano¡±, cuenta L¨®pez.
Al contrario que en otros pa¨ªses como Estados Unidos ¡ªcon sus estate sales o sus ventas en el garaje¡ª o el Reino Unido ¡ªllena de charity shops, tiendas vintage y famosos mercadillos dedicados a productos usados¡ª, en Espa?a la segunda mano se ha percibido tradicionalmente como ¡°cutre¡±. ¡°La mentalidad aqu¨ª siempre ha sido: ¡®Si puedo permitirme comprar algo nuevo, ?por qu¨¦ comprarlo usado?¡±, apunta Astrid Romero. En los ¨²ltimos a?os, la conciencia medioambiental y la b¨²squeda de un consumo m¨¢s sostenible y responsable, sumado al auge de plataformas de compra venta de productos entre particulares como Wallapop (con 17 millones de usuarios al mes en Espa?a) o Vinted (seis millones), especializada en moda, han dado un giro a esta percepci¨®n. ¡°La mentalidad del consumidor est¨¢ cambiando¡±, afirma Mar¨ªa L¨®pez, ¡°y cada vez somos m¨¢s ecol¨®gicos y tenemos mayor conciencia sobre lo que compramos¡±. ¡°Adem¨¢s, especialmente la gente joven, ha descubierto que gracias a la segunda mano puede permitirse tener cosas mejores¡±, apunta Romero, ¡°?para qu¨¦ van a comprar la vajilla horrorosa de Ikea si en un mercadillo pueden tener una vajilla buena? ?Para qu¨¦ seguir gastando dinero en muebles hechos de forma encadenada? Esto es mucho m¨¢s barato y, sin duda, mucho m¨¢s ecol¨®gico¡±.
La ¨²ltima barrera, quiz¨¢, es el apego. El fil¨®sofo italiano Remo Bodei defin¨ªa los objetos como ¡°nudos de relaciones con la vida de los dem¨¢s, c¨ªrculos de continuidad entre generaciones, puentes que conectan historias individuales y colectivas¡±. Quiz¨¢s tener a m¨¢s de 100 personas reparti¨¦ndose las memorias de un pasado familiar puede resultar chocante, incluso violento. El trabajo de Romero y L¨®pez tiene mucho de psicolog¨ªa. Y ellas lo saben: ¡°Nuestro trabajo, al final, es hacer ver a la familia que necesita vaciar su casa que esto tan solo son objetos: una vajilla, un cenicero de cristal, una silla. Son solo cosas. Y a la persona que viene al mercadillo, convencerla de todo lo contrario: esto no es una vajilla, un cenicero de cristal o una silla, son pedacitos de la vida de alguien. Las cosas no son solo cosas¡±, explica Romero. Parece que funciona.