?A qu¨¦ sabe la carne de dinosaurio?
El asesor cient¨ªfico de Jurassic Park, Jack Horner, desvela el misterio: el velociraptor podr¨ªa recordar al avestruz; el gallimimus, al pavo, y el triceratops, al ciervo.
¡°Dios crea al dinosaurio. Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre. El hombre destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio." Steven Spielberg, a trav¨¦s de estas palabras puestas en boca del Dr. Malcom interpretado por Jeff Goldblum, ten¨ªa raz¨®n: montar un zool¨®gico de dinosaurios clonados es una idea condenada al fracaso. Pero no porque los animales vayan a aprovechar el primer corte de luz para escaparse de sus jaulas en busca de comida fresca, aunque eso implique aprender a abrir puertas de cocinas industriales. Tampoco porque, como respond¨ªa Laura Dern, ¡°el dinosaurio se come al hombre, la mujer hereda la Tierra¡±. En un mundo dominado por ej¨¦rcitos de Xenas princesas guerreras, el destino de los inversores ser¨ªa el mismo: la bancarrota.
El motivo principal por el que la creaci¨®n de un hipot¨¦tico Parque Jur¨¢sico fracasar¨ªa es un error garrafal en su concepci¨®n: no ha existido en este planeta ning¨²n animal capaz de arrebatarnos el puesto de honor en la cadena alimenticia. Imagine a Arias Ca?ete enfrent¨¢ndose a un Tyrannosaurus Rex en medio de la jungla. ?Qui¨¦n cree que ganar¨ªa? Seamos serios, lo ¨²nico que al ser humano le gusta m¨¢s que ver a un animal es poder com¨¦rselo. Est¨¢ en nuestro instinto y no podemos huir de ello. As¨ª que, si de ganar dinero con bichos clonados se trata la cosa, es m¨¢s probable que el verdadero negocio no fuera tanto montar un parque, sino una ¡®Granja Jur¨¢sica¡¯.
Con esto no digo que usted, querido lector vegano, est¨¦ a favor de matar estegosaurios para celebrar fiestas. Simplemente se trata de reconocer que ah¨ª fuera ya hay gente dispuesta a pagar lo que sea por degustar cualquier novedad gastron¨®mica por extra?a que sea. No les importa que a otros les resulte asqueroso. Un dinosaurio, un escorpi¨®n, medusas o un simp¨¢tico conejito: disfrutar de la comida exige abrir horizontes sin hacer caso a las cr¨ªticas. Porque si a usted le parece reprobable que en algunos pa¨ªses asi¨¢ticos se coman a los perros, intente convencer a un estadounidense de que hinque el diente a un conejo, ver¨¢ las lindezas que le suelta.
?ticas animales a parte, lo mejor es que en este caso en concreto no tendr¨ªamos que educar nuestro gusto para que al comer carne de dinosaurio no nos entraran ganas de echar hasta la primera papilla. Sobre todo porque su carne no ser¨ªa muy distinta a la que ya encontramos en en cualquier supermercado, como por ejemplo, y aunque suene a la t¨ªpica frase que suelta cualquiera que no es capaz de identificar el sabor de lo que est¨¢ comiendo, la del pollo. ¡°Aunque lo t¨¦cnicamente correcto ser¨ªa decir que es el pollo el que sabe a dinosaurio¡±, explica Jack Horner, asesor cient¨ªfico en todas las pel¨ªculas de la serie cinematogr¨¢fica, incluida la reci¨¦n estrenada Jurassic World, y responsable de que a todos nos quedara claro que estos animales ten¨ªan mucho m¨¢s en com¨²n con los p¨¢jaros que con los lagartos.
Entonces, ?ave que vuela, a la cazuela? Seg¨²n Horner, mejor no precipitarse. ¡°Las aves actuales son descendientes directas de los dinosaurios, pero no todos los dinosaurios acabaron convertidos en aves, por lo que el sabor de la carne variar¨ªa mucho dependiendo de qu¨¦ especie comi¨¦ramos, as¨ª como de su alimentaci¨®n y de sus h¨¢bitos de vida¡±. Por ejemplo, por muy seductora que parezca la idea, no ser¨ªa conveniente meterse entre pecho y espalda un filetazo de T-Rex. Y no porque fuera un animal carn¨ªvoro (no existe ninguna raz¨®n cient¨ªfica que sustente la idea popular de que no es sano alimentarse de especies carn¨ªvoras), sino porque tambi¨¦n era un carro?ero y su carne podr¨ªa estar contaminada por bacterias ingeridas al comer cad¨¢veres en descomposici¨®n.
Sin embargo, otras especies puramente carn¨ªvoras, como el velociraptor, si ser¨ªan aptas para el consumo humano. Sabr¨ªan a avestruz y su carne, como las de sus parientes actuales, podr¨ªa clasificarse de carne roja. La de los herb¨ªvoros Gallimimus, de fisionom¨ªa parecida a los raptores, tambi¨¦n se podr¨ªa consumir, aunque en este caso la carne estar¨ªa m¨¢s cerca a la blanca del pollo o del pavo; mientras que gran saur¨®podo, como el braquiosaurio, ser¨ªa parecido a comerse una vaca de 40 toneladas. Aunque Horner, de poder elegir, tendr¨ªa muy claro qu¨¦ dinosaurio pondr¨ªa en su plato: un joven triceratops. ¡°Pasaba mucho tiempo quieto y com¨ªa hierba del suelo, as¨ª que supongo que ser¨ªa como comerse un ciervo¡±.
Y dice bien ¡°suponer¡± porque, aunque en esas galer¨ªas dignas de ferias ambulantes o del Museo de Cera de Madrid llamadas museos del creacionismo aseguren lo contrario, los humanos y los dinosaurios nunca coincidieron en el tiempo y, por lo tanto, es imposible determinar a ciencia cierta el sabor exacto de su carnes. Aunque si lo hicieran en un futuro no habr¨ªa ning¨²n problema por parte de las autoridades sanitarias pertinentes para autorizar que llegaran a nuestras neveras. Al menos no si hacemos caso de la legislaci¨®n ya vigente sobre la venta y consumo de carne y leche de cerdos y vacas clonados que la FDA, la agencia del gobierno estadounidense responsable de la regulaci¨®n de los alimentos, permite desde 2006. En Espa?a, no obstante, podr¨ªamos tenerlo un poco m¨¢s complicado. Aunque la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Uni¨®n Europea) ha confirmado en varios informes que la carne de animales clonados no se diferencia en nada de la de los criados de manera natural, su legalizaci¨®n no se recomienda hasta se solucionen problemas derivados de las t¨¦cnicas empleadas en el proceso asociadas a la alta tasa de enfermedad y mortalidad de los animales cl¨®nicos. ?Pero y si fuera de dinosaurios de lo que estamos hablando? ¡°Al ser una pregunta hipot¨¦tica la agencia no puede hacer ning¨²n comentario al respecto¡±, confirma Jan Op Gen Oorth, jefe de relaciones externas y comunicaci¨®n de la EFSA, desde Italia.
Sin poder saber si ser¨ªa legal o no comerse a un animal extinto, habr¨¢ quien busque la soluci¨®n a su hambre prehist¨®rica en otro avance cient¨ªfico que elimina a los seres vivos de la ecuaci¨®n: la carne cultivada. Hace dos a?os, un equipo de la Universidad de Maastrich dirigido por el doctor Mark Post present¨® al mundo la primera hamburguesa creada en laboratorio bajo esta t¨¦cnica. Y aunque hoy siguen trabajando en ello, Post no cree que su investigaci¨®n sirva para que podamos disfrutar pronto de una hamburguesa de dinosaurio. ¡°Nuestra carne cultivada proviene de c¨¦lulas madres extra¨ªdas del m¨²sculo de las vacas que, en condiciones que permiten su multiplicaci¨®n, forman un tejido exacto al del animal. As¨ª que si quisi¨¦ramos conseguir carne de dinosaurio necesitar¨ªamos disponer antes de c¨¦lulas modificadas con el ADN de esa especie en concreto. Algo que no hacemos ahora ni creo que vayamos a hacer nunca a no ser que la opini¨®n p¨²blica cambie su opini¨®n a este respecto¡±. Algo que deber¨ªa cambiar antes: su precio. Aquella primera hamburguesa de carne cultivada cost¨® 250.000 euros. Imagine la inversi¨®n necesaria para comprar un dinosaurio entero.
Por eso, aunque ya existe un libro de recetas para carne cultivada, solo a alguien capaz de subir el precio de su carta sin espantar a los clientes le saldr¨ªa rentable trabajar este g¨¦nero. Gente como el chef Paco Roncero. ¡°Me encantar¨ªa cocinar carne de dinosaurio. Lo primero ser¨ªa analizarla y ver su textura, sabor, reacci¨®n ante las diferentes t¨¦cnicas¡ Y por supuesto, testar a los clientes, porque carnes como la de avestruz o la de cocodrilo, que se pusieron muy de moda, no han tenido tanta aceptaci¨®n como se esperaba en nuestro pa¨ªs y ahora mismo es complicado verlas en las cartas de los restaurantes o comprarlo en el supermercado¡±. ?Pero una carne tan exclusiva aceptar¨ªa recetas muy elaboradas o ser¨ªa m¨¢s justo simplemente darle vuelta y vuelta en una sart¨¦n para que nada camufle su sabor? ¡°Depende, porque supongo que cada dinosaurio tendr¨ªa sus propias caracter¨ªsticas. Al T-Rex, por ejemplo, que imagino que tendr¨ªa una carne m¨¢s fibrosa y m¨¢s dura porque siempre est¨¢ en movimiento, quiz¨¢s lo mejor que le vendr¨ªa ser¨ªa un estofado; mientras que la de un braquiosaurio, que es mas sedentario, podr¨ªa bastar con hacerse a la brasa. Tambi¨¦n depender¨ªa de qu¨¦ parte del animal estemos cocinando. Por ejemplo, del cocodrilo solo se come la cola y es una carne que no acepta muy bien los guisos, por lo que la mejor manera de prepararla ser¨ªa en adobo y fritura¡±.
Visto lo visto, si para ti seguir una paleodieta es convertirte en el nuevo Pedro Picapiedra y ponerte ciego en el brontoburguer m¨¢s cercano, vete ahorrando. No sabemos todav¨ªa si alg¨²n d¨ªa llegar¨¢n los dinosaurios al supermercado. Pero si lo hacen, lo ¨²nico seguro es que no ser¨¢n baratos.
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