Lo que el viento se llev¨®
Si Hattie McDaniel estuviera viva, saldr¨ªa a manifestarse en Minneapolis defendiendo su papel, su Oscar y esa escena donde toda la atenci¨®n est¨¢ volcada en el talento de una mujer afroamericana
Una de mis escenas favoritas del cine es esa en la que Hattie McDaniel, interpretando a la criada negra de la casa, acompa?a a Olivia de Havilland a subir la impresionante escalera de esa mansi¨®n sure?a y le relata con detalle y su especial acento ¡°afroamericano¡± el terrible accidente donde la hija de Scarlett y Rhett Butler ha perdido la vida. Esa escena es, para m¨ª, el principio fundacional del melodrama, un g¨¦nero que, tambi¨¦n para m¨ª, es una fe, un estilo de vida. Por esa secuencia, la actriz negra gan¨® un Oscar, uno de los pocos que han recibido los actores de esa raza. Esta semana, Lo que el viento se llev¨® ha pasado de ser un cl¨¢sico hist¨®rico a estar expulsada de la programaci¨®n de HBO, se?alada como un filme racista. Me atrevo a pensar que si Hattie McDaniel estuviera viva, saldr¨ªa a manifestarse en Minneapolis defendiendo su papel, su Oscar y esa escena donde toda la atenci¨®n est¨¢ volcada en la voz, el rostro y el talento de una mujer afroamericana.
Estoy seguro de que la pel¨ªcula, con sus arrugas, resistir¨¢. Lo que no mata, engorda. Que es un poco lo que imaginamos que suceder¨¢ con nuestra monarqu¨ªa una vez que la fiscal¨ªa del Tribunal Supremo podr¨ªa investigar al rey em¨¦rito por probablemente aceptar regalos millonarios. Si hay justicia, si se act¨²a en pos de la ejemplaridad, es posible que la instituci¨®n se refuerce.
En el ambiente crispado que ha dejado el coronavirus, el virus de la Corona tambi¨¦n respira mucho melodrama. Lo que el viento se llev¨® fue esa ¡°amistad¡± entre Juan Carlos y Corinna. Ambos seguro que vieron, al menos una vez, la c¨¦lebre pel¨ªcula en su chalet en Suiza y habr¨¢n empatizado con sus protagonistas, esa Scarlett reina del capricho y la tenacidad y ese Rhett Butler que todo lo puede, con su virilidad campechana de caballero y brib¨®n.
Ocurre que a Corinna se le sigue tratando como mujer fatal, poco seria. Y los hechos van demostrando, casi con la misma lentitud hist¨®rica de la pel¨ªcula, que pese a que la Audiencia lleg¨® a esgrimir que sus confesiones grabadas por el excomisario Villarejo eran poco sostenibles, ahora parece que se sostienen como un elefante con sus cuatro patas.
Pero, ?qu¨¦ es el amor? ?Qu¨¦ se entiende como regalo? Y, ?qu¨¦ es una examiga? Yo siempre he defendido que la amistad es m¨²sculo y que hay que ejercitarla. No encuentro explicaci¨®n para una examistad. Porque los amigos, si lo son, te persiguen y, adem¨¢s, el himno de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona dec¨ªa muy claramente que eran para siempre. Y por eso no encuentro caballeroso el trato que ahora recibe Corinna, adem¨¢s si realmente esta historia termina por fortalecer a la instituci¨®n, pues algo habr¨¢ que reconocerle. Corinna consigui¨® que supi¨¦ramos m¨¢s acerca de Juan Carlos, de la Corona y que la historia, de alguna manera, cambiara.
Lo que el viento se llev¨® es esa pel¨ªcula que ves cuando algo gordo te ha pasado. Me sent¨¦ decidido a trag¨¢rmela por vig¨¦sima vez cuando de repente salt¨® en el Instagram un Live de B¨¢rbara Rey, que tambi¨¦n lleg¨® a ser coronada como amiga del Em¨¦rito, denunciando que su hijo ?ngel Cristo lleva dos meses sin cobrar el ERTE. ?C¨®mo es la vida!, pens¨¦. Qu¨¦ diferentes las fortunas de B¨¢rbara y Corinna. Madres que fueron parte de ese c¨ªrculo de amistad con la jefatura del Estado. El caso de B¨¢rbara fue m¨¢s nativo, m¨¢s popular, campechano. El de Corinna, crepuscular pero lujoso, de aviones privados, fiestas en franc¨¦s, alem¨¢n y ¨¢rabe. Pero al final, igual que para Scarlett O?Hara, todo quedar¨¢ en un ¡°ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa¡±.
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