La desgana de Rajoy
La reina Sof¨ªa ya est¨¢ en Marivent, esa deliciosa residencia de verano 'all included' en Mallorca, acompa?ada por su hermana Irene y la infanta Elena. Planazo de chicas con vistas al mar
El mi¨¦rcoles de camino a mi gimnasio, un sitio que tras el confinamiento se ha reconvertido en un centro de vigilancia y control, aparte de lugar de entrenamiento y sudor, tuve un encuentro especial. Llegando a esa palestra se me ocurri¨® mirar hacia los lados al bordear cuidadosamente el restaurante vecino. Con mis ojos, descubiertos por la mascarilla, reconozco a Mariano Rajoy, el mism¨ªsimo expresidente, acompa?ado por un se?or con aspecto de guardaespaldas veterano, absorto en alg¨²n pensamiento (algo frecuente en los gallegos que conozco) y sin mascarilla.
?C¨®mo puede ser la vida de rebelde e inesperada! Decid¨ª acercarme a saludar como hago siempre que veo a un amigo o conocido. Eso s¨ª, siguiendo el protocolo, las flechas indicativas y manteniendo la distancia de seguridad. Al verme, el expresidente reaccion¨® levantando su mano izquierda como si le pesara mucho y trazando con ella el gesto de desd¨¦n popular m¨¢s intenso desde que Bisbal evit¨® el beso de Chenoa en p¨²blico. Decepcionado, segu¨ª mi camino pensando de forma atropellada: A) No me ha reconocido B) ?Ser¨¢ que solo levant¨® la mano para espantar alg¨²n insecto? C) ?Acidez estomacal? D) Si ese es su saludo, siendo ¨¦l una persona notable, alguien deber¨ªa sugerirle un esfuerzo y que lo modifique. Un expresidente no puede ofrecer una cortes¨ªa como si espantara una mosca gorda. Es poco edificante. Y entonces reflexion¨¦: probablemente ley¨® aquello que escrib¨ª, pel¨ªn cr¨ªtico, acerca de su pol¨¦mica carrera con la que se salt¨® deportivamente el santo confinamiento.
Al final entren¨¦ m¨¢s de una hora. Aunque sud¨¦, fui incapaz de olvidar del todo esa inquietante y perturbadora desgana presidencial. Durante el almuerzo ?ngeles Gonz¨¢lez Sinde quiso saber si le hab¨ªa preguntado algo. No, no pude. ¡°A lo mejor estaba en una de esas gestiones rutinarias tan molestas¡±, defendi¨® la exministra (los pol¨ªticos, sobre todo los que ya no ejercen, siempre tratan de justificarse entre ellos). Puede ser cierto que cuando dejas un cargo tan destacado la vida se convierte en un aburrimiento durante cierto tiempo. Esa noche, todav¨ªa contrariado, se lo coment¨¦ a Antonia dell¡¯Atte, durante un descanso de nuestra entrevista en TVE y ella, filos¨®fica, matiz¨®: ¡°Dentro de ti nunca dejas de ser p¨²blico. Una modelo, igual que un presidente, siempre se sabe observada¡±.
Es verdad que hay que observar los matices. ?gatha Ruiz de la Prada sale exultante en ?Hola! saludando encantada sus primeros sesenta a?os. Es cierto que Isabel Preysler ya hab¨ªa hecho una portada similar al rozar esa edad. Ambas defienden que madurar es m¨¢s chic que rejuvenecer. Te da m¨¢s estilo, m¨¢s independencia. ¡°En una palabra, menos aburrimiento¡±, me confes¨® la propia ?gatha. ¡°Claro que no me imagin¨¦ llegar a esta edad con esta sensaci¨®n de ser tan observada pero s¨¦ que es clave no aburrirse. En el momento que lo haces, das un baj¨®n¡±. Vaya, conclu¨ª, a lo mejor eso fue lo que le sucedi¨® a Rajoy aquella ap¨¢tica ma?ana. Sinti¨® el baj¨®n.
Para evitar la apat¨ªa, el baj¨®n que da el aburrimiento prolongado y esquivando todas las especulaciones sobre el presunto abandono de la Zarzuela por parte de su estrella m¨¢s medi¨¢tica, ha sido la reina em¨¦rita quien, tomando la delantera, ha abandonado el palacio esta misma semana. ?Por fin! La reina Sof¨ªa deja atr¨¢s los malos rollos y ya est¨¢ en Marivent, esa deliciosa residencia de verano all included en Mallorca, acompa?ada por su hermana Irene y su hija, la infanta Elena. Planazo de chicas con vistas al mar.
?Jo! C¨®mo me gustar¨ªa que Mariano estuviese con ellas disfrutando en ese Xanad¨², relaj¨¢ndose gratis, ensayando un nuevo saludo entre el mar y el viento. Se lo merece.
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