Ana Obreg¨®n por fin es Ana
Con ella todav¨ªa en duelo despediremos un a?o de luto colectivo y recibiremos con las doce uvas nuestras renovadas ansias de resurrecci¨®n
Existe un bucle siniestro en la feria de la fama¡ La idea de un para¨ªso infernal en que, una vez atrapado, nadie escapa. Flashes, sonrisas, posados, dietas, b¨®tox, bodas, bautizos y entierros: la vida ¨ªntima expuesta con c¨¢maras donde cada uno no querr¨ªamos vernos ni a nosotros mismos. Y lo peor es que se sabe y aun as¨ª, lo eligen.
La vida de Ana Obreg¨®n ha ascendido, ca¨ªdo, rodado y se ha mantenido en pos de ese destino desde que sali¨® del cuarto en que sus hermanos la llamaban ¡°Anto?ita la fant¨¢stica¡±. Lo malo es a quien arrastras con ello: su hijo Aless fue ejemplo de eso. Las l¨¢grimas que su madre dice verter cada d¨ªa desde que muriera v¨ªctima de un c¨¢ncer el pasado mayo llevan el signo del dolor por esa antinatura que supone perder a un hijo y, al tiempo, el arrepentimiento por haberlo expuesto.
Pero esto ¨²ltimo no es nuevo: lo confiesa ella en As¨ª soy yo (Planeta), su autobiograf¨ªa. Lo hace nada m¨¢s empezar el libro que compuso escarbando en las notas de sus 28 cuadernos escritos a modo de diario desde la adolescencia. ¡°La decisi¨®n que tom¨® Aless de estudiar en una universidad norteamericana, entre otras cosas para huir del circo que me rodea, ha sido tan dolorosa para m¨ª como darme cuenta de que todo lo que he luchado en la vida me ha separado de ¨¦l¡±. Lo del circo, adem¨¢s, el chaval lo viv¨ªa por partida doble. Era hijo de Alessandro Lecquio, otro profesional del medio, en este caso, con m¨¢s cachaza.
Aun as¨ª, Ana Obreg¨®n se va sobreponiendo, pese a haber muerto en vida, como ella misma admite. Y este 31 de diciembre despide el a?o junto a Anne Igartiburu en La 1 de TVE. Su luto de seis meses acaba para el circo. Pero, tras el duelo, ?habr¨¢ logrado Ana Obreg¨®n ser, como ella misma reivindica en sus memorias, simplemente Ana?
Contemos con que al principio hubo ilusi¨®n. La chica que abandon¨® la Biolog¨ªa y una tendencia a la filogen¨¦tica por aquellas sensaciones que de ni?a le daba bailar El lago de los cisnes opt¨® m¨¢s por esto ¨²ltimo. Pese a haber sacado la carrera como segunda de su promoci¨®n escogi¨® los plat¨®s y quiso intentarlo a lo grande.
En la maleta que se hizo con veintipocos a?os para aterrizar en Los ?ngeles llevaba el tel¨¦fono de Robert de Niro y la direcci¨®n de Steven Spielberg en la cartera. A este ¨²ltimo, al menos, le cocin¨® una paella: hay fotos que prueban lo que muchos consideraron un invento de Anto?ita la fant¨¢stica. De Espa?a sali¨® con el coraz¨®n roto, cuenta, ¡°por cortes¨ªa de Miguel Bos¨¦¡±. El baloncestista Fernando Mart¨ªn le hizo un remiendo duradero. Pero el que fuera amor de su vida, ha confesado ella m¨¢s de una vez, tambi¨¦n muri¨® tr¨¢gicamente antes de tiempo en un accidente de coche.
Despu¨¦s continu¨® la lista, como Obreg¨®n relata: ¡°Me han dedicado goles, canastas, canciones y cuernos. Hay solamente una Ana dentro de muchas Anas. Pero la que bail¨® un vals con el pr¨ªncipe de ojos azules heredero al trono de M¨®naco es la misma que sali¨® con un stripper porque no importa cu¨¢ntas Anas haya, a mi coraz¨®n nunca le import¨® qui¨¦n eres sino c¨®mo eres¡±.
Sus romances han ido siempre de la mano con su carrera como actriz y presentadora. Pero en eso con menos cambios: siempre se interpret¨® a s¨ª misma. No hablamos de una actriz del m¨¦todo. Pero a juzgar por el tir¨®n que ya dura cuatro d¨¦cadas, ha bordado su papel. Para bien ¡ªpor fama y dinero¡ª y para mal ¡ªpor sobreexposici¨®n y da?os colaterales en la familia¡ª han definido su carrera los focos. Quiz¨¢s en California no sac¨® gran cosa del mundo del espect¨¢culo a lo grande pero aprendi¨® a surfear una etapa que comenzaba a surgir en la far¨¢ndula celtib¨¦rica. A juzgar por como ella se ha mantenido en el ranking, no figura precisamente entre los juguetes rotos, sino entre aquellas figuras que no se queman con tres fogonazos.
Dentro de esa confusi¨®n entre realidad de infidelidades y ficci¨®n de romances, protagoniz¨® un hito que muchas comedias de enredo ya quisieran para s¨ª. En el esc¨¢ndalo del tr¨ªo Ana Obreg¨®n-conde Lecquio-Antonia Dell¡¯Atte ella interpret¨® uno de los mejores papeles de su vida. Y ah¨ª sigue en la memoria de todos, incluso con la reconciliaci¨®n p¨²blica de las dos mujeres en MasterChef. Todo un momentazo.
Los tres son incombustibles. Desde entonces no se ha descolgado de ese g¨¦nero. Pero aquello marc¨® la vida de su hijo. Aless detestaba todo el circo y quiso huir en busca de una vida normal, dedicada al estudio, alejada radicalmente de vanidades y frivolidades. Justo lo contrario a lo que ocurre con otros clanes. Y todo eso, quiz¨¢s, haya servido de ejemplo a su madre para que de una vez por todas, Ana Obreg¨®n, la diva que se hace querer en su papel a veces de tonta muy lista, haya conseguido al fin convertirse, de verdad y sencillamente, en Ana.
Ese cap¨ªtulo queda para 2021. Con ella todav¨ªa en duelo, transfigurada en m¨¦dium por una p¨¦rdida emitida durante estos meses en directo, sin que muchos renunciaran con ello a la carnaza de lujo, despediremos un a?o de luto colectivo y recibiremos con las doce uvas nuestras renovadas ansias de resurrecci¨®n.
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