La historia que cuenta el armario de Carmen Alborch
Los hermanos de la exministra donan sus vestidos y complementos al Museo del Traje
Naci¨® en el Mediterr¨¢neo. Carmen Alborch fue una ni?a valenciana que creci¨® viendo a su madre coser todas las tardes. Una vez a la semana, Carmen, la costurera, iba a ayudarla. La peque?a Carmen vivi¨® sus primeros a?os en un hogar en el que ¡ªcomo tantos de la Espa?a de mediados del siglo pasado¡ª las agujas de punto, las telas, los patrones y los acericos no eran objetos ajenos. Esa peque?a, cuya infancia y adolescencia transcurri¨® vestida con el uniforme oscuro del colegio de las Esclavas del Sagrado Coraz¨®n, lleg¨® con ...
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Naci¨® en el Mediterr¨¢neo. Carmen Alborch fue una ni?a valenciana que creci¨® viendo a su madre coser todas las tardes. Una vez a la semana, Carmen, la costurera, iba a ayudarla. La peque?a Carmen vivi¨® sus primeros a?os en un hogar en el que ¡ªcomo tantos de la Espa?a de mediados del siglo pasado¡ª las agujas de punto, las telas, los patrones y los acericos no eran objetos ajenos. Esa peque?a, cuya infancia y adolescencia transcurri¨® vestida con el uniforme oscuro del colegio de las Esclavas del Sagrado Coraz¨®n, lleg¨® con su llamativa melena rojiza al Congreso de los Diputados en el verano de 1993 como ministra de Cultura del ¨²ltimo Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.
Alborch (Castell¨® de Rugat, Valencia, 1947- Valencia, 2018) llen¨® el Parlamento de color y de mediterraneidad. Un lugar ¨Dla Camara baja y, por ende, la pol¨ªtica¨D en el que poco se hab¨ªa salido de los trajes oscuros y monocromos hasta ese momento, como si los uniformes de las escuelas religiosas tambi¨¦n rigieran all¨ª. Fue pol¨ªtica, en femenino, y llev¨® a gala su femineidad. Antes de su aterrizaje en Madrid, desprendi¨® color en su tierra, de donde tambi¨¦n lo tomaba. Fue la primera decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, donde entr¨® como alumna. Impuls¨® y dirigi¨® el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), creado antes que otros centros espa?oles dedicados al arte contempor¨¢neo como el Macba en Barcelona, el Guggenheim en Bilbao, el Musac en Le¨®n o el CAAC en Sevilla.
Ese color que rode¨® a la pol¨ªtica, escritora, feminista, profesora¡. no pod¨ªa acabar en otro lugar que no fuera un museo. El metaf¨®rico, el que irradiaba, se lo qued¨® su familia y en familia, Rafael Alborch (uno de sus hermanos) incluye a su extens¨ªsima red de amigos. El que la rodeaba f¨ªsicamente, el de los trajes que vest¨ªa, con los que disfrutaba y epataba forma parte de las colecciones del Museo del Traje (Madrid). Los Alborch han donado su vestuario a esta instituci¨®n, que actualmente se encuentra cerrada y a¨²n no tiene fecha de reapertura. Juan Guti¨¦rrez, conservador de Indumentaria del siglo XX del museo y experto en moda contempor¨¢nea, asegura que el armario de la exministra ¡°guarda verdaderos tesoros, piezas importantes que completan la colecci¨®n¡± y que el museo, en el futuro, tiene la intenci¨®n de organizar una exposici¨®n que los muestre.
El dise?ador valenciano Francis Montesinos y Alborch se conocieron cuando eran j¨®venes, crearon un t¨¢ndem, se retroalimentaron y a trav¨¦s de la moda, cuesti¨®n que muchas veces se frivoliza sin pensar en toda la carga significativa que la acompa?a, formaron un discurso que hoy est¨¢ totalmente en boga. Ella, desde la pol¨ªtica de g¨¦nero; ¨¦l, precisamente, rompiendo los roles de g¨¦nero. ¡°Fue la g¨¦nesis de una ideolog¨ªa totalmente actual¡±, explica Guti¨¦rrez. De todas formas, cuando se le pregunta a Montesinos por su amiga, la recuerda entrando en su tienda, compr¨¢ndose algo, alegr¨¢ndose el d¨ªa si alguno lo hab¨ªa tenido malo, pero por encima de todo destaca su amistad. ¡°Carmen era la moda, la moda la enamoraba, la hac¨ªa cambiar de estado, pero a m¨ª me ha dado mucho m¨¢s como amiga, su cari?o, su amor. Siempre estaba divina, divina, divina¡¡±, rememora por tel¨¦fono.
El modista, que ha sido homenajeado por sus 50 a?os de profesi¨®n con una exposici¨®n que recorre su carrera en el Museo Valenciano de la Ilustraci¨®n y la Modernidad que probablemente itinerar¨¢ por Gand¨ªa, Barcelona o Madrid, se emociona al recrear momentos vividos con Alborch: un desfile suyo en Berl¨ªn en el que ella llevaba un dise?o transparente con flecos, una inauguraci¨®n en el Museo del Prado en la que llevaba un vestido negro con un echarpe de organza con volantes (que ahora est¨¢ en la muestra de Montesinos, pero acabar¨¢ formando parte de los fondos del Museo del Traje). El dise?ador marc¨® el principio tanto de la forma como del fondo de Alborch, esos a?os sesenta y setenta, la subversi¨®n de la imagen, la ruptura con lo establecido, no solo en la manera de vestir, la indumentaria era un elemento m¨¢s que lo mostraba.
La moda fue una de las armas de Alborch, una estrategia, no era algo gratuito. Le gustaba, s¨ª, ¡°pero detr¨¢s de eso hab¨ªa unas lecturas psicol¨®gicas y psicosociales. A ella le toc¨® vivir la revoluci¨®n de la indumentaria de la calle y tambi¨¦n algunas revoluciones ideol¨®gicas, en su caso, centrada en el feminismo y la democracia¡±, asegura el conservador del Museo del Traje, que relata el hilo conductor de su armario en paralelo con su evoluci¨®n profesional y personal. Las colecciones siempre retratan a los coleccionistas. Rafael Alborch respalda esta faceta al asegurar que Carmen conceb¨ªa las prendas para usarlas, para disfrutarlas, pero tambi¨¦n para conservarlas.
¡°Pasa de Montesinos a Del Pozo, Sybilla, por la parte internacional: Armani y de ah¨ª a Miyake. La dibuja perfectamente, una evoluci¨®n l¨®gica que la muestra desde esa juventud subversiva hasta la madurez tambi¨¦n reivindicativa, pero m¨¢s sofisticada¡±, narra Guti¨¦rrez como quien en vez de contar a?os cuenta trajes. Uno de los favoritos de Carmen era un vestido de Issey Miyake con el que asisti¨® a una cena de gala que ofrecieron los Reyes a los Emperadores de Jap¨®n y que tambi¨¦n se puso cuando cumpli¨® 50 a?os.
Ahora se habla del efecto Illa (en referencia a Salvador Illa, quien fuera hasta hace unos d¨ªas ministro de Sanidad y actual candidato del PSC a presidir la Generalitat catalana), pero hubo mucho antes un efecto Carmen Alborch, una manera innovadora de hacer pol¨ªtica, desde la sonrisa, desde la forma y desde el color, pero tambi¨¦n desde el fondo, desde la ideolog¨ªa. Antes de las mascarillas con mensaje ya llevaba ella pendientes en los que se pod¨ªa leer ¡°pelea por lo que quieres¡±.
Polifac¨¦tica
No es la primera vez que la familia Alborch dona parte del legado de Carmen a una instituci¨®n p¨²blica. Su biblioteca est¨¢ en la Universidad de Valencia, su universidad. Era lectora y escritora. ¡°Lo compraba todo, no solo temas de feminista, hab¨ªa librer¨ªas que le reservaban los libros que sab¨ªan que le interesaban¡±, dice su hermano Rafael. Ella estuvo escribiendo hasta el final, su primera obra la public¨® en 1999, Solas: gozos y sombras de una manera de vivir, despu¨¦s llegaron Malas: rivalidad y complicidad entre mujeres' (2002) y 'Libres: Ciudadanas del mundo' (2004). 'Cinco a?os m¨¢s tarde, La ciudad y la vida y en 2014 Los placeres de la edad.
Que era incansable lo demuestra su ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica, unos d¨ªas antes de fallecer, cuando recibi¨® la mayor condecoraci¨®n valenciana, la Alta Distinci¨®n de la Generalitat. ¡°Esa misma tarde, cogi¨® un taxi y se fue al informativo de ? Punt???. No nos lo dijo a nadie¡±, recuerda su hermano, que est¨¢ organizando la cantidad de material audiovisual que hay sobre Carmen. Tiene previsto donarlo a la Biblioteca Valenciana, antes lo revisar¨¢ junto con su archivo, pues est¨¢n preparando una exposici¨®n sobre su figura que se espera inaugurar el pr¨®ximo oto?o en el Centro del Carmen Cultura Contempor¨¢nea (Valencia).