Isabel II y su pasi¨®n por los perros corgi, un asunto casi de familia

A sus 94 a?os, Isabel II tiene una nueva ilusi¨®n. Pocos d¨ªas despu¨¦s de que su marido, Felipe de Edimburgo, fuera ingresado en un hospital londinense, la reina recibi¨® a dos nuevos inquilinos en el castillo de Windsor, donde ahora vive aislada por la pandemia. Eran dos cachorros de corgi que renuevan as¨ª la tradici¨®n de la soberana de tener junto a ella perros de esta raza.

La reina lleva teniendo corgis desde que con 18 a?os, en 1944, recibi¨® como regalo de cumplea?os a Susan, la primera de su estirpe; adem¨¢s, siempre vio a estos animales en su casa, puesto que su padre, Jorge VI, tambi¨¦n era aficionado a ellos. Despu¨¦s tuvo hasta 30 perros, la mayor¨ªa descendientes de la misma, pero ahora solo quedaba una, Candy, despu¨¦s de que Vulcan muriera el pasado mes de diciembre. Aunque la reina, apasionada de los caballos y los perros, disfruta enormemente con estos animales, bien es cierto que tambi¨¦n sufre con sus p¨¦rdidas, y se hab¨ªa conocido que no quer¨ªa tener m¨¢s mascotas con ella y que por tanto Candy ser¨ªa la ¨²ltima.

Pero al final la reina se ha animado a tener m¨¢s cachorros con ella. Cuentan quienes la conocen en los medios brit¨¢nicos que la llegada de estos dos nuevos corgis le ha devuelto la alegr¨ªa a la soberana. Son dos los perros, que ha venido a llamar Fergus y Muick (pronunciado mik): un dorgi el primero (cruce de corgi y dachshund) y un corgi puro el segundo, pero no son descendientes de los originales, sino que han sido comprados o adoptados.

La reina siempre le pone a sus mascotas nombres de personas, lugares... que aprecia. Fergus recibe su nombre de Fergus Bowes-Lyon, t¨ªo de la soberana y hermano de la difunta reina madre. Bowes-Lyon luch¨® en la primera mundial y falleci¨® durante la contienda, en la batalla de Loos en 1915, con tan solo 26 a?os y dejando hu¨¦rfana una hija de dos meses. Isabel II no lo conoci¨®, pero su madre siempre sinti¨® un gran aprecio por su hermano mayor, y al casarse en 1923 deposit¨® su ramo de novia en la tumba del soldado desconocido que hay en la abad¨ªa de Westminter, una tradici¨®n que siguen manteniendo las mujeres de la familia real brit¨¢nica cuando contraen matrimonio.

Antes de recibir el nombre de Muick, el segundo de los perros se llamaba Charlie y lo llevaron al castillo dos miembros del personal del mismo, despu¨¦s de comprarlo en una web de mascotas muy conocida en el Reino Unido. Muick es el nombre de uno de los lagos favoritos de la reina, sito en el castillo de Balmoral. Est¨¢ a los pies de la monta?a de Lochnagar, tiene un embarcadero, un puente y varias playas, y son famosos sus salmones y sus truchas. En uno de sus extremos hay un pabell¨®n de caza construido por la reina Victoria, enamorada del lugar, tras la muerte de su esposo Alberto. Isabel II tambi¨¦n es aficionada a hacer picnics y excursiones en el lugar, y el pasado verano se la vio caminando alrededor del mismo.

Ver a Isabel II con sus perros se ha convertido en una estampa habitual. Incluso apareci¨® con alguno de ellos, como el c¨¦lebre Monty, en su intervenci¨®n estelar en la ceremonia de apertura de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres de 2012, en una grabaci¨®n junto a Daniel Craig. La acompa?an en salidas y viajes y juega activamente con ellos, tanto que en 1991 lleg¨® a recibir tres puntos despu¨¦s de mediar en una pelea entre ocho de ellos. En 2003, uno de ellos tuvo que ser sacrificado tras una pelea con un bull terrier de la princesa Ana.

En abril de 2018 tuvo que sacrificar a Willow (la 14? generaci¨®n de descendientes de Susan) a causa de un c¨¢ncer, y Whisper muri¨® seis meses despu¨¦s, lo que hizo que se planteara no tener m¨¢s, tambi¨¦n a causa de su avanzada edad. Seg¨²n una de sus bi¨®grafas, ¡°a lo largo de los a?os han sido m¨¢s cercanos a ella que algunas personas. Son absolutamente leales, nunca la decepcionan¡±. Como dec¨ªa el diario The Sun cuando se supo que la nonagenaria hab¨ªa acogido dos nuevos perros, ¡°es impensable que la reina no tenga corgis; es como si la torre de Londres no tuviera cuervos¡±.