Esther Do?a: ¡°?Por qu¨¦ no iba a publicar los ¡®whatsapps¡¯ con los que Carlos Falc¨® me conquist¨®? ?Si estaba orgullos¨ªsimo!¡±
La viuda del marqu¨¦s de Gri?¨®n ha escrito ¡®La vida de un gran hombre a trav¨¦s de mis ojos¡¯, publicado por Planeta, que se ha convertido en su terapia y su forma de superar la p¨¦rdida
La pandemia se llev¨® en marzo de 2020 a su marido, Carlos Falc¨®, el marqu¨¦s de Gri?¨®n. Y tambi¨¦n le quit¨® a su padre. Esa es la raz¨®n por la que Esther Do?a (M¨¢laga, 43 a?os) ha escrito como terapia el libro La vida de un gran hombre a trav¨¦s de mis ojos, que ha publicado Planeta. En ¨¦l, la modelo cuenta c¨®mo fue su historia de amor: desde los whatsapps que se escribieron al principio hasta su salida del luto. Ahora ella ha rehecho su vida junto al juez Santiago Pedraz (Salamanca, 63 a?os). Se sabe por la revista ?Hola!, pero tambi¨¦n porque antes de esta entrevista ha comido con ella en el Hotel Palace de Madrid y se acerca a saludar. Esther Do?a se queda a posar con su perrita, Chloe, que quiere salir en la foto y a veces pareciera que tambi¨¦n responde.
Pregunta. Ni se pudo despedir de su marido, Carlos Falc¨®, ?c¨®mo le afect¨® eso?
Respuesta. ?l sali¨® de casa vital, como era, con sus tres botellas de aceite, para el hospital. ?Y el vino?, le dije. ¡°Eso no me dejan¡±, me contest¨®. El m¨¦dico me llam¨® por la ma?ana para decirme que todo iba bien, y horas despu¨¦s hab¨ªa fallecido. Necesitaba echar fuera todo lo que ten¨ªa. Mi terapia ha sido el libro. Me cost¨® much¨ªsimo. No pod¨ªa salir de la casa porque pensaba que iba a volver. Lo so?aba y le esperaba bien vestida y guapa, ten¨ªa que estar guapa, para que cuando entrara por la puerta me viera all¨ª.
P. ?Cu¨¢nto le cost¨® asumir que no regresar¨ªa?
R. Tres meses despu¨¦s. Estuve en un limbo.
P. ?Y ahora est¨¢ mejor?
R. Mucho mejor. La casa se nos ca¨ªa encima. A m¨ª y a mi perrita. Es un palacio, con todo lo que conlleva un palacio: techos altos, muchos metros¡
P. Y soledad¡
R. Soledad, s¨ª.
P. Llama un poco la atenci¨®n que haya publicado los whatsapps que se mandaban al principio de la relaci¨®n, entre el coqueteo y la dignidad. ?Un arma de doble filo para el amor, WhatsApp? ?No es demasiado ¨ªntimo?
R. ?Hombre! Yo no he mostrado todos los mensajes. He hecho una selecci¨®n. ?Por qu¨¦ no iba a publicarlos? ?Estaba orgullos¨ªsimo de ello!
P. Ya, pero¡
R. Tan orgulloso estaba que los imprimi¨®. No era normal enamorarse por Whatsapp para un arist¨®crata. Pero quiz¨¢s, cara a cara, desde el principio, no nos hubi¨¦ramos enamorado. A trav¨¦s de ellos, yo pude conocer a la persona. ?l era el hombre perfecto, lo ¨²nico que no era perfecto al principio, era la diferencia de edad, luego, eso dio igual. Nosotras nos enamoramos de la mente, necesitamos admirar a la persona con la que estamos; los hombres, del f¨ªsico.
P. Se conocieron en una cata organizada por su primo. La vio a usted y le dijo: ¡®?De qu¨¦ nacionalidad eres?¡¯. ?No deja eso en mal lugar a la mujer espa?ola?
R. S¨ª, me vio y me dijo: ¡®?De qu¨¦ nacionalidad eres? ?Est¨¢s soltera?¡¯. ?l pens¨®: ¡®Somellier, no es¡'.
P. Desde el minuto uno, al ataque.
R. S¨ª, porque ¨¦l qued¨® fascinado. Yo ten¨ªa m¨¢s recelo. Me coment¨® que quer¨ªa montar un spa basado en terapias con aceite de oliva. ?l me propuso ese negocio. Los whatsapps comenzaron con esa intenci¨®n profesional.
P. ?Usted cree?
R. Bueno, no s¨¦. Se lo he preguntado despu¨¦s muchas veces. Necesitaba un equipo y necesitaba conocerme un poco m¨¢s.
P. Cuenta usted que ¨¦l le record¨® muchas veces despu¨¦s c¨®mo le hab¨ªa fascinado, dice, con un trajecito de Zara.
R. Bueno, si es que yo no quer¨ªa ir a esa cena, pero llegu¨¦ del gimnasio, me puse ese traje, sin escote y sin nada, sencillo y superdiscreto, me recog¨ª el pelo en una coleta y para all¨¢ que me fui. No s¨¦ por qu¨¦ le fascin¨® tanto. Yo creo que fue el aura.
P. ?l luego se motiva mucho, con los whatsapps.
R. Me hace hasta un poema.
P. Un poema que si me permite el comentario, es, en mi opini¨®n, flojito.
R. Bueno, pues nada. No, no es flojito. Pero el poema trajo muchos problemas, eh. Nunca me hab¨ªan hablado de esa manera. Yo no soy una mujer provocativa. Mi belleza es distinta.
P. ?C¨®mo la calificar¨ªa?
R. Bueno, no es comparable: pero m¨¢s Audrey Hepburn que Marilyn Monroe, puede gustar o no, es m¨¢s sutil. Puedo pasar desapercibida.
P. No con su trajecito de Zara. ?Nunca antes le hab¨ªan dedicado un poema?
R. No y a m¨ª, adem¨¢s, me ofendi¨®. Creo que se pas¨® de la raya en eso y que no me pod¨ªa entonces hablar as¨ª.
P. ?Quiz¨¢s lo que la atra¨ªa, por otra parte, era que ¨¦l pareciera un hombre de otra ¨¦poca?
R. Bueno, es que yo soy muy chapada a la antigua, me gusta que me manden flores, que me abran la puerta del coche¡
P. Tambi¨¦n es fuerte que bajara usted el primer d¨ªa a desayunar en pijama y ¨¦l le pidiera que se vistiera para que el servicio no se espantara.
R. Bueno, despu¨¦s de aquello entend¨ª que no se pod¨ªa bajar a desayunar en pijama y que es su cultura, la de la aristocracia. La aristocracia es as¨ª.
P. ?C¨®mo?
R. Son culturas diferentes.
P. ?De este mundo?
R. S¨ª, cada vez m¨¢s. Cada vez la sociedad se abre m¨¢s y ellos se adaptan a una modernidad. Si no, apaga y v¨¢monos. ?Qu¨¦ vamos, a seguir cas¨¢ndonos entre sangres?
P. Y despu¨¦s de todo, ?se siente marquesa?
R. No, yo soy Esther Do?a. Y no estaba casada con el marqu¨¦s de Gri?¨®n, sino con Carlos Falc¨®. Me gustan las cosas sencillas de la vida. Para m¨ª, ciertos compromisos eran agotadores.
P. Ahora, forma pareja con el juez Santiago Pedraz. Ha contado usted que en vida, el propio Falc¨® les dijo que de faltar ¨¦l alg¨²n d¨ªa le gustar¨ªa que acabaran juntos. ?Es as¨ª?
R. ?l dijo que cuando no estuviera, le gustar¨ªa que otra persona viviera conmigo la felicidad que ¨¦l tuvo. Y que fuera Santiago. Le admiraba much¨ªsimo. Admiraba la brillantez y eso lo ve¨ªa en ¨¦l, adem¨¢s que era muy buena persona. Igual eso no lo tendr¨ªa que haber contado. Pero es que fue as¨ª.
P. Y lo de que usted confiese que Falc¨® ha sido el hombre de su vida, ?c¨®mo le sienta a Santiago?
R. Con Santiago es muy f¨¢cil. ?l era uno m¨¢s en nuestro c¨ªrculo. Todos los d¨ªas hablamos de Carlos, y ¨¦l lo hace con mucha admiraci¨®n. ?Por qu¨¦ Carlos es el amor de mi vida? Pues porque a Santiago le acabo de conocer en ese aspecto, le quiero much¨ªsimo, por eso estoy con ¨¦l. A d¨ªa de hoy, sigue si¨¦ndolo. Era muy genuino. A m¨ª me conquist¨®. Y ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pero que conste que Santiago ya me ha pedido que escriba un libro igual que este sobre ¨¦l.
P. Defina genuino: ?en qu¨¦?
R. Pues que era ¨²nico, siempre ten¨ªa una buena palabra para una mujer. Y se alegraba mucho del bien ajeno, de las cosas buenas que les ocurr¨ªan a los dem¨¢s, aunque no les conociera. Estaba muy puesto en c¨®mo avanzaba la sociedad: era m¨¢s moderno y liberal que yo. Yo soy m¨¢s conservadora.
P. ?No votar¨¢ a Vox?
R. ?No, hombre! Pero yo de pol¨ªtica no hablo.
P. ?Y de su hermana concejal socialista en el Ayuntamiento de M¨¢laga?
R. Se llevaba fenomenal con Carlos. Yo le dec¨ªa: ¡®Te has equivocado de hermana¡¯. Se adoraban.
P. Con ese cap¨ªtulo que usted llama El club de las terceras esposas, ?qu¨¦ ha querido transmitir?
R. No s¨¦, que siempre existe una rivalidad, ?no? Muchas veces las mujeres se sienten m¨¢s c¨®modas con hombres que con otras mujeres.
P. Usted tambi¨¦n se ha casado tres veces.
R. Y habr¨¢ un cuarto. Soy muy convencional. Y si estoy con una pareja, me caso.
P. ?Quiere decir eso que habr¨¢ boda pronto?
R. No, no, no¡ Que llevamos tres meses¡ M¨¢s adelante, Dios dir¨¢: por el momento ni boda, ni hijos.
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