El primer ministro japon¨¦s rompe con la superstici¨®n y se muda a la residencia oficial ¡°encantada¡± y deshabitada desde 2012
La casa, construida en 1929 y con reputaci¨®n de ser hogar de fantasmas, llevaba vac¨ªa nueve a?os
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La mansi¨®n de dos pisos de ladrillo oscuro, techo de tejas negras y amplia chimenea se hab¨ªa construido en pleno centro de Tokio en 1929. Entonces, en Estados Unidos estaba a punto de estallar el martes negro del hundimiento de la Bolsa. La capital japonesa intentaba recuperarse del devastador terremoto que hab¨ªa dejado decenas de miles de v¨ªctimas seis a?os antes. Inspirada en el Hotel Imperial que hab¨ªa dise?ado Frank Lloyd Wright y de estilo art d¨¦co, estaba destinada a ser la oficina del primer ministro japon¨¦s. Pero todo se torci¨® casi desde el principio, para dejarla rodeada de una estela de violencia y muerte. Y ¡ªseg¨²n aseguran las leyendas que corren por los pasillos del poder tokiotas¡ª poblada de yurei. De fantasmas.
Poco despu¨¦s de entrar en servicio, la flamante construcci¨®n, que deb¨ªa ser s¨ªmbolo de la entrada de Jap¨®n en la modernidad, fue escenario de un intento de golpe de Estado. El que fuera primer ministro Tsuyoshi Inukai fue asesinado el 15 de mayo de 1932 en sus salones por un grupo de j¨®venes oficiales de la Marina insurrectos. Cuatro a?os m¨¢s tarde, en 1936, volvi¨® a ser el epicentro de otro golpe fallido, el conocido como Incidente del 26 de febrero. En ¨¦l, una facci¨®n radical del ej¨¦rcito imperial intent¨® derribar al gobierno de Keisuke Okada. El primer ministro Okada sobrevivi¨® al lograr esconderse, pero otras cinco personas murieron en el asalto.
Desde entonces, los rumores aseguran que los fantasmas de aquellos muertos siguen habitando la mansi¨®n de 5.183 metros cuadrados, que tras la posguerra fue quedando anticuada. Con reputaci¨®n de sombr¨ªa, se utilizaba, entre otras cosas, para recepciones en honor de dignatarios extranjeros.

Desde 2005, y tras una profunda reforma, qued¨® habilitada como la residencia oficial del primer ministro japon¨¦s. Pero pese a los trabajos, la casa hab¨ªa cumplido esa funci¨®n durante solo siete a?os: el ¨²ltimo en ocuparla fue Yoshihiko Oda, que dej¨® la jefatura del gobierno en 2012. El primer ministro Shinzo Abe, el de mayor duraci¨®n en su cargo desde la posguerra, la ocup¨® durante los diez meses de su primer mandato, entre 2006 y 2007. Uno m¨¢s entre la media docena de pol¨ªticos japoneses que lideraron el pa¨ªs entre 2005 y 2012 sin mucha pena ni gloria, y cuyos breves gobiernos contribuyeron a fomentar la reputaci¨®n de la casa como un lugar que tra¨ªa mala suerte a sus habitantes.
Durante su segundo ciclo en el poder, el m¨¢s largo de un primer ministro nip¨®n desde la posguerra (2012-2020), Abe nunca quiso volver a habitarla pese a su espl¨¦ndida localizaci¨®n, al lado del modern¨ªsimo Kantei, la oficina del primer ministro construida en 2002 en cristal y acero. En su lugar, opt¨® por continuar residiendo en su vivienda familiar en el distrito de Shibuya, a quince minutos en coche.
Su decisi¨®n desat¨® los rumores. Hasta tal punto que en 2013, su oficina tuvo que salir al paso de ellos y negar que la preferencia del primer ministro tuviera nada que ver con la presencia o no de fantasmas. Su sucesor inmediato, Yoshihide Suga, tambi¨¦n prefiri¨® mantener su domicilio de siempre durante su breve mandato, de apenas un a?o. Suga resid¨ªa en un complejo asignado a los parlamentarios japoneses.
El nuevo primer ministro japon¨¦s, Fumio Kishida, cuyo Partido Liberal Dem¨®crata se impuso en las elecciones de octubre, ha querido romper con ese pasado inmediato y mudarse a la residencia oficial. A la mansi¨®n, supuestamente, encantada.
Se traslad¨® este ¨²ltimo fin de semana. El lunes camin¨® con el rostro relajado y aparentemente de buen humor el breve trayecto entre su nueva vivienda y su oficina. Le esperaban decenas de periodistas, deseosos de saber c¨®mo hab¨ªa pasado las noches. ¡°Creo que he podido dormir bien¡±, cont¨® a los reporteros que le interrogaban. ?Vio alg¨²n fantasma? ¡°No, no he visto ninguno ¡ªreplic¨® con una sonrisa¡ª todav¨ªa¡±.
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