La coherencia de B¨¢rbara
Imaginarse que B¨¢rbara Rey se va a arrugar porque la llamen a declarar al Senado es no conocer su historia. Una ¡®vedette¡¯ no le tiene miedo a ninguna escalera
A muchos nos alegr¨® el d¨ªa la imagen de B¨¢rbara Rey y Bigote Arrocet llegando juntos a un acto social en un hist¨®rico hotel madrile?o. Hab¨ªa poco de casual en esa imagen. Y eso ya me atrap¨®. La actriz y vedette, nacida en Totana, Murcia, y el humorista y starlette sentimental, de origen chileno, se dejaban fotografiar amartelados y sonrientes, sin mascarillas, en pleno alboroto pol¨ªtico por la imposible comparecencia de Rey en el Senado para responder sobre los pagos que, en el pasado, pudiera haber recibido desde los fondos reservados del Estado espa?ol y derivados de su supuesta relaci¨®n con el exrey Juan Carlos. Pero en esa foto todo parec¨ªa real. Suave y tangible, como el emblem¨¢tico abrigo de vis¨®n que B¨¢rbara quiso recuperar para ese momento.
De todos los personajes del culebr¨®n real distingo a B¨¢rbara porque sabe casi m¨¢s que nadie. Ha mantenido una coherencia bastante sustancial y ¨²nica a lo largo de este enredo, de estos fondos. Cuando calla, crea un misterio, una niebla densa que le permite sumergirse como una sirena mitol¨®gica para reaparecer reconvertida en remolino cuando ella lo decide, o lo necesita. Genera m¨¢s empat¨ªa con el pueblo llano, la audiencia, que otras protagonistas femeninas del culebr¨®n borb¨®nico, porque aparte de saberla y sentirla aut¨¦nticamente espa?ola, es luchadora, hecha a s¨ª misma. Una vedette que tropieza, pero sostiene el penacho de plumas. Domina el l¨¢tigo y sabe domar a un hombre importante.
Ahora que ya se puede, insisten en entenderla como una presunta parte de la Jefatura del Estado, al menos en el lado sentimental de la Jefatura, y no podemos no sonre¨ªr por la picaresca que emple¨® al bautizar a su hija con el nombre de Sof¨ªa. El nombre de la ¨²nica esposa del em¨¦rito. S¨ª, su hija se llama Sof¨ªa Cristo Rey. Una cosa as¨ª, en el fondo, solo lo puede hacer B¨¢rbara. Tiene esa coherencia. Si alguien llegaba a afe¨¢rselo, ella siempre podr¨ªa responder que nombr¨® as¨ª a su hija llevada por su admiraci¨®n a la reina Sof¨ªa. ?Armas de vedette! Por eso, imaginarse que B¨¢rbara Rey se va a arrugar porque la llamen a declarar al Senado es no conocer su historia. Una vedette no le tiene miedo a ninguna escalera. Al contrario, son otros los que la temen.
La pirueta que acaba de realizar apareciendo al lado del exnovio de Mar¨ªa Teresa Campos ha eclipsado, por un rato, cualquier otra noticia. Incluso las relacionadas con la covid. Al d¨ªa siguiente, la sesi¨®n de control al Gobierno qued¨® reducida a una repetici¨®n de rutinarios improperios ofrecidos por vedettes pol¨ªticas carentes de fondo, sin suelo p¨¦lvico. As¨ª, la propia esencia de la sesi¨®n parlamentaria se esfum¨®. No es ese el caso de B¨¢rbara y su coherencia: formada en la revista, ha conseguido ampliar el foco de forma inclusiva e incorporar a Mar¨ªa Teresa Campos a un debate constructivo y con fondo. Libre de las estupideces y palabrotas que se emplean ahora en los debates parlamentarios.
Mientras, en televisiones y revistas, la pol¨ªtica va por otro lado. Se ha rescatado un antiguo desencuentro entre las dos damas, al parecer por falta evidente de solidaridad de la entonces reina de las ma?anas con B¨¢rbara, a causa del rey. En Sevilla, a principios de este siglo, presenci¨¦ una agria pol¨¦mica entre colaboradores de Teresa Campos con la vedette porque no sab¨ªan c¨®mo finiquitar el antagonismo entre ellas. Entonces, Rey se volvi¨® hacia los colaboradores para llamarlos ¡°?cobardes en n¨®mina!¡±. Se apart¨® lo suficiente para que todos la vi¨¦ramos y declam¨®, muy lorquiana: ¡°Cre¨¦is que sois una corte. Yo conozco cortes. Y circos. Y son lo mismo¡±. Se produjo un silencio n¨ªtido y sepulcral. Y, antes de que le destruyeran la escena, agreg¨®: ¡°Cre¨¦is que el domador es la estrella. Y la estrella es el le¨®n¡±. Eso es coherencia. Una coherencia b¨¢rbara.
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