¡°Estoy, que bastante es¡±: as¨ª le ha narrado su duelo Ana Obreg¨®n a Bert¨ªn Osborne en horario estelar
La actriz y presentadora detalla por primera vez en televisi¨®n el tortuoso viaje de la enfermedad de su hijo Aless hasta su fallecimiento, en mayo de 2020
Una tarde de noviembre de 1991 son¨® el tel¨¦fono en la casa a la que se acababan de mudar Ana Obreg¨®n y Alessandro Lecquio para recibir al hijo que esperaban y de cuya llegada solo sab¨ªan ellos y sus familias. Ella descolg¨® y la voz al otro lado de la l¨ªnea le pregunt¨®: ¡°?Puedo hablar con Dado, por favor?¡±. Ella neg¨®, ¨¦l no hab¨ªa llegado a¨²n a casa, y cuando pregunt¨® con qui¨¦n hablaba, su interlocutor respondi¨®: ¡°Soy el Rey¡±. ¡°S¨ª, claro, y yo soy Caperucita Roja¡±, solt¨® ella que, sin esperar respuesta, colg¨®. Cuando el padre de su futuro hijo lleg¨® a casa, le pregunt¨®: ¡°?Pero qu¨¦ le has dicho a mi t¨ªo Juanito?¡±, a lo que ella inquiri¨®: ¡°?Pero tienes un t¨ªo que se llama Juanito?¡±. ¡°S¨ª, Anita, que no te enteras, ?el Rey!¡±. Esta an¨¦cdota, que ella revel¨® en sus memorias, As¨ª soy yo, tuvo su espejo tr¨¢gico en mayo de 2020. Cuando muri¨® su hijo Aless, el rey Juan Carlos les llam¨® para darles el p¨¦same. ¡°Y luego la reina me llam¨® a m¨ª. Estuvo muy cari?osa, pero yo no s¨¦ ni qu¨¦ le dije¡±. As¨ª lo cont¨® la presentadora anoche en Mi casa es la tuya, el programa de Telecinco presentado por Bert¨ªn Osborne, al que ha concedido su primera entrevista televisiva desde el fallecimiento de su hijo.
¡°?C¨®mo est¨¢s?¡±, quiso saber Bert¨ªn al inicio. ¡°Estoy, que bastante es¡±, contest¨® ella, que se confes¨® nerviosa ante la que defini¨® como la entrevista m¨¢s dif¨ªcil de su vida. Para la ocasi¨®n quiso ponerse un vestido negro de pu?os y cuello blancos que llevaba 30 a?os en una percha. La elecci¨®n no fue superflua: ¡°Me lo puse cuando fuimos a Italia a decirle a la familia de Alessandro que estaba embarazada¡±. En sus memorias recuerda que su relaci¨®n con su familia pol¨ªtica era mejor que buena: ¡°Desde el principio bendijeron mi relaci¨®n con Alessandro tanto Sandra Torlonia, la abuela de Aless, como su madre, la infanta Beatriz, hija mayor del rey Alfonso XIII, bisabuela de mi hijo y una mujer excepcional¡±.
Su atuendo no solo es significativo por el momento que rememora, sino tambi¨¦n porque reconoce que lleva a?o y medio en ch¨¢ndal ¡ªlos 20 meses que han pasado desde el fallecimiento de su hijo¡ª, el luto de una mujer que siempre hab¨ªa vivido abonada a su coqueter¨ªa. ¡°La gente cree que sabe lo que es el infinito, entiende la palabra. Pero cuando pierdes a un hijo entiendes lo que es infinito, el amor y el dolor¡±, le explic¨® serena a Bert¨ªn, que m¨¢s que de presentador, ejerci¨® de amigo, uno con el que mantiene una relaci¨®n desde hace 40 a?os, despu¨¦s de que ambos tuvieran un infructuoso romance de un par de meses, como revel¨® ¨¦l en la parte m¨¢s desenfadada del programa.
No es una entrevista pues, es una charla entre amigos que pronto se convierte en el testimonio de un v¨ªa crucis. Estaci¨®n a estaci¨®n, ella desgran¨® todo lo ocurrido, desde que a su hijo le fue diagnosticado el sarcoma de Ewing que padeci¨®, hasta su muerte. Todo comenz¨® en un momento inesperado, ella acababa de grabar su participaci¨®n en la segunda temporada de Paquita Salas cuando unos dolores persistentes llevaron a Aless a un ingreso m¨¦dico y a una operaci¨®n inminente. Antes de que ¨¦l saliera de quir¨®fano, de madrugada, uno de los doctores le dio la noticia a su madre: ¡°Tu hijo tiene un tumor¡±. Ella dud¨® si cont¨¢rselo esa misma noche, Alessandro padre la fren¨® y a las ocho de la ma?ana ambos, juntos, le revelaron a su hijo el diagn¨®stico. Quedaba la posibilidad de que fuera benigno y a eso se agarraron hasta que los m¨¦dicos despejaron las dudas: ¡°Me llamaron y por tel¨¦fono me dijeron que era malo y muy agresivo. Y ah¨ª fue cuando dije: ¡®No voy a llorar. Vamos a luchar contra esto¡¯. Ah¨ª fui fuerte, ahora no lo soy¡±.
De nuevo, el mismo protocolo, pero esta vez cuando Lecquio lleg¨® a casa de su ex y su hijo, se ech¨® a llorar. Ella lo mand¨® a casa de su hermana para que Aless no lo viese as¨ª, se encendi¨® un cigarro y subi¨® a la habitaci¨®n de su hijo a trasladarle el horror. Aless le pregunt¨®: ¡°Mam¨¢, ?me voy a curar?¡±. ¡°Y eso es lo que me da rabia, le dije que s¨ª¡±, recordaba. Despu¨¦s vino una estancia de siete meses de en Nueva York, por intercesi¨®n del doctor Josep Baselga. ¡°Hicimos quimios de 10 y 12 horas en el hospital¡±, explica ella. ¡°En total hizo m¨¢s de 100 quimios¡±. ¡°Lleg¨¢bamos por la ma?ana y ¨¦l siempre dec¨ªa ¡®Habitaci¨®n con vistas, por favor¡¯. (¡) Incre¨ªble con qu¨¦ fuerza, con qu¨¦ sentido del humor enfrent¨® aquello¡±, pero tambi¨¦n recuerda los momentos de debilidad, como uno en el que ¨¦l se disculp¨®: ¡°Mam¨¢, perd¨®name por tener un hijo defectuoso¡±.
La presentadora aguant¨® el tipo hasta que vino una buena noticia: ¡°A los cinco meses hicimos una resonancia y su doctor nos dijo: ¡®I have very good news¡¯ [tengo muy buenas noticias]. Se hab¨ªa reducido al 95% el tumor y me puse a llorar. Aless respondi¨®: ¡®Mam¨¢, no dramatices¡¯. El padre me hizo un v¨ªdeo recibiendo la noticia y mi hijo se lo pon¨ªa para descojonarse¡±. Despu¨¦s de varias pruebas que certificaban la casi total curaci¨®n de su hijo, ella se permiti¨® un capricho: ¡°Me fui con mi amigo Ra [Ra¨²l Castillo] a Ibiza y yo le dec¨ªa: ¡®Ahora entiendo lo que es la felicidad¡±. Pero poco dur¨® la alegr¨ªa: siete meses despu¨¦s el c¨¢ncer volvi¨® y Lecquio junior, que hab¨ªa le¨ªdo todo lo que cay¨® en sus manos de la enfermedad, fue quien le dijo a su madre: ¡°Mam¨¢, tengo un 20% de probabilidades¡±.
La covid contribuy¨® a complicar la situaci¨®n. ¡°A primeros de febrero ingresamos en el Ruber. Tuvieron que hacerle dos operaciones y empez¨® la pandemia (¡). El 24 de marzo me llaman siete m¨¦dicos y me dicen ¡®Ana, tenemos que hablar contigo¡¯, y me sientan y me dicen: ¡®Hay muy poco que hacer¡±. Ella se rebel¨®: ¡°?Pero qu¨¦ dec¨ªs? ?Sois idiotas todos? ?Hay mucho que hacer!¡¯ y dije: ¡®Me voy a Barcelona¡¯. En una ambulancia nos fuimos. Y yo segu¨ªa: ¡®Que s¨ª, que en Barcelona te curas¡±. Mientras el mundo entero se pon¨ªa en cuarentena, ¡°Aless, rodeado de cables, miraba la tele y dec¨ªa: ¡®Qu¨¦ suerte, est¨¢n en casa, pero se pueden mover¡±. ¡°Cada dos horas ten¨ªa que pedir morfina¡±. Mientras tanto, su madre no se mov¨ªa de su lado. ¡°Como mucho, me iba al apartamento, me duchaba, dorm¨ªa una hora y volv¨ªa¡±. Entonces Ana termin¨® por romperse: ¡°Vaya mierda, Bert¨ªn, vaya mierda, c¨®mo sufri¨®¡ Se estar¨¢ enfadando conmigo por verme llorar. Lo siento, Aless¡±. Y sale de nuevo a colaci¨®n su aspecto, la manera en la que ella entend¨ªa que vestirse y maquillarse era tambi¨¦n una manera de honrar a su hijo, de no perder la compostura ante ¨¦l: ¡°Me compr¨¦ unas cosas online en Zara para que me viera bien. Un d¨ªa, no se me olvidar¨¢ que era un puto lunes, me dijeron: ¡®Vamos a sedarlo, para que no sufra¡±.
¡°Yo me qued¨¦ abrazada a ¨¦l mucho tiempo hasta que se lo llevaron. Y ah¨ª dej¨¦ de ser fuerte. No entiendo por qu¨¦ no lo soy, me est¨¢ costando mucho, Bert¨ªn¡±, lloraba Obreg¨®n.
Y despu¨¦s, el ep¨ªlogo en el que se convierte la vida del que pierde a un hijo. ¡°?Ha habido alg¨²n momento en el que pensaste que no lo conseguir¨ªas?¡±, le pregunt¨® entonces el presentador, a lo que ella respondi¨® concisa: ¡°Bert¨ªn, yo me perdono la vida todos los d¨ªas¡±. Luego vinieron las Campanadas de entrada a 2021, y como cada uno se agarra a lo que puede, ella record¨® que el conductor que la llev¨® a Sol esa misma noche se llamaba ?lex. Y lo que vivi¨® mientras presentaba: ¡°Me sent¨ª como si estuviera sola hablando con mi hijo¡±.
En las ¨²ltimas navidades, su intervenci¨®n en Telepasi¨®n le cost¨® un triunfo: ¡°Me daba miedo bailar, y pensaba: ¡®?Pero c¨®mo voy a hacer esto?¡±. No lo cont¨® en el programa, pero, en otro triste espejo, la primera vez que particip¨® en el legendario espacio navide?o de TVE, estaba embarazada del hijo por el que ahora llora.
Sus pr¨®ximos proyectos pasan por un programa nuevo que va a presentar. Tambi¨¦n le han ofrecido escribir un libro, pero ahora mismo no se ve capaz: ¡°Cuando lo sea, no ser¨¢ para lucrarme, ser¨¢ en beneficio de mi hijo¡±, de la Fundaci¨®n Aless Lequio que est¨¢ poniendo en marcha para la investigaci¨®n contra el c¨¢ncer. Menci¨®n especial dedic¨® a Amancio Ortega, al que atribuy¨® que la protonterapia haya llegado a Espa?a, al mismo tiempo que se quej¨® del escaso presupuesto a la investigaci¨®n que se destina en el pa¨ªs. Ni siquiera ha tenido tiempo ni fuerzas para asumir el fallecimiento de su madre, Ana Mar¨ªa Obreg¨®n, el 22 de mayo del a?o pasado: ¡°No he entrado en el duelo de mi madre, no he podido. No hay sitio todav¨ªa en mi cuerpo¡±.
Despu¨¦s vinieron los amigos. Luis Roll¨¢n fue a cocinar y, como manda la tradici¨®n del programa, se unieron a ellos otros comensales cercanos: Susana Uribarri, Boris Izaguirre y Ra¨²l Castillo, su inseparable amigo Ra. Se rieron, comieron y parece que durante un rato Ana Obreg¨®n se distrajo. Ayer tambi¨¦n fue lunes y ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa para perdonarse la vida.
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