Enrique y Andr¨¦s de Inglaterra, ni olvidados ni esperados ni queridos: los invitados de piedra de Carlos III
El hijo menor y el hermano del rey han permanecido en un discreto plano en la ceremonia, sentados en tercera fila, y no han salido a saludar con el resto de la familia en el palacio de Buckingham
Tanto el duque de York como el de Sussex han entrado con el resto de la familia real brit¨¢nica a Westminster sobre las 10.45 (hora local), poco antes de que lo hicieran los reyes y los pr¨ªncipes de Gales. En las calles de Londres, donde decenas de miles de personas han visto la ceremonia a trav¨¦s de pantallas, no se ha dado ninguna importancia a su presencia. Se han escuchado hurras y vivas cuando han entrado a la abad¨ªa Carlos y Camila, as¨ª como Guillermo y Catalina, los herederos. Tambi¨¦n cuando el primog¨¦nito ha rendido homenaje a su padre. Pero nadie ha abierto la boca al ver a Enrique ni a Andr¨¦s. Ambos, como ya se sab¨ªa, han llegado sin Meghan Markle, que se ha quedado en California, y sin Sarah Ferguson, que, a pesar de haberse divorciado del hermano del rey desde hace un cuarto de siglo, mantiene con ¨¦l una estrecha relaci¨®n.
La duda estaba, sobre todo, en la aparici¨®n de ambos en el balc¨®n del palacio de Buckingham durante el saludo de los nuevos reyes. La de Enrique resultaba bastante poco probable. Tal y como hab¨ªan explicado sus portavoces oficiosos, se marchar¨ªa de Londres en cuanto terminara la ceremonia para llegar a tiempo a su casa de Montecito, en California, y celebrar all¨ª el cumplea?os de su hijo mayor, Archie (quien este s¨¢bado ha cumplido cuatro a?os). Y as¨ª ha sido. Apenas ha estado 24 horas en la capital brit¨¢nica. En cuanto ha acabado el acto, ha salido de la abad¨ªa y, seg¨²n los medios brit¨¢nicos, se ha montado en un coche rumbo al aeropuerto. Durante la ceremonia ha estado sentado en tercera fila, junto a sus primas Eugenia y Beatriz y los maridos de estas. Poco o nada lo han enfocado las c¨¢maras de la retransmisi¨®n, mucho m¨¢s centradas en su padre, su madrastra y, si acaso, en su hermano y su cu?ada.
Tras los muchos desplantes por parte de los Sussex a su familia, de la que no dejan t¨ªtere con cabeza ni en su documental de Netflix ni en el libro de memorias de ¨¦l, Enrique y Meghan se han convertido en un cierto dolor de cabeza para Carlos. Lo ¨²ltimo que quer¨ªa el flamante rey era que el acto m¨¢s importante de sus 74 a?os de vida se viera empa?ado por el culebr¨®n en el que su hijo ha querido meter a todos. Y Enrique ha sabido, como ha hecho pocas veces en estos tres a?os desde que se march¨®, mantener una posici¨®n perfecta con respecto a su familia. S¨ª, ha acudido a este evento fundamental para su padre, pero ha decidido hacerlo en un plano discreto y sin que su esposa, Meghan Markle, ni sus dos hijos Archie y Lilibet, estuvieran presentes, para pasar a¨²n m¨¢s desapercibido.
Por su parte, el pr¨ªncipe Andr¨¦s tambi¨¦n ha tenido un papel discreto en la abad¨ªa y en todo el acto. Ha salido del palacio de Buckingham en un coche negro, ¨¦l solo, y se ha unido a su hija Eugenia (embarazada de su segundo hijo) en un coche para llegar a la abad¨ªa. Despu¨¦s ha acompa?ado tanto a Eugenia como a su otra hija, Beatriz, y a Enrique en la procesi¨®n por el pasillo central de la abad¨ªa. Mientras Enrique de Inglaterra iba vestido con un chaqu¨¦, el hermano del rey ha vestido la Orden de la Jarretera, la m¨¢s alta orden de caballer¨ªa del imperio brit¨¢nico. Un atuendo que, durante el Jubileo de Platino de la reina Isabel en junio de 2022, no pudo usar.
El papel de Andr¨¦s es, incluso, m¨¢s complejo que el de Enrique, que al fin y al cabo ha sido simplemente el de alguien que no terminaba de encontrar su sitio y decid¨ªa marcharse. Sobre el duque de York, en cambio, pesan unas acusaciones graves y poderosas. En febrero de 2022, el que fue hijo favorito de Isabel II lleg¨® a un acuerdo extrajudicial para zanjar la demanda que Virginia Giuffre, de 38 a?os y que ten¨ªa 17 cuando el pr¨ªncipe la conoci¨® hace dos d¨¦cadas, present¨® contra ¨¦l por abuso sexual. Giuffre lo ha acusado p¨²blicamente y durante una d¨¦cada de violarla cuando era menor de edad en un encuentro en el que los present¨® Jeffrey Epstein, magnate neoyorquino que se suicid¨® en la c¨¢rcel mientras esperaba un juicio por tr¨¢fico sexual de menores y conspiraci¨®n.
La imagen p¨²blica de Andr¨¦s est¨¢ rota, pero parece que su familia, que sabe que debe apartarlo, lo sigue teniendo en cierta consideraci¨®n, dado que esta vez s¨ª que ha llevado la Orden de la Jarretera pese a haber sido despojado de sus t¨ªtulos y cargos p¨²blicos en enero de ese a?o, poco antes del acuerdo judicial. Eso s¨ª, la restauraci¨®n de Andr¨¦s no es completa ¡ªy probablemente nunca lo sea¡ª: no ha aparecido en el balc¨®n del palacio de Buckingham a saludar con Carlos y Camila. La normalidad que todos esperaban y que tanto ans¨ªa el nuevo rey.
Es corresponsal en Los ?ngeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la secci¨®n de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicaci¨®n Audiovisual, M¨¢ster de Periodismo UAM-EL PA?S, lleva m¨¢s de una d¨¦cada vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.