Los ricos y famosos vuelven, un a?o m¨¢s, a San Bartolom¨¦
Desde que el multimillonario David Rockefeller se enamorase de la peque?a isla caribe?a en 1957, numerosas celebridades escogen este ¡°para¨ªso en la tierra¡± como destino vacacional, especialmente en los meses m¨¢s fr¨ªos del a?o. Heidi Klum, Jennifer Lopez y Ben Affleck o Jeff Bezos ya han realizado su escapada anual
El pasado 26 de diciembre, Heidi Klum comparti¨® un v¨ªdeo en su cuenta de Instagram en el que aparec¨ªa en toples, tost¨¢ndose al sol en una playa semidesierta de San Bartolom¨¦. No es el primero ni el ¨²ltimo v¨ªdeo que la supermodelo alemana ha colgado durante sus vacaciones navide?as desde esta isla caribe?a que, desde hace a?os, sirve de atracci¨®n invernal para los ricos y famosos. Por supuesto, no es la ¨²nica cara conocida que ya ha aterrizado en el popular destino: Jennifer Lopez y Ben Affleck han sido vistos al volante de un veh¨ªculo el¨¦ctrico, tambi¨¦n comprando joyas en uno de los numerosos establecimientos dedicados al lujo de la isla, o ba?¨¢ndose en el mar en una playa privada. Lauren Sanchez, prometida de Jeff Bezos, ha escogido este enclave para celebrar su 54 cumplea?os en compa?¨ªa de sus amigas y de su futuro marido. Mike Tyson o Michael Jordan ya han salido a navegar a bordo de sus yates. Otros habituales de esta isla son el actor Leonardo DiCaprio, Beyonc¨¦, Jerry Seinfeld, Paris Hilton, Paul McCartney, Ivanka Trump o Mariah Carey. ?Qu¨¦ tiene San Bartolom¨¦ que no tenga otro enclave para atraer a estas grandes fortunas? La exclusividad y la privacidad son, como no pod¨ªa ser de otra forma, dos de los signos m¨¢s distintivos de la isla.
San Bartolom¨¦, conocida tambi¨¦n como Saint-Barth¨¦lemy o St. Barths, es el lugar donde Hollywood descansa. Apenas 24 kil¨®metros cuadrados en las Antillas francesas, en el noreste del Caribe, 22 playas de arena blanca y aguas cristalinas, una poblaci¨®n de tan solo 10.289 habitantes (seg¨²n el censo de 2019), un reducido n¨²mero de hoteles de lujo ¡ª siete, en concreto¡ª y otras tantas villas privadas ofrecen la suficiente intimidad como para que una supermodelo pueda hacer toples sin aparecer en la portada de un tabloide. No siempre fue as¨ª, sino que la isla se puso de moda a finales de la d¨¦cada de los cincuenta del pasado siglo: ¡°Su suerte cambi¨® en 1957, cuando David Rockefeller se enamor¨® de la isla y construy¨® una casa encaramada al borde de una playa. Pronto le seguir¨ªa un flujo continuo de grandes fortunas americanas que buscaban su parcela de para¨ªso¡±, explicaba la periodista M¨®nica Montero en una pieza sobre este lugar en El Pa¨ªs Semanal. Antes de que los ricos buscasen su parcela de para¨ªso, San Bartolom¨¦ era una isla humilde, tal y como explicaban en una pieza en The New York Times: ¡°Hasta hace 40 a?os, los empleos eran tan escasos que los residentes se fueron a otras islas, principalmente a Santo Tom¨¢s, donde los trabajadores de San Bartolom¨¦ fundaron un pueblo de pescadores en el siglo XIX por motivos laborales. La propia San Bartolom¨¦ no tuvo electricidad hasta 1980¡å.
Casi 70 a?os despu¨¦s, todo ha cambiado en San Bartolom¨¦. Internet est¨¢ plagado de listas de los llamados hotspots donde uno puede codearse entre celebridades en los escasos 24 kil¨®metros de la isla: J. Lo, sin ir m¨¢s lejos, se aloja en el lujoso hotel de estilo colonial Cheval Blanc, que ofrece habitaciones, suites y villas por las que tambi¨¦n han pasado Beyonc¨¦ y Jay-Z, Sean Diddy Combs, Ryan Seacrest, Madonna o Marc Jacobs. Algunas de las playas m¨¢s populares son Flamands, Eden Rock o St. Jean, donde se encuentra el famoso club Nikki Beach. El puerto de Gustavia suele llenarse de actores, cantantes o empresarios que vienen y van en sus yates. Y precisamente Gustavia, con sus caf¨¦s, sus restaurantes de alta cocina francesa o caribe?a ¡ªBonito, Le Ti St. Barth, o Maya¡¯s son algunos de los m¨¢s conocidos¡ª y sus numerosas tiendas, es otra de las zonas donde los famosos pueden ser vistos realizando compras.
Tiene sentido, otro de los grandes atractivos de San Bartolom¨¦ es que tiene estatus duty free, eso quiere decir que los productos de lujo son significativamente m¨¢s baratos, ya que pueden desgravarse los impuestos correspondientes. Herm¨¨s, Louis Vuitton, Dolce & Gabbana, o Prada (esta ¨²ltima con una boutique ¨²nica en el mundo, inspirada en el ambiente colonial de 1950) son algunas de las marcas de lujo que tienen franquicia en San Bartolom¨¦, adem¨¢s de firmas de alta joyer¨ªa como Cartier. Por si esto fuera poco, la isla tambi¨¦n es conocida por sus tratamientos de belleza: en el popular Hotel Guanahani se encuentra el spa de Clarins, considerado uno de los mejores de todo el Caribe. La vida nocturna es otro de los atractivos de la isla, que cuenta con un gran n¨²mero de clubs lo suficientemente privados como para que famosos de la talla del ya mencionado DiCaprio o su compa?ero de juergas, el tambi¨¦n actor Tobey Maguire, puedan salir de fiesta sin miedo a los paparazis.
Adem¨¢s de los encantos como para¨ªso terrenal y minipara¨ªso fiscal, otro de los atractivos de la isla para la beautiful people es su mencionada privacidad, que da comienzo con la dificultad para llegar. ?Lo m¨¢s sencillo? Llegar en yate o en avi¨®n privado. Para quien quiera llegar en vuelo comercial, tendr¨¢ que volar primero a San Mart¨ªn, la isla m¨¢s pr¨®xima, situada a 22 kil¨®metros, y tomar despu¨¦s un avi¨®n ¡ªpor alrededor de 250 d¨®lares¡ª o un ferry ¡ª por 70¡ª. El precio de los hoteles y de los resorts tambi¨¦n es disuasorio para la mayor¨ªa de los bolsillos: una habitaci¨®n en uno de los establecimientos comienza con un precio de 800 d¨®lares de la noche y, en la mayor¨ªa de ellos, existe la obligatoriedad de permanecer, como m¨ªnimo, una semana. Hace unos a?os, el jugador de b¨¦isbol Justin Verlander y su esposa, la modelo Kate Upton, fueron noticia por alquilar una villa de m¨¢s de 1.000 metros cuadrados que costaba la friolera de 450.000 d¨®lares a la semana.
No es oro todo lo que reluce en San Bartolom¨¦. Tal y como explicaba la periodista Nina Burleigh en el citado art¨ªculo de The New York Times, desde 2022 existe una disputa legal que enfrenta a los (cada vez menos) locales que buscan preservar la fr¨¢gil naturaleza de la isla contra los empresarios hoteleros que quieren seguir ampliando sus dominios para el disfrute del 1%. El gobierno local considera que el 60% de la isla es zona verde no edificable, y, sin embargo, ¡°abundan las historias de personas ricas o famosas que compran propiedades en zonas verdes y mueven las l¨ªneas fronterizas. Los isle?os bromean diciendo que la verdadera zona verde en San Bartolom¨¦ es el d¨®lar americano y que el s¨ªmbolo oficial es la gr¨²a de construcci¨®n¡±.
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