Solo hay seis horas para redecorar la Casa Blanca: ?c¨®mo ser¨¢ la de los Biden?
Interioristas durmiendo en el s¨®tano, obras de arte en el Despacho Oval y antig¨¹edades malvendidas en mercadillos de lujo: la historia decorativa de la residencia presidencial ha sido todo menos serena
Las mudanzas de la Casa Blanca se producen entre bambalinas. La ma?ana de la toma de posesi¨®n, cuando el presidente saliente abandona la residencia oficial para acudir a la ceremonia de traspaso de poderes en el Capitolio, comienza un fren¨¦tico baile de muebles, cuadros, ropa y dem¨¢s enseres. Los miembros del personal tienen unas seis horas para completar el cambio de atrezo antes de recibir a los nuevos inquilinos como si nada hubiera sucedido. ¡°La escena es como la de unos dibujos animados acelerados¡±, describ¨ªa el dise?ador Michael S. Smith, creador de los funcionales interiores de la era Obama, durante la presentaci¨®n el pasado mes de septiembre de su libro Dise?ando la historia: el arte y el estilo extraordinarios de la Casa Blanca de los Obama. Smith durmi¨® la noche anterior a la llegada de la familia Obama en una habitaci¨®n del s¨®tano de la mansi¨®n. Fue una concesi¨®n de George W. y Barbara Bush. Porque los decoradores no tienen permiso para intervenir en los interiores hasta el d¨ªa del traspaso de poderes. Es entonces, tambi¨¦n, cuando los gustos de la primera dama, responsable de la decoraci¨®n por obligaci¨®n del cargo, quedan al descubierto.
El pr¨®ximo 20 de enero la escena se repetir¨¢ cuando Donald y Melania Trump dejen paso a Joe y Jill Biden. El traslado ser¨¢ m¨¢s complicado este a?o. Se har¨¢ una limpieza de arriba a abajo del ala oeste de la Casa Blanca, donde est¨¢ el Despacho Oval, por razones de seguridad sanitaria. Pero por el momento se desconoce qui¨¦n ser¨¢ el dise?ador elegido por la pareja. Los presidentes tienen permiso legal para decorar a su gusto, aunque est¨¢n obligados desde 1963 a proteger el car¨¢cter muse¨ªstico de las estancias p¨²blicas visitadas cada a?o por miles de personas si una pandemia no lo impide.
¡°Con la decoraci¨®n de la Casa Blanca nunca puedes ganar, siempre hay alguien a quien no le gusta¡±, explicaba Smith. Su trabaj¨® se destac¨® por llenar por primera vez en la historia las paredes de la mansi¨®n con obras contempor¨¢neas, como los cuadros abstractos de Josef Albers, las piezas entre el expresionismo y el pop-art de Robert Rauschenberg o el colorido trabajo de la pintora afroamericana Alma Thomas. Incluso dos solitarias casas de Edward Hopper estuvieron colgadas en la oficina presidencial.
El estilo georgiano de Biden
La ¨²nica pista que existe sobre el estilo de los Biden es su preferencia por la arquitectura georgiana, importada por los inmigrantes brit¨¢nicos entre los siglos XVII y XVIII, en su versi¨®n m¨¢s moderna. La conocida afici¨®n del presidente electo por las inversiones inmobiliarias, adem¨¢s de alguna que otra pol¨¦mica, revela un cat¨¢logo de estas propiedades t¨ªpicas de los suburbios pudientes de EE.UU. En este estilo se enmarcan la residencia que poseen en el lujoso barrio de Greenville y una casa de vacaciones en el Parque Estatal Cape Henlopen, ambas en el estado de Delaware.
Pero el ejemplo m¨¢s claro es la mansi¨®n DuPont que en 1975 el entonces joven senador compr¨® por 185.000 d¨®lares y vendi¨® en 1996 por 1,2 millones de euros. Se trata de una de las m¨²ltiples casonas construidas por los descendientes del multimillonario qu¨ªmico franc¨¦s Samuel du Pont. No ser¨ªa descabellado que los Biden acudieran a los especialistas de la casa museo Winterthur, que acoge la extensa colecci¨®n de artes decorativas de Henry Francis du Pont, asesor y amigo de Jacqueline Kennedy, a tan solo cuatro millas de su casa en Delaware. Una posibilidad a la que apuntaba el diario local Delaware Online y que augura una apuesta por lo cl¨¢sico.
Mercadillos presidenciales
Los interiores neocl¨¢sicos de la mansi¨®n presidencial, que George Washington orden¨® construir en 1790, tienen un pasado atribulado. Cuando los Kennedy se mudaron en 1961, la primera dama comprob¨® consternada que los tesoros de la residencia hab¨ªan desaparecido. No quedaba rastro de la porcelana china adquirida por su primer inquilino, John Adams, ni del extravagante mobiliario estilo imperio tra¨ªdo desde Francia por James Monroe ni de los grandes candelabros de los interiores estilo Edad Dorada de Ulysses S. Grant.
Durante casi 200 a?os, los presidentes entrantes ten¨ªan permiso para organizar una especie de mercadillo con los muebles y los objetos de sus predecesores si el presupuesto oficial no les alcanzaba para adaptarla a su gusto. ¡°Esta especie de venta de garaje fue algo muy desafortunado¡±, contaba William Allman, comisario de la residencia presidencial entre 2002 y 2017, en una entrevista con la Asociaci¨®n Hist¨®rica de la Casa Blanca. Esto provoc¨® que los muebles, las vajillas y todo tipo de objetos decorativos quedaran repartidos entre las mansiones de Washington por compradores que no siempre sab¨ªan apreciar su valor.
Jackie Kennedy se apresur¨® a crear el Comit¨¦ de Bellas Artes que se encarg¨® de abrir una convocatoria p¨²blica para recuperar las piezas perdidas y contrat¨® para ello a Lorraine Waxman Pearce, una joven especialista en antig¨¹edades, que se convirti¨® en la primera conservadora oficial de la Casa Blanca. Al equipo se uni¨® la dise?adora de interiores Sister Parish, legendaria por decorar las casas de los ricos con modernizados interiores inspirados en la campi?a inglesa. La relaci¨®n con ambas no dur¨® demasiado. Cuentan las malas lenguas que se deshizo de la primera por tomar decisiones sin consultarle y de la segunda por darle una patadita por debajo de la mesa a Caroline Kennedy.
Las reformas de Melania Trump
Tras el asesinato de JFK en agosto de 1963, el presidente Lyndon Johnson aprob¨® por orden ejecutiva la creaci¨®n del Comit¨¦ para la Preservaci¨®n de la Casa Blanca y del puesto oficial de comisario, que actualmente ocupa Lydia Tederick, nombrada en 2017 por Donald Trump. ¡°Los principales cambios se producen en las estancias privadas y en el Despacho Oval, que no est¨¢n sujetos al car¨¢cter muse¨ªstico obligatorio¡±, explicaba Allman. Para ello, pueden utilizar todas las antig¨¹edades recuperadas a lo largo de los a?os y pedir prestados cuadros a las principales pinacotecas del pa¨ªs.
Los Trump dejan una Casa Blanca con varias de sus salas p¨²blicas renovadas, pero sin haber desvelado si engalanaron las privadas con el recargado estilo versallesco de su apartamento-palacio de Manhattan. Melania Trump contrat¨® para ello a la dise?adora Tham Kannalikham, una desconocida interiorista que comenz¨® su carrera en las oficinas de Ralph Lauren y que nunca ha dado una entrevista. A pesar del conocido desprecio de la primera dama por los adornos de Navidad ¨C¡°?A qui¨¦n le importan? Pero tengo que hacerlo, ?verdad?¡±, dijo en una grabaci¨®n filtrada por su examiga y exasesora Stephanie Winston¨C, ha supervisado la reforma de los tres salones de recepci¨®n del 1.600 de la Avenida Pensilvania.
Con la ayuda de los conservadores de la casa, ha sustituido la tela de pared de la Sala Roja (al final del art¨ªculo, las im¨¢genes con su evoluci¨®n con distintos presidentes), las cortinas de la Sala Verde y ha restaurado los muebles de estilo imperio de la Sala Azul. Estos ¨²ltimos son las piezas m¨¢s antiguas de la colecci¨®n presidencial adquiridas por Monroe al orfebre de Napole¨®n y de las realezas europeas, el franc¨¦s Pierre-Antoine Bellang, despu¨¦s del incendio provocado por las tropas brit¨¢nicas en 1814. Tambi¨¦n ha restaurado el pabell¨®n de tenis y ha sustituido el colorido Jard¨ªn de las Rosas dise?ado por la jardinera de los Kennedy, Rachel Lambert Mellon, por una gama crom¨¢tica donde predomina el blanco
Nada m¨¢s llegar a la Casa Blanca, muchos vieron un reflejo del gusto recargado de los Trump en la decoraci¨®n elegida para el Despacho Oval, donde optaron por mantener el famoso escritorio Resolute, regalo de la Reina Victoria al mandatario Rutherford B. Hayes en 1880. Sin embargo, las cortinas doradas pertenec¨ªan a los tiempos de los Clinton, los cl¨¢sicos sof¨¢s beis los recuperaron de los Bush y la alfombra con el emblema del ¨¢guila de cabeza blanca, adoptado por Benjamin Franklin en 1782, de los Reagan.
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