¡°Mi obra no es barata¡±: qui¨¦n es Michael Heizer, el artista que ha inaugurado un enorme parque de esculturas de 40 millones
El californiano acaba de presentar ¡®City¡¯, su obra de mayores dimensiones hasta la fecha, a la que ha dedicado 52 a?os de su vida, y se defiende de la cr¨ªtica incapaz de centrarse en por qu¨¦ hace lo que hace
A Michael Heizer le entusiasman los proyectos de grandes dimensiones. En 1969, con apenas 25 a?os, el artista californiano arranc¨® cuatro enormes bloques de granito de una ladera de Sierra Nevada y los plant¨® en un par de fosas al aire libre, en pleno desierto, que despu¨¦s cubri¨® de hormig¨®n.
La instalaci¨®n, bautizada como Displaced/replaced mass, fue acogida por la prensa de la ¨¦poca con un cierto escepticismo. ...
A Michael Heizer le entusiasman los proyectos de grandes dimensiones. En 1969, con apenas 25 a?os, el artista californiano arranc¨® cuatro enormes bloques de granito de una ladera de Sierra Nevada y los plant¨® en un par de fosas al aire libre, en pleno desierto, que despu¨¦s cubri¨® de hormig¨®n.
La instalaci¨®n, bautizada como Displaced/replaced mass, fue acogida por la prensa de la ¨¦poca con un cierto escepticismo. Las Vegas Sun lamentaba que un ¡°hippy exc¨¦ntrico¡± se hubiese gastado una aut¨¦ntica fortuna en ¡°cavar una zanja y llenarla de piedras¡±. A?os despu¨¦s, en 1977, Heizer se quejaba en una entrevista en ARTNews de la ¡°incomprensi¨®n hostil¡± contra la que muy a menudo tropezaba su arte: ¡°Creo que tengo una p¨¦sima reputaci¨®n y no me la merezco. La gente parece pensar que mi obra es una especie de absurda provocaci¨®n o una tomadura de pelo. Casi todas las cr¨ªticas sobre mi trabajo se centran en sus dimensiones o en lo mucho que cuesta. Nadie se para a pensar en lo que hago y en por qu¨¦ lo hago¡±.
A Heizer le exasperaba, sobre todo, ¡°ser tratado con condescendencia por gente que en el fondo no hace nada¡±, como los cr¨ªticos de arte: ¡°Yo hago cosas. No soy uno de esos artistas conceptuales que construyen un discurso pretencioso y vac¨ªo en torno a la nada. Cumplo con mi funci¨®n social. Mi trabajo es serio e importante, aunque a la mayor¨ªa de galeristas y museos no les interese, porque son perezosos y negligentes, incapaces de distinguir una obra valiosa de una simple ocurrencia¡±.
Heizer ya agradec¨ªa entonces la colaboraci¨®n imprescindible de ¡°gente con sensibilidad y criterio¡± como el coleccionista Robert C. Scull, que se convirti¨® en su mecenas y le permiti¨® pagar los car¨ªsimos veh¨ªculos de construcci¨®n que hicieron posible Displaced/replaced mass. El artista aseguraba que hablar de dinero ¡°resulta repugnante¡±, pero reconoc¨ªa algo que los a?os se han encargado de confirmar: ¡°Mi obra no es barata¡±.
Una escultura del tama?o de una ciudad
Heizer ha concedido muy pocas entrevistas desde entonces. Considera que sus obras, adem¨¢s de monumentales, son elocuentes. Pueden expresarse por s¨ª mismas. Adem¨¢s, teme ser tergiversado. Y, por ¨²ltimo, bastante trabajo tiene con urdir nuevos proyectos, a una escala cada vez m¨¢s ambiciosa, y hacerlos realidad.
Juzguen si no lo que ha ocurrido con City, su obra de mayores dimensiones hasta la fecha. Heizer la concibi¨® en 1970 y empez¨® a trabajar en ella, una vez obtenidos la financiaci¨®n y los permisos, en 1972. Aunque de forma intermitente, podr¨ªa decirse que le ha dedicado 52 a?os de su vida. La prensa, su vieja enemiga, lleg¨® a ironizar con que el californiano hab¨ªa encontrado el santo grial del artista contempor¨¢neo a gran escala: un proyecto en el que todo el mundo parece dispuesto a invertir y nunca estar¨¢ terminado.
Pero City, una de las ¡°esculturas terrestres¡± m¨¢s grandes de la historia, ya est¨¢ acabada. Puede visitarse desde el 2 de septiembre. Al principio, el acceso a la obra estar¨¢ restringido a un m¨¢ximo de seis personas diarias, que deber¨¢n concertar su visita por anticipado. Heizer piensa permitir grupos m¨¢s numerosos a partir de finales de 2023, cuando la obra se haya ¡°asentado¡± y sus administradores tengan claro cu¨¢l es la manera ¡°¨®ptima¡± de exhibirla. De momento, se trata de evitar una afluencia indeseada de hordas de turistas y curiosos a un rinc¨®n del desierto de Nevada que est¨¢ bien como est¨¢, sin apenas presencia humana.
City mide 2,4 kil¨®metros de largo y 800 metros de ancho. Si fuese un proyecto urban¨ªstico, podr¨ªa albergar a miles de personas. Pero no es una urbanizaci¨®n residencial ni un barrio, sino una obra de arte inmensa, ejecutada con minuciosidad. La culminaci¨®n de la trayectoria de Heizer, que hoy tiene ya 77 a?os y dif¨ªcilmente va a volver a embarcarse en una tarea creativa de esta envergadura.
Edward Helmore, cr¨ªtico de arte de The Guardian, la describe como ¡°un intrincado complejo de mont¨ªculos, geoglifos y pir¨¢mides de cemento tendidos al sol en un t¨®rrido y poco accesible rinc¨®n del desierto, a tres horas de la ciudad de Las Vegas¡±. Helmore a?ade que, pese a su obvia conexi¨®n con el arte amerindio de esta parte de los Estados Unidos, la escultura de Heizer ¡°no pretende tener un sentido m¨ªstico ni ritual y es probable que no sea del todo comprensible ni necesariamente ¨²til¡±. Su presencia sobre el terreno, sus enormes dimensiones y la rotundidad con la que interact¨²a con uno de los paisajes m¨¢s fascinantes del planeta son ¡°sus verdaderos alicientes¡±.
Saltar del acantilado y aterrizar en pleno desierto
Entrevistada por The Guardian, Barbara Heizer, exmujer del artista, se recuerda recorriendo el terreno donde hoy est¨¢ City ¡°en 1973, con Michael, en un d¨ªa ventoso, cuando todo lo que hab¨ªa all¨ª eran unas pocas marcas en el suelo¡±. El matrimonio se instal¨® en Nevada poco despu¨¦s, en 1974. Conservaron su apartamento de Nueva York, pero pasaron la mayor parte del tiempo en la peque?a poblaci¨®n rural de Hiko (en el condado de Lincoln, 119 habitantes), muy cerca de la escultura.
Michael le dedic¨® ¡°17 a?os muy intensos¡± hasta que empez¨® a tener problemas de financiaci¨®n y se vio obligado a dejar el proyecto en barbecho. Barbara considera que su exmarido ¡°lo ten¨ªa todo planificado desde el principio, pero tal vez no pens¨® que hacerlo realidad le exigir¨ªa tanto tiempo y esfuerzo¡±. Sencillamente, ¡°salt¨® del acantilado sin prever lo caro que iba a resultar y lo dif¨ªcil que le resultar¨ªa obtener patrocinios suficientes¡±, pero ni siquiera en los peores momentos dio la batalla por perdida.
Aunque hubo dos conatos de abandono. El primero, en torno a 1980, cuando el gobierno estatal se propuso crear en la zona el llamado Garden Valley, un corredor para trasportar misiles a sus silos nucleares secretos. Ronald Reagan acab¨® vetando la iniciativa y apoyando, contra todo pron¨®stico, que el valle se convirtiese en ¨¢rea protegida. La segunda crisis se produjo en 2004, cuando el Departamento de Energ¨ªa de Estados Unidos propuso convertir Garden Valley en un cementerio nuclear, con residuos radioactivos enterrados a muy pocos kil¨®metros del terreno en que Heizer estaba trabajando. El artista declar¨® a Las Vegas Mercury que, si el proyecto se aprobaba, ¨¦l optar¨ªa por ¡°trasladar su escultura a otro sitio o renunciar a ella por completo¡±.
Una escultura de 40 millones de d¨®lares
El dinero fue otro de los principales obst¨¢culos. En 1999, Heizer se propon¨ªa acabar la obra ¡°antes de 2010¡å y gastarse una cantidad inferior a los 15 millones de d¨®lares. Al final ha acabado costando m¨¢s de 40 y el artista no pudo cumplir su compromiso con el Estado de Nevada, que consist¨ªa en inaugurar la obra antes de 2020 en caso de que se aprobase una ley prohibiendo la construcci¨®n en la zona de carreteras e instalaciones a¨¦reas (algo que se hizo realidad en 2015). Los millones acabaron llegando de un par de fuentes especialmente pr¨®digas: la Dia Art Fundation, propiedad de la rica heredera de Houston Philippa de Menil, y la Lanna Foundation, administrada por una familia de mecenas de las artes y las letras.
En los a?os en que City corr¨ªa riesgo de acabar en el limbo de los proyectos frustrados, Heizer se dedic¨® a completar obras m¨¢s sencillas, pero siempre fieles a su concepto de escultura terrestre de grandes dimensiones y alto impacto est¨¦tico. Fue el caso de Levitated Mass, una instalaci¨®n presentada en 2012 que implic¨® trasladar un bloque de granito de 340 toneladas de una cantera perif¨¦rica al Museo del Condado de Los ?ngeles. Heizer pos¨® por entonces junto a su obra con sombrero vaquero y la piel curtida por el clima extremo del desierto de Nevada. Se defendi¨® de los que le acusaban de hacer un arte efectista, obsesionado con la grandilocuencia y (seg¨²n Los Angeles Post) con ¡°batir absurdos r¨¦cords¡±. Y se reivindic¨® como ¡°un constructor, en el mismo sentido en que los artistas amerindios que desplazaron grandes rocas en homenaje a sus dioses y a los esp¨ªritus de sus antepasados eran constructores¡±.
Las glorias y servidumbres del arte terrestre
Nacido en Berkeley en 1944, hijo del arque¨®logo y antrop¨®logo Robert Heizer, Michael viaj¨® a M¨¦xico y Per¨² con su familia siendo un adolescente y, ya en edad adulta, vivi¨® una temporada en Egipto. En estos pa¨ªses naci¨® su inter¨¦s por ¡°el arte que deja huella¡±. Las pir¨¢mides egipcias, mayas, incas, aztecas y toltecas, los monumentales templos de Chich¨¦n Itz¨¢. Tras licenciarse en el Instituto de Arte de San Francisco, se convirti¨®, junto a Richard Long y Robert Smithson, en uno de los impulsores del llamado ¡°arte terrestre¡± (land art), comprometido con darle la espalda a museos y galer¨ªas de arte y trabajar al aire libre en interacci¨®n directa con el paisaje.
Mientras Smithson se especializ¨® en la creaci¨®n de laberintos y espirales en r¨ªos y lagos, Heizer convirti¨® las rocas en su materia prima, las complement¨® con materiales de construcci¨®n contempor¨¢nea como el hormig¨®n y el cemento y se acostumbr¨® a excavar la roca, buscando recrear el ambiente de los campamentos arqueol¨®gicos de su padre. El par de obras que le convirtieron en todo un referente en su campo fueron la citada Displaced/replaced mass y Double Negative, tambi¨¦n presentada en 1969.
Esta ¨²ltima es una ¡°estatua negativa¡±. Es decir, una zanja de la longitud de la azotea del Empire State excavada en un lecho de roca para crear un vac¨ªo, una ¡°huella humana negativa¡± sobre el paisaje. Double Negative est¨¢ ubicada ya en uno de los p¨¢ramos desiertos de Nevada, el Estado en que gran parte de la familia Heizer llevaba residiendo desde los albores del siglo XIX y donde Michael encontr¨® inspiraci¨®n para sus formidables actos de desmesura creativa.
En una de sus raras entrevistas recientes, concedida a New Yorker en 2016, Heizer se reconoc¨ªa en ¡°esp¨ªritus afines¡± como su amigo Richard Serra, ¡°que convierte el material de instalaciones militares abandonadas en arte de vanguardia¡±. ?l reivindicaba la sostenibilidad y la nobleza de ¡°crear objetos art¨ªsticos a partir de materiales degradados y erosionados por el tiempo, como hac¨ªan los aztecas¡±. Arte que vale la pena preservar pero que, tarde o temprano, seg¨²n reflexionaba con melancol¨ªa, ¡°ser¨¢ arrasado, saqueado y destrozado, como las pir¨¢mides¡±. O como los t¨²mulos funerarios de los indios Mojave, que tambi¨¦n dejaron una profunda huella, hoy reducida a escombros, en el desierto de Nevada. Heizer considera que el destino de cualquier obra de arte es ser aniquilada por el tiempo, ese escultor implacable. Y esa regla universal vale incluso para las obras maestras a las que dedicas 50 a?os de tu vida.