¡°Mi abuela no puede bajar a pasear si no hay bancos¡±: por qu¨¦ es vital que los ciudadanos puedan sentarse en espacios p¨²blicos
Los bancos son importantes para la vida ciudadana, pero el dogma econ¨®mico dicta que la ciudad sirve para otra cosa: un espacio por el que desplazarse para ir al trabajo o donde consumir
Uno de los fen¨®menos m¨¢s curiosos que tuvo lugar durante el proceso pand¨¦mico estuvo relacionado con el espacio p¨²blico. Cuando despu¨¦s de los confinamientos m¨¢s rigurosos se permiti¨® a la poblaci¨®n salir a la calle, mientras todo permanec¨ªa cerrado, la gente no supo muy bien c¨®mo hacerlo. Las masas caminaban desorientadas, como una marabunta zombi, sin saber qu¨¦ hacer o c¨®mo pasear, sin bares, tiendas o lugares de trabajo a los que dirigirse. Alg¨²n tiempo despu¨¦s abrieron las terrazas y, en ...
Uno de los fen¨®menos m¨¢s curiosos que tuvo lugar durante el proceso pand¨¦mico estuvo relacionado con el espacio p¨²blico. Cuando despu¨¦s de los confinamientos m¨¢s rigurosos se permiti¨® a la poblaci¨®n salir a la calle, mientras todo permanec¨ªa cerrado, la gente no supo muy bien c¨®mo hacerlo. Las masas caminaban desorientadas, como una marabunta zombi, sin saber qu¨¦ hacer o c¨®mo pasear, sin bares, tiendas o lugares de trabajo a los que dirigirse. Alg¨²n tiempo despu¨¦s abrieron las terrazas y, en la capital, animadas por la ¡°vida a la madrile?a¡± promovida por la presidenta Isabel D¨ªaz Ayuso, las masas se decidieron a ocuparlas con verdadero furor: hab¨ªa colas, era necesario hacer reserva. La terraza, tomar ca?itas en ella, se convert¨ªa en el ep¨ªtome del bienestar vital que se contrapon¨ªa al horror v¨ªrico. En definitiva: la ciudadan¨ªa no mostr¨® demasiada pericia en el uso del espacio urbano. A casi nadie parec¨ªa ocurr¨ªrsele que sentarse en un banco p¨²blico es una opci¨®n buena y barata de estar en la calle.
Los bancos p¨²blicos est¨¢n en crisis, como est¨¢ en crisis el propio espacio urbano. ¡°Como ciudadana percibo la eliminaci¨®n de m¨¢s espacios estanciales en la urbe¡±, se?ala la arquitecta Lys Villalba, que ha usado la figura del banco en algunos de sus trabajos. ¡°A veces, incluso, los bancos se reducen a una silla de una sola plaza. Hay que defender la existencia de espacios urbanos que no est¨¦n solo enfocados al consumo y al tr¨¢nsito¡±. Los bancos son importantes para la vida ciudadana, para descansar, charlar, jugar y vivir, pero el dogma econ¨®mico dicta que la ciudad sirve para otra cosa: un mero espacio por el que desplazarse para ir al trabajo o al ejercicio de la compraventa, un carril por el que distribuir mercanc¨ªas, un lugar de puro tr¨¢nsito y no de estancia. La producci¨®n antes que la reproducci¨®n seg¨²n denuncia la arquitecta Izaskun Chinchilla en su libro La ciudad de los cuidados (Catarata).
¡°Si la ciudad quiere ser una sostenedora de la biolog¨ªa debe tener en cuenta las necesidades humanas a trav¨¦s de todas las edades: los bancos no deben conceptualizarse como elementos aislados, sino formando una red que apoye el desplazamiento de las personas de cualquier condici¨®n f¨ªsica y cognitiva¡±, explica Chinchilla, que anima a los ayuntamientos a mapear los bancos para visualizar estas redes de asientos que deber¨ªan superponerse a la ciudad. La Red de Ciudades que Caminan recomienda que los bancos se ubiquen al menos cada 100 metros. Sin embargo, los bancos van desapareciendo del espacio urbano, relegados solo a los parques o ciertos lugares sin demasiado tr¨¢nsito. A veces, los bancos p¨²blicos dejan su lugar a las ansiadas terrazas, como sucedi¨® el pasado agosto en la madrile?a calle Santiago, cerca del Palacio Real: dos bancos de piedra desaparecieron y un bar ampli¨® su terraza, recibiendo las cr¨ªticas de las asociaciones de vecinos. Aunque un banco de madera y metal apareciera unos metros m¨¢s all¨¢, como para compensar. Una prueba de la necesidad de los bancos es que su escasez se nota a pesar de que en las grandes ciudades se cuentan por miles. En Barcelona hay 26.942 bancos. En Madrid cerca de 69.000.
El desprecio por los bancos puede vincularse a algunas modas urban¨ªsticas como las plazas duras, que comenzaron a imponerse a finales del siglo XX: espacios amplios y di¨¢fanos pero inhumanos, sin bancos, sin ¨¢rboles, sin sombra, forrados de cemento¡ Muy ¨²tiles, eso s¨ª, para colocar mercadillos, escenarios o stands de promociones comerciales. ¡°Los bancos tienen una importante funci¨®n social: mi abuela no puede bajar a pasear si no hay bancos¡±, se?ala Javier Pe?a, director de Conc¨¦ntrico, Festival Internacional de Arquitectura y Dise?o de Logro?o. ¡°Es un elemento fundamental en el paisaje urbano y, de repente, parece que hay que reivindicarlo cuando se dise?a una plaza¡±. Estas plazas duras priman el consumo, el tr¨¢nsito y el evento a la estancia. Un ejemplo paradigm¨¢tico, aunque se encuentra por doquier, es la madrile?a plaza de Callao. A pesar de que existe cierto consenso te¨®rico sobre la necesidad de una ciudad m¨¢s humana, todav¨ªa se insiste en las plazas duras, como se vio en el pol¨¦mico proyecto para la Puerta del Sol de Madrid, cuya infograf¨ªa caus¨® estupor en buena parte de la ciudadan¨ªa (y, por supuesto, las redes sociales): una planicie propia de una distop¨ªa futurista donde no hay sombra y donde hay pocos sitios donde descansar o disfrutar de la plaza.
¡°Hay quienes piensan que todas las actividades que se suscitan alrededor de un banco est¨¢n vinculadas al ocio o a una filosof¨ªa vital pausada¡±, escribieron en EL PA?S en 2020 los arquitectos y urbanistas Jos¨¦ Antonio Blasco, Carlos Mart¨ªnez-Arrar¨¢s y Carlos Lahoz, ¡°esas mismas voces cuestionan su necesidad en los ¡®lugares de paso¡¯, en las calles por las que discurren los ¡®guerreros¡¯ urbanos que se emplean a fondo en las mil batallas cotidianas¡±. Se critican los bancos por ser caros y susceptibles de ser v¨ªctimas de actos vand¨¢licos y porque su funci¨®n bien puede ser sustituida por escalones, cambios de nivel, bordes de fuentes, maceteros, etc, ¡°como, por ejemplo, el malec¨®n habanero, un murete donde los cubanos se sientan en lo que se ha llamado el ¡®banco m¨¢s largo del mundo¡±, a?aden los arquitectos.
Los bancos, su naturaleza y distribuci¨®n, permiten apreciar de forma meridianamente clara la ideolog¨ªa pol¨ªtica que hay detr¨¢s del espacio p¨²blico, seg¨²n explica Izaskun Chinchilla. Por ejemplo, los POPS (privately owned public spaces) son espacios p¨²blicos de propiedad privada, como los que abundan en Nueva York, pose¨ªdos por las constructoras que, a cambio de mantenerlos abiertos al p¨²blico en los bajos de las fincas, reciben otras concesiones de edificaci¨®n. Ah¨ª los bancos suelen tener reposabrazos que impiden tumbarse (la llamada arquitectura hostil) o est¨¢n dispersos de forma que no facilitan la interacci¨®n social. El ejemplo diametralmente opuesto se da en los shared spaces (espacios compartidos) preconizados por el ingeniero holand¨¦s Hans Monderman: en esas calles no hay se?ales para los coches y todos los elementos est¨¢n dispuestos para el cuidado del ciudadano. Los bancos favorecen la interacci¨®n y existen sombras y espacios para hacer actividades. Al no haber lenguaje para los veh¨ªculos, los conductores tienden a reducir la velocidad a los 20 km/h, como si estuvieran en territorio comanche, como si molestaran.
¡°Seg¨²n sean los bancos, se priman unos u otros estilos de vida: hay urbanismos que consideran ileg¨ªtima la forma de usar el espacio p¨²blico de las personas sin hogar, los skaters o los practicantes de parkour¡±, se?ala la arquitecta, que desarrolla el proyecto 100 sillas y 3 Salones Urbanos, con el festival Conc¨¦ntrico y la Fundaci¨®n Daniel y Nina Carasso en Logro?o. Consiste en reivindicar esa costumbre tradicional en algunas partes de Espa?a de sacar la silla a la calle para tomar la fresca. As¨ª dise?an y reparten cien sillas plegables para que los usuarios las utilicen como deseen en la urbe. Si bien el banco pierde peso en el urbanismo, algunos arquitectos y dise?adores lo tienen en cuenta en sus trabajos. Est¨¢ presente en algunos trabajos de Lys Villalba, como F.U.A. (Furniture+Urban+Alphabets) o School for dogs, humans & other species. Tambi¨¦n en algunos de Amanita muscaria, Zuloark, Herrmann & Coufal, Basurama o Lanza atelier. ¡°El banco est¨¢ en el imaginario de muchos dise?adores porque es muy vers¨¢til, cumple muchas funciones¡±, explica Pe?a.
En una llamativa carta a la directora en El Peri¨®dico de Catalu?a, publicada en septiembre de 2020, una vecina de Barcelona se quejaba de que las personas sin hogar estaban ocupando los bancos p¨²blicos para dormir. ¡°S¨¦ que es muy triste y duro no tener vivienda alguna, pero pido al Ayuntamiento y a la Guardia Urbana que act¨²en para que nuestros mayores y quien lo desee puedan sentarse tranquilamente y con las mayores medidas de higiene y seguridad en los bancos p¨²blicos, a descansar o a ver la vida pasar¡±. Es notorio c¨®mo en ocasiones calan en la poblaci¨®n estos pensamientos apor¨®fobos: para esta vecina las personas sin hogar no solo no formaban parte de ¡°nuestros mayores y quien lo desee¡±, sino que ni siquiera ten¨ªan derecho a utilizar los bancos, como si formasen parte de una parte degradada de la ciudadan¨ªa.
¡°Creo que lo m¨¢s urgente es la necesidad de imaginar nuevos espacios p¨²blicos estanciales para el encuentro, la conversaci¨®n, el cuidado, el descanso, el juego, la lectura, desde la ecolog¨ªa y la diversidad¡±, remata Lys Villalba. ¡°En realidad, si lo piensas, ocurren pocas cosas en nuestros espacios p¨²blicos urbanos. Muchas otras ser¨ªan posibles y deseables¡±.