Renzo Piano: ¡°Mi trabajo es construir lugares p¨²blicos para la gente y ver todo vac¨ªo es terrible. Este virus nos obliga a vivir menos¡±
El italiano cuenta c¨®mo percibe la arquitectura de los pa¨ªses donde ha trabajado, y c¨®mo imagina el futuro incierto de las ciudades post pandemia
La ambig¨¹edad de la belleza, la percepci¨®n del espacio y la luz, los puentes, la sensibilidad por la naturaleza y la complejidad de un mundo cuyo ¨²ltimo a?o ha sido absorbido por la omnipotente pandemia. Renzo Piano (Pegli, 1937), premio Pritzker de arquitectura 1998, desgrana algunas directrices de su alma e intelecto para poder enderezar una realidad perdida, desnortada, hecha a?icos. Cuando se cumple justo un a?o desde que la covid-19 pidiera la vez, el arquitecto atiende por videoconferencia a ICON Design desde su estudio parisino, desde el cual divisa su hijo pr¨®digo: el centro Pompidou. ...
La ambig¨¹edad de la belleza, la percepci¨®n del espacio y la luz, los puentes, la sensibilidad por la naturaleza y la complejidad de un mundo cuyo ¨²ltimo a?o ha sido absorbido por la omnipotente pandemia. Renzo Piano (Pegli, 1937), premio Pritzker de arquitectura 1998, desgrana algunas directrices de su alma e intelecto para poder enderezar una realidad perdida, desnortada, hecha a?icos. Cuando se cumple justo un a?o desde que la covid-19 pidiera la vez, el arquitecto atiende por videoconferencia a ICON Design desde su estudio parisino, desde el cual divisa su hijo pr¨®digo: el centro Pompidou. Con un ojo a G¨¦nova y otro virado hacia cualquier conf¨ªn remoto de ?frica o Estados Unidos, afirma que el ser humano est¨¢ condenado a encontrarse en espacios p¨²blicos. Tan f¨¢cil; tan eminentemente complicado. No es de extra?ar que ¨¦l, desde siempre, rete a las utop¨ªas.
Nos advierte, eso s¨ª, de que no habla bien el espa?ol: ¡°Cuando hablo con Bot¨ªn lo hago en italiano y ¨¦l en espa?ol. No comprendemos todo, porque cuando hay afinidad no es necesario. Se le da espacio a la fantas¨ªa¡±.
PREGUNTA. Me pone f¨¢cil la primera pregunta, se?or Piano. Han pasado cuatro a?os de la inauguraci¨®n del Centro Bot¨ªn en Santander, ?le inspirar¨ªa ahora Madrid para construir?
RESPUESTA. Amo Madrid, quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa hagamos algo all¨ª. Una urbe llena de parques, la Gran V¨ªa que parece un r¨ªo¡ Me fascina la relaci¨®n intr¨ªnseca que tiene la gente con el espacio p¨²blico. Es una ciudad intensa, donde la gente disfruta de la calle, de los mercados¡ Madrid, Roma, Nueva York, San Francisco o Tokio son ciudades que, cada una en su estilo, albergan aura de magia. Hay problemas, s¨ª, pero son lugares de intercambio permanente, de interrelaci¨®n, de nexo entre el ser humano y el espacio. Para m¨ª es importante darle continuidad a los conceptos citt¨¤-civilt¨¤ (ciudad y civilizaci¨®n), porque la ant¨ªtesis de la ciudad no es el campo (territorio tambi¨¦n f¨¦rtil) sino el desierto.
P. Entre el campo y la ciudad est¨¢ la periferia, que usted conoce bien. ?Por ah¨ª pasa el futuro?
R. Por supuesto. Trabajamos en la periferia norte de Nueva York. Hacia la calle 125, que no est¨¢ lejos de Harlem. En Par¨ªs, por ejemplo, estamos construyendo los tribunales en una zona de la banlieue. En el Senado (es senador vitalicio) seguimos sacando adelante muchos proyectos, como en la c¨¢rcel de mujeres de Rebibbia (Roma), donde se ha construido una casa de madera para que las madres puedan ver a sus hijos. Es un espacio mucho m¨¢s apacible que las rejas. Ellas nos ayudaron.
P. ?Qu¨¦ es para usted la ciudad?
R. La gran conquista del hombre, porque es un lugar donde se aprende a estar juntos. Ese es el destino, el camino del ser humano.
P. ?Por qu¨¦ eligi¨® Par¨ªs para vivir?
R. En 1971 viv¨ªa en Londres. Ten¨ªa dos hijos; ahora tengo cuatro. Estaba trabajando con Richard Rogers en el Beaubourg, que despu¨¦s se convertir¨ªa en el Centro George Pompidou. Ten¨ªa 33 a?os y era un chico canalla y desobediente (risas). Ganamos el concurso y fuimos a Par¨ªs a trabajar en ello. As¨ª se convirti¨® en mi ciudad de adopci¨®n. Es del norte de Europa, pero tiene un esp¨ªritu latino. Es acogedora a su manera.
P. ?Qu¨¦ ve cuando se asoma por la ventana?
R. El Pompidou, pero sobre todo se ve el vac¨ªo, y es muy triste. Las plazas no tienen alma y es terrible. Piensa que mi trabajo es construir lugares p¨²blicos para la gente: bibliotecas, museos, hospitales, escuelas, universidades, salas de conciertos. Lugares para convivir y compartir. Construyo solidaridad, y ver esto vac¨ªo, los puentes, las calles¡ Es terrible. Este virus nos obliga a estar distanciados, y eso significa vivir menos. Me gustar¨ªa volver a estar con mucha gente, porque es el destino de la humanidad.
P. Leyendo la revista italiana de arquitectura Domus, compruebo que tras la crisis del 11 de septiembre de 2001 se necesitaron tres a?os para que el tr¨¢fico de gente (especialmente en aeropuertos) recobrara una aparente normalidad. Usted, que construye la luz, ?c¨®mo imagina el futuro post pandemia? ?Sin plazas ni lugares de reuni¨®n?
R. No, porque si fuera as¨ª me tiro al mar. A ver, creo que no hay f¨®rmulas m¨¢gicas ni respuestas t¨¦cnicas para futuros complicados. Te cuento un ejemplo: durante la Guerra Fr¨ªa hubo un pa¨ªs en Europa (Suiza) que cada vez que constru¨ªa un edificio lo hac¨ªa creando un refugio anti at¨®mico. Se aprob¨® una ley para tutelarlos; despu¨¦s fueron todos abandonados l¨®gicamente. Esto es un caso fallido de intentar dar respuesta t¨¦cnica a un problema pol¨ªtico. Un fracaso, una locura. Nosotros ahora estamos trabajando en el CERN de Ginebra; conocemos bien la realidad.
P. ?Usted viv¨ªa en Nueva York cuando sucedi¨® el 11-S?
R. S¨ª. Est¨¢bamos proyectando la sede del New York Times. La idea gen¨¦rica era entonces reconstruir todo a prueba de bombas para neutralizar hipot¨¦ticos atentados. No se quer¨ªan edificios altos. ?Entiendes la locura que significa fabricar b¨²nkeres para solucionar un problema pol¨ªtico? El New York Times se termin¨®. Es un edificio alto y transparente. Todo lo contrario a la idea matriz.
P. ?Hay ciencia en su arquitectura?
R. Claro. A m¨ª no me inspiran otros arquitectos sino la realidad, las necesidades de cada momento, el entorno, el ruido, la vegetaci¨®n, la gente que vive all¨ª antes de que construyamos. Hay que respetar eso. Actualmente estamos construyendo seis hospitales por el mundo, algunos de ellos en ?frica. Trabajamos con la ciencia m¨¦dica, como la Columbia University. Todos nos dicen que el virus nos acompa?ar¨¢, pero la soluci¨®n no debe ser vivir aislados. La respuesta ser¨¢ m¨¦dica, cient¨ªfica, pol¨ªtica. La sentencia ¡°hay que hacerlo desde casa¡± es una locura, algo inconcebible.
P. ?Entonces?
R. La periferia es la clave, porque all¨ª la ciudad ya no es ciudad, mientras que el campo all¨ª pierde toda su inocencia. Es una zona gris donde la intensidad de la urbe desaparece y la candidez del verde tambi¨¦n. Hay que transformar nuestro territorio en una ciudad difusa, que se abre. Esto no es teor¨ªa ni ret¨®rica. Es una idea que responde human¨ªsticamente al problema de la pandemia sin caer en la terrible tentaci¨®n de alejarnos.
P. Pero usted sabe que el extrarradio de Madrid no es igual al de Roma, quiz¨¢s m¨¢s abandonado a su suerte y con menos comunicaci¨®n de transportes con el centro. Cada una necesita un proyecto ad hoc. ?No cree?
R. Obvio. Estamos creando mesas redondas en el Senado para hablar de casos concretos: Palermo, M¨®dena o Padua. Nuestro objetivo es trabajar para crear lugares donde la gente se pueda encontrar. All¨ª la teor¨ªa no sirve para nada. Hay que desarrollar el arte del remiendo, que no es despectivo. Es algo noble y bello. Parece banal, pero no lo es. S¨¦ que s¨®lo con esto no es suficiente, pero es un primer paso para aplicar en un lugar catalogado como feo cuando lo cierto es que se construy¨® sin amor. Por eso siempre est¨¢n acompa?adas por adjetivos denigrantes. Para m¨ª, l¨®gicamente, las periferias o los suburbios son de una belleza profunda e invisible. A veces incluso visible. Hay que ir all¨ª con las manos en los bolsillos y callado para escuchar el ruido. Los lugares tienen mucho que decirnos; la gente casi nada. Hay que escuchar. No siempre lo consigo, pero trabajo por ello.
P. La realidad es su inspiraci¨®n. ?Est¨¢ orgulloso del puente de G¨¦nova?
R. Ha sido un gesto extraordinario de solidaridad. Un orgullo, un peque?o milagro. M¨¢s de mil obreros trabajaron. Yo fui uno de ellos. Lo hicimos en silencio, con sufrimiento. El objetivo fue crear algo encima de un sufrimiento que todos hab¨ªamos interiorizado. El puente es una se?al de paz, opuesta al muro. Me siento orgulloso de haber participado, pero triste por la p¨¦rdida¡ Porque s¨ª, cuando entregas un proyecto a una comunidad ya no te pertenece. [El 14 de agosto de 2018 G¨¦nova qued¨® partida en dos al derrumbarse el puente Morandi, una de sus v¨ªas principales, y murieron 43 personas. Piano dise?¨® entonces un nuevo viaducto inspirado en la historia mar¨ªtima de la ciudad].
P. En italiano existe la expresi¨®n chiudere in bellezza, que significa algo as¨ª como ¡°terminemos bien¡±. ?Por qu¨¦ la belleza ¨Cv¨¦ase Florencia- a veces no se comprende bien y se equipara a la frivolidad?
R. Comenc¨¦ a estudiar en Florencia, una ciudad que me intimidaba por su excesiva belleza. Me imped¨ªa profundizar. Decid¨ª marcharme a Mil¨¢n, que entonces era menos bonita, por as¨ª decirlo. El problema de la belleza es que es inaccesible, incomprensible. Ha sido, adem¨¢s, robada por la publicidad, por el consumo, que la ha desvirtuado reduci¨¦ndola s¨®lo a est¨¦tica. Lo bello tambi¨¦n es bueno, pero hay dificultad para combinar estos t¨¦rminos. A menudo la dimensi¨®n se queda s¨®lo en superficie, pero es mucho m¨¢s profundo.