¡°El hospital tal y como lo conocemos ha muerto¡±: la inevitable transformaci¨®n de la atenci¨®n m¨¦dica del ma?ana
El documental ¡®El hospital del futuro¡¯ defiende que la sanidad deber¨ªa estar m¨¢s relacionada con la organizaci¨®n de las ciudades y la alta tecnolog¨ªa que con la construcci¨®n de edificios
El aumento exponencial de afectados por la covid-19 en Wuhan en enero de 2020 llev¨® a las autoridades chinas a la construcci¨®n de un centro m¨¦dico con capacidad para 1.000 camas en un plazo de diez d¨ªas. Las im¨¢genes de cientos de excavadoras, gr¨²as, camiones y obreros trabajando sin descanso, a un ritmo fren¨¦tico y con la gracia de una compa?¨ªa de ballet sobre un escenario en obras dieron la vuelta al mundo. Hace unas semanas, China ha vuelto a hacer gala de su legendaria eficacia en lo que a grandes proyectos se refiere y ha pulverizado su propio r¨¦cord: el nuevo hospital de campa?a de Shijiazhuang tiene 1.500 habitaciones y se ha construido en solo cinco d¨ªas.
La respuesta a esta y a las m¨¢s que probables crisis sanitarias venideras puede parecer obvia: hay que construir m¨¢s hospitales. Con m¨¢s habitaciones y muchas m¨¢s camas. Con m¨¢s laboratorios y quir¨®fanos m¨¢s modernos. Edificios m¨¢s grandes. Mejores. Los pol¨ªticos empiezan a ver en este desastre una oportunidad para sacar r¨¦dito electoral. Las inauguraciones dan votos. Por tanto, debemos estar preparados para una inminente proliferaci¨®n de hospitales que, aunque se presenten como dotaciones ultramodernas, plantean viejas soluciones a los problemas de la tan ansiada y temida nueva normalidad.
El arquitecto, te¨®rico y escritor Reinier de Graaf, socio de la Office for Metropolitan Architecture (OMA) fundada por Rem Koolhaas, y co-fundador de su laboratorio de ideas AMO, cuestiona las convenciones con las que se dise?an los espacios para la salud hasta el punto de poner en duda si deber¨ªan ser siquiera un edificio. As¨ª lo defiende en El hospital del futuro, documental que permanecer¨¢ disponible para su visionado online hasta el 30 de abril y que forma parte del programa de Matadero en el que, desde el dise?o especulativo con artistas y arquitectos, abordan los problemas urgentes de nuestras ciudades. ¡°Es necesario elaborar una nueva definici¨®n de hospital¡±, se?ala De Graaf. ¡°Es ahora cuando tenemos m¨¢s conocimiento sobre esta instituci¨®n, pero al mismo tiempo estamos m¨¢s alejados que nunca de poder construirla correctamente. De ah¨ª que este v¨ªdeo nos ayude a suplir a trav¨¦s de la ficci¨®n esta paradoja¡±.
El hospital del futuro defiende que la atenci¨®n m¨¦dica en el siglo XXI deber¨ªa estar m¨¢s relacionada con la organizaci¨®n de nuestras ciudades que con la construcci¨®n de nuevos edificios. Esta idea, por supuesto, no es nueva. A lo largo de la historia, las enfermedades han desempe?ado un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo de los n¨²cleos urbanos desde que las pandemias de peste en la Edad Media se combatieran construyendo muros, el ¨²nico recurso defensivo que conoc¨ªan en la ¨¦poca. Despu¨¦s, la Revoluci¨®n Industrial multiplic¨® la poblaci¨®n de las ciudades y las convirti¨® en lugares hacinados e insalubres. La segregaci¨®n funcional resultante del traslado de las f¨¢bricas de las ¨¢reas residenciales hacia las afueras o la construcci¨®n de redes de alcantarillado para el tratamiento y canalizaci¨®n de residuos frente al ¡°?agua va!¡± se perfilaron como medidas efectivas contra las fiebres y el c¨®lera.
Conforme el problema de las ciudades se agravaba entrando el siglo XX, arquitectos y urbanistas comenzaron a imaginar soluciones desde su tablero de dibujo. Proyectos aparentemente tan distintos como la Ciudad Jard¨ªn (1902) de Ebenezer Howard, que aspiraba a construir una sociedad m¨¢s justa por la combinaci¨®n de los beneficios del mundo rural con las comodidades entorno urbano; el Plan Voisin (1925) de Le Corbusier, una despiadada operaci¨®n de cirug¨ªa para el centro de Par¨ªs; o la Broadacre City (1932) de Frank Lloyd Wright, una utop¨ªa agraria que hac¨ªa realidad el mito rom¨¢ntico americano de que cada ciudadano deb¨ªa ser due?o de su propio pedazo de tierra, part¨ªan de la misma idea de crear ciudades m¨¢s saludables y adaptadas al esp¨ªritu de su ¨¦poca.
Medicina y arquitectura avanzaban en paralelo, as¨ª que cuando los m¨¦dicos proclamaron que el aire puro y los ba?os de sol eran el mejor ant¨ªdoto contra la tuberculosis, la artritis y casi cualquier enfermedad relacionada con el aparato respiratorio o la piel, la manera de construir edificios cambi¨® de forma radical, especialmente aquellos dedicados al cuidado de la salud. Tal vez el m¨¢s brillante ejemplo de esta nueva relaci¨®n transversal fuera el Sanatorio para tuberculosos (1929-1932) de Paimio (Finlandia), de Alvar Aalto. La b¨²squeda del sol y las espl¨¦ndidas vistas del bosque circundante, as¨ª como el an¨¢lisis del bienestar del paciente, que le sirvi¨® a Aalto para desarrollar al m¨¢ximo su talento para el dise?o de interiores y mobiliario (de este proyecto naci¨® la ic¨®nica silla Paimio), convierten este hospital en una de las obras m¨¢s importantes de la arquitectura del Movimiento Moderno.
Tal como afirmaba Beatriz Colomina en una entrevista para El Pa¨ªs Semanal en 2013, ¡°la arquitectura moderna no se puede entender sin la tuberculosis¡±. Arquitecta, historiadora y profesora en la Universidad de Princeton, Colomina acaba de publicar X-Ray Architecture, un fant¨¢stico ensayo que explora la relaci¨®n entre la arquitectura y la salud en el pasado siglo XX. El trazado de las calles reservando espacio para la creaci¨®n de zonas verdes, la orientaci¨®n de los edificios, la apertura de grandes ventanales para maximizar el soleamiento y favorecer la ventilaci¨®n en su interior, la modernizaci¨®n de las instalaciones sanitarias o la independencia de estancias dentro de la casa (no se duerme en el mismo sitio que se cocina, ba?os separados del resto de habitaciones...), son decisiones de dise?o que hoy damos por supuestas. Sin embargo, en realidad se trata de conquistas muy recientes de la arquitectura moderna. Sus disc¨ªpulos defend¨ªan a ultranza un discurso higienista que prescrib¨ªa sol, luz y aire para todos.
Un siglo despu¨¦s, la irrupci¨®n del coronavirus ha demostrado que todo lo aprendido hasta ahora no es suficiente. Desde un cl¨¢sico como el Sanatorio de Paimio hasta los hospitales m¨¢s modernos y mejor dotados del planeta, como la Cl¨ªnica Mayo en Minnesota, considerada por Newsweek la mejor del mundo, o el ultramoderno Sidra Medical and Research Center en Doha, El hospital del futuro pone en evidencia c¨®mo la manera de concebir estas infraestructuras sanitarias apenas ha variado en los ¨²ltimos cien a?os.
¡°El hospital tal y como lo conocemos ha muerto¡±, dice la narradora. ¡°El hospital del futuro estar¨¢ en constante cambio, como un teatro, transformando su espacio en funci¨®n del evento¡±. As¨ª, en el documental se apuesta por un nuevo modelo m¨¢s flexible, omnipresente, autosuficiente y deslocalizado, plenamente dependiente de un uso inteligente de la m¨¢s alta tecnolog¨ªa. Este esquema puede resumirse, b¨¢sicamente, en tres grandes ideas.
El hospital del futuro producir¨¢ y distribuir¨¢ sus propios medicamentos
En tanto que, seg¨²n se recoge en el documental, la industria farmac¨¦utica no tiene capacidad para satisfacer la enorme demanda global (una tr¨¢gica realidad que estamos experimentando estos d¨ªas con el retraso en el suministro de las vacunas prometidas), ¡°el hospital del futuro ser¨¢ autosuficiente, como un invernadero, produciendo su propia cosecha¡±. Estas palabras suenan sobre im¨¢genes de enormes plantaciones de tomates que, casi por arte de magia, se transforman en pastillas de color rojo. Adem¨¢s de su producci¨®n, el hospital del futuro funcionar¨¢ como un gran centro log¨ªstico, con clasificaci¨®n y env¨ªo de los medicamentos.
El hospital del futuro estar¨¢ altamente automatizado
¡°El hospital del futuro dar¨¢ paso a la m¨¢quina, liberando a su personal de las tareas rutinarias y dejando la precisi¨®n en manos de dispositivos exactos¡±. Supuestamente, esta medida terminar¨ªa con la falta cr¨®nica de personal en los centros hospitalarios, ya que los trabajadores quedar¨ªan exonerados de cometidos tales como la limpieza de habitaciones y enfermos, la preparaci¨®n de comida, los an¨¢lisis de muestras o la gesti¨®n administrativa, que podr¨ªan ser asumidos por robots. La mecanizaci¨®n tambi¨¦n llegar¨¢ a las intervenciones quir¨²rgicas m¨¢s delicadas: si antes ve¨ªamos invernaderos en los que los tomates se convert¨ªan en pastillas, ahora vemos los brazos articulados de una f¨¢brica de autom¨®viles que, en lugar de ensamblar las piezas de un coche, se abalanzan sobre una camilla.
El hospital del futuro actuar¨¢ de forma remota e individualizada
Hace unas semanas, un cirujano ¡®oper¨®¡¯ desde Londres un pl¨¢tano que estaba en California gracias a un sistema de cirug¨ªa rob¨®tica que funciona con tecnolog¨ªa 5G. Escisi¨®n y sutura a m¨¢s de 8.000 kil¨®metros de distancia. El hospital del futuro, por tanto, no necesitar¨¢ tener una ubicaci¨®n concreta. Pero entonces, ?c¨®mo reconocer¨¢n los m¨¦dicos a sus pacientes? El v¨ªdeo dirigido por De Graaf apunta hacia sistemas de monitorizaci¨®n individual permanente y procesamiento de datos para determinar la salud de cada individuo en tiempo real. El empleo del big data en la gesti¨®n de nuestra salud es un tema apasionante que Yuval Noah Harari trata de manera magistral en su desasosegante y prof¨¦tico Homo Deus: Breve historia del ma?ana. Su lectura ahora, seis a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n original en hebreo en 2015, resulta todav¨ªa m¨¢s inquietante: la descripci¨®n sobre c¨®mo afectar¨ªa a nuestro planeta una posible pandemia se acerca con tal precisi¨®n al escenario actual que solo resta preguntarle a Harari d¨®nde tiene aparcado el DeLorean.
¡°El hospital del futuro es un lugar al que nunca ir¨¢s¡±, concluye el v¨ªdeo. Ojal¨¢. Porque, para ser sincero, el pron¨®stico es francamente aterrador.
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