Sillas de pan, olivas, condones y cubitos de caldo: c¨®mo el juego de un dise?ador para pasar la cuarentena anim¨® a otros a crear sus propias piezas
El proyecto Isolation Chair, que naci¨® en pleno confinamiento, se convertir¨¢ en un libro que recoger¨¢ algunos de los 900 dise?os ef¨ªmeros
Igual que hay gente que ve caras en los sitios, el dise?ador Max Enrich ve sillas. Cuatro patas (o tres, como tienen algunas de sus creaciones), un asiento y un respaldo: las cocinas, las neveras y el mundo en general est¨¢ lleno de sillas potenciales. Durante la primera semana del confinamiento, esa idea volvi¨® a present¨¢rsele. Estaba bastante aburrido en la casa que su familia tiene en el Empord¨¤ y le apetec¨ªa hacer algo con las manos pero no ten¨ªa materiales cercanos. Entonces, se puso a hacer sillas con lo que encontraba: seis cajas de cereales, paquetes de az¨²car y harina, cubitos de caldo, etc¨¦tera. Las colg¨® en su cuenta de Instagram y pidi¨® a sus seguidores que le enviasen otras sillas improvisadas. Enrich recuerda que le coment¨® a su pareja que seguramente nadie contestar¨ªa, pero muchos amigos se animaron a seguir con el reto, la mayor¨ªa no dise?adores. Hicieron sillas con olivas, con palitos de pescado, con mascarillas usadas, con hojas de plantas, con piezas de ajedrez, con patitos de goma, con paquetes de condones y con todo lo que encontraron.
Enrich los iba colgando en diversas stories en su Instagram que llamaron la atenci¨®n de la web de dise?o Sight Unseen. All¨ª se hicieron eco del proyecto y sugirieron a sus lectores que siguieran dise?ando asientos y los colgaran con la etiqueta #isolationchair, silla del aislamiento. En ese punto, la cosa se dispar¨®. Enrich calcula que le habr¨¢n llegado unas 900. Entre ellas, escoger¨¢ unas 300 que formar¨¢n parte de un libro que crear¨¢ Enrich junto al director creativo de la revista Apartamento, Robbie Whitehead y editar¨¢ el sello Terranova. El realizador Luis Cerver¨®, editor de Terranova, explica que durante este a?o les han llegado muchas propuestas para publicar cosas relacionadas con la cuarentena. ¡°Much¨ªsima gente combat¨ªa el tedio del primer confinamiento duro con alg¨²n proyecto personal creativo ¨Ccomenta¨C Pero la verdad es que no le encontr¨¢bamos ninguna relevancia a nada. La mayor¨ªa eran diarios claustrof¨®bicos o fotos hechas desde la ventana. Cuando lleg¨® el proyecto de Max fue evidente su excepcionalidad. Primero porque no era un proyecto egoc¨¦ntrico, sobre su experiencia del aislamiento, sino una mirada hacia el exterior, y una invitaci¨®n generosa a crear una comunidad creativa y l¨²dica. Y lo segundo porque en realidad el confinamiento es una mera excusa, da bastante igual, y lo que consigue en el fondo es ir a una cuesti¨®n que es mucho m¨¢s profunda e interesante de lo que parece a primera vista, tanto en lo que respecta al objeto, porque te hace preguntarte qu¨¦ es una silla, como en lo que respecta al creador. ?qu¨¦ es un dise?ador industrial?¡±.
Whitehead y Enrich se sentar¨¢n en breve a escoger las que quieren que aparezcan en el libro. Sin desmerecer a sus colegas de profesi¨®n ¨Chan participado gente como los distribuidores de muebles Passeu Passeu y los creadores de la marca Wary Meyers¨C , Enrich prefiere las de los ajenos al mundo del dise?o. ¡°En las de los dise?adores hay mucha pretensi¨®n. Se nota que buscan la perfecci¨®n y en muchos casos reproducir sillas famosas de la historia, y poner cojines y reposabrazos y dem¨¢s. Eso son casi maquetas. Me gustan m¨¢s las que son m¨¢s espont¨¢neas e inocentes y se despreocupan hasta del fondo de la foto. Est¨¢ muy bien que los outsiders del mundo del dise?o hayan hecho este ejercicio tan curioso¡±.
Para Enrich, el hecho de que tanta gente se haya entusiasmado con la idea, y de que funcione visualmente tan bien, prueba que la silla es la unidad b¨¢sica del dise?o, la pieza por la que hay que juzgar a todo arquitecto o creador que se haya dedicado a hacer muebles. ¡°Es el arquetipo arquitect¨®nico mas puro y sencillo. No sabemos por qu¨¦, la silla le ha robado el protagonismo a la cama, la butaca, el sof¨¢ y todo lo dem¨¢s¡±.
Tanto ¨¦l como su editor son obsesos de las sillas y comparten algunas pasiones. Ambos tienen en sus casas el modelo Thonet ¨CEnrich coloca la suya en alto en una pared, como si fuera un cuadro¨C, la que casi todos los dise?adores consideran un arquetipo insuperable, la silla que resume todas las sillas. Los dos coinciden tambi¨¦n en la Cesca, de Breuer, hecha de rat¨¢n. Enrich tiene una Gaulino de Tusquets y una First Chair de Michele de Lucchi, ejemplo perfecto, juguet¨®n y espacial del estilo Memphis.
Cerver¨® tiene en el sal¨®n una Ekstrem de Ekstr?m que el mismo califica de ¡°marcianada¡±. ¡°A mi hijo le encanta. Se puede columpiar y hacer todo tipo de piruetas¡±, apunta. ¡°Luego hay sillas que me flipan pero no pegan en mi casa, como la 635 de Rietveld, que siempre me ha gustado much¨ªsimo. Y otras que me encantar¨ªa tener pero son inencontrables. Mi gran obsesi¨®n es hacerme con una Freedom de Jordi Gal¨ª¡±.
En su libro no habr¨¢ nada de todo esto pero s¨ª imaginativas butacas tama?o gnomo hechas con bollos de pan, chaise longues construidas con una cinta m¨¦trica y un austero asiento, como de comedor, compuesto por pastillas de caldo Maggi.
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