Confesiones de un adicto: ¡°Nadie se autodestruye porque quiere. Nadie, jam¨¢s¡±
En ¡®Yo, adicto¡¯, uno de esos libros descarnados, el cineasta Javi Giner sangra hasta la ¨²ltima gota al contar c¨®mo se reconstruy¨® tras a?os de adicci¨®n a las drogas
Javier Giner, cineasta bilba¨ªno y el hombre que desde hace a?os lleva las agendas medi¨¢ticas de Pen¨¦lope Cruz y Pedro Almod¨®var, est¨¢ experimentando esta ma?ana de martes la cara oscura de haber publicado un libro sobre la ¨¦poca m¨¢s vulnerable de su vida: repetir la historia una y otra vez en entrevistas. ¡°Esto no se lo he dicho a nadie, pero cuando tuve el manuscrito final, llam¨¦ a mi editor y le dije: ¡®Que sepas que estoy fantaseando con no dar entrevistas, que sea el libro el que se defienda¡¯. En el mundo en que vivimos eso es irreal, a no ser que seas, no s¨¦, Philip Roth¡±, explica durante una pausa de la promoci¨®n, que hace por Zoom desde su piso en Barcelona. ¡°Pero no te puedo negar que es una sensaci¨®n extra?¨ªsima. Llevo dos d¨ªas haciendo entrevistas de 30 minutos con gente que no conozco y ellos tienen acceso no ya a secretos de mi vida, sino a la parte m¨¢s oculta. Si lo pienso, me muero del v¨¦rtigo¡±.
Esa parte m¨¢s oculta de su vida es la adicci¨®n de Giner al alcohol y la coca¨ªna, as¨ª como su rehabilitaci¨®n, que cuenta en Yo, adicto (Paid¨®s). ¡°Es el proyecto m¨¢s importante que he llevado a cabo en toda mi vida. No el libro, sino mi reconstrucci¨®n personal¡±, confiesa. No se trata solo de un relato autobiogr¨¢fico. Es la deconstrucci¨®n de una enfermedad, la toxicoman¨ªa, no para hacer un manual con su experiencia, sino para convertirla en universal. ¡°Hago un esfuerzo por derribar el estigma del toxic¨®mano, que no es el que va por la calle con la jeringa en la mano. No es el otro, ese que nada tiene que ver conmigo: es una persona profundamente enferma y la realidad de su enfermedad es emocional y psicol¨®gica, dos cosas que compartimos todos los seres humanos. Los miedos, las inseguridades, la no aceptaci¨®n de uno mismo, la ira, la frustraci¨®n, el malestar¡ Intento acercar ese prejuicio y decir, ¡®en distinta medida, toxic¨®manos somos todos¡±.
Los a?os m¨¢s oscuros de su adicci¨®n se despachan en las primeras 43 p¨¢ginas del libro, un delirio de autodestrucci¨®n, de sesiones de drogas y sexo compulsivo (y cr¨¦ditos al banco para financiarlo todo). Ning¨²n adicto se ve reflejado en las cosas que hace movido por su enfermedad. ¡°Lo comparo con La invasi¨®n de los ultracuerpos, con una posesi¨®n demon¨ªaca; una forma absurda de explicarlo, pero muy directa. Sigues teniendo tu aspecto, sigues siendo t¨², pero el resto ya no tiene nada que ver con tu identidad¡±, explica el autor. ¡°Uno de los grandes dramas de esta enfermedad es que te convierte en alguien que hace cosas en las que ni siquiera te reconoces. Intento incidir mucho en eso en el libro: nadie se autodestruye porque quiere. Nadie, jam¨¢s¡±.
El resto del libro, casi 500 p¨¢ginas, recoge los d¨ªas de 2009 que Giner pas¨® en una cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n, su resistencia a enfrentarse los vac¨ªos que le condujeron al abismo, la convivencia con otros toxic¨®manos en los que aprende a verse a s¨ª mismo (y nosotros con ¨¦l), el p¨¢nico a la vida. ¡°Tuve que aprender que ese proceso no me iba a convertir en alguien que no era yo, sino que justamente, si sal¨ªa de ¨¦l con ¨¦xito, era convertirme en el yo m¨¢s aut¨¦ntico que he tenido en mi vida¡±, confiesa. ¡°Hay un momento revelador: en la cl¨ªnica, desde que llegu¨¦, firmaba con una especie de burru?o que no se entend¨ªa nada. Ana¨ªs, mi educadora social, me dijo, ¡®chico, es que no se ve tu nombre¡¯. En ese momento, empec¨¦ a firmar como Javier Giner, hasta el d¨ªa de hoy. Javier. Giner. Entr¨¦ en esa cl¨ªnica como un burru?o sin identidad, y sal¨ª con un nombre y un apellido: los m¨ªos¡±.
El final, su exitosa desintoxicaci¨®n, no solo hace del libro algo m¨¢s luminoso: lo convierte en un testimonio importante. ¡°Cuando esto haya pasado, cuando este art¨ªculo est¨¦ publicado, volver¨¦ a mi cl¨ªnica, a decir: ¡®chicos, llevo 12 a?os sobrio, de esto se puede salir¡¯. Cuando ingresas, las ¨²nicas personas que vuelven son las que recaen. El mensaje que est¨¢s recibiendo es: ¡®vuelve otro, vuelve otro, vuelve otro¡±, explica. ¡°Es importante que esas personas sepan lo que digo en el libro. Vas a encontrar 1.500 obst¨¢culos, vas a sufrir como un perro. Pero de esto se puede salir¡±.
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