¡°?Pase un d¨ªa precioso!¡±: lo que esconden los ¡®actos de amabilidad espont¨¢nea¡¯ de los ¡®influencers¡¯
El g¨¦nero de h¨¦roe de las redes que asiste a gente de la calle aparentemente vulnerable, como indigentes o personas mayores, puede crear m¨¢s malestar que alegr¨ªas entre quienes se ven de protagonistas de v¨ªdeos virales sin haberlo pedido y recibiendo ayuda que no necesitaban
El tiktoker australiano Harrison Pawluk, de 22 a?os y con m¨¢s de tres millones de seguidores, nunca hab¨ªa gozado de tanta popularidad como la que alcanz¨® a finales del pasado junio, cuando, en el marco de una campa?a de ¡°actos aleatorios de amabilidad¡±, subi¨® un v¨ªdeo en el que regalaba un ramo de flores a una mujer de edad avanzada que tomaba un caf¨¦ sola. De menos de 20 segundos de duraci¨®n y con el t¨ªtulo I hope this made her day better (Espero que esto le mejore el d¨ªa), la filmaci¨®n r¨¢pidamente se hizo viral y cuenta, hasta la fecha, con m¨¢s de 65 millones de reproducciones, una cifra que contin¨²a creciendo, dado que a¨²n se encuentra publicado en el perfil de Pawluk. Eso a pesar de que la protagonista expresase su malestar y su rechazo al gesto cuando la cadena local de radio de ABC en Melbourne contact¨® con ella: ¡°Me sent¨ª deshumanizada. Estas cosas artificiales no son actos de amabilidad. Es una suposici¨®n paternalista pensar que las mujeres mayores van a emocionarse porque un extra?o les regale flores¡±. La se?ora, que declar¨® que ni siquiera las flores eran de su gusto, se refiri¨® tambi¨¦n al fastidio de tener que cargar con ellas en el tranv¨ªa de vuelta a su casa.
Adem¨¢s de ello, Maree, el nombre que dio la mujer en su entrevista en la radio, afirm¨® haber visto al c¨¢mara c¨®mplice de Pawluk, que le minti¨® asegurando no haber grabado nada cuando le pregunt¨®. Tras la pol¨¦mica, el equipo del tiktoker lanz¨® un comunicado en el que se disculpaba y aseguraba que su representado solo pretend¨ªa ¡°propagar el amor y la compasi¨®n¡± y tambi¨¦n recordaban que, al tratarse de v¨ªdeos grabados en lugares p¨²blicos, ¡°no requieren el consentimiento¡± de las personas filmadas. ¡°Otras mujeres, especialmente mayores, deben ser conscientes de que, si esto me puede pasar a m¨ª, le puede pasar a cualquiera. Yo no uso Facebook, Instagram, TikTok ni nada de eso y, aun as¨ª, me ha ocurrido¡±, remarc¨® Maree a ABC. En una entrevista previa en la edici¨®n australiana de The Daily Mail, Harrison Pawluk, que, seg¨²n el medio, ingresa entre 10.000 y 15.000 d¨®lares mensuales por patrocinios y campa?as de publicidad en sus canales de TikTok y YouTube, cont¨® que su idea de los ¡°actos aleatorios de amabilidad¡± naci¨® despu¨¦s de que en una visita a Los ?ngeles contemplase ¡°el alcance de la pobreza¡±. Tras el v¨ªdeo de la mujer, en su perfil puede comprobarse que Pawluk ha grabado y publicado otros exactamente iguales, con m¨²sica motivacional de fondo.
El tema de usar a personas an¨®nimas para que un creador de contenido lleve a cabo supuestas (y muy p¨²blicas) acciones de altruismo tampoco es algo que escape a la fauna ib¨¦rica de influencers. Nachter, empresario valenciano con casi 11 millones de seguidores en TikTok y pol¨¦mico por los repetidos y probados plagios con los que nutre sus canales, public¨® tambi¨¦n a?os atr¨¢s un v¨ªdeo con el que pretend¨ªa iniciar un reto bautizado como #CharityChallenge, donde despertaba a un vagabundo para que se enterase de que le estaba dejando comida. Cr¨ªticas mucho mayores recibi¨® la instagrammer Dulceida en 2018, cuando, durante una visita a la urbe sudafricana de Ciudad del Cabo, public¨® una foto de unos ni?os a los que hab¨ªa regalado unas gafas de sol de Zara, con el mensaje: ¡°Una hora con ellos no ha sido suficiente! Feliz por haberlos hecho sonre¨ªr¡±. La influencer catalana fue acusada de padecer el conocido como ¡°s¨ªndrome del salvador blanco¡±, que la escritora Desir¨¦e Bela-Lobedde describi¨® en una columna de P¨²blico como ¡°esa persona blanca que salva o rescata a personas racializadas de sus opresiones¡±, con el fin de que dicho salvador se presente como ¡°el bueno de la peli¡±.
Para la psic¨®loga educativa Bel¨¦n Gonz¨¢lez Larrea, que ha llevado a cabo varias investigaciones en torno a los influencers, ¡°es normal que las personas no consideren oportunas estas publicaciones¡±, aunque tampoco considera descartable ¡°que muchos de los influencers que comparten estas im¨¢genes a trav¨¦s de las redes sociales no lo hagan, necesariamente, con una mirada irrespetuosa, ego¨ªsta o alguna mala intenci¨®n¡±. El fondo altruista de estas presuntas acciones amables o caritativas queda puesto en duda, a ojos de la investigadora, con la difusi¨®n de la grabaci¨®n o las fotos, como si realmente se tratase una acci¨®n publicitaria para mejorar la imagen y aumentar la popularidad: ¡°Si el fin se limita a ayudar de forma genuina, la publicaci¨®n constante de fotograf¨ªas o los mensajes transmitidos pueden interpretarse como una promoci¨®n¡±, opina Larrea.
Involuntariamente virales
Como la se?ora del v¨ªdeo de TikTok en Melbourne advert¨ªa en su entrevista en la radio, no es necesario que una persona use redes sociales para que millones de personas en todo el mundo, repentinamente, puedan ver un contenido que le involucra de manera directa. En el juicio contra el youtuber retirado MrGranBomba, el abogado del repartidor al que el joven llam¨® ¡°caranchoa¡± en un famoso v¨ªdeo de 2016 declar¨® que el incidente le hab¨ªa ¡°convertido en personaje p¨²blico en contra de su voluntad¡± y ocasionado un ¡°grave perjuicio psicol¨®gico¡±. Si bien MrGranBomba fue absuelto de los delitos de injurias y calumnias, el trabajador que le propin¨® una bofetada en respuesta al insulto tuvo que pagar una leve multa de 30 euros. Dada la mala imagen obtenida y la solidaridad que se gener¨® hacia el repartidor, el youtuber opt¨® por abandonar su canal, que le compr¨® la marca de gafas de sol Hawkers por 15.000 euros.
En el estudio Privacidad en redes sociales: An¨¢lisis de los riesgos de auto-representaci¨®n digital de adolescentes espa?oles (2021), publicado en la Revista Latina de Comunicaci¨®n Social, la investigadora Bel¨¦n Gonz¨¢lez Larrea y sus colaboradores observaban c¨®mo la mayor parte de los encuestados trataban de comportarse igual en persona y en redes sociales. Sin embargo, Gonz¨¢lez Larrea cree que esa equidad es matizable: ¡°Cuando hablamos de redes sociales, estamos hablando de la creaci¨®n de una identidad digital frente a una identidad real, fuera de las pantallas. Idealmente, ambas identidades deber¨ªan ser congruentes entre s¨ª, pero lo cierto es que, en la pr¨¢ctica, las redes sociales nos permiten construirnos y reconstruirnos de diferentes maneras. Lo que vemos en las fotograf¨ªas y publicaciones es solo lo que las personas quieren mostrarnos¡±, se?ala a ICON.
Es entonces cuando se producen los choques entre diferentes lenguajes y c¨®digos, aquellos en los que se mueve la acci¨®n cotidiana y los pertenecientes a la llamada identidad virtual, un registro que mucha gente de a pie no tiene por qu¨¦ conocer o compartir. Buena muestra fue el v¨ªdeo de 2018 en el que una chica en la cola de un establecimiento propinaba un pu?etazo al hombre que se encontraba haciendo un baile del juego Fortnite detr¨¢s de ella mientras ambos eran grabados, como reacci¨®n a lo que ella estaba entendiendo por una humillaci¨®n sexual. ¡°Si para que mis publicaciones sean relevantes debo interactuar con personas que son ajenas a mi red social o que incluso ni siquiera han acordado participar en estas, es normal que se generen situaciones de rechazo o incluso apat¨ªa u hostilidad¡±, opina Larrea.
El tiktoker Harrison Pawluk, que ha realizado estudios empresariales en la universidad de Swinburne, asegur¨® que su decisi¨®n de llevar a cabo intervenciones aparentemente bienintencionadas en espacios p¨²blicos se debi¨® a que ¡°no hab¨ªa suficientes creadores que utilicen sus plataformas para el bien¡± y que quer¨ªa ¡°inspirar a unas cuantas personas por el camino¡±. Los comentarios de sus v¨ªdeos, ninguno tan exitoso como el de la se?ora de las flores, est¨¢n trufados de personas afe¨¢ndole el uso de miseria ajena ¡ªllegan a aparecer mendigos¡ª para promocionarse, a lo que ¨¦l responde asegurando que no monetiza TikTok.
Gonz¨¢lez Larrea, no obstante, no cree que haya que mantenerse siempre c¨ªnicos cuando los influencers comparten publicaciones calificadas como bienintencionadas y altruistas, y recuerda como buen ejemplo el #IceBucketChallenge, que en 2014 hizo omnipresentes las im¨¢genes de celebridades y an¨®nimos ech¨¢ndose un cubo de agua helada sobre la cabeza. ¡°Los creadores del reto viral lo instauraron para generar conciencia sobre la esclerosis lateral amiotr¨®fica de una forma tan interactiva que permit¨ªa a la gente empatizar con la sensaci¨®n de dolor de las personas que padecen la enfermedad. El resultado fue una recaudaci¨®n in¨¦dita de dinero para investigarla [en 2016 superaba los 180 millones de euros]. Por lo que, viralmente, s¨ª existe la posibilidad de generar conciencia e informar sobre una problem¨¢tica de la que se pueden encontrar alternativas de participaci¨®n social o incluso ayudas de forma real y concreta¡±, reflexiona. ¡°Sin embargo¡±, a?ade, ¡°que exista un inter¨¦s genuino por ser parte de la tendencia o por querer ayudar es otra historia¡±.
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