Ni pijo ni carca: vuelve el ¡°pantal¨®n de padre¡±
?Otro clavo en la tumba del pitillo? El chino de pinzas, durante tanto tiempo relegado a la ignominia del estilo masculino, se perfila como vencedor de la batalla generacional
Pocas veces un meme ha logrado sintetizar de manera m¨¢s certera un cambio est¨¦tico generacional. Hace unos d¨ªas comenzaba a circular en redes sociales la comparativa entre lo que mileniales y zetas consideran dad pants (pantalones de padre) y, por extensi¨®n, aquello que no puede entrar en tu armario de ninguna manera. M¨¢s all¨¢ de la eterna lucha entre generaciones colindantes, la imagen sirve para certificar una vez m¨¢s que el pitillo ha muerto. Si hace unos a?os ...
Pocas veces un meme ha logrado sintetizar de manera m¨¢s certera un cambio est¨¦tico generacional. Hace unos d¨ªas comenzaba a circular en redes sociales la comparativa entre lo que mileniales y zetas consideran dad pants (pantalones de padre) y, por extensi¨®n, aquello que no puede entrar en tu armario de ninguna manera. M¨¢s all¨¢ de la eterna lucha entre generaciones colindantes, la imagen sirve para certificar una vez m¨¢s que el pitillo ha muerto. Si hace unos a?os el vaquero ancho acompa?ado de unas deportivas tipo New Balance era s¨ªmbolo de escarnio en las redes para se?alar un gusto est¨¦tico caduco, ahora es el skinny jean la prenda que provoca las risas de toda una generaci¨®n. Otro ejemplo es incluso m¨¢s ¨¢cido al se?alar la poco favorecedora silueta que esta prenda puede crear cuando se pasa de la treintena.
Pero la otra lectura que nos aporta ese meme es que, mientras el pitillo ha ca¨ªdo en desgracia, el pantal¨®n chino se ha desligado por completo de la imagen de prenda conservadora y pija para acabar instal¨¢ndose como una alternativa a pie de calle para el vaquero, ajustado o no. Incluso en su versi¨®n m¨¢s cl¨¢sica, con pinzas, y aumentando la holgura tradicional, es reivindicado tanto por adalides de la atemporalidad minimalista, como la japonesa Still by Hand o la francesa Officine G¨¦n¨¦rale, como por el t¨®tem de las tendencias urbanas Off-White. M¨¢s all¨¢ de la consabida naturaleza c¨ªclica de la moda, esa total inversi¨®n de papeles no es casual, sino un viaje que sirve para hablar de esa autopista de dos direcciones en la que se ha convertido la relaci¨®n entre el lujo y el streetwear.
De la Ivy League a las calles
El chino, pese a su fama, no tiene unos or¨ªgenes especialmente exclusivos. Pensado para ser una prenda duradera y c¨®moda para los soldados de las colonias brit¨¢nicas en el siglo XIX, el origen de la tela con la que se fabricaban le otorg¨® su nombre. Fue m¨¢s tarde, durante la d¨¦cada de 1940, cuando la prenda entr¨® a formar parte del imaginario preppy (o pijo) estadounidense, al ser adoptada por los estudiantes de las universidades m¨¢s exclusivas. M¨¢s formal que el vaquero, pero igualmente c¨®modo, su combinaci¨®n con camisa, polo o jersey de pico dio origen a un paradigma que hablaba de dinero antiguo y buenas conexiones. El cine, como de costumbre, ayud¨® a propagar esa imagen. Si estrellas cl¨¢sicas como James Dean, Marlon Brando o Paul Newman lo vest¨ªan en los a?os cuarenta y cincuenta, en los ochenta lo llevaba tanto Tom Cruise en Risky Business (1983) como el amigo pijo de Ferris Bueller (interpretado por Alan Ruck, d¨¦cadas m¨¢s tarde el Connor Roy de Succession) en Todo en un d¨ªa (1986).
Desde entonces, el chino ha mantenido durante d¨¦cadas ese lugar en el imaginario de la formalidad m¨¢s encorsetada, convirti¨¦ndose en esa prenda que es aceptable para un estilo un tanto m¨¢s deportivo que no exige traje, y que se asocia con palabras tan abominables como afterwork. Sin embargo, de manera paralela esa prenda iba a ser recuperada por subculturas que poco tienen que ver con el polo o el lacrosse. ¡°Los chinos se empezaron a usar un poco en los noventa, sobre todo por el auge del skateboarding¡±, explica ?scar Gala, fundador de Mini Shop Madrid, tienda que lleva dos d¨¦cadas siendo una referencia del streetwear m¨¢s cuidado en la capital. ¡°Para el skate necesitas pantalones c¨®modos y sufridos, y son las mismas prendas que se utilizan las 24 horas del d¨ªa¡±. Esa versi¨®n del chino, en su variante oversize, es la misma que entr¨® en el imaginario urbano a nivel global a trav¨¦s de Kids (1995), la pel¨ªcula de Larry Clark en la que uno de sus personajes aprovecha la amplitud de sus pantalones chinos para robar bebidas en una tienda.
¡°Muchos de los que nos formamos en los noventa, que ¨¦ramos chavales entonces, ahora tienen puestos importantes en la industria¡±, prosigue Gala. ¡°Por ejemplo, Brendon Babenzien, de la firma Noah, que fue uno de los dise?adores m¨¢s influyentes de Supreme, que en los noventa estaba empezando a dise?ar muy influido por marcas como St¨¹ssy, Polo Ralph Lauren o The Duffer of St George, una marca inglesa que fue clave y que m¨¢s tarde quebr¨®. Ahora tiene 50 a?os, es una persona relevante y de ¨¦xito. Igual que ¨¦l, los jefes de compras de Dover Street Market o muchos altos directivos de grandes empresas crecieron con ese lenguaje, y ahora est¨¢n en las posiciones en las que se dictan las normas en las tendencias¡±.
Adem¨¢s de la cultura skate, la m¨²sica (y su asociaci¨®n con la est¨¦tica) tuvo un papel clave en la reconfiguraci¨®n del chino como prenda con credibilidad callejera. A finales de los 80, la banda pionera del gangsta rap N.W.A. adopt¨® como insignia los chinos en color negro, abriendo una puerta a esa prenda a la cultura hip hop. A principios de los dos miles, Kanye West hac¨ªa suyo el estilo preppy universitario con Tommy Hilfiger o Ralph Laurent como gu¨ªas, a la vez que iba acabando con la tendencia de los pantalones extra anchos. Los chinos ya hab¨ªan entrado en la cultura del streetwear, aunque fuese por una puerta lateral. ¡°Los pantalones de pinzas, que siempre han estado en el ideario de nuestra tienda, antes eran dif¨ªciles de vender precisamente por esa asociaci¨®n con lo carca, pero ahora la gente los quiere y los compra¡±, confirma Gala.
Reinventar un cl¨¢sico
¡°El chino de pinzas, con los pliegues, lo asocio a un cl¨¢sico, pero en mi cabeza no forma parte de un vestuario conservador de adultos¡±, explica el dise?ador Alejandro G¨®mez Palomo. En su firma, Palomo Spain, ha utilizado el chino desde una perspectiva distinta en colecciones como Tibur¨®n. ¡°A pesar de que me considero un dise?ador extravagante, siempre parto de los cl¨¢sicos, y creo que el pantal¨®n chino puede ser una pregunta completamente contempor¨¢nea¡±. ?l es uno de los dise?adores que ha llevado esa prenda a la pasarela, convencido de su poder como referencia atemporal.
¡°La percepci¨®n sobre ellos ha cambiado definitivamente¡±, explica. ¡°Saber utilizar bien los cl¨¢sicos se ha convertido en un s¨ªmbolo de buen gusto y de modernidad. El abuso del pantal¨®n pitillo ha hecho que hoy en d¨ªa sea estiloso y moderno vestir con un pantal¨®n chino que antiguamente asoci¨¢bamos a un estilo m¨¢s cl¨¢sico, m¨¢s de padre. Ahora se ha convertido en una prenda moderna, teniendo en cuenta que ya casi todos los padres llevan un pitillo el¨¢stico¡±. Palomo cree en esa reinvenci¨®n del pantal¨®n chino. ¡°Yo lo he usado en una gabardina beis y d¨¢ndole un poco m¨¢s de ancho, o en una pata de gallo, y tambi¨¦n lo he puesto con el culo al aire. Me gusta tener esos cl¨¢sicos en las colecciones y jugar con ellos¡±.
Otra manera de tomar el pulso a una prenda es fijarse en qui¨¦n la lleva puesta. El chino de pinzas es desde hace tiempo un habitual entre personalidades del cine o el deporte. Lo llevan tanto Brad Pitt como David Beckham, y Ryan Reynolds se ha convertido en uno de sus m¨¢ximos valedores. Pero, si bien el pitillo parece que ha pasado a mejor vida durante un tiempo, no hay que dar por muerto todav¨ªa al vaquero. ¡°Ahora nosotros pensamos otra vez en denim¡±, cuenta ?scar Gala. ¡°T¨² vas a Bershka y no hay vaqueros, lo ¨²nico que hay son cargos, carpinteros...pero todo eso ya est¨¢ triturado. F¨ªjate en el desfile de Louis Vuitton con Pharrell [Williams] cu¨¢ntas piezas ten¨ªa de denim, o las dos ¨²ltimas temporadas de Kenzo con Nigo. No hay que perder de vista al denim porque est¨¢ otra vez a la vuelta de la esquina¡±.
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