De c¨®mo Tom Cruise niega su edad jug¨¢ndose la vida en cada escena
El actor se resiste a firmar la jubilaci¨®n anticipada y se ha autoerigido como una franquicia en s¨ª mismo
En D¨ªas de trueno, Tom Cruise (EE.UU., 1962) explicaba que preferir¨ªa estar muerto a ser un don nadie. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, aquel mantra define su carrera profesional o, lo que es lo mismo, su existencia. Ahora que el Hollywood que Cruise ayud¨® a construir ha decidido que las franquicias, las sagas y los universos expandidos son las nuevas estrellas, ¨¦l se resiste a firmar la jubilaci¨®n anticipada. Adaptarse a este nuevo ecosistema no le est¨¢ resultando f¨¢cil: el fracaso de La momia el a?o pasado ¨Cdonde, por primera vez desde 1981, su cara y su nombre no aparec¨ªan en el p¨®ster¨C demostr¨® que la ¨²nica reliquia en esa pel¨ªcula era ¨¦l. ?La soluci¨®n? Autoerigirse como una franquicia en s¨ª mismo. Cada ¡°pel¨ªcula de Tom Cruise¡±, ya un subg¨¦nero del cine de acci¨®n, basa su campa?a promocional exclusivamente en v¨ªdeos que muestran hasta qu¨¦ punto el actor se ha jugado la vida durante el rodaje. Su cuerpo, de 56 a?os, es un efecto especial. Su nombre es una propiedad intelectual. Y ¨¦l es su propio doble de acci¨®n: el director de Misi¨®n imposible: Fallout ha aclarado que incluso en los planos detalle del pedal de la moto es el pie de Tom lo que vemos. Pero en esta huida despavorida hacia adelante, Cruise ha tenido que sacrificar al actor de car¨¢cter en el que estuvo a punto de convertirse en 1999 gracias a Paul Thomas Anderson (Magnolia) y Stanley Kubrick (Eyes wide shut).
Su ¨²nica religi¨®n es el cari?o de su p¨²blico. Dos generaciones de espectadores han crecido con Cruise como la mayor estrella del planeta y ¨¦l, que aprendi¨® por las malas que no puede controlar la imagen p¨²blica de su persona, se ha dado cuenta de que lo que s¨ª depende de ¨¦l es su integridad f¨ªsica, aunque le vaya la vida en ello, literalmente. En Misi¨®n imposible se descolgaba del techo, en la secuela escalaba el ca?¨®n del Colorado, en la tercera le pasaba un cami¨®n cisterna por encima, en la cuarta trepaba por las ventanas del Burj Khalifa de Dub¨¢i (el edificio m¨¢s alto del planeta) y en la quinta se agarraba a la puerta de un avi¨®n despegando como si ese avi¨®n fuese Hollywood. En la nueva entrega, se cuelga de un helic¨®ptero, atropella a una motorista y se rompi¨® un tobillo saltando entre azoteas. Para la s¨¦ptima no le quedar¨¢ m¨¢s remedio que volar al espacio. Quiz¨¢ all¨ª arriba, rodeado de otras estrellas, sienta por fin que puede dejar de correr.
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