Por qu¨¦ los famosos son castigados sin entradas gratis en el Madison Square Garden
Las estrellas compiten por una invitaci¨®n a la fila m¨¢s codiciada del deporte profesional estadounidense. Es gratis, pero con condiciones, como han descubierto por las bravas un par de populares modelos
Los New York Knicks, en opini¨®n de uno de sus seguidores m¨¢s ilustres, John McEnroe, son una religi¨®n laica. Casi todo lo que rodea al equipo neoyorquino es cuesti¨®n de fe, empezando por su siempre renovada confianza mesi¨¢nica en que est¨¢n en condiciones de optar a un anillo de la NBA que no ganan desde 1973, hace ahora 50 a?os. Emily Ratajkowski ha sido la ¨²ltima en comprobar hasta qu¨¦ punto las idolatr¨ªas deportivas deben ser tomadas muy en serio.
Ocurri¨® el pasado 25 de noviembre. Ese d¨ªa, ...
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Los New York Knicks, en opini¨®n de uno de sus seguidores m¨¢s ilustres, John McEnroe, son una religi¨®n laica. Casi todo lo que rodea al equipo neoyorquino es cuesti¨®n de fe, empezando por su siempre renovada confianza mesi¨¢nica en que est¨¢n en condiciones de optar a un anillo de la NBA que no ganan desde 1973, hace ahora 50 a?os. Emily Ratajkowski ha sido la ¨²ltima en comprobar hasta qu¨¦ punto las idolatr¨ªas deportivas deben ser tomadas muy en serio.
Ocurri¨® el pasado 25 de noviembre. Ese d¨ªa, la modelo y actriz londinense criada en California acudi¨® al Madison Square Garden en compa?¨ªa de la tambi¨¦n modelo Irina Shayk para asistir a un partido prometedor: los Knicks contra Miami Heat, actuales campeones de la Conferencia Este. Ratajkowski y Shayk se sentaron, por supuesto, en la celebrity Row (la fila de los famosos), el pu?ado de codiciadas localidades a pie de pista de las que son asiduos McEnroe, Spike Lee, Michael J. Fox, Whoopi Goldberg, Anne Hathaway, Martha Stewart, Aaron Rogers, Ben Stiller, Chris Rock o Ethan Hawke.
Aunque Emily lleva ya varios a?os frecuentando el Madison, su actitud en esta ocasi¨®n no estuvo a la altura de las circunstancias. Las dos modelos se comportaron como un par de influencers en gira promocional, dando la espalda al juego en m¨²ltiples ocasiones para filmar directos y hacerse fotos. Pero el ultraje supremo, en opini¨®n de los fans, lleg¨® cuando optaron por abandonar el pabell¨®n un par de minutos antes del final del partido. A esas alturas, los Knicks estaban a punto de enjugar una diferencia en contra de 21 puntos para acabar obteniendo una de las victorias m¨¢s emocionantes de la temporada.
Una retirada a destiempo
Mientras Jalen Brunson, Julius Randle e Immanuel Quickley se bat¨ªan el cobre en la cancha ante el entusiasmo de la grada, Irina y Emily dejaban desiertas un par de sillas cuyo precio, cuando salen a la venta, oscila entre los 6.000 y los 10.000 d¨®lares durante la temporada regular. Volvi¨® d¨ªas despu¨¦s, a ver el partido contra los Memphis Grizzlies, pero cuando a mediados de diciembre, Ratajkowski volv¨ªa a dirigirse a los administradores de la celebrity row del Garden y les solicitaba asientos preferentes y gratuitos para ver, esta vez, a los New Rangers, de la liga profesional de hockey hielo. La solicitud fue denegada, lo que sorprendi¨® a la estrella.
En d¨ªas posteriores, medios como Outkick llegar¨ªan a afirmar que a Ratajkowski se le habr¨ªa prohibido el acceso a las localidades VIP de uso discrecional debido a lo que el propietario del recinto, James Dolan, considera un uso muy poco ejemplar de un privilegio. Mike Gunzelman, autor del art¨ªculo, se permit¨ªa el lujo de amonestar a la modelo con argumentos de un cierto populismo: ¡°Una vez m¨¢s, queda claro que los famosos son seres humanos normales salvo en las m¨²ltiples ocasiones en que dejan de serlo (¡). Que t¨² tambi¨¦n formes, de alguna manera, parte del espect¨¢culo no te da derecho a entrar y salir del recinto como si el partido que se disputa en ¨¦l no tuviese importancia. No, Emily, por pat¨¦ticos que resulten en ocasiones los partidos de los Knicks, debes quedarte hasta el final, como hacemos los plebeyos que ocupamos las otras 300 filas¡±. Lo dicho, una ceremonia religiosa no se abandona antes de tiempo con desd¨¦n ol¨ªmpico. El resto de feligreses no va a tolerar de buen grado que exhibas tu insultante falta de fe.
Ratajkowski quiso escudarse en una supuesta alarma relacionada con la salud de su hijo de dos a?os, Sylvester Apollo Bear, pero la ristra de fotos con Shayk que se hizo en los alrededores del estadio tras su deserci¨®n intempestiva no la deja en buen lugar. Brian Gallagher precisa en, The Daily Mail, que a Emily ¡°no se le ha prohibido el acceso al Garden¡±, pero s¨ª se la ha ¡°exhortado¡± a pagar por sus entradas, como todo el mundo. Es decir, se la ha despojado de su estatus de suma sacerdotisa del culto de los Knicks para convertirla, de nuevo, en una simple mortal.
Aqu¨ª no hay sitio para todos
La NBA tiene una peculiar relaci¨®n con sus celebrity row. A todos los equipos les interesa la p¨¢tina de glamour que proporciona un nutrido apoyo VIP en las gradas, pero solo dos equipos lo han convertido en uno de sus principales argumentos de marketing: los Knicks y Los Angeles Lakers.
El equipo angelino es el m¨¢s exitoso de la NBA con permiso de los Boston Celtics, cuenta en su fila con el atleta supremo del ¨²ltimo par de d¨¦cadas, Lebron James, y nunca le ha faltado el apoyo de una ¨¦lite de Hollywood para la que el baloncesto suele ser el deporte de cabecera, de Mark Wahlberg a Tobey Maguire, Kanye West, Leo DiCaprio, Zac Efron, Jennifer Garner, Timothy Chalamet, Tom Cuise, Drew Barrymore o Justin Timberlake, sin olvidar a su fan n¨²mero uno, Jack Nicholson, que lleva d¨¦cadas sufriendo a pie de pista sin perder la sonrisa.
Menos obvio resulta el caso de los neoyorquinos, un equipo m¨¢s bien modesto en t¨¦rminos hist¨®ricos, con solo un par de lejan¨ªsimos t¨ªtulos en su haber, incapaz incluso de alzarse con el anillo en el largo periodo, entre 1985 y 2000, en que cont¨® en sus filas con uno de los mejores p¨ªvots de la historia, Patrick Ewing. Pero, claro, son el equipo de Manhattan, juegan en el hist¨®rico Garden, resultan tan genuinamente neoyorquinos como los cannoli de Little Italy, los bagel o los s¨¢ndwiches de pastrami y son, una vez m¨¢s, objeto de adoraci¨®n por parte de una hinchada entusiasta. Basta que tengan en n¨®mina a alg¨²n jugador de alto nivel, como ahora mismo Brunson y Randle o en su d¨ªa el formidable acr¨®bata Jeremy Lin, para que se disparen las expectativas.
Walt Frazier, el jugador franquicia que les llev¨® a la cima en 1970 y 1973, explicaba hace seis a?os, en entrevista con ICON, que los Knicks, pese a su trayectoria con frecuencia frustrante, alejada casi siempre de la absoluta excelencia, son m¨¢s ¡°un sentimiento y una identidad colectiva¡± que un equipo de baloncesto. Suele ser el argumento de las escuadras con m¨¢s m¨ªstica y relato que verdadero palmar¨¦s, pero los seguidores de los Knicks creen en ello a pies juntillas. Eso explica que cualquier indicio de brotes verdes, como ese balance de 16 victorias por 12 derrotas de este a?o, que augura que el equipo tendr¨¢ muy serias opciones de, como m¨ªnimo, meterse en el play off, sea acogido con el fervor de costumbre y sirva para poner de moda a los Knicks.
Criterios escurridizos
Ya la pasada primavera, Kristen Fleming explicaba en el New York Post que los administradores del Garden se estaban viendo desbordados por el alt¨ªsimo n¨²mero de solicitudes para la celebrity row que estaban recibiendo. Tras un par de temporadas en que a Spike Lee y John McEnroe les hab¨ªa tocado enarbolar el estandarte VIP casi en solitario, Tracy Morgan, Jessica Alba, Chris Rock, Dave Chappelle, Jerry Ferrara o Roger Federer empezaron a disputarse los asientos de privilegio con exjugadores como Carmelo Anthony o el propio Frazier.
En estos periodos en que la celebrity row se convierte de nuevo en la alfombra roja del Nueva York m¨¢s exquisito, los famosos que aspiran a hacerse un hueco en ella son sometidos a un casting cuyos criterios resultan discrecionales y no del todo transparentes. Eso s¨ª, seg¨²n explicaba Dan Feldman en NBC Sports, todos deben pasar por un tr¨¢mite que se activa en cuanto solicitan este tipo de entradas por primera vez. Los que reciben respuesta, acceden a la condici¨®n de ¡°amigos¡± del Garden y pueden, en consecuencia, entrar al pabell¨®n por accesos reservados y disponer libremente de salas de catering, tribunas de invitados y zonas VIP.
A partir de ah¨ª, un comit¨¦ de sabios eval¨²a hasta qu¨¦ punto cada uno de esos ¡°amigos¡± es lo bastante c¨¦lebre como para que su presencia a pie de pista sea considerada m¨¢s un ¡°activo¡± para el recinto que un acto de cortes¨ªa. A algunos de ellos se les da la oportunidad de sentarse en la celebrity row al menos una vez para comprobar cu¨¢l es la repercusi¨®n entre el p¨²blico asistente cuando les enfoca la celebrity cam. Uno de los ¨²ltimos en someterse al veredicto del p¨²blico ha sido Timoth¨¦e Chalamet, cuya primera presencia entre los elegidos fue saludada con fervor. Chalamet tuvo incluso el detalle de cubrirse p¨²dicamente el rostro cuando le enfocaba la c¨¢mara¡ con una gorra de los Knicks.
En cualquier caso, la invitaci¨®n a la fila m¨¢s codiciada del deporte profesional estadunidense viene a ser un contrato que tambi¨¦n comporta obligaciones, como la de participar en la ronda de entrevistas que se produce en descansos y tiempos muertes, interactuar con naturalidad con el resto de celebrities, transmitir una imagen cercana y positiva, ser amable con el resto del p¨²blico y, apoyar al equipo local con un cierto fervor y, por supuesto, quedarse hasta el final, sobre todo cuando el partido est¨¢ igualado.
Despu¨¦s de todo, quien se sienta en la celebrity row durante un partido de los Knicks est¨¢ integr¨¢ndose en toda una estirpe de fans de lujo de la que han formado parte Lou Reed, Rihanna, John Stewart, Liam Neeson, Howard Stern, David Duchovny, Chloe Sevigny, Katie Holmes, 50 Cent, Emmy Rossum, Woody Allen, Howard Stern, Jerry Senfield, Woody Allen o Alicia Keys. Incluso Donald Trump fue un asiduo de los partidos del equipo de Manhattan antes de que su enfrentamiento con las principales estrellas de la NBA a prop¨®sito del Black Lives Matter le convirtiese en un firme detractor del baloncesto. Sentarse tan cerca de la pista en semejante escenario y con esos antecedentes supone, como dir¨ªa Stan Lee, uno de esos grandes poderes que implican grandes responsabilidades. Ese es la l¨®gica que Emily Ratajkowski no acab¨® de entender. Y por eso ha perdido uno de los privilegios m¨¢s exclusivos que concede el mundo del deporte.
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