Borrar a gais y lesbianas: el precio que pagaron estas pel¨ªculas cl¨¢sicas para ser ¡°comerciales¡±
Fue una t¨¢ctica tristemente com¨²n en Hollywood que llega casi a nuestros d¨ªas: convertir a personajes LGTB reales o literarios en heterosexuales para no ofender al gran p¨²blico y encontrarse con un fracaso en taquilla
En los a?os treinta el todopoderoso productor Samuel Goldwyn, fundador de la Metro-Goldwyn-Mayer y cerebro tras algunas de las grandes ¨¦xitos de la ¨¦poca dorada de Hollywood, intent¨® comprar los derechos de El pozo de la soledad de Radcliffe Hall impresionado por sus cifras de ventas. Cuando su equipo le advirti¨® lo dif¨ªcil que ser¨ªa adaptarla ya que era una novela protagonizada por lesbianas, dijo una frase para la historia: ¡°Pues las convertiremos en austr¨ªacas¡±. Es dif¨ªcil saber si, como Bla...
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En los a?os treinta el todopoderoso productor Samuel Goldwyn, fundador de la Metro-Goldwyn-Mayer y cerebro tras algunas de las grandes ¨¦xitos de la ¨¦poca dorada de Hollywood, intent¨® comprar los derechos de El pozo de la soledad de Radcliffe Hall impresionado por sus cifras de ventas. Cuando su equipo le advirti¨® lo dif¨ªcil que ser¨ªa adaptarla ya que era una novela protagonizada por lesbianas, dijo una frase para la historia: ¡°Pues las convertiremos en austr¨ªacas¡±. Es dif¨ªcil saber si, como Blanche en Las chicas de oro, cre¨ªa que ser lesbiana era una nacionalidad (las confund¨ªa con las libanesas) o simplemente le parec¨ªa algo tan rid¨ªculo que consideraba que cambiarlo no iba a influir.
Goldwyn nunca lleg¨® a rodar la novela de Hall, pero s¨ª convenci¨® a la escritora Liliam Hellman para adaptar otra obra con lesbianas por medio, La calumnia. inspirada en las vidas de dos maestras de escuela en el Edimburgo del siglo XIX defenestradas despu¨¦s de que un estudiante las acusara de tener una aventura sexual. A pesar de las reticencias iniciales, Hellman sustituy¨® ese amor prohibido por un asunto de infidelidad: en la pel¨ªcula resultante, Esos tres (William Wyler, 1936), a quien ama la protagonista es al novio de su compa?era. La producci¨®n de Goldwyn puede considerarse uno de los primeros ejemplos de lo que se conoce como straightwashing, o sea, heterosexualizar a personajes LGTB a la hora de llevarlos a la pantalla para no ahuyentar al p¨²blico conservador.
Treinta a?os despu¨¦s, cuando el infame C¨®digo Hays que dictaba las estrictas normas de conducta que los personajes deb¨ªan mostrar en pantalla languidec¨ªa, el mismo Wyler volvi¨® a adaptar la obra de Hellman, pero esta vez conservando todo el texto. La calumnia, protagonizada por Audrey Hepburn y Shirley McLaine fue un ¨¦xito y tambi¨¦n una de las primeras representaciones inequ¨ªvocas del lesbianismo en el cine y tambi¨¦n de lo que se conoce como el s¨ªndrome de la lesbiana muerta.
Podr¨ªamos pensar que el straightwashing es parte del pasado, pero lo cierto es que podemos encontrar ejemplos sangrantes en todas las ¨¦pocas, incluso hoy sigue siendo habitual que compa?¨ªas como Disney utilicen el cebo de supuestos personajes gays para atraer a un p¨²blico ¨¢vido de referentes cuando la realidad es que su homosexualidad se limita al subtexto o acaba siendo cercenada en la sala de montaje. A veces ocurre a la inversa: est¨¢n, pero se ocultan, como sucedi¨® con la controvertida publicidad de Call me by your name en la que para anunciar una historia de amor homosexual se mostraba un fotograma de una relaci¨®n heterosexual.
Repasamos, a continuaci¨®n, algunos casos llamativos que comienzan hace muchos a?os y llegan, casi, hasta nuestros d¨ªas.
Tomates verdes fritos
¡°Idgie le sonri¨® y mir¨® hacia el cielo azul que se reflejaba en sus ojos, sinti¨¦ndose tan feliz como pueda sentirse en verano todo enamorado¡±, as¨ª describe la escritora Fannie Flagg los sentimientos de Idgie Threadgoode por Ruth Jamison, unos sentimientos correspondidos sin ambages. En la novela de la escritora sure?a la relaci¨®n de ambas es inequ¨ªvocamente amorosa: sus vecinos las perciben como una pareja y los padres de Idgie consideran a Mu?¨®n, el hijo de Ruth, como su nieto. Sin embargo, cuando tras el ¨¦xito de la novela se produjo la consiguiente adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica (1993), la relaci¨®n se volvi¨® ambigua. Para justificar la cercan¨ªa entre ambas mujeres se le adjudic¨® a Ruth un noviazgo con el hermano de Idgie (Buddy, interpretado por el por entonces emergente Chris O¡¯Donnell), un personaje que en la novela muere antes de que ella aparezca, pero serv¨ªa para explicar que el afecto entre las dos no era m¨¢s que una manera de honrar su recuerdo.
La ¨²nica concesi¨®n del director Jon Avnet al romance fueron un par de secuencias: una lucha de comida en la cocina y el famoso momento en que Idgie se cubre de abejas para recoger un bote miel para Ruth. La mirada de Ruth en ese momento evidencia el inmenso amor que siente por ella, un amor muy poco fraternal, pero que pas¨® desapercibido para ojos poco acostumbrados al subtexto. Podr¨ªa decirse que el guion iba por un lado, blanco y familiar, y las miradas de las actrices Mary Louise Parker y Mary Stuart Masterson por otro, un detalle casi imperceptible, excepto para el p¨²blico LGTB.
¡°Hay algo placentero en el descubrimiento del subtexto, es como cuando pillas la referencia de un di¨¢logo o la broma¡±, afirma Beatriz Gonz¨¢lez de Garay, Investigadora especializada en audiovisual LGBT+ de la Universidad de Salamanca. ¡±Esta cosa casi prohibida de darte cuenta de que esa ni?a que aparece en la pantalla no quiere ponerse ese vestido por un motivo que t¨² y ella sab¨¦is, pero que tu madre o tu padre, que est¨¢n viendo la pel¨ªcula contigo, ignoran por completo. O que no es casualidad que ese personaje est¨¦ leyendo a Oscar Wilde¡±.
Para contribuir a la confusi¨®n, la pel¨ªcula termina dejando la duda en el aire de si la narradora Ninny, el personaje interpretado por Jessica Tandy, era una Idgie que hubiese abandonado el lesbianismo para casarse y tener hijos, mientras que en la novela ambos personajes est¨¢n claramente diferenciados. Algunos cr¨ªticos, especialmente de medios LGTB, se hicieron eco del borrado.¡±La sexualidad femenina adquiere muchos tonos y al blanquearla para que el p¨²blico principal se sienta c¨®modo, Flagg y Avnet han contribuido a la invisibilidad de las lesbianas¡±, critic¨® la escritora Lu Vickers.
El color p¨²rpura
A El color p¨²rpura (1985) se la recuerda sobre todo por el ninguneo con el que la Academia obsequi¨® a Steven Spielberg (tras otorgarle once prometedoras nominaciones al Oscar acab¨® la noche con el contador a cero), pero sirvi¨® para lanzar al estrellato a una casi desconocida Whoopi Goldberg, hasta entonces vinculada a la comedia, y tuvo un gran desempe?o en taquilla. Un objetivo que tal vez no se habr¨ªa cumplido si la pel¨ªcula hubiese mantenido el romance original entre la protagonista, Celie, una lesbiana pobre y negra de Georgia, abusada en la infancia por su padrastro (con quien tiene dos hijos) y Shug, la amante de su marido, que es quien la inicia en el amor y quien la ayuda a generar una autoestima que ni sab¨ªa que exist¨ªa.
Para evitar que el componente sexual pudiese afectar a la distribuci¨®n de la pel¨ªcula, la relaci¨®n l¨¦sbica se reduce a apenas un par de besos castos frente al contenido sexualmente expl¨ªcito de la novela.¡±Hab¨ªa ciertas cosas en la relaci¨®n l¨¦sbica entre Shug y Celie que estaban detalladamente detalladas en el libro de Alice, pero si las inclu¨ªa no conseguir¨ªamos una clasificaci¨®n PG-13 (para mayores de trece a?os)¡±, declar¨® Spielberg a Entertainment Weekly. ¡°Y me daba verg¨¹enza. En ese sentido, tal vez fui el director equivocado para enfrentar los encuentros sexuales entre Shug y Celie, porque los suavic¨¦. B¨¢sicamente tom¨¦ algo que era extremadamente er¨®tico y lo reduje a un simple beso. Recib¨ª muchas cr¨ªticas por eso¡±.
La versi¨®n que en 2023 rod¨® Sam Blitz Bazawule tampoco estuvo exenta de controversia y, a pesar de ser m¨¢s expl¨ªcita que la de Spielberg, no content¨® a todo el mundo. A muchos les pareci¨® escaso y a demasiados excesivo. En respuesta a las cr¨ªticas, la activista trans Ts Madison se?al¨® que hay aspectos mucho m¨¢s controvertidos de la historia por los que la gente deber¨ªa molestarse. ¡°?As¨ª que todos est¨¢n m¨¢s molestos por que Celie y Shug estuvieran explorando su sexualidad que porque su padrastro la violara a los 14 a?os y tuviera a sus hijos?¡±, pregunt¨® en X. ¡°?Esto dmuestra por qu¨¦ todav¨ªa dej¨¢is que ese t¨ªo ¡®fresco¡¯ venga a la reuni¨®n familiar, pero ech¨¢is a vuestros hijos gays a la calle!¡±
El hombre sin rostro
Los que conoc¨ªan la novela original se echaron las manos a la cabeza cuando trascendi¨® que Mel Gibson no s¨®lo iba a ser el protagonista de su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica (estrenada en 1993) sino que iba a suponer su debut tras las c¨¢maras. No s¨®lo porque no encajase con la imagen de h¨¦roe de acci¨®n que el australiano ven¨ªa cultivando, tambi¨¦n porque todav¨ªa coleaban el ambiente unas declaraciones hom¨®fobas del actor (¡±?Qui¨¦n va a pensar que con esta pinta soy gay? Yo no me presto a ese tipo de confusiones. ?Sueno como un homosexual? ?Hablo como ellos? ?Me muevo como ellos?¡±) y el personaje principal de la novela escrita por Isabelle Holland en 1972 era homosexual y adem¨¢s manten¨ªa relaciones con un menor de edad.
La soluci¨®n fue sencilla: para evitar la pol¨¦mica se le transform¨® en un maestro falsamente acusado de perturbar al menor. ¡°El hecho de que el personaje fuera gay era prohibitivo a la hora de vender los derechos del libro¡±, declar¨® Lisa Callamaro, representante tanto de la novelista Holland como del guionista Malcolm MacRury. Les preocupaba especialmente asustar a la gente hablando de pedofilia, pero tambi¨¦n ofender a la comunidad gay. ¡°Ninguno de nosotros sinti¨® realmente que la sexualidad tuviera algo que ver con la historia b¨¢sica¡±, a?adieron. Una disculpa tristemente habitual.
Fuentes de la productora se encargaron de contar a quien quiso escuchar que la decisi¨®n de alterar la sexualidad del personaje se tom¨® mucho antes de que Gibson participara en el proyecto, transform¨¢ndola en una decisi¨®n del guionista y no del actor. ¡°Cuando compramos el gui¨®n, ni siquiera sab¨ªamos que el libro exist¨ªa¡±, puntualizaron desde la productora de Mel Gibson. A pesar de los esfuerzos por apartar de la mente de los espectadores las acusaciones de homofobia de Gibson cuando semanas antes del estreno coloc¨® sus huellas frente al Teatro Chino fue recibido con carteles en los que se le¨ªa: ¡°Mel Gibson: el hombre sin conciencia¡±.
Una mente maravillosa
Cuando se acus¨® a la pel¨ªcula de Ron Howard de eliminar la bisexualidad del premio Nobel John Nash, la respuesta oficial fue la dificultad de condensar las casi cuatrocientas p¨¢ginas de la novela de Sylvia Nasar en la que se basa en una pel¨ªcula de dos horas. Obviamente, no se reflejan todas las vivencias del cient¨ªfico, pero llama la atenci¨®n que no haya ni rastro de sus m¨²ltiples experiencias homosexuales ni de un incidente que marc¨® su vida: en 1954 fue arrestado por hacer proposiciones a un oficial encubierto en un ba?o de Santa M¨®nica, un suceso similar al que sufri¨® el cantante George Michael y que le cost¨® su puesto de trabajo.
Nada de esto encontr¨® acomodo en la pel¨ªcula protagonizada por un Russell Crowe que ya hab¨ªa interpretado a un homosexual en la deliciosa Nosotros dos (1994), rodada en su mucho m¨¢s desprejuicidada Australia natal. Una mente maravillosa (2000), que tambi¨¦n fue acusada de ¡°romantizar la enfermedad mental¡±, estaba m¨¢s orientada a acumular premios que a arrojar luz sobre la controvertida vida de Nash y consigui¨® su objetivo: acab¨® ganando cuatro de los nueve Oscars a los que estaba nominada, incluyendo el de mejor pel¨ªcula.
Pero la omisi¨®n no pas¨® desapercibida para la cr¨ªtica. ¡°La pel¨ªcula ignora los episodios ocasionales de homosexualidad de Nash, presumiblemente en el inter¨¦s de evitar la etiqueta comercialmente limitante de ¡®pel¨ªcula gay¡±, escribi¨® The Washington Post. Y los comentarios del director Ron Howard afirmando que el material gay ¡°no era central para la vida de Nash¡± enfurecieron a muchos. ¡°?Qu¨¦ tal si se le da la vuelta y alg¨²n director poderoso dice alg¨²n d¨ªa que la heterosexualidad impl¨ªcita de su personaje principal no es fundamental para su vida?¡±, se lamentaba el artista Lari Pittman en una carta abierta en Los Angeles Times.
En la misma l¨ªnea se manifiesta Gonz¨¢lez de Garay: ¡°Los casos m¨¢s sangrantes de straightwashing son los que afectan a personas reales. Es decir, est¨¢s haciendo una pel¨ªcula sobre su vida y este es un aspecto vertebrador porque condicion¨® su existencia. Adem¨¢s de en Una mente maravillosa tambi¨¦n podemos verla en Descifrando enigma o Bohemian Rhapsody, que se centran en sus respectivas carreras o sus matrimonios de conveniencia y pasan de puntillas u omiten sus relaciones homosexuales¡±.
Desayuno con diamantes
Para los miles de fans que vieron la pel¨ªcula de Blake Edwards como una sofisticada comedia rom¨¢ntica y se lanzaron a la novela para conocer m¨¢s detalles sobre sus historia de amor, fue un shock descubrir que en la obra original el protagonista es un trasunto del propio Truman Capote. Un joven escritor de la ciudad de Nueva York, rodeado de mujeres deslumbrantes y elegantes que se enamora de Holly, pero de manera plat¨®nica. M¨¢s que amantes, son dos figuras tr¨¢gicas condicionadas por el dinero que se reconocen el uno en el otro, incluso en su sexualidad. En la novela, adem¨¢s de quedar claro que Paul es homosexual, hay tambi¨¦n sutiles referencias a la bisexualidad de Holly. ¡°Me conformar¨ªa con Greta Garbo. ?Por qu¨¦ no?¡±, afirma Holly hablando de con qui¨¦n se casar¨ªa. ¡°Una persona deber¨ªa poder casarse con hombres o mujeres¡±. Esos¨ª, para que el p¨²blico homosexual que s¨ª conoc¨ªa el texto original no se sintiese defraudado, se incluyeron gui?os tan sutiles que ni un radar homosexual de ¨²ltima generaci¨®n habr¨ªa detectado.
Aunque el infame C¨®digo Hays estaba dando sus ¨²ltimos estertores, Hollywood, segu¨ªa aceptando a los homosexuales tan s¨®lo como personajes burlescos y a las lesbianas, como la diab¨®lica se?ora Danvers de Rebeca, hombrunas y ce?udas, y a ser posible con un destino tr¨¢gico. Cuando el guionista George Axelrod estaba adaptando la novela a la pantalla, el c¨®digo segu¨ªa vigente y tuvo que hacer verdadero contorsionismo para reflejar lo que no es otra cosa que la historia de una prostituta, algo que ya era sumamente complejo como para intentar colar adem¨¢s cualquier relaci¨®n que no fuese estrictamente heterosexual.
¡°Lo que ten¨ªamos que hacer era idear una historia, conseguir una relaci¨®n rom¨¢ntica central y convertir al h¨¦roe en un heterosexual de sangre roja¡±, afirm¨® Axelrod. Para adaptar un libro tan obviamente gay se invent¨® un conflicto nuevo: convirti¨® al homosexual Paul en un hombre mantenido por mujeres, una espece de Holly en masculino. El obst¨¢culo entre los dos ser¨ªa la falta de dinero que les empuja una y otra vez a los brazos de sus amantes adinerados. ¡°Esencialmente, Axelrod hizo a Paul tan heterosexual que la censura pas¨® por alto los otros matices gay de la pel¨ªcula¡± escribi¨® Rebecca Renner, y, aqu¨ª est¨¢ la parte importante, permiti¨® que Holly como prostituta pasase la censura¡±.
Goldfinger
Acostumbrados a que Bond reafirmase su virilidad dejando hembras satisfechas a su vigoroso paso, ya sea por placer o por trabajo, cuando el espectador escucha por primera vez las palabras ¡°Puedes apagar el encanto. Soy inmune¡±, saltan las alarmas. En Goldfinger no una sino dos atractivas rubias, Tilly Masterson y Pussy Galore (algo as¨ª como ¡°co?os a go-g¨®¡±), se resisten por primera vez a los encantos de Bond. Aunque en la pel¨ªcula no se explicita, el autor de la novela, Ian Fleming, escribi¨® a ambos personajes como lesbianas, pero obviamente, si el agente tiene licencia para matar tambi¨¦n la tiene para deslesbianizar y tras forzarla (es imposible ver los t¨ªtulos cl¨¢sicos del primer Bond sin sentir escalofr¨ªos) Galore acaba cayendo en sus brazos, incluso qued¨¢ndose con ¨¦l al final de la pel¨ªcula.
Masterson no tuvo tanta suerte. Como lesbiana irredenta (aunque en la pel¨ªcula se omite, en la novela est¨¢ enamorada de Galore), est¨¢ condenada a muerte desde el primer fotograma. Resulta perturbador que la novela vincule el lesbianismo de Galore a una violaci¨®n que sufri¨® por parte de su t¨ªo en su adolescencia y que su curaci¨®n llegue por parte de otro hombre que inicialmente la fuerza. Un detalle importante es que entonces la homosexualidad masculina todav¨ªa era un delito en el Reino Unido y la femenina ni se mencionaba. Aunque en la pel¨ªcula se mantiene la homosexualidad de Pussy, es lo suficientemente sutil como para que resulte aceptable para los espectadores heterosexuales en una ¨¦poca en la que la homosexualidad a¨²n se consideraba una grave amenaza para la sociedad, principalmente porque en en apenas quince minutos Bond consigue seducirla y, por tanto, salvarla.
Troya
¡°No hay dioses ni hombres homosexuales, s¨®lo un mont¨®n de llamas¡±, escribi¨® el cr¨ªtico Alex von Tunzelmann, desconcertado al encontrarse con varios ejemplares de cam¨¦lido peruano en Troya, pero con la total ausencia de dos elementos que siempre hemos considerado inherentes a la antigua Grecia: los dioses del Olimpo y las relaciones homosexuales. La pel¨ªcula de Wolfgang Petersen, ¡°inspirada¡± en la Il¨ªada, suprimi¨® casi por completo los elementos mitol¨®gicos y se convirti¨® en un film de acci¨®n.
Si siempre hemos interpretado que el p¨¦lida Aquiles estaba enamorado de Patroclo, la pel¨ªcula se desvincul¨® por completo de esa lectura. Un disgusto para quienes esperaban que tras la heterosexualizaci¨®n de Louis en la adaptaci¨®n de Entrevista con el vampiro, Troya iba a permitir que Brad Pitt exhibiera cierta ambig¨¹edad sexual. En la versi¨®n de 2004, Aquiles es absolutamente heterosexual y su amante Patroclo es simplemente un primo muy querido. Algo desconcertante, ya que en el mundo griego antiguo era com¨²n representar a Aquiles y Patroclo como amantes, lo hacen tanto Esquilo como Plat¨®n y Alejandro Magno y su amante Hefesti¨®n los tomaron como modelo e hicieron sacrificios en su honor. Nada de eso se insin¨²a en una pel¨ªcula que se limita a ser un festival de m¨²sculos y cabello oxigenado de Pitt para deleite de sus fans menos preocupados por el rigor hist¨®rico.
Lo de Marvel y Disney
A pesar de que en los c¨®mics de Marvel hay personajes gais, en las adaptaciones cinematogr¨¢ficas las referencias a la homosexualidad son nulas o tan sutiles que resultan par¨®dicas. Sucede con Mystica, la mutante azul de X-Men y Ayo y Aneka, cuya historia de amor mereci¨® incluso un spin-off en los c¨®mics, pero ha sido totalmente borrada de la saga Black Panther. Aunque, como suele ser habitual, se filtr¨® que s¨ª hab¨ªan sido grabadas escenas en las que quedaba patente su relaci¨®n.
Lo mimo sucede con Disney, que lleva a?os lanzando t¨ªmidos requiebros a la comunidad LGTB que al final quedan en la sala de montaje o son tan sutiles que resultan invisibles. En Buscando a Dory una pareja del mismo sexo aparece muy brevemente, tanto que apenas podemos dar por sentado m¨¢s que que son dos mujeres, sin embargo les pareci¨® suficientemente relevante como para incluirlas en el tr¨¢iler. Cuando USA Today pregunt¨® por el tema al codirector de la pel¨ªcula, Andrew Stanton, la respuesta fue delirante: ¡°Pueden ser lo que quieras que sean. No hay una respuesta correcta o incorrecta¡±. Son lo que Samantha Allen llam¨® ¡°lesbianas de Schr?dinger¡±. O sea, ¡°gays y heterosexuales a la vez, todas las cosas para todos los espectadores¡±.
Tambi¨¦n pudo escucharse un suspiro de decepci¨®n homosexual cuando el cacareado ¡°momento gay¡± del que Josh Gad anunciaba en La bella y la bestia result¨® ser apenas un baile que duraba menos que un parpadeo. Aunque viendo el esc¨¢ndalo causado por un ¨®sculo cast¨ªsimo entre dos mujeres en Lightyear (2022), censurado en algunas localidades espa?olas gobernadas por la derecha, casi resulta entendible que se vendiese como revolucionaria la presencia, m¨ªnima y anecd¨®tica, de un personaje gay en Avengers: Endgame, aunque se trate, como en los a?os del C¨®digo Hays de una figura tr¨¢gica. Es un hombre (interpretado por el director de la pel¨ªcula, Joe Russo) que llora por la desaparici¨®n de su esposo y es consolado por el mism¨ªsimo Capit¨¢n Am¨¦rica. Esto es algo que deber¨ªa significar mucho, pero en el siglo XXI suena hasta rid¨ªculo.
¡°Es simplemente el neoliberalismo fagocit¨¢ndolo todo¡±, sentencia Gonz¨¢lez de Garay. ¡°Cuando un guionista sugiere una relaci¨®n queer o gay sin hacerla expl¨ªcita para atraer al p¨²blico minoritario sin alienar a la audiencia heterosexual, lo que llamamos queerbaiting, resulta tan indignante como la heterosexualizaci¨®n. Lo que hace Disney/Pixar con Luca, Inside Out 2 o con la Elsa de Frozen es muy decepcionante para los que no est¨¢n acostumbrados a ver su orientaci¨®n sexual o su identidad de g¨¦nero en pel¨ªculas mainstream y Disney tiene un fandom queer enorme¡±. Pero parece que a Disney le importa m¨¢s la taquilla que ese fandom. ¡°Hoy en d¨ªa puede tener que ver con intentar llegar a un mercado global en un mundo en el que a¨²n hay m¨¢s de 60 pa¨ªses que condenan la homosexualidad. Y por supuesto, con las l¨®gicas comerciales de no pisar callos¡±.
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