Jos¨¦ ?ngel Ma?as, 30 a?os despu¨¦s del Kronen: ¡°Lo peor del ¨¦xito es que te crees la meritocracia. Lo m¨ªo fue mezcla de inseguridad y arrogancia¡±
En ¡®Una historia del Kronen. Autobiograf¨ªa generacional¡¯ uno de los novelistas clave de los noventa en Espa?a repasa la resaca de un fen¨®meno editorial que le pill¨® con 23 a?os y le meti¨® en una industria que, tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, sigue sin comprender del todo
Todo vuelve. Es algo que saben bien quienes se dedican a la filosof¨ªa, a la moda o a cualquier asunto que involucre tendencias. El 16 de enero regres¨® a las librer¨ªas la voz del madrile?o Jos¨¦ ?ngel Ma?as (Madrid, 1971) gracias a su primer libro de memorias, Una historia del Kronen. Autobiograf¨ªa generacional (Aguilar). ¡°T¨² te morir¨¢s y s¨®lo quedar¨¢ el Kronen¡±, le dijo en su d¨ªa un cr¨ªtico. Ma?as tom¨® esa an¨¦cdota para prender la mecha de una recapitulaci¨®n sin ajustes de cuentas y el repaso a lo que supuso el impacto de quedar finalista del premio Nadal en 1994, vender miles de ejemplares, ser adaptado al cine con enorme ¨¦xito de taquilla y, despu¨¦s, emprender el lento descenso a tierra, la dificultad de aprender el oficio de escritor, de lidiar con eso tan actual que es la conciliaci¨®n. De seguir escribiendo y publicando con la losa de saberse icono de una generaci¨®n.
Despu¨¦s de escribir este libro, ?cu¨¢l es su relaci¨®n actual con la nostalgia? Tengo poco respeto por la nostalgia, la evito todo lo que puedo. La nostalgia es la peor de las mentirosas, y adem¨¢s es pretender que las cosas sigan igual. La evito como la peste. En este libro he procurado contar 30 a?os de mi vida pero sin idealizarlos.
Desde que fue elegido finalista del premio Nadal en 1994 [la ganadora fue la escritora catalana Rosa Reg¨¤s con Azul] reconoce su relaci¨®n ambivalente con el mundo editorial. Y sin embargo, m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s, sigue unido a ¨¦l. Es curioso. Por una parte hab¨ªa en m¨ª una vocaci¨®n de novelista y al mismo tiempo no ten¨ªa claro qu¨¦ significaba eso socialmente. Era un gran lector, lo cuento al inicio del libro. Creo que nadie puede escribir nada sin serlo previamente. Recuerdo la imagen de mi infancia de mi madre d¨¢ndome las buenas noches y, aprovechando que sus pasos se alejaban, encender la linterna bajo las s¨¢banas y seguir leyendo. O aprovechar irme al ba?o mientras en el sal¨®n ve¨ªan pel¨ªculas. Yo era muy obsesivo, para m¨ª todo era novela, novela, novela, y lleg¨® un punto en que me dije, si te gusta tanto este asunto, ?por qu¨¦ no lo intentas? Arranqu¨¦ con textos breves, los consider¨¦ escalones hasta llegar a la novela deseada. En el verano del 92 lo consegu¨ª. Historias del Kronen tuvo dos etapas: unos quince d¨ªas en los que sali¨® todo como en un diario, y despu¨¦s un a?o de correcci¨®n. Con el manuscrito sobre la mesa, con la sensaci¨®n de haber logrado algo, no s¨¦ muy bien qu¨¦, intent¨¦ publicarlo, pero ni idea de c¨®mo acceder a ese mundo. Le ped¨ª consejo al padre escritor de una amiga de la facultad, pero no le gust¨® nada. Un baj¨®n tremendo. Le pregunt¨¦ el porqu¨¦. Me dijo que era demasiado cinematogr¨¢fico. Pero yo segu¨ªa obcecado: y si quiero publicar, ?qu¨¦? Me recomend¨® el apartado de premios en la revista Leer, que es como si a quien te pide trabajo le dices de sacarse unas oposiciones. Pero lo hice, mand¨¦ la novela al Nadal. La singularidad de mi situaci¨®n es que me salt¨¦ todas las tentativas. La novela sali¨® y tuvo un ¨¦xito inmediato, ah¨ª sigue, de hecho. Entr¨¦ en un mundo cuyas reglas desconoc¨ªa y comet¨ª torpeza tras torpeza. Me gusta el mundo editorial. Pero a su vez, el componente social del mismo llegu¨¦ a despreciarlo. No me interesaban las fotos. Me daba pudor todo lo que rodeaba a la postura del escritor. Para m¨ª lo importante era el texto, el libro, el objeto. Ni siquiera las memorias me gustaban. Con el tiempo, cambi¨¦ la perspectiva. Fui descubriendo todo a hostias.
?Se puede saber qui¨¦n era el escritor y padre de su amiga? Mejor no. Estuvo entregando un galard¨®n hace poco en los premios Zenda. Y su hija es poeta¡
?Alguno de sus libros ha conseguido desvincularte de la etiqueta Kronen? ?La has odiado en alg¨²n momento de tu trayectoria? Kronen es una de mis principales vetas, la realista, muy ce?ida a la actualidad, y de ah¨ª salieron unas cuantas: Kronen, Mensaka [1995], Ciudad rayada [1998]... Pegadas a esas, est¨¢n las novelas m¨¢s negras que siguen a la zaga, y luego las novelas hist¨®ricas, que en un principio chocaban pero resumen bien mis dos pasiones, la literatura y la historia. Mis t¨ªtulos hist¨®ricos han sido compuestos en bloques, el medieval sobre la Reconquista, la trilog¨ªa sobre la Rep¨²blica. Encuentro ah¨ª grandes temas que me fascinan y que complementan el segmento realista de mi trayectoria. Me gusta la realidad, pero tambi¨¦n vista desde el retrovisor, siempre intentando comprenderla. Es algo que han hecho todos. V¨¢zquez Montalb¨¢n ten¨ªa sus novelas sobre Carvalho y de repente hac¨ªa una sobre los Borgia. O P¨¦rez Gald¨®s con sus Episodios Nacionales. O Flaubert con su Madame Bovary y de repente su Salamb¨®. Me gusta que esas novelas hist¨®ricas den una imagen m¨¢s amplia de m¨ª como escritor. Pero la gente lo que conoce es Historias del Kronen, y que siga siendo as¨ª 30 a?os despu¨¦s, por una parte es un ¨¦xito y por otra un fracaso. Es una primera novela interesante, pero quedarse en ella habiendo hecho m¨¢s¡ De eso hablo en este libro, de esa lucha a contracorriente. Es un fracaso dulce. Siempre estar¨¦ agradecido al ¨¦xito que me dio, al privilegio de dedicarme a escribir, a pesar de haber tenido una carrera con dientes de sierra.
¡°Ante el ¨¦xito imprevisto, reaccion¨¦ mal, igual que cuando me llam¨® Rafael Conte, el cr¨ªtico m¨¢s importante del momento, para invitarme a un coloquio con otros escritores. Me llamaba a casa y yo pensaba: este t¨ªo, ?qu¨¦ quiere?¡±
A trav¨¦s de ese mismo retrovisor, ?considera que la visi¨®n de estrellas del rock que se ten¨ªa en los noventa de los escritores era parte del tinglado editorial o verdaderamente hab¨ªa esa devoci¨®n de los lectores por sus figuras literarias? Aparte de usted estaban Ray Loriga, Luc¨ªa Etxebarria, Luis Magriny¨¤, Juana Salabert... En ese momento s¨ª. Nuestra importancia, nuestra popularidad, era equivalente a la de una estrella de rock. Si t¨² en esa ¨¦poca cog¨ªas a Jota de Los Planetas, no ten¨ªa m¨¢s renombre que el que pod¨ªamos tener nosotros. La literatura ten¨ªa esa enorme capacidad de influencia que se ha ido perdiendo. Una excepci¨®n podr¨ªa ser Patria (Tusquets), de Fernando Aramburu, que se ha le¨ªdo, consumido, ha dado voz a una circunstancia, adaptaci¨®n de serie incluida. Esto es lo que empez¨® a ser habitual en los noventa y fue diluy¨¦ndose a comienzos de los 2000. Panza de burro (Barrett), de Andrea Abreu, podr¨ªa ser similar a lo que pas¨® con el Kronen pero sin la misma resonancia. Evidentemente, respecto a las figuras de los escritores, estas se fabrican. Cuando Historias del Kronen fue finalista [del Nadal], y Dios sabe qu¨¦ pas¨® en el jurado para que eso ocurriera, fue una sorpresa, as¨ª como su ¨¦xito. Por esa raz¨®n, cuando Luis Mancha hizo el documental [Generaci¨®n Kronen, 2015] se ci?e al t¨¦rmino porque esa novela permiti¨® que se publicaran a muchos otros y ah¨ª cada editorial busc¨® reproducir su fen¨®meno, su escritor joven y su novela con drogas y excesos. Mancha insisti¨® en su documental que ¨¦ramos una generaci¨®n en t¨¦rminos editoriales. Yo entonces ya sent¨ªa cierta distancia de Loriga y de Etxebarria, ve¨ªa su sensibilidad m¨¢s ochentera. De toda esa tendencia, fue quedando lo que val¨ªa.
Tambi¨¦n vivi¨® la experiencia editorial francesa. Ha sido de los pocos escritores espa?oles entrevistados por Bernard Pivot, que tambi¨¦n sent¨® a Eduardo Mendoza, Jorge Sempr¨²n, Javier Mar¨ªas o Arturo P¨¦rez-Reverte. F¨ªjate el aura que llegu¨¦ a tener¡ S¨ª, fue algo muy peculiar. Fueron momentos que no disfrut¨¦. Me sent¨ªa poco preparado. Eso es muy traum¨¢tico. Ante el ¨¦xito imprevisto, reaccion¨¦ mal, igual que cuando me llam¨® Rafael Conte, el cr¨ªtico m¨¢s importante del momento, para invitarme a un coloquio con otros escritores: me llamaba a casa y yo pensaba: este t¨ªo, ?qu¨¦ quiere? Si el libro ya est¨¢ en librer¨ªas¡ Igual que los malentendidos con [El¨ªas] Querejeta durante el rodaje de la pel¨ªcula, cuando me ech¨® del rodaje. Despu¨¦s me invit¨® a participar en la promoci¨®n, y no me pareci¨® coherente ir. Tampoco fui a los Goya cuando [Montxo] Armend¨¢riz y yo ganamos el premio a Mejor Guion Adaptado. En el estreno de Mensaka (Salvador Garc¨ªa Ruiz, 1998), me hice trenzas y no me reconocieron, me separaron de los amigos periodistas con los que fui y me mandaron al gallinero. Tambi¨¦n Carmen Balcells me vendi¨® aquel rollo de ser independiente, de yo me lo guiso, yo me lo como, y error tras error, tras error¡
?Crees que se acab¨® granjeando fama de d¨ªscolo? Bueno, lo peor de todo es que piensas que la meritocracia existe. Ten¨ªa muchos p¨¢jaros en la cabeza, tard¨¦ 15 a?os en entenderlo. Joder, lo m¨ªo fue una mezcla de inseguridad y arrogancia. Me di cuenta de que no estaba bien, que no daba la talla en la tele, que no consegu¨ªa comunicar. Y me cerr¨¦ en banda. Recuerdo salir en Lo + plus, con Fernando Schwartz y M¨¢ximo Pradera, y quedar fatal. Estaba agresivo, generaba antipat¨ªa. Todo era tan contraproducente que lleg¨® un momento en que dej¨¦ de dar entrevistas, y yo explicaba las razones, pero luego hubo algunos periodistas que me sacaron diciendo por qu¨¦ no quer¨ªa dejarme entrevistar, y quedaba doblemente como un gilipollas¡ Y m¨¢s que por arrogancia, referido al tema est¨¦tico, se debe a que siempre me han gustado autores como Pynchon, como Salinger, como Elena Ferrante, gente que ha estado sin estar. Incluso los Carmen Mola antes de que se destaparan. Yo no lo hubiese hecho, pero me dieron envidia. En fin, me gestion¨¦ y adapt¨¦ como pude a una circunstancia compleja.
Al inicio de Una historia del Kronen insiste en tu definici¨®n como novelista y no como escritor. ?Cree que la novela sigue importando como g¨¦nero? Escritor me parece pretencioso. Prefiero novelista por su deje m¨¢s t¨¦cnico. Hoy todo novelista est¨¢ reducido a ser guionista de lujo. Es gracias a las adaptaciones al cine o las plataformas que siguen teniendo influencia. El ¨¦xito actual se mide por el nivel de ofertas de Netflix y otros. Y, lo m¨¢s destacable, su imaginario, si no est¨¢ magnificado por lo audiovisual, es nulo. El ¨²ltimo caso es lo que se ha hecho con Cien a?os de soledad. Tambi¨¦n es cierto que, despu¨¦s de ver las producciones, mucha gente quiere leer esos libros, pero no dejan de ser la clave y el s¨ªntoma de que la literatura ha perdido frente a ese entretenimiento.
¡°Querejeta me ech¨® del rodaje de ¡®Historias del Kronen¡¯. Despu¨¦s me invit¨® a participar en la promoci¨®n y no me pareci¨® coherente ir. Tampoco fui a los Goya cuando Armend¨¢riz y yo ganamos el premio a Mejor Guion Adaptado¡±
?Por qu¨¦ ha querido hacer hincapi¨¦ en la vida cotidiana despu¨¦s de la celebridad de Historias del Kronen? Habla de sus mudanzas a Toulouse, la vuelta a Madrid, de su paternidad, de la enfermedad de su mujer, de los cambios en las amistades¡ Hab¨ªa una parte donde quer¨ªa hablar m¨¢s del nosotros que del yo, pero entrar tambi¨¦n en el personaje, equilibrar esos tres elementos. Para m¨ª lo principal de la obra era apoyarme en las vivencias para hablar de lo compartido con m¨¢s gente. No obstante, me parece que era pertinente entrar en los detalles de esas personas. Sufr¨ª mucho, ya lo he dicho, el aura del Kronen, de ese fracaso, de su peso y su sombra, pero tambi¨¦n un reconocimiento de los planteamientos juveniles sobre c¨®mo deb¨ªa ser y funcionar un escritor, el estar oculto o no, igual que los marionetistas que, cuanto menos se les vea, m¨¢s p¨¢bulo dar¨¢n a los t¨ªteres. Tambi¨¦n me importaba que la gente entendiera qui¨¦n era yo, despu¨¦s de 30 a?os incordiando. Soy una persona desubicada, tengo talento para estar donde no debo. Al recrear esos a?os, he descubierto adem¨¢s que pocos han reflexionado lo debido sobre la d¨¦cada de los noventa.
Subraya ese repaso desde la parte cultural, porque la menci¨®n de grupos de m¨²sica es tan recurrente como los hechos hist¨®ricos relevantes. Parece buscar el lado m¨²sico-cultural en lugar del pol¨ªtico. S¨ª. En los noventa parec¨ªa que la guerra por la democracia estaba ganada. Evidentemente, est¨¢bamos muy equivocados, pero la sensaci¨®n era esa: esto ya est¨¢ hecho, la pol¨ªtica es una cosa viejuna, hasta que volvi¨® con el 15-M. Una vez me pregunt¨® mi hija qu¨¦ hac¨ªamos en mi tiempo. Bueno, las energ¨ªas estaban muy focalizadas en los ¨¢mbitos musicales, en el cine, en las potencias que demostraban ser, tambi¨¦n el inter¨¦s y el dinero que hab¨ªa para que todo ello saliera adelante. La cultura lo reflej¨®. Ahora es imposible abstraerse del plano pol¨ªtico, de la preocupaci¨®n ecol¨®gica, de los nuevos fascismos, de las guerras, de los cambios tecnol¨®gicos... Esa alegr¨ªa creativa que ten¨ªamos es muy dif¨ªcil ahora. El arte es m¨¢s comprometido y pol¨ªtico.
En las p¨¢ginas finales comenta una selecci¨®n de tus editoriales favoritas. ?Qu¨¦ opini¨®n le merecen las tendencias nacionales? Me gusta la eclosi¨®n de editoriales independientes. Parece un poco la que hubo de bandas musicales en los noventa. Est¨¢n saliendo cosas muy buenas. Jordi Ledesma, Emilio Gancedo... Hay gente y trabajos editoriales muy v¨¢lidos. El ambiente general. Y los grandes grupos haciendo lo suyo, entre Planeta y Penguin, estos ¨²ltimos interes¨¢ndome m¨¢s ahora, como es natural.
Hay un cap¨ªtulo en el que le dice a su hijo que el mundo editorial es una tortura. ?Hace falta domar la dosis de frustraci¨®n que genera el intentar conseguir publicar a cierto nivel en Espa?a? Mucha falta. Es una carrera muy dura. Actualmente hay herramientas suficientes, la autoedici¨®n incluso. Pero lo que es m¨¢s dif¨ªcil que nunca es mantenerse. Igual que el periodismo, son territorios devastados, sus condiciones est¨¢n muy degradadas. La gente que queda es por vocaci¨®n, por mantenerla a prueba. Quien se mantiene es por inter¨¦s real.