Droga, celebridad y confesi¨®n: el caso Bos¨¦ reabre el debate de c¨®mo hablar abiertamente de la adicci¨®n
Miguel Bos¨¦ ha sido el protagonista de la semana tras confesar sus problemas de adicci¨®n a Jordi ?vole, un caso que se a?ade a la longeva relaci¨®n entre famosos y sustancias. El ejemplo de los personajes p¨²blicos a menudo funciona para el p¨²blico como necesaria advertencia, pero tambi¨¦n propicia la frivolizaci¨®n
No es raro que los biopics de artistas y celebridades tengan una estructura de auge y ca¨ªda, de muerte y resurrecci¨®n. Una persona tiene ¨¦xito, adquiere fama, y en los momentos m¨¢s dulces de su carrera (tambi¨¦n los m¨¢s exigentes, inseguros y estresantes), cae en graves problemas de adicci¨®n a las drogas. El final de la historia puede variar entre la superaci¨®n y, en el peor de los casos, la autodestrucci¨®n. Es un relato contado en tantas ocasiones que tiene el aire familiar de los arquetipos mitol¨®gicos, de los g¨¦neros de ficci¨®n, de los cuentos que hemos o¨ªdo muchas veces.
El ¨²ltimo caso es el del cantante Miguel Bos¨¦, que confes¨® al periodista Jordi ?vole un consumo excesivo de drogas durante unos 25 a?os: hasta dos gramos de coca¨ªna al d¨ªa, adem¨¢s de ¨¦xtasis y marihuana. ¡°A?os salvajes¡± que abandon¨® alrededor de 2015. Numerosos expertos en adicciones han criticado ampliamente la ligereza en el relato de la adicci¨®n ¨Cpor ejemplo, en esta tribuna de Marina Prats en el HuffPost¨C y, sobre todo, de su fin, como si uno dejase las drogas igual que deja de comer magdalenas: solo con un poco de voluntad. ¡°La fuerza est¨¢ en la mente¡±, explic¨® el artista.
¡°Un artista que confiesa que ha tenido una relaci¨®n intensa con las drogas, el alcohol o similar, como Bos¨¦, normalmente cumple un mismo patr¨®n: son gente que ya viene de vuelta¡±, opina el publicista Rafa Pontes. ¡°Bos¨¦ ya tiene una edad, su carrera es indiscutible y nada de lo que haga o diga a estas alturas va a suponer un perjuicio insalvable porque, al fin y al cabo, es consciente que lo m¨¢s importante que ten¨ªa que hacer en su vida ya est¨¢ hecho. En el punto de Bos¨¦ no dir¨ªa que le da igual todo, pero evidentemente le resultar¨¢ m¨¢s indiferente que cuando ten¨ªa 30 a?os y todo por construir¡±.
El tiempo ha contribuido a mitificar la relaci¨®n entre arte y sustancias. Las confesiones del comedor de opio de Thomas de Quincey, el l¨¢udano y la absenta de los poetas simbolistas, las drogas en la Generaci¨®n Beat, el alcoholismo de Poe, Hemingway, Scott Fitzgerald, Faulkner, Bukowski o Jason Pollock, el desfase vital de las estrellas del rock... ?Hay una relaci¨®n entre la creatividad y la adicci¨®n?
¡°Es err¨®neo asociar creatividad y adicci¨®n: el que es creativo lo es consumiendo o sin consumir. M¨¢s previsiblemente lo ser¨¢ sobrio, aunque tambi¨¦n es cierto, y esto puede dar lugar a confusi¨®n, que las sustancias producen una desinhibici¨®n que puede ayudar a crear¡±, explica Jose Antonio Molina, doctor en Psicologia, profesor de la Complutense y autor de SOS, tengo una adicci¨®n (Piramide). Es notorio que, por lo general, los escritores alcoh¨®licos producen lo m¨¢s celebrado de su obra antes de que su salud est¨¦ afectada por la adicci¨®n.
El caso de Amy Winehouse es especialmente desolador: pas¨® de joven talento prometedor a estrella mundial, de ah¨ª a consumidora habitual de las drogas m¨¢s duras, como el crack y la hero¨ªna, y finalmente a morir tras un atrac¨®n de alcohol. Lo relata de forma brutal el documental Amy (Asif Kapadia, 2015), donde tambi¨¦n se recoge la crueldad con la que los medios de comunicaci¨®n sensacionalistas (los temibles tabloides brit¨¢nicos, especialmente), los c¨®micos televisivos y la opini¨®n p¨²blica en general se mof¨® de su historia de irrefrenable adicci¨®n. Cuando falleci¨®, Winehouse pas¨® a formar parte del llamado ¡°club de los 27¡±: el grupo de m¨²sicos que murieron a esa edad, como Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison, tras una breve existencia de ¨¦xito y excesos.
¡°El mito de sexo, drogas y rock n¡¯ roll contribuy¨® en la percepci¨®n social de las drogas: se vio menos riesgo y se asociaron a la rebeld¨ªa, a la liberaci¨®n personal, a ir contra el sistema¡±, explica el psic¨®logo social Guillermo Fouce, presidente de la Fundaci¨®n Psicolog¨ªa Sin Fronteras. Ahora la droga no est¨¢ tanto en el rock sino en los nuevos ritmos urbanos triunfantes: el g¨¦nero del trap toma su nombre de las trap houses, donde se trapichea con sustancias ilegales. Fouce realiz¨® una investigaci¨®n sobre la presencia de t¨®picos sobre drogas encontrados en diferentes estilos de m¨²sica. Concluye que en las canciones ¡°se habla de droga en muchas ocasiones y cuando se hace, se trata, en general, de un modo fr¨ªvolo. Las drogas son algo divertido, que nos ayuda a pasarlo bien, a ligar, a salir con los amigos y a olvidarnos de los problemas¡±.
?Por qu¨¦ nos atrae la figura del artista maldito, t¨ªtere de sus adicciones, pero due?o de su arte? ¡°Es como si quisi¨¦ramos creer en un universo en el que las vidas que parecen oscuras tienen sentido. Si decimos que en esa oscuridad est¨¢ la ra¨ªz de un arte magn¨ªfico o que vamos a esos lugares oscuros para traer algo maravilloso de vuelta, resulta m¨¢s f¨¢cil vivir en un mundo lleno de oscuridad¡±, explic¨® la escritora Leslie Jamison a la periodista Andrea Aguilar en este peri¨®dico durante una entrevista a cuenta de su libro La huella de los d¨ªas, donde relata su propio alcoholismo y estudia el de algunas figuras como Raymond Carver, Billie Holiday o John Cheever. Como se?ala la autora, detr¨¢s del aura rom¨¢ntico del sufrimiento, la bohemia y la creatividad, hay un sufrimiento del normal y corriente, de ese que preferimos evitar y no idealizar.
Los h¨¢bitos de consumo de los famosos y los artistas se convierten en comidilla, rumores, cotilleo, casi cachondeo para cierto sector de los espectadores. Otro ejemplo reciente es el caso del bailaor Rafael Amargo tras el esc¨¢ndalo generado al hallar la polic¨ªa, tras una larga operaci¨®n antidroga, un nutrido alijo en su domicilio. Se habla de quien ¡°se mete¡±, de quien ¡°se pone¡±, de quien entra en tratamientos de desintoxicaci¨®n; los paparazzi buscan las fotos de las celebrities en estado de ebriedad o saliendo cabizbajas de sus tratamientos, con la capucha puesta y las gafas de sol.
¡°Conocemos demasiadas historias de gente que entra y sale de cl¨ªnicas [de desintoxicaci¨®n] y nos referimos a estas como si fuesen parques de atracciones o un Primark. Desintoxicarse se ha convertido en una aventura pop¡±, escribe el cineasta Javi Giner en su reci¨¦n publicado libro Yo, adicto (Paid¨®s), donde cuenta con honestidad brutal su lucha contra las adicciones. Se refiere a casos como los de Lindsay Lohan, Amy Winehouse, Philip Seymour Hoffman o Carrie Fisher, en los que muchas veces los procesos de rehabilitaci¨®n se convierten en motivo de ¡°choteo social¡±. La toxicoman¨ªa, al igual que la enfermedad mental, ¡°est¨¢ llena de lugares comunes, prejuicios y estereotipos, y la gente habla de ella sin tener la menor idea de lo que dice, cuando no convirti¨¦ndola en un arma arrojadiza sensacionalista¡±, escribe Giner. Por lo general, los casos de adicci¨®n entre las personas c¨¦lebres se juzgan desde la superioridad moral o se toman a broma. No siempre se tratan como el problema que suponen. Y as¨ª, no es raro que se culpe a la v¨ªctima de esa adicci¨®n.
En el otro lado, muchos famosos han hablado de sustancias y adicci¨®n, aunque no siempre en el mismo tono: en ocasiones hasta se romantiza el consumo. ¡°Es importante que, si se habla de estos temas, tambi¨¦n se hable de sus consecuencias negativas¡±, explica Molina. Deportistas de ¨¦lite, influencers y cantantes a menudo tocan estos asuntos: no solo la adicci¨®n a sustancias, sino tambi¨¦n en forma de publicidad de casas de apuestas o de dietas agresivas para adelgazar. ¡°Algunas celebridades son muy seguidas por la poblaci¨®n joven: esto va a hacer que se transmitan actitudes positivas hacia esas pr¨¢cticas, dado que son modelos. Los j¨®venes joven tiende a copiarlo¡±, a?ade el psic¨®logo. ?Ha sido, entonces, positiva la confesi¨®n de Bos¨¦? Tiene una complicada respuesta. Probablemente, la ¨²nica correcta es que cada espectador tendr¨¢ la suya. En un relato tan espinoso como este, como ante cualquier otro, saque usted sus propias conclusiones.
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