Est¨¢n entre nosotros: dos centenares de especies animales con las que compartimos piso
En un apartamento normal pueden vivir dos personas, quiz¨¢s un gato y casi seguro hasta otras 211 especies de animales. No se alarme: esta microfauna dom¨¦stica no suele suponer una amenaza. A menudo es hasta necesaria
Vemos c¨®mo el precio de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, se pone por las nubes y muchas personas se tienen que dar al coliving, la forma amable y cool del compartir piso de toda la vida: una experiencia dura donde las haya. Vivir solo es un privilegio, pero adem¨¢s es casi imposible por razones biol¨®gicas: aunque no los veamos, puede haber decenas o cientos de bichos no humanos pululando po...
Vemos c¨®mo el precio de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, se pone por las nubes y muchas personas se tienen que dar al coliving, la forma amable y cool del compartir piso de toda la vida: una experiencia dura donde las haya. Vivir solo es un privilegio, pero adem¨¢s es casi imposible por razones biol¨®gicas: aunque no los veamos, puede haber decenas o cientos de bichos no humanos pululando por ah¨ª, sin hacerse visibles a nuestros ojos. Son insectos, ¨¢caros, miri¨¢podos o crust¨¢ceos, y usted, tal vez sin saberlo, les paga el alquiler.
En un pisito mono y sin estridencias puede haber desde 32 hasta 211 especies de animales, y muchos individuos de cada especie. No se alarme: por lo general, esta microfauna dom¨¦stica no supone una amenaza. ¡°Pero algunos bichos s¨ª que pueden ser peligrosos, como los mosquitos, las garrapatas o las pulgas, por las enfermedades que puedan transmitir¡±, explica el bioqu¨ªmico y ambientalista David Gonz¨¢lez Jara, que acaba de publicar el libro Un zoo en casa. La microfauna con la que convivimos (Plataforma Editorial), donde describe la jungla salvaje que tenemos dentro de la vivienda.
Otros bichos son beneficiosos, por ejemplo, ciertas ara?as dom¨¦sticas que se ocupan de comerse a los mosquitos. ¡°En mi casa, despu¨¦s de discutir un poco con mi mujer, las respetamos: las tenemos por las esquinas y van cazando mosquitos¡±, dice Gonz¨¢lez. Y¨¦ndonos al terreno de los microorganismos tambi¨¦n encontramos ventajas: dos kilos de nuestro peso corporal est¨¢n formados por bacterias, unos seres que solemos considerar como negativos para nuestra existencia, como ¡°microbios¡±, pero que son imprescindibles para ciertos procesos de nuestro cuerpo, como la digesti¨®n. En parte, nosotros tambi¨¦n somos bichos. Unos m¨¢s que otros.
Los bichos prefieren nuestras manos
Dependiendo de las caracter¨ªsticas de nuestro domicilio tendremos diferentes tipos de fauna: no es lo mismo vivir en la ciudad gentrificada que en la Espa?a vac¨ªa, no es lo mismo un bajo que un ¨¢tico, no es lo mismo disponer de dos ventanas que de diez, no es lo mismo tener mascota que no tenerla. ¡°Pero independientemente de d¨®nde estemos, la naturaleza se va a colar¡±, dice Gonz¨¢lez. ¡°Es imposible que nos desvinculemos de ella¡±. Algunos lugares de la casa tambi¨¦n son m¨¢s proclives a la vida. Entre la ropa o la moqueta pueden vivir las polillas. En las cabezas se encuentran los resistentes piojos; en algunas entrepiernas, las ladillas. Los chinches pueden esconderse en los sof¨¢s o las camas. En el frigor¨ªfico podemos encontrar comida abandonada en mal estado, donde prospera el moho, que son hongos que flotan en el aire en forma de esporas. Todo est¨¢ lleno de vida.
Una exposici¨®n celebrada en 2018 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, titulada Compa?eros de piso, la biodiversidad dom¨¦stica ahondaba en las historias sobre estos peque?os convivientes del mundo natural. All¨ª se explicaba cu¨¢les eran, seg¨²n los estudios, los lugares del hogar con mayor n¨²mero de especies: el pomo de la puerta principal, el suelo y el interruptor de la luz en el ba?o, la encimera de la cocina, nuestras manos o nuestras narices. Tambi¨¦n las suelas de nuestros zapatos, donde viven hasta 400.000 colonias de bacterias. Las misteriosas pelusas que aparecen en algunas esquinas, cerca de los z¨®calos, tan et¨¦reas, est¨¢n formadas por pelos, polvo, restos de piel, ¨¢caros, bacterias o esporas, todo junto y revuelto.
¡°En nuestro hogar se encuentran muchos ecosistemas diferentes¡±, explica Gonz¨¢lez. ¡°Estos bichos suelen preferir los lugares oscuros, h¨²medos y c¨¢lidos, el ba?o, los desvanes, la despensa...¡±. Y muchos de estos seres prefieren salir de noche, como los fiesteros, cuando nadie los ve. ?Nunca han sorprendido a un pececillo de plata huyendo por los azulejos del ba?o al acudir a una micci¨®n de medianoche? ¡°Son los lepismas, les gusta la humedad y odian la luz, el ¨²nico problema que causan es que pueden comerse el papel de los libros y las paredes¡±, se?ala el cient¨ªfico. Si hay problemas con ellos, basta dejar que crezca otro bicho, la Scutigera coleoptrata, un ciempi¨¦s dom¨¦stico que es un fant¨¢stico depredador de los lepismas. Todo el drama natural de la depredaci¨®n se da de noche, entre las juntas de las baldosas de nuestra ducha. ¡°Lo m¨¢s sorprendente de esta microfauna es su capacidad de adaptaci¨®n: si hay comida, les vale, si no tambi¨¦n, se adaptan a las humedades, a las temperaturas...¡±, cuenta el cient¨ªfico. No en vano, llevan mucho m¨¢s tiempo que nosotros sobre la faz del planeta y posiblemente sobrevivir¨¢n a las grandes cat¨¢strofes que provoquemos en forma de cambio clim¨¢tico o invierno nuclear.
Los m¨¢s inquietantes son unos inquilinos que viven sobre nuestro propio rostro. Los Demodex folliculorum y los Demodex brevis, unos ¨¢caros primos de las ara?as que se ponen c¨®modos dentro de los poros de nuestra piel y salen de noche a hacer amigos sobre nuestras mejillas; a veces practican sexo delante de nuestras narices, literalmente. Son microsc¨®picos, pero tienen forma de monstruo lovecraftiano, con peque?as garritas peludas y aspecto de lombriz. ¡°Es posible que la desaparici¨®n de esos ¨¢caros de la cara pueda causarnos desequilibrios en el sistema inmune¡±, dice el autor. En el caso de los microrganismos, sabemos que nuestro sistema inmune se modula interaccionando con ellos. De hecho, demasiada higiene, demasiada ausencia de vida microsc¨®pica alrededor, puede hacer que tengamos un sistema inmune d¨¦bil, por eso es conveniente dejar que los ni?os peque?os se enguarren un poco para fortalecerlo.
?Por qu¨¦ sentimos aversi¨®n por los bichos? Existen varias hip¨®tesis. Una tiene que ver con el lugar central que creemos ocupar dentro de la naturaleza: todo lo que consideramos in¨²til o ajeno lo consideramos molesto o amenazante, como los bichos. En cuesti¨®n de ar¨¢cnidos, explica Gonz¨¢lez, existen estudios que se?alan que pueden existir razones evolutivas, igual que en el caso de las serpientes: se trata de miedos at¨¢vicos provenientes de nuestros antepasados, que podr¨ªan haber tenido como enemigos a estos animales. ¡°En algunos experimentos se ense?an a ni?os peque?os patrones de ara?a y segregan cortisona y dilatan las pupilas, entraban en alerta de manera innata¡±, revela el experto.
El concepto que tenemos sobre los bichos suele ser malo, relacionado con las plagas y las enfermedades, pero tenemos que entender que por lo general no es as¨ª y que convivimos estrechamente con ellos, a¨²n sin darnos cuenta. Los humanos, en nuestra soberbia biol¨®gica, encastillados en nuestros inmuebles, solemos olvidar nuestra profunda conexi¨®n con el resto de la vida del planeta. ¡°Queremos desvincularnos de la naturaleza, pero eso es rid¨ªculo¡±, concluye Gonz¨¢lez. ¡°Porque somos naturaleza¡±.
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