El Museo Nacional de Ciencias Naturales denuncia que se ¡°muere¡± por falta de espacio
La instituci¨®n solo exhibe el 2% de sus 10 millones de piezas y sumar¨¢ la exposici¨®n del legado de Cajal
Hace casi dos a?os, la Comunidad de Madrid decidi¨® cambiar el nombre de la parada de metro de Atocha, que pas¨® a llamarse Estaci¨®n del Arte como homenaje a sus cercanos museos de pintura y escultura: el Prado, el Reina Sof¨ªa y el Thyssen-Bornemisza. Pero ese no era el plan original. El edificio que hoy sirve de sede al Museo del Prado fue dise?ado en 1785 por orden del rey Carlos III para albergar colecciones cient¨ªficas de historia natural. Fue su nieto Fernando VII el que decidi¨® que el gran escaparate de la cultura espa?ola diera la espalda a la ciencia. ¡°Es la petrificaci¨®n de c¨®mo Espa?a decidi¨® fundirse con su pasado y con el arte, con el Siglo de Oro y la corte de Felipe IV, para postergar el mundo de las ciencias naturales, la experimentaci¨®n y la filosof¨ªa del progreso¡±, en palabras del historiador Juan Pimentel. ¡°La naci¨®n se proyectaba sobre los lienzos y no sobre los microscopios¡±.
Aquel tesoro cient¨ªfico que iba a exhibirse en el edificio del Prado pertenece hoy al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Es un patrimonio que fue menospreciado en el siglo XVIII y sigue menospreciado en el XXI. La instituci¨®n custodia 10 millones de piezas, entre ellas un elefante asi¨¢tico disecado mientras se constru¨ªa la Puerta de Alcal¨¢, un meteorito ca¨ªdo en Huesca en 1773, una pintura de un oso hormiguero atribuida a Goya y la mayor fonoteca de sonidos de anfibios del mundo. Pero el museo solo expone el 2% de sus piezas, seg¨²n denunciaron este jueves sus responsables durante la presentaci¨®n de un libro que muestra algunas de sus maravillas ocultas. ¡°Los museos se mueren, se ahogan, se asfixian por falta de espacio¡±, alert¨® el bi¨®logo Ignacio Doadrio, vicedirector de Colecciones de la instituci¨®n.
Los museos se mueren, se ahogan, se asfixian por falta de espacioIgnacio Doadrio, vicedirector del MNCN
El propio libro, titulado Las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales, advierte de ¡°la urgencia para que el Museo resuelva sus problemas de espacio e infraestructuras¡±, en un cap¨ªtulo escrito por Doadrio. La instituci¨®n se encuentra desde 1910 arrinconada en el Palacio de las Artes y la Industria de Madrid, cerca de lo que hoy es los Nuevos Ministerios. Es una sede compartida desde entonces con la Escuela de Ingenieros Industriales, que ocupa dos tercios del edificio. La falta de espacio hace que el museo tenga joyas escondidas, como el Quadro de Historia Natural, Civil y Geogr¨¢fica del Reyno del Per¨², una ins¨®lita enciclopedia al ¨®leo pintada en 1799 por Louis Thi¨¦baut. El cuadro se encuentra en la sala de direcci¨®n del museo, lejos de la vista del p¨²blico.
El director, Santiago Merino, lleva siete a?os en el cargo denunciando la ¡°lamentable¡± situaci¨®n del museo y pidiendo una soluci¨®n. Sus colecciones est¨¢n vivas. Crecen y no caben. El museo, cuenta, exhibir¨¢ temporalmente los platos fuertes del Legado Cajal, 22.000 piezas que pertenecieron al nobel Santiago Ram¨®n y Cajal y que llevan desde 1989 almacenadas en cajas en las instalaciones del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Ser¨¢ una exposici¨®n temporal, hasta que sea realidad el Museo Cajal prometido en febrero por el ministro Pedro Duque. En un primer momento, el CSIC anunci¨® que mostrar¨ªa el tesoro del padre de la neurociencia en su sede central, pero ahora su plan es exponerlo en el museo de historia natural, en una sala hoy protagonizada por un calamar gigante varado en Fuengirola en 2001.
¡°El Museo Nacional de Ciencias Naturales necesita lo que necesita: espacio. Que las colecciones puedan ser consultadas por todos¡±, proclam¨® la propia presidenta del CSIC, la qu¨ªmica Rosa Men¨¦ndez, en la presentaci¨®n del libro. ¡°Espero que en cuatro o cinco a?os podamos ver algo m¨¢s que parches¡±, declar¨®.
¡°La presencia de la Escuela de Ingenieros Industriales en el centro de Madrid, compartiendo edificio con el Museo, es anacr¨®nica e insostenible¡±, zanja Doadrio en el libro, editado por el CSIC, la instituci¨®n p¨²blica adscrita al Ministerio de Ciencia a la que pertenece el museo. El bi¨®logo recuerda que una buena parte de las colecciones est¨¢ depositada en naves industriales en Arganda del Rey, una localidad madrile?a a 30 kil¨®metros del museo. El 4 de mayo de 2017, una explosi¨®n en una planta de residuos peligrosos localizada en el mismo pol¨ªgono revent¨® varias ventanas de los almacenes. Un a?o despu¨¦s, un incendio arras¨® el Museo Nacional de Brasil en R¨ªo de Janeiro.
¡°El colapso amenaza las colecciones cient¨ªficas y las exposiciones. No se trata de parchear acomodando s¨®tanos y pasillos o de abrir alg¨²n laboratorio en otros edificios. Las autoridades deben hacer lo necesario para que disponga de todo el inmueble que le corresponde y la Escuela de Ingenieros sea trasladada¡±, escribe en el libro Javier Castroviejo, exdirector de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana y Premio Nacional de Medio Ambiente.
¡°La situaci¨®n actual no debe tolerarse por m¨²ltiples razones, aunque sea solo por mercantilismo tur¨ªstico¡±, defiende Castroviejo, el bi¨®logo que describi¨® la subespecie del urogallo cant¨¢brico en 1967. El investigador recuerda el ¨¦xito de instituciones similares. El Museo Smithsonian de Historia Natural, en Washington, recibe 4,2 millones de visitantes al a?o. El Museo Nacional de Historia Natural de Par¨ªs, 3,3 millones. El Museo de Historia Natural de Londres, 5,2 millones. ¡°Nuestro Museo Nacional de Ciencias Naturales recibe cada a?o solo unas 320.000 visitas. Es un indicador elocuente de una situaci¨®n que debe ser abordada con urgencia¡±, opina Castroviejo.
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