Cosas hist¨®ricas
?Con qu¨¦ se puede comparar la crisis del coronavirus? Acaso, y de forma abstracta, con la II Guerra Mundial
La historia remota es fascinante. Pero, salvo para los muy embebidos en mitolog¨ªas patri¨®ticas, cuenta poco en nuestras vidas. Resulta mucho m¨¢s trascendente la historia m¨¢s contempor¨¢nea, la que vemos y sufrimos. La que nos hace como somos.
Trabajo en el periodismo y por tanto conozco bien la diferencia entre estar ah¨ª o no estar ah¨ª. Eso me inclina a pensar, a veces, que me he perdido experiencias colectivas fundamentales y que ya nunca podr¨¦ entender del todo mi propio pa¨ªs. Repasando acontecimientos recientes, compruebo que durante aquella agon¨ªa estremecedora de Miguel ?ngel Blanco (1997) yo viv¨ªa en Par¨ªs. Que lo del Prestige y el chapapote (2002) y las protestas contra la guerra de Irak (2003) lo segu¨ª desde Washington. Que estaba en Roma cuando ocurrieron los terribles atentados del 11 de marzo de 2004. Que el movimiento popular iniciado el 15 de mayo de 2011 me pill¨® en Jerusal¨¦n. Y que durante la ef¨ªmera declaraci¨®n de independencia en Catalu?a, en 2017, con sus acontecimientos anteriores y posteriores, viv¨ªa de nuevo en Par¨ªs.
La contemplaci¨®n lejana (supongo que tambi¨¦n la cercana) induce a la conclusi¨®n de que cada uno de estos eventos ha servido fundamentalmente para dividir un poco m¨¢s a la sociedad espa?ola. Incluso con el pavor y el dolor del 11-M se abrieron trincheras.
Lo que ocurre ahora es en principio diferente. Mi familia est¨¢ en cuarentena en Barcelona, yo estoy en cuarentena en Buenos Aires. De forma casi simult¨¢nea, el mismo acontecimiento se desarrolla en todo el mundo. No s¨¦ qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ este fen¨®meno.
?Con qu¨¦ se puede comparar la crisis del coronavirus? Acaso, y de forma muy abstracta, con la II Guerra Mundial, en el sentido de que afect¨® de una forma u otra al conjunto del planeta. Fue mucho m¨¢s c¨®modo sufrirla en Colombia que en Polonia, sin ninguna duda, pero nadie permaneci¨® ajeno a sus consecuencias. Hay quien piensa que aquella atroz experiencia colectiva gener¨® consensos importantes. En realidad, produjo lo contrario. Mientras una peque?a porci¨®n de tierra, la de Europa Occidental, empezaba a formar una comunidad de rasgos socialdem¨®cratas, Alemania, Europa y el mundo estaban divididos en dos bloques irreconciliables. El tel¨®n de acero y la Guerra Fr¨ªa duraron casi medio siglo.
Son indiscutiblemente hermosos esos momentos en que los vecinos aplauden desde ventanas y balcones, igual en Barcelona que en Buenos Aires, a los servicios sanitarios. O las peque?as muestras de solidaridad entre los residentes de un mismo edificio. O los esfuerzos (canciones, conversaciones gritadas a distancia) por amenizar el tiempo ajeno y compartir amistosamente el encierro. Quiz¨¢ no pueda decirse lo mismo acerca de lo pelmazos que pueden resultar algunos gracias a las redes sociales y la comunicaci¨®n gratuita, pero, en fin, se valoran las buenas intenciones.
Conviene no olvidar, sin embargo, la capacidad humana para extraer de un mismo acontecimiento lecciones muy diferentes, ni de la tendencia de ciertas sociedades (la espa?ola y muchas otras) a refocilarse en la divisi¨®n y el enfrentamiento. No demos por sentado que todo esto aproximar¨¢ a los unos y los otros. Quiz¨¢ s¨ª. Recordemos, en cualquier caso, que la historia es fricci¨®n y choque. Y lo que vivimos esta semana es Historia con may¨²sculas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.