Detenido por no incitar al odio
A veces fantaseo con que los telefonistas de taxis tienen un d¨ªa tonto y mezclan los que llevan a los invitados de tertulias de tele y radio, y aparecen donde no deber¨ªan estar
¡°Me aburre leer a la gente que, por as¨ª decirlo, es aliada, a quienes piensan m¨¢s o menos como yo. Y es que a estas alturas determinadas cosas parecen b¨¢sicamente un cat¨¢logo de lugares comunes. Todos las aceptamos, todos creemos en ellas. Lo interesante es leer al enemigo, porque este atraviesa las defensas, encuentra los puntos d¨¦biles. Me interesa saber qu¨¦ es lo que falla en las ideas en las que creo, saber por qu¨¦ estar¨ªa bien modificarlas o incluso abandonarlas¡±. Lo dec¨ªa Isaiah Berlin, qu...
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¡°Me aburre leer a la gente que, por as¨ª decirlo, es aliada, a quienes piensan m¨¢s o menos como yo. Y es que a estas alturas determinadas cosas parecen b¨¢sicamente un cat¨¢logo de lugares comunes. Todos las aceptamos, todos creemos en ellas. Lo interesante es leer al enemigo, porque este atraviesa las defensas, encuentra los puntos d¨¦biles. Me interesa saber qu¨¦ es lo que falla en las ideas en las que creo, saber por qu¨¦ estar¨ªa bien modificarlas o incluso abandonarlas¡±. Lo dec¨ªa Isaiah Berlin, que hoy ser¨ªa detenido por no incitar al odio. ?Conocen a muchas personas que piensen as¨ª? Ya no s¨¦ cu¨¢ntas habr¨¢ que lean m¨¢s de un peri¨®dico, si son minor¨ªa los que leen uno, y entero (imposible, por otra parte, en una edici¨®n digital).
Quiz¨¢ piensen que eso es muy bonito, pero habr¨ªa que ver a este se?or ahora, en esta ¨¦poca tan especial, tan hist¨®rica, tan crucial. Pero es que Berlin, gran pensador liberal, dec¨ªa estas cosas en plena Guerra Fr¨ªa, que para bloques que se odian no est¨¢ mal. Era ruso, naci¨® en 1909, vio la revoluci¨®n bolchevique y huy¨® con su familia a Gran Breta?a. Era jud¨ªo, vio el auge del nazismo. Pero no podr¨ªan clasificarle bien, era anticomunista y antirreaccionario, no sabr¨ªan si darle un ¡°me gusta¡±, por si acaso se les malinterpreta, que luego es una movida. No son muchos los que se sienten c¨®modos en lugares inc¨®modos.
A veces fantaseo con que los telefonistas de taxis tienen un d¨ªa tonto y mezclan los que llevan a los invitados de tertulias de tele y radio, y aparecen donde se supone que no deber¨ªan estar, y lo mismo con un cruce de correos que confunde columnistas entre diarios. Se colapsar¨ªan las centralitas: ?pero c¨®mo est¨¢ ese que (y aqu¨ª a?ada lo que usted quiera: que es un rojo, o un fascista, o del Madrid, o del Bar?a, o un machista, o una feminazi)? Cualquier cosa que diga el Gobierno o la oposici¨®n es basura para el otro; Vox veta a la mitad de los periodistas de Espa?a; ya hay mujeres que rechazan libros, pel¨ªculas y toda obra hecha por hombres. Se empaquetan los dem¨¢s en categor¨ªas plastificadas y hacemos como que no existen. Tiempos perfectos para los mediocres, que se refugian en etiquetas huecas. Berlin, el pobre, acabar¨ªa muy aburrido, con la cantidad de trolas que se lanzan sobre cualquier tema, meras caricaturas de los argumentos y del adversario.
Es un espect¨¢culo ver c¨®mo se reh¨²ye lo complejo, en busca del estereotipo. Lo vemos cada semana con el debate de turno, la pandemia, la educaci¨®n, el alquiler, lo que toque. En la conversaci¨®n personal inmediatamente se reconocen cosas, algo que en p¨²blico es una debilidad. En las tertulias, en los debates, se compite por demostrar qui¨¦n est¨¢ m¨¢s escandalizado. Se reh¨²ye el contacto humano, ya desde antes de la pandemia. El otro es un s¨ªmbolo, un emoticono, un entrecomillado, un meme. En Rayuela, La Maga pensaba que alguien con cara de comunista acababa si¨¦ndolo, predestinado, pero ya las pintas hacen la ideolog¨ªa. Uno puede vestirse de la que profesa, o pretende simular, aunque miren c¨®mo le quedan los trajes a Pablo Iglesias, tiene un conflicto ah¨ª. Tambi¨¦n est¨¢n los colorines: Ciudadanos, naranja; independentistas, amarillo; Vox, verde¡ les obliga a buscar corbatas y abrigos a juego, y a lo mejor les encantar¨ªa variar, est¨¢n hasta el gorro. Como todos, qu¨¦ pa¨ªs tan agotador. Aunque esta semana el gesto de solidaridad del diputado Jon I?arritu, de Bildu, hacia otro de Vox, padre de un guardia civil asesinado por ETA, habiendo una distancia pol¨ªtica sideral entre ambos, la misma que la mayor¨ªa tienen de los dos, fue una excepci¨®n. De hecho apenas se ha hablado de ello, no encaja, es inservible.