Eva Illouz: ¡°Vivimos en un mundo colonizado por la hipersexualizaci¨®n de los cuerpos y las psiques¡±
La profesora de sociolog¨ªa francoisrael¨ª afirma en su ¨²ltimo ensayo que el sexo crea nuevas desigualdades sociales
La soci¨®loga francoisrael¨ª Eva Illouz (Fez, 59 a?os), se ha especializado en el estudio de las consecuencias que el capitalismo tiene en nuestras relaciones sentimentales. Profesora en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS) de Par¨ªs, donde imparte concurridos seminarios, este trimestre ha publicado dos nuevos ensayos: El fin del amor (Katz), donde profundiza en su diagn¨®stico sobre el modelo posrom¨¢ntico en el que nos adentramos, y El capital sexual en la modernidad tard¨ªa (Herder), coescrito con Dana Kaplan, en el que describe c¨®mo la apariencia f¨ªsica y el atractivo sexual se han convertido en vectores decisivos en el actual modelo econ¨®mico.
Pregunta. ?C¨®mo definir¨ªa el capital sexual y emocional, y c¨®mo puede uno cuantificarlo?
Respuesta. Siguiendo con la ampliaci¨®n del concepto de capital que propuso el soci¨®logo Pierre Bourdieu hace m¨¢s de 30 a?os, yo trato de entender c¨®mo un individuo saca provecho econ¨®mico a su persona en el contexto del capitalismo, c¨®mo utiliza su apariencia y sus atributos emocionales para integrarse y ascender en el mundo empresarial. Lo que detecto es que la sexualidad tiene un papel cada vez m¨¢s importante en la valorizaci¨®n de uno mismo en ese contexto. En especial, para las mujeres¡
P. Dice que se ha convertido en ¡°la base normativa¡± del sistema econ¨®mico. ?Prima la belleza frente a las aptitudes?
R. Es algo que ya exist¨ªa, pero que se ha generalizado. La capacidad de explotar la belleza ya exist¨ªa en las sociedades premodernas, pero solo para las mujeres de un estatus social inferior. El capitalismo contempor¨¢neo lo ha convertido en una norma. Es la primera vez en la historia que uno puede usar de manera leg¨ªtima su cuerpo y su belleza para adquirir valor econ¨®mico. Los oficios donde eso sucede ya no son desde?ados, como suced¨ªa en otro tiempo, sino celebrados: actores, modelos o influencers forman parte de la lista de los trabajos m¨¢s prestigiosos en la ¨¦poca actual. La ¨²nica excepci¨®n es la prostituci¨®n, que sigue siendo marginal.
P. Con las redes sociales y, en particular, Instagram, ?todo usuario pone su aspecto f¨ªsico en el mercado?
R. Exacto. Es m¨¢s: el atractivo sexual se ha convertido en un criterio de evaluaci¨®n aut¨®nomo respecto a los dem¨¢s. En Tinder ya no importa mucho el perfil: lo m¨¢s importante siempre es la foto. La selecci¨®n se hace, ante todo, siguiendo criterios visuales. Tinder e Instagram se han convertido en la nueva ley del mercado.
P. ?Responde este fen¨®meno a la importancia adquirida por la sexualidad en las sociedades occidentales durante las ¨²ltimas d¨¦cadas?
R. S¨ª, es el resultado de una pornificaci¨®n de la cultura, y que quede claro que no estoy haciendo una cr¨ªtica religiosa o puritana de la libertad sexual. A partir de los setenta, el capitalismo entiende que el mercado de los bienes materiales es limitado por definici¨®n ¡ªuno no puede comprar cinco neveras a la vez¡ª y que lo ¨²nico que posibilita un consumo infinito es el cuerpo y las emociones. Esa sexualizaci¨®n creciente se produce en un contexto en el que el individuo se convierte en mercanc¨ªa. Hoy nos consumimos los unos a los otros, y mostramos el espect¨¢culo de nuestros propios cuerpos a los dem¨¢s.
P. Dice que, ante esa transformaci¨®n, el grupo m¨¢s vulnerable es la clase media.
R. Es la clase media la que m¨¢s sometida est¨¢ al riesgo del desclasamiento. En cada momento hist¨®rico, el capital se va acumulando de maneras distintas y favorece a unos u otros grupos sociales, estableciendo nuevas jerarqu¨ªas. Hoy vemos emerger una nueva clasificaci¨®n social que separa a los que logran sacar provecho de su cuerpo y los que no. Los segundos son v¨ªctima de una exclusi¨®n, como tan bien describe Michel Houellebecq en sus libros. El sexo crea nuevas desigualdades sociales. Y tambi¨¦n nuevas reacciones a esas desigualdades, como demuestran el caso de los incels [c¨¦libes involuntarios], esos hombres incapaces de tener sexo que expresan su frustraci¨®n a trav¨¦s de la violencia mis¨®gina. Ese desclasamiento sexual tiene efectos sociol¨®gicos importantes. Parte del electorado de Donald Trump eran integrantes de ese grupo: eran hombres que hab¨ªan perdido el poder econ¨®mico y el poder en el seno de la familia, pero tambi¨¦n el poder sexual.
P. En El fin del amor habla de una cultura sentimental que est¨¢ desapareciendo. ?Hacia qu¨¦ modelo nos dirigimos?
R. La cultura moderna seculariz¨® el amor por Dios y lo transform¨® en amor por otro ser humano. Es decir, el amor rom¨¢ntico no es m¨¢s que una transformaci¨®n secular del amor cristiano. La ¨¦poca actual rompe con ese romanticismo. Vivimos en un mundo colonizado por la hipersexualizaci¨®n de los cuerpos y las psiques, y dominado por una incertidumbre que resulta nueva. Las interacciones sexuales de nuestro tiempo est¨¢n marcadas por ese sentimiento incierto: a diferencia de lo que suced¨ªa hasta no hace tanto, hoy ya no se sabe cu¨¢les son las normas que regulan esas relaciones, ni cu¨¢l es su objetivo preciso. La libertad se ha convertido en el ¨²nico factor regulador. Lo que yo intento demostrar es que en esa libertad tambi¨¦n existe una gran desigualdad de g¨¦nero. En lo sexual y afectivo, las mujeres siguen teniendo mucho menos poder que los hombres.
P. En un art¨ªculo reciente en Le Monde comparaba el feminismo con el cristianismo. ?Lo ve como una religi¨®n?
R. Lo que dec¨ªa es que ambos aspiran por igual a un cambio radical de los comportamientos. El cristianismo transform¨® la naturaleza del deseo, redefini¨® la idea de pertenencia a un clan y prefigur¨® la individualidad. La batalla cultural del feminismo es igual de poderosa. La diferencia es que, al contrario del cristianismo, este no ha contado con estados ni ej¨¦rcitos para defenderlo. Al rev¨¦s: no solo nadie lo defiende, sino que es atacado sin cesar. Aunque esa es, despu¨¦s de todo, la forma habitual de protegerse que tiene el patriarcado: a trav¨¦s de la denigraci¨®n. Hay que distinguir las cr¨ªticas justificadas al feminismo ¨Cque, como cualquier movimiento, por muy justo que sea, puede tener alguna deriva¨C con los ataques que emanan de viejas ideolog¨ªas que una parte de la poblaci¨®n no quiere superar.
P. Por ¨²ltimo, ?qu¨¦ efectos tendr¨¢n todos estos meses de distanciamiento obligatorio en nuestro comportamiento afectivo?
R. Depender¨¢ de la vacuna. Si funciona y la epidemia desaparece, nada cambiar¨¢ fundamentalmente. Pero, si la vacuna no tiene el efecto esperado, entraremos en un mundo distinto, en el que las formas de socializaci¨®n con desconocidos, que es un tipo de sociabilidad muy importante, cambiar¨¢n todav¨ªa m¨¢s que estos ¨²ltimos meses. Si fuera el caso, veremos c¨®mo se establecen grupos cada vez m¨¢s peque?os y cada vez m¨¢s impermeables respecto a lo que sucede en el exterior.
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