Cuerda, contra las emociones: ¡°Disney, ¡®go home¡±
Un panfleto del director de cine Jos¨¦ Luis Cuerda, con escritos del a?o 1997, que se edita ahora, un a?o despu¨¦s de su muerte, se antoja vaticinio del sentimentalismo que estaba por venir. ¡°No existen los buenos sentimientos¡±, escribi¨®
Cuando ten¨ªa 15 a?os, Jos¨¦ Luis Cuerda falt¨® tres d¨ªas a clase. Su profesora de franc¨¦s, al verlo llegar, le pregunt¨® destemplada por qu¨¦ hab¨ªa faltado. ¡°No olvidar¨¦ nunca el placer de causarle l¨¢stima y arrepentimiento cuando le contest¨¦, armado de la m¨¢s dolorosa justificaci¨®n, que hab¨ªa faltado porque mi madre hab¨ªa muerto¡±, escribe. Fue uno de esos instantes que exigieron de ¨¦l una secreta sinceridad y autenticidad ¡°penetrados por la morbosidad y la apariencia¡±. Como cuando ten¨ªa 12 a?os y, siendo de los pocos alumnos de clase media o alta, se dedic¨® a regalar al resto de compa?eros, dej¨¢ndoselos escondidos en sus habitaciones, botes de leche condensada o salchichones que le mandaban sus padres. ¡°Ese placer de estar haciendo el bien lo era m¨¢s por el hecho de hacer ese bien que por el bien que reportaba a otros el acto¡±, escribe Cuerda en Panfletos contra la emoci¨®n y el audiovisual (Pepitas de Calabaza, 2021), un conjunto de escritos breves que se publicaron en la revista Academia en 1997. Hecho con esa honestidad que Cuerda desplazaba a su cine antisentimental y antirret¨®rico que hu¨ªa de la condescendencia y de la compasi¨®n gratuita: ¡°Nada les importaba a los receptores de mi regalo secreto la justificaci¨®n de mi comportamiento. Sorb¨ªan la leche y santas pascuas. Pero tampoco me importaba a m¨ª que ellos disfrutaran sorbiendo. Yo lo que quer¨ªa era valorar yo mismo mi bondad ¡ªo que me viera Dios, quiz¨¢s¡ª, pero tampoco despreciaba el que, en comentarios de recreo, se sospechara de m¨ª como dadivoso. Lo negaba, por supuesto, pero era una negaci¨®n coqueta, insincera¡±.
En sus ¨²ltimos a?os, durante sobremesas eternas, Jos¨¦ Luis Cuerda sol¨ªa contar una historia para definir a su amigo Rafael Azcona y el impacto que Azcona tuvo en ¨¦l. La an¨¦cdota, que revelar¨ªa Cuerda en una entrevista con el escritor Manuel de Lorenzo en la revista JotDown, empieza cuando el director escribe en el guion de La lengua de las mariposas la escena de una mujer que esconde a un hombre al que van a buscar los republicanos. Ella dice que no est¨¢, y acto seguido ¡°cierra la puerta, apoya la espalda en ella y una l¨¢grima asoma por su rostro¡±. Tras leerlo, Azcona estall¨® a gritos: ¡°?Y una mierda!¡±. ?Por qu¨¦? Cuerda lo explic¨® en la entrevista: ¡°Rehu¨ªa el sentimentalismo pegajoso. No pasaba una si la cosa derivaba a lo f¨¢cil y a lo barato. Ten¨ªa algo que aconsejaba Hemingway para escribir bien. Recomendaba que se tuviese un aparato en la cabeza que fuese un detector de mierda. Y que fuese irrompible. Porque lo fundamental para escribir bien es saber qu¨¦ es mierda y qu¨¦ no¡±.
Sobre las emociones, a¨²n desconocedor de lo baratas que se pondr¨ªan con los a?os y el rendimiento cultural y pol¨ªtico que se podr¨ªan extraer de ellas, gira este panfleto publicado con ocasi¨®n del primer aniversario de la muerte de Jos¨¦ Luis Cuerda, fallecido el 4 de febrero de 2020. ¡°Un op¨²sculo agresivo y, a poder ser, difamatorio¡±, como lo describe la editorial. ¡°No hay buenos sentimientos¡±, sentencia Cuerda en sus p¨¢ginas. ¡°No existe el sentimiento bueno. Eso es una antinomia¡±. Para introducirnos en materia: seg¨²n el cineasta, la emoci¨®n es un medio de conocimiento y no un fin, de tal manera que cuando se construye cualquier tipo de discurso para dirigirlo ¡°derechito derechito¡± al coraz¨®n, se est¨¢ haciendo trampa. Por eso, avisa el director, en una ¨¦poca en la que el receptor no se conforma con que se le den los est¨ªmulos masticados, ni siquiera con que se le den digeridos, ¡°sino que los exige defecados¡±, es lamentable no solo que se le d¨¦ doblemente la raz¨®n, ¡°es decir, mierda¡±, sino que se la den envuelta en celof¨¢n. ¡°El celof¨¢n y el lacito lo ponen los sentimientos primeros, blancos, universalmente aceptados, asequibles, comprensibles, hermosos. Los sentimientos de Lladr¨®¡±.
El panfleto conserva una peculiaridad hermosa de Jos¨¦ Luis Cuerda, y es mostrarlo en crudeza como se mostraba en privado, sin c¨¢maras e int¨¦rpretes de por medio, sin una historia que contar, sino ¨²nicamente, si se quiere, disertar sobre ella. El director de cl¨¢sicos como Amanece que no es poco dice de la risa que no la aguanta si es ¡°risa tonta: la comicidad de grado uno¡±: como no tenga rec¨¢mara, ¡°mal asunto¡±. Y en un alarde inesperado de debilidad, confiesa sus emociones personales. Una de ellas es el espect¨¢culo m¨¢s alejado de sus filias que pueda darse: un desfile militar, que le emociona: ¡°Como me emociona una cabalgata de Reyes Magos o la celebraci¨®n de una boda¡±. No sabe por qu¨¦ a pesar de que se esfuerza en comprenderlo. ¡°He llegado a conclusiones provisionales: me emociona ver a otros emocionados. Y me emociona m¨¢s ver que yo, o algo m¨ªo, somos los causantes de la emoci¨®n¡±.
La primera edici¨®n de Gran Hermano en Espa?a se celebr¨® en el a?o 2000, tres a?os despu¨¦s de que Cuerda escribiese estas reflexiones a vuelapluma sobre la infecci¨®n que en los noventa empez¨® a aparecer en Espa?a en la televisi¨®n, pasando a extenderse r¨¢pidamente a otros ¨¢mbitos. Se trata de la intimidad de las emociones humanas, primarias muchas de ellas, sin sofisticar, emitidas en horario de m¨¢xima audiencia, en plat¨®s, en atriles de los m¨ªtines pol¨ªticos m¨¢s insospechados y en las redes sociales, ahora, por parte de quien menos lo esperas: el hombre circunspecto aquel que en su cuenta de Twitter apenas cuelga convocatorias de ofertas de trabajo, la fr¨ªa y organizada profesional que solo tuitea anuncios ministeriales, el sencillo y apocado chaval que difunde sus primeras notas de prensa¡, va un d¨ªa, y de repente, cuando menos te lo esperas, escribe ¡°abro hilo¡± y cuenta que odia a sus padres, o da con todo lujo de detalles la primera vez que su hijo hizo el amor, o somete a votaci¨®n popular una agria disputa que tiene con su mejor amigo porque este amigo se enamor¨® de su pareja.
¡°Lo insoportable de contemplar la expresi¨®n de sentimientos en estado puro ¡ªlos espect¨¢culos de la realidad que nos sirven las televisiones¡ª es que no est¨¢n exagerados, estilizados, personalizados por un mediador creador, sino que est¨¢n transmitidos por alguien que, en su culpa, se manifiesta neutral¡±, dice Cuerda. ¡°Eso los ilegitima como espect¨¢culo. Lo odioso de los espect¨¢culos en los que, creador mediante, se apuesta por el sentimiento crudo como destinatario de la emoci¨®n es que semejante bajeza reduce al espectador a juguete¡±. Disney, go home, remata.
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