El dilema de quedarse en WhatsApp: ?a qu¨¦ renuncias para hablar con la gente que te importa?
En Facebook compartimos lo que queremos que sepa el mundo, y los anunciantes lo aprovechan. En WhatsApp, un sistema m¨¢s privado, el modelo de negocio se complica. Pero Zuckerberg tiene un plan
Los cambios en WhatsApp se producen de forma lenta y soterrada, como movimientos tel¨²ricos. Se ensayan en silencio, se gestan durante meses sin hacer mucho ruido. Pero de vez en cuando emergen a la superficie noticias que forman peque?os terremotos. El m¨¢s intenso sacudi¨® nuestras pantallas en enero de 2021. Fue entonces cuando WhatsApp anunci¨® un cambio en su pol¨ªtica de privacidad en virtud del cual compartir¨ªa datos con Facebook, su empresa matriz. Lo co...
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Los cambios en WhatsApp se producen de forma lenta y soterrada, como movimientos tel¨²ricos. Se ensayan en silencio, se gestan durante meses sin hacer mucho ruido. Pero de vez en cuando emergen a la superficie noticias que forman peque?os terremotos. El m¨¢s intenso sacudi¨® nuestras pantallas en enero de 2021. Fue entonces cuando WhatsApp anunci¨® un cambio en su pol¨ªtica de privacidad en virtud del cual compartir¨ªa datos con Facebook, su empresa matriz. Lo comunic¨® con un mensaje que sonaba ambiguo y confuso. Pens¨® que el usuario medio perpetuar¨ªa el h¨¢bito m¨¢s com¨²n de internet: asegurar que hab¨ªa le¨ªdo las condiciones de uso (sin haberlo hecho) y que estaba de acuerdo con ellas. No fue as¨ª. Muchos usuarios migraron a sistemas de mensajer¨ªa como Signal o Telegram. Otros propagaron bulos por sus chats de WhatsApp, exagerando las intenciones de la empresa. La cacofon¨ªa hizo incomprensible el mensaje y la compa?¨ªa se vio obligada a posponer, primero, y matizar, despu¨¦s, su decisi¨®n. Los movimientos, sin embargo, continuaron bajo la superficie.
¡°Facebook tiene una meta clara: convertirse en una aplicaci¨®n para todo¡±, afirma por tel¨¦fono Renata ?vila, profesora asociada en Stanford, experta en privacidad y tecnolog¨ªa. Por eso ha intentado ser el nuevo Tinder, el nuevo Twitch, la nueva PlayStation, el nuevo Bizum... Por eso lleva tiempo anunciando que quiere integrar todos sus productos en una sola plataforma, o al menos hacerlos m¨¢s porosos. Es lo que se denomina interoperabilidad, algo que expertos como ?vila llevan a?os reclamando para facilitar la entrada de peque?os actores en el mercado y que se pueda, por ejemplo, escribir a un usuario de WhatsApp desde una cuenta de Signal igual que es posible mandar mensajes de texto a otro usuario sin importar su operador. Facebook lo est¨¢ poniendo finalmente en pr¨¢ctica, pero solo hacia dentro, con empresas de su grupo. ?vila cree que esta pr¨¢ctica acerca a la corporaci¨®n al modelo chino de Wechat, una aplicaci¨®n que controla cada aspecto de la vida de sus usuarios. Pero las autoridades en Am¨¦rica y (especialmente) en Europa est¨¢n dando la batalla. En 2014, Facebook compr¨® WhatsApp por 13.470 millones de euros. Durante el proceso de adquisici¨®n, para recibir los permisos de la Comisi¨®n Europea, asegur¨® que no era posible integrar los perfiles de usuarios que tuvieran cuenta en WhatsApp y Facebook de forma fiable. Sin embargo, una vez terminada la operaci¨®n anunci¨® que empezar¨ªa a hacerlo. Y por ello, la UE mult¨® en 2017 a Facebook con 110 millones de euros. Desde 2018, el Reglamento General de Protecci¨®n de Datos (RGPD) impide que Facebook comparta los datos de WhatsApp con sus otras empresas para su propio inter¨¦s. Se supone, por tanto, que en Europa estamos a salvo en este aspecto.
Otro factor puede disuadir a Facebook de hacer movimientos bruscos en esta ¨¢rea: la concienciaci¨®n. El p¨²blico est¨¢ hoy mucho m¨¢s sensibilizado sobre temas de privacidad, se?ala ?vila. Lo que sucedi¨® tras el anuncio de WhatsApp fue un ejemplo. La presi¨®n social forz¨® a Facebook a suavizar su mensaje. ¡°Hemos pasado los ¨²ltimos meses brindando m¨¢s informaci¨®n sobre nuestra actualizaci¨®n a los usuarios¡±, subraya un portavoz de WhatsApp. ¡°En ese tiempo, la mayor¨ªa de las personas que la han recibido han aceptado la actualizaci¨®n y Whats?App sigue creciendo. Sin embargo, para aquellos que a¨²n no hayan tenido la oportunidad de hacerlo, queremos aclarar que sus cuentas no se eliminar¨¢n ni perder¨¢n funcionalidad¡±.
En resumen: la plataforma hizo un pulso; intent¨® que se aceptaran unas condiciones, pero, ante la respuesta social, recul¨®, y ahora WhatsApp se puede seguir usando sin que aceptemos las condiciones que pretend¨ªa imponer (aunque muchos usuarios ya las han debido de aceptar).
WhatsApp tiene m¨¢s usuarios que habitantes hay en China, 2.000 millones de personas. Pero se encuentra con el reto de c¨®mo hacer dinero con, por ejemplo, el chat donde la gente comparte memes con sus primos, en el que no hay un muro abierto para anuncios. El plan de acci¨®n de Zuckerberg parece consistir en atraer a la mayor cantidad de usuarios posibles. Despu¨¦s invita a las empresas a que se mezclen con ellos. ¡°Sucedi¨® con Facebook y suceder¨¢ con WhatsApp¡±, vaticina Diego Naranjo, asesor pol¨ªtico del laboratorio de ideas European Digital Rights.
El segundo terremoto se produjo a principios de junio. El epicentro fue el evento anual de desarrolladores de WhatsApp. Ajit Varma, responsable de Soluciones de Negocio, confirm¨® lo que muchos insinuaban hac¨ªa meses: la aplicaci¨®n de mensajer¨ªa pretende convertirse en una plataforma de atenci¨®n al cliente. ¡°La idea es que si compras una camiseta a trav¨¦s de Facebook aparezca un enlace a un chat de WhatsApp con el vendedor¡±, explica Naranjo. La aplicaci¨®n ya revolucion¨® hace 10 a?os la forma en la que nos comunicamos entre nosotros. Ahora quiere cambiar la forma en la que nos comunicamos con las empresas.
En Facebook compartimos lo que queremos que sepa el mundo (y que, de paso, llega a los anunciantes). En WhatsApp intercambiamos confidencias y fotos que jam¨¢s publicar¨ªamos en abierto. ¡°Es como si las redes sociales fueran la calle, donde se entiende que lo que haces y dices puede ser visto por mucha gente, y las aplicaciones de mensajer¨ªa fueran tu casa¡±, explica Naranjo. En WhatsApp, como en casa, valoramos nuestra intimidad. Por eso, en 2016, la aplicaci¨®n implement¨® un sistema de cifrado de extremo a extremo, con el que solo el emisario y el receptor del mensaje pueden leer su contenido. Lo que pones en Instagram ser¨ªa como una postal: una cara muestra la versi¨®n idealizada de tu vida; la otra, tus datos. Lo que env¨ªas por WhatsApp, por el contrario, es como una carta. El cifrado de extremo a extremo es un pegamento que, se supone, impide que se abra por el camino.
Pero hay informaci¨®n valiosa m¨¢s all¨¢ del contenido del mensaje, en los metadatos: qui¨¦n habla con qui¨¦n, cu¨¢ndo, d¨®nde, desde qu¨¦ tel¨¦fono, matiza Harry Halpin, profesor del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts, director de Nym, una empresa de protecci¨®n de datos, y autor de Social Semantics: The Search for Meaning on the Web (Sem¨¢ntica social: la b¨²squeda de significado en la web). Estos metadatos ayudan a crear un perfil bastante preciso del usuario, subraya Halpin, cr¨ªtico con Zuckerberg: ¡°Casi 3.000 millones de personas usan Facebook y 2.000 millones usan WhatsApp [otros 1.000 millones, Instagram]. Al menos una cuarta parte de la vida humana consciente est¨¢ bajo vigilancia por su parte. Es inaudito hist¨®ricamente. Y da poderes inimaginables para intentar monitorear, manipular y controlar¡±.
Philip Nickel, investigador del Center for Ethics and Technology, aboga por repensar nuestra relaci¨®n con todo tipo de aplicaciones de mensajer¨ªa. ¡°Si vehiculas tus relaciones personales en una herramienta de comunicaci¨®n masiva, la interacci¨®n va a ser menos ¨ªntima y, desde mi punto de vista, menos real¡±, apunta. No solo se refiere a la evidente falta de contacto f¨ªsico: se suele hablar en mensajes cortos y en grupos, hay menos incentivos para preguntar a alguien c¨®mo est¨¢, c¨®mo ha ido su d¨ªa. El problema, concluye, no tiene tanto que ver con la herramienta en s¨ª, sino con el uso que le damos.
Los movimientos s¨ªsmicos de Whats?App producen r¨¦plicas en otros lugares. En el ¨²ltimo a?o, Signal ha crecido de forma exponencial, aunque la fundaci¨®n (Signal no tiene ¨¢nimo de lucro) no da datos exactos. Para Meredith Whittake, miembro de la Fundaci¨®n Signal, investigadora en la New York University y codirectora del AI Now Institute, no es que a quien permanece en una red como WhatsApp no le importe la privacidad: ¡°No se trata de una elecci¨®n libre. Al final est¨¢s donde est¨¢n tus amigos¡±. El dilema, por tanto, radica en elegir entre proteger tus datos o estar m¨¢s cerca de la gente que te importa. Eliminar las barreras de la interoperabilidad y hacer que las redes sean compatibles podr¨ªa hacer que esa dicotom¨ªa se diluyera, apuntan varios expertos. No as¨ª Whittake. ¡°Es un tanto reduccionista. Quiz¨¢ se ten¨ªa que haber hecho hace mucho tiempo, pero ahora la soluci¨®n pasa por regular severamente. Y, probablemente, por romper Facebook¡±.
No parece que esa hipot¨¦tica partici¨®n sea f¨¢cil. En junio, un juez federal desestim¨® la demanda presentada por el Gobierno federal de EE UU y la mayor¨ªa de Estados, que acusaban a Facebook de monopolio. Paralelamente, la Comisi¨®n Europea y el Reino Unido han iniciado una investigaci¨®n a la empresa por abuso de su posici¨®n en los anuncios clasificados. Los embates legales se amontonan, se suceden los movimientos s¨ªsmicos, pero no se abren grietas en el conglomerado empresarial. WhatsApp sigue siendo la aplicaci¨®n favorita para mandar y recibir mensajes. No porque sea mejor que Telegram ni m¨¢s respetuosa que Signal. Simple y llanamente, todo el mundo est¨¢ ah¨ª. Solo un cambio en las condiciones de uso puede hacer tambalear su hegemon¨ªa, y es lo que est¨¢ a punto de suceder. Zuckerberg se enfrenta a un reto enorme en los pr¨®ximos meses: buscar la rentabilidad de esta mastod¨®ntica red sin espantar a sus usuarios, mucho m¨¢s concienciados ahora que cuando realiz¨® la misma maniobra con Facebook. Los cambios que realice pueden transformar para siempre internet y la forma en la que compramos... o suponer un estrepitoso fracaso. La diferencia entre una y otra opci¨®n depende de una delicada pregunta: ?a cu¨¢nta privacidad est¨¢s dispuesto a renunciar para seguir recibiendo memes en el chat de tus primos?
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