¡®Condottiero¡¯
Podr¨ªamos considerar casual que el popular Draghi no haya concurrido nunca a unas elecciones, pero no deber¨ªamos
Una noche de 1994 cen¨¦ en Par¨ªs con Maril¨® Ruiz de Elvira, mi jefa de entonces (a¨²n la a?oro a veces), y estuvimos de acuerdo en que lo ocurrido en Italia no era m¨¢s que un carraspeo de la historia, un incidente preocupante pero aislado. Los italianos acababan de colocar al frente del Gobierno a Silvio Berlusconi, corruptor insigne, mentiroso patol¨®gico y perito en la explotaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n de masas con fines pol¨ªticos. Lo de Berlusconi no pod¨ªa durar, pens¨¢bamos, porque eso ser¨ªa como el ...
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Una noche de 1994 cen¨¦ en Par¨ªs con Maril¨® Ruiz de Elvira, mi jefa de entonces (a¨²n la a?oro a veces), y estuvimos de acuerdo en que lo ocurrido en Italia no era m¨¢s que un carraspeo de la historia, un incidente preocupante pero aislado. Los italianos acababan de colocar al frente del Gobierno a Silvio Berlusconi, corruptor insigne, mentiroso patol¨®gico y perito en la explotaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n de masas con fines pol¨ªticos. Lo de Berlusconi no pod¨ªa durar, pens¨¢bamos, porque eso ser¨ªa como el fin del mundo.
Hoy sabemos, gracias a los Trump y compa?¨ªa, que Maril¨® y yo nos equivoc¨¢bamos. Termin¨® un mundo y empez¨® otro. Conviene estar atento a las rarezas italianas, porque los dem¨¢s acaban copi¨¢ndolas.
Demos un repaso a la figura del condottiero, t¨¦rmino que aqu¨ª podr¨ªamos traducir como ¡°director¡±. Era un personaje con talento para el mando y experiencia militar, al que las ciudades-Estado italianas (manejadas con el capital privado de familias riqu¨ªsimas) contrataban para que gestionara sus conflictos. Los condottieri, algunos muy c¨¦lebres, protagonizaron la pol¨ªtica del mosaico italiano desde finales del siglo XIV hasta entrado el siglo XVI, cuando empez¨® a cuajar algo mucho m¨¢s fuerte que ellos y que la ciudad-Estado: el Estado nacional.
Cinco siglos m¨¢s tarde, el Estado nacional se deshincha. Apenas puede hacer frente a las grandes corporaciones privadas, recurre al endeudamiento para cumplir el contrato social en que se basa y su forma m¨¢s perfecta, la democracia, ha perdido eficacia y prestigio. Hemos llegado al punto en que una empresa censura al presidente (hoy expresidente) del imperio m¨¢s poderoso del planeta; antes, lo normal era m¨¢s bien lo contrario.
Volvamos la vista a Italia, laboratorio de lo bueno y de lo malo. Por un lado, se mantiene la tradici¨®n: sus ¨²ltimos presidentes del Consejo de Ministros han durado m¨¢s o menos un a?o. Por otro lado, la crisis del Estado nacional y de los mecanismos democr¨¢ticos ha favorecido la resurrecci¨®n del condottiero. Lo fue de alguna forma el economista Mario Monti (2011-2012), sugerido desde Bruselas. Algo de condottiero accidental tuvo Giu?seppe Conte (2019-2021), cuyo mayor m¨¦rito consist¨ªa en no militar en ning¨²n partido. Y es un condottiero majestuoso el banquero Mario Draghi.
Draghi ya fue el hombre m¨¢s poderoso del continente como presidente del Banco Central Europeo. Ahora, seg¨²n la revista estadounidense Politico, vuelve a serlo. Podr¨ªamos considerar casual que el jefe de Gobierno italiano m¨¢s popular en d¨¦cadas no haya concurrido nunca a unas elecciones, ni milite en partido alguno, ni exhiba m¨¢s tendencia ideol¨®gica que la sacralizaci¨®n del mercado. Podr¨ªamos, pero no deber¨ªamos.
El de Draghi no es un Gobierno t¨¦cnico pactado por el presidente de la Rep¨²blica y el Parlamento para salir de un mal paso, sino algo radicalmente nuevo (al menos desde la Edad Media). Draghi intimida al siempre levantisco Parlamento italiano, compite en autoridad con el jefe del Estado, es llevado en triunfo por la opini¨®n p¨²blica, es venerado por las grandes empresas y, seg¨²n Politico, hereda de Angela Merkel el trono europeo.
?Un simple carraspeo de la historia? Podr¨ªa ser. Tambi¨¦n podr¨ªa ser un anticipo de lo que viene. H¨¢ganse una pregunta: ?cu¨¢ntas veces se han quejado este a?o del partidismo y el politiqueo?
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