Del ¡®Gran Hermano¡¯ al ¡®Gran Otro¡¯
Se trata de determinar de qui¨¦n es la propiedad de los datos dispersos de cada persona
A los factores de producci¨®n tradicionales, la tierra, el trabajo, el capital y la tecnolog¨ªa, se ha a?adido otro que adquiere cada vez m¨¢s significaci¨®n: los datos. Con los datos aumenta la capacidad de saber cualquier cosa sobre todas las personas y de predecir lo que cada uno de nosotros va a hacer en cada momento y en cada lugar. Como consecuencia, ...
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A los factores de producci¨®n tradicionales, la tierra, el trabajo, el capital y la tecnolog¨ªa, se ha a?adido otro que adquiere cada vez m¨¢s significaci¨®n: los datos. Con los datos aumenta la capacidad de saber cualquier cosa sobre todas las personas y de predecir lo que cada uno de nosotros va a hacer en cada momento y en cada lugar. Como consecuencia, el control de esos datos determina, m¨¢s que nada, el poder econ¨®mico y el poder pol¨ªtico.
El trabajo de las empresas de datos consiste en reunir bajo una sola identidad toda la informaci¨®n dispersa que existe de cada ciudadano. La periodista Marta Peirano, en su libro El enemigo conoce el sistema (Debate), describe la secuencia de ello: poseer el nombre completo de una persona, su direcci¨®n, tel¨¦fono, n¨²mero de la Seguridad Social, de la tarjeta de cr¨¦dito, la matr¨ªcula del coche, el seguro m¨¦dico, su situaci¨®n en la empresa en la que trabaja, las liquidaciones del banco, compras, viajes, alimentos y bebidas que consume, suscripciones, club de f¨²tbol, multas, facturas del veterinario, curr¨ªculo acad¨¦mico, series favoritas, antecedentes penales, religi¨®n, ideolog¨ªa pol¨ªtica, estado civil, etc¨¦tera. Despu¨¦s se reempaqueta esa informaci¨®n en detallados grupos socioecon¨®micos para que resulte ¨²til a clientes o a campa?as concretas. Por ejemplo, jubilados con antecedentes cardiacos y alto poder adquisitivo que consumen demasiada carne roja, o mujeres que han sufrido abusos sexuales o violencia de g¨¦nero y viven solas en grandes ciudades.
Es lo que la profesora em¨¦rita de Harvard Shoshana Zuboff denomin¨® hace un par de a?os, con gran ¨¦xito medi¨¢tico, ¡°el capitalismo de la vigilancia¡±, que avanza desde su foco de origen en Silicon Valley hacia todos los sectores de la econom¨ªa. Se acumula un enorme volumen de riqueza y poder en unos ¡°mercados de futuros conductuales¡± en los que se compran y se venden predicciones sobre nuestro comportamiento. La amenaza no ser¨ªa hoy un Estado Gran Hermano totalitario, sino una arquitectura digital omnipresente, un Gran Otro privado que opera en funci¨®n de los intereses de los capitalistas de la vigilancia. La sociedad como una ¡°colmena¡± controlada y totalmente interconectada que seduce con la promesa de lograr certezas absolutas a cambio del m¨¢ximo lucro posible para sus promotores, y todo a costa de la democracia, la libertad y el futuro de los seres humanos.
La gran pionera del capitalismo de la vigilancia fue Google, una empresa de apenas 23 a?os de vida, que naci¨® como la esperanza de que el capitalismo informacional actuara como una fuerza social liberadora y democr¨¢tica (en un principio goz¨® de muchas simpat¨ªas) y que ha devenido, seg¨²n ?Zuboff, en una especie invasora que hall¨® pocos obst¨¢culos en forma de impedimentos legales o competidores: Google ¡°se convirti¨® en la pionera, la encubridora, la elaboradora, la experimentadora, la principal practicante, el modelo y el foco difusor del capitalismo de vigilancia¡±. Google es a este ¨²ltimo lo que las empresas automovil¨ªsticas Ford o General Motors fueron al capitalismo gerencial basado en la producci¨®n en masa. Pero no es solo Google; en el libro citado, Marta Peirano comenta que Facebook compr¨® Instagram y WhatsApp para extender sus redes de vigilancia, pero ha habido una tercera adquisici¨®n, m¨¢s inadvertida: Oculus, la plataforma de realidad virtual que permite desaparecer de un mundo sint¨¦tico, artificial, en el que la complejidad de la experiencia es tan profunda que todos los sentidos son enga?ados.
Como todos los capitalismos, el de la vigilancia se basa en la propiedad privada, en este caso, de los datos. ?De qui¨¦n son los datos? En un reciente di¨¢logo (La Vanguardia, 12 de diciembre), el presidente de Telef¨®nica, una empresa que maneja multitud de datos, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez-Pallete, defend¨ªa que estos ¡°son propiedad de quien los genera (¡). Los datos son parte de la dignidad de una persona. No pueden ser expropiados¡±. ?Estamos entonces en medio de una gigantesca impostura? Los pa¨ªses y las grandes empresas ya no compiten tan solo con sus armas tradicionales, sino, crecientemente, con esas infraestructuras digitales que son los datos.
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