La candidata Val¨¦rie P¨¦cresse o el discreto encanto de la burgues¨ªa
?La aspirante presidencial es la esperanza de la derecha moderada francesa. Anodina, pero con una trayectoria original, corteja tanto a los votantes del ultraderechista Zemmour como a los del presidente Macron
Val¨¦rie P¨¦cresse (Neuilly-sur-Seine, 54 a?os), presidenta de la regi¨®n de Par¨ªs y candidata de la derecha francesa a la presidencia de Francia, es un ejemplo de que un perfil en apariencia anodino puede esconder una trayectoria original. ?Cu¨¢ntos dirigentes pol¨ªticos occidentales hablan ruso y japon¨¦s?
En los a?os ochenta, los adolescentes de la burgues¨ªa del oeste de Par¨ªs en la que P¨¦cresse creci¨® pasaban los veranos en Normand¨ªa o la Costa Azul, o perfecci...
Val¨¦rie P¨¦cresse (Neuilly-sur-Seine, 54 a?os), presidenta de la regi¨®n de Par¨ªs y candidata de la derecha francesa a la presidencia de Francia, es un ejemplo de que un perfil en apariencia anodino puede esconder una trayectoria original. ?Cu¨¢ntos dirigentes pol¨ªticos occidentales hablan ruso y japon¨¦s?
En los a?os ochenta, los adolescentes de la burgues¨ªa del oeste de Par¨ªs en la que P¨¦cresse creci¨® pasaban los veranos en Normand¨ªa o la Costa Azul, o perfeccionaban el ingl¨¦s en cursos en Inglaterra o Irlanda. Ella no. Lectora voraz de novela rusa, a los 15 a?os pas¨® el verano en un campamento de la organizaci¨®n sovi¨¦tica juvenil Komsomol en Yalta, y el de sus 16, en el B¨¢ltico y en Leningrado. Unos a?os despu¨¦s, mientras estudiaba en la Haute ?cole de Commerce (HEC), trabaj¨® dos veranos en Jap¨®n: el primero, vendiendo co?ac franc¨¦s; el segundo, en Sony.
No es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ har¨ªa otro pol¨ªtico con estos rasgos de biograf¨ªa. Pongamos el actual presidente, Emmanuel Macron, maestro en el arte de construir un relato cautivador sobre s¨ª mismo: el romance con su profesora de teatro que se convertir¨ªa en su mujer, el disc¨ªpulo del fil¨®sofo m¨¢s importante contempor¨¢neo, el banquero que irrumpe en la anquilosada pol¨ªtica francesa y destruye los viejos partidos¡
Nada de eso hace P¨¦cresse, quien lleva con discreci¨®n este y otros detalles de su vida. Como la influencia de su abuelo materno, el psiquiatra Louis Bertagna, resistente a los nazis y m¨¦dico y amigo de luminarias como Andr¨¦ Malraux o Romain Gary.
Todo esto se lo cont¨® hace unos a?os a la periodista Marion van Renterghem, que public¨® un libro de entrevistas titulado Et c¡¯est cela qui changea tout, pero no es algo que exhiba ni que la defina. Como si prefiriese resaltar su imagen de pol¨ªtica m¨¢s bien gris, lejos de la efervescencia de Nicolas Sarkozy, de quien fue ministra, o de la bonhom¨ªa de su mentor, Jacques Chirac. Como si, al elegirla contra pron¨®stico en la primaria del pasado oto?o, los militantes de Los Republicanos (LR), el partido de la derecha tradicional, hubiesen optado por una candidata que no despierta odios ni pasiones y que, aunque no sea muy de derechas, puede llevar a la derecha al poder tras 10 a?os en la intemperie.
Quiz¨¢ sea lo que pide la Francia siempre convulsa, pero m¨¢s a¨²n en los a?os de Macron y los chalecos amarillos: alguien que ni grita, ni irrita, ni provoca; que tiene una ideolog¨ªa suficientemente difusa como para adaptarse al momento. ?Inteligencia pol¨ªtica? ?Oportunismo? No importa: esta es su se?a de identidad.
C¨®mo, si no, explicar que en 2019 diese el portazo a LR por considerar que se hab¨ªa derechizado y dos a?os despu¨¦s regresase para coronarse como su nueva l¨ªder. En 2012 participaba en las manifestaciones masivas contra el matrimonio homosexual. Ahora lleva la bandera feminista. En un debate reciente moderado por un famoso periodista al que una mujer acusa de agresi¨®n sexual, le habl¨® claro y declar¨®: ¡°Demasiadas mujeres han tenido miedo durante demasiado tiempo de denunciar¡ La ley del silencio se acab¨®¡±. Durante la precampa?a, ha oscilado entre la ret¨®rica de mano dura en la seguridad y la inmigraci¨®n (citando a Sarkozy, prometi¨® sacar el k?rcher ?¡ª?una marca alemana que fabrica limpiadores industriales a presi¨®n¡ª para limpiar los barrios de la periferia de delincuentes y traficantes) y un mensaje de ¡°conservadurismo compasivo¡±.
Las oscilaciones no son sorprendentes. Si quiere quedar entre los dos primeros en la primera vuelta electoral del 10 de abril y as¨ª clasificarse para la segunda vuelta, debe recuperar a votantes del ala derecha de LR que se dejan seducir por el ultra ?ric Zemmour, y a la vez retener a los conservadores moderados que sienten la tentaci¨®n del centrista Macron. Un rompecabezas.
Ella se define como ¡°dos tercios de Angela Merkel y un tercio de Margaret Thatcher¡±. Como la que fuera canciller alemana, es una pragm¨¢tica de centro al¨¦rgica a los experimentos, pero con gotas de la audacia de la primera ministra brit¨¢nica entre 1979 y 1990. Otra etiqueta que se atribuye es la de ¡°gaullista social¡±, lo que en Francia es casi un lugar com¨²n y sirve para reclamarse, a la vez, del general Charles de Gaulle y de la creencia en un Estado social fuerte.
A poco m¨¢s de dos meses de la elecci¨®n, P¨¦cresse es la ¨²nica candidata en condiciones de derrotar a Macron en la segunda vuelta. Se parecen. Ambos se formaron en la Escuela Nacional de Administraci¨®n, vivero de la clase dirigente. Algunos votantes podr¨¢n pensar que es un Macron sin las florituras ni la arrogancia. Otros, que ideol¨®gicamente son indistinguibles y, por tanto, si se enfrentan en la segunda vuelta, tanto da uno como el otro.
Pero no son iguales: ella es m¨¢s conservadora y pertenece a un viejo partido; ¨¦l conserva la flexibilidad de no ser ¡°ni de derechas ni de izquierdas¡±, aunque durante buena parte de su quinquenio haya gobernado en el centroderecha y tenga ministros m¨¢s conservadores que P¨¦cresse. Durante un tiempo, ella son¨® como primera ministra de Macron. No habr¨ªan formado un mal equipo.
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