Por qu¨¦ la calle se hace de derechas
La cuesti¨®n es qui¨¦n capitaliza el descontento de una poblaci¨®n cansada y desmoralizada
Hace una semana coincidieron dos manifestaciones de protesta en Madrid. La primera, la del campo, agrup¨® a cientos de miles de personas y fue capitalizada pol¨ªticamente por la derecha conservadora y la extrema derecha, cuyos principales dirigentes estuvieron presentes. A solo unos cientos de metros se concentraron los ciudadanos que protestaban contra la ...
Hace una semana coincidieron dos manifestaciones de protesta en Madrid. La primera, la del campo, agrup¨® a cientos de miles de personas y fue capitalizada pol¨ªticamente por la derecha conservadora y la extrema derecha, cuyos principales dirigentes estuvieron presentes. A solo unos cientos de metros se concentraron los ciudadanos que protestaban contra la invasi¨®n rusa de Ucrania. Estos, mucho menos numerosos, hab¨ªan sido reunidos por algunas organizaciones no gubernamentales (las que pusieron todo el esfuerzo), los partidos de izquierda y los sindicatos de clase. La mera enumeraci¨®n de los convocantes era casi superior (es un decir) a los presentes, y entre ellos no estaban las figuras m¨¢s representativas de los partidos y sindicatos. Del mismo modo que en la primera manifestaci¨®n abundaban los j¨®venes, en la que denunciaba la guerra de Putin apenas se ve¨ªan m¨¢s que sienes plateadas o cabezas sin pelo. Tres d¨ªas despu¨¦s, CC OO y UGT llamaron a protestar contra la carest¨ªa de la vida, esta vez s¨ª, con Unai Sordo y Pepe ?lvarez en primera fila. Los manifestantes se contaban m¨¢s por cientos que por miles.
Esto no era lo habitual. ?Est¨¢ ganando la calle la derecha a la izquierda? ?Es un hecho coyuntural o se est¨¢ constituyendo en tendencia y en el esp¨ªritu de nuestra ¨¦poca? El peso del desasosiego cuenta en el ¨¢nimo de la zurda ideol¨®gica. La cuesti¨®n es qui¨¦n capitaliza el descontento de una poblaci¨®n desmoralizada y cansada por la continuidad de una serie de crisis mayores sucesivas. Hay un malestar social cocido a fuego lento desde el a?o 2008 que ahora ha estallado ante el hecho de que los precios suben tres veces m¨¢s que los salarios y ha emergido, como un cisne negro, el espectro del empobrecimiento general. Agricultores y ganaderos, transportistas, pescadores, asalariados en general y pensionistas, aut¨®nomos, amas de casa, peque?os y medianos empresarios, etc¨¦tera, la fila de agraviados se va haciendo m¨¢s larga.
En este contexto, conocido en otros momentos de nuestra historia democr¨¢tica (la crisis del petr¨®leo y la estanflaci¨®n de los a?os setenta del siglo pasado), hay un factor nuevo: la presencia de la extrema derecha (obtuvo 3,64 millones de votos en las ¨²ltimas elecciones), que trabaja para recolectar el malestar social y trata de colarse por las rendijas del descontento y el abatimiento, como bien analiza el periodista Miguel Gonz¨¢lez en su magn¨ªfico libro Vox S.A. El negocio del patriotismo espa?ol (Pen¨ªnsula). Por supuesto, que la extrema derecha trate de aprovechar el ¡°estado de cabreo¡± no significa que no existan los problemas que denuncian los diferentes sectores productivos y la ciudadan¨ªa en general. Son muy sugerentes algunas de las tesis desarrolladas por el historiador argentino Pablo Stefanoni en su libro ?La rebeld¨ªa se volvi¨® de derechas? (Clave Intelectual y Siglo XXI Editores). Su t¨ªtulo es un manifiesto. A saber, que estamos entrando en el tiempo de la posindignaci¨®n que, a diferencia del 15-M, est¨¢ protagonizado por la derecha m¨¢s radical. Las diferentes extremas derechas en el mundo (muchas de ellas simpatizantes de Putin, como ¡°l¨ªder fuerte¡±) levantan la bandera de la rebeld¨ªa como autorrepresentantes de los que se sienten postergados, y consideran a las izquierdas parte del statu quo. As¨ª se han multiplicado las ¡°insubordinaciones electorales¡±, tipo Trump, Johnson, Bolsonaro, etc¨¦tera. La emergencia de estas extremas derechas introduce una competici¨®n por el control del campo pol¨ªtico que la familia liberal conservadora (la ¡°derechita cobarde¡±) no hab¨ªa conocido desde 1945, y tambi¨¦n disputa con la izquierda, en la calle y en las urnas, la capacidad de indignaci¨®n frente a la realidad. Las extremas derechas muerden en el electorado compuesto por las franjas de poblaci¨®n m¨¢s precarias, menos educadas y menos favorecidas.
Un fantasma recorre los concili¨¢bulos pol¨ªticos, los eventos electorales y los centros de pensamiento del establishment: el de la extrema derecha y su consecuencia m¨¢s inmediata, la polarizaci¨®n. Su pretensi¨®n de representar a los que se sienten ¡°inseguros¡± y ¡°perdedores de la globalizaci¨®n¡± conlleva un alineamiento creciente en torno a posturas cada vez m¨¢s alejadas entre s¨ª.
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