El mundo que hemos perdido
De la soluci¨®n a la guerra depende, incluso, la supervivencia de la humanidad
El imprescindible historiador brit¨¢nico Tony Judt apenas conoci¨® los peores s¨ªntomas de lo que m¨¢s tarde se denomin¨® Gran Recesi¨®n: falleci¨® en el a?o 2010, en los inicios de ¨¦sta. Poco despu¨¦s de su muerte se public¨® un libro que era una especie de testamento intelectual (Algo va mal, Taurus). En ¨¦l se desarrollaba una reflexi¨®n que sirve en toda su extensi¨®n para estos tiempos oscuros en los que transitamos de crisis en crisis, cada una de distinta naturaleza: por qu¨¦ nos hemos apresurado en derribar los diques que tan laboriosamente levantamos para protegernos. ?Tan seguros est¨¢bamos de que no se avecinaban inundaciones? Despu¨¦s de la crisis econ¨®mica llegaron la pandemia y la guerra.
Conviven entre nosotros problemas crecientes que no son fen¨®menos naturales ni tampoco simples injusticias, sino que se trata de violaciones a los derechos fundamentales de los ciudadanos (por el mero hecho de serlo) estipulados en declaraciones universales o en textos constitucionales nacionales o supranacionales. Ejemplos: las amenazas a la paz mundial (la ¨²ltima, la invasi¨®n rusa de Ucrania); la emergencia clim¨¢tica manifestada en fen¨®menos extremos cada d¨ªa m¨¢s frecuentes; el crecimiento exponencial de las desigualdades en el seno de un capitalismo can¨ªbal que desvertebra a las sociedades; la inmensa masa de refugiados pol¨ªticos y de emigrantes econ¨®micos que huyen de las condiciones de persecuci¨®n, miseria y degradaci¨®n de sus lugares de origen; la muerte anual de millones de personas por falta de agua potable, alimentaci¨®n b¨¢sica o f¨¢rmacos y vacunas contra las epidemias, etc¨¦tera.
De la soluci¨®n de estos problemas depende la supervivencia de la humanidad. El profesor de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad de Roma Luigi Ferrajoli demanda en su ¨²ltimo libro una Constituci¨®n de la Tierra que tutele los bienes vitales de la naturaleza, proh¨ªba todas las armas comenzando por las nucleares como bienes il¨ªcitos (en direcci¨®n contraria al esp¨ªritu de esta ¨¦poca) e introduzca un fisco e instituciones id¨®neas globales en defensa de la triple ciudadan¨ªa, civil, pol¨ªtica y social, y del universalismo de los derechos humanos. Ferrajoli se pone la venda antes de la herida: este proyecto constitucional no es una hip¨®tesis ut¨®pica, sino la ¨²nica respuesta racional y realista capaz de limitar los poderes salvajes de los Estados y los mercados en beneficio de la habitabilidad del planeta y de la supervivencia de la sociedad (Por una Constituci¨®n de la Tierra, editorial Trotta).
Las transformaciones se est¨¢n acelerando, sobre todo a partir del a?o 2008, parteaguas de dos ¨¦pocas. En esa frontera temporal, el economista estadounidense de origen turco Dani Rodrik puso en circulaci¨®n un trilema que se hizo inmediatamente famoso. El ¡°trilema de Rodrik¡± dice que es imposible conseguir al mismo tiempo la globalizaci¨®n, la democracia y la soberan¨ªa nacional, y que hay que escoger dos de los tres elementos. La tendencia dominante fue caminar hacia una globalizaci¨®n con democracia. Ahora se est¨¢n quebrando las dos premisas: las autocracias ganan terreno a las democracias y la globalizaci¨®n va perdiendo fuelle: desde el coronavirus, los pa¨ªses miran hacia dentro de sus fronteras para asegurarse ciertos suministros estrat¨¦gicos hasta ayer confiados a la globalizaci¨®n, y detienen la deslocalizaci¨®n y desindustrializaci¨®n de empresas y sectores estrat¨¦gicos. La reacci¨®n a la agresi¨®n rusa a Ucrania ha consistido fundamentalmente en sacar al primer pa¨ªs, a trav¨¦s de sanciones, de los circuitos financieros, comerciales y de divisas, lo que generar¨¢ sin duda un desacoplamiento mundial.
Estas transformaciones generan inseguridad en los ciudadanos. La inseguridad engendra miedo, y el miedo ¡ªal cambio, a la decadencia, a los extra?os, a un mundo ajeno, etc¨¦tera¡ª corroe la confianza y la interdependencia en la que se basan las sociedades civiles. Sin duda hay ya quien apremia a las sociedades abiertas a que se cierren y sacrifiquen la libertad en aras de la seguridad. Judt apela a la experiencia hist¨®rica para no olvidar las lecciones que el pasado nos ha ense?ado: si se quiere construir un futuro mejor, hay que empezar por recordar la facilidad con la que incluso las democracias liberales m¨¢s s¨®lidas pueden zozobrar.
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