Yascha Mounk, ensayista: ¡°Somos tribales. Con los ajenos al grupo podemos ser incre¨ªblemente crueles¡±
Con la era Trump se convirti¨® en un intelectual estrella. Estadounidense de origen alem¨¢n, estudia ahora el desaf¨ªo de la multiculturalidad en las democracias
Yascha Mounk (M¨²nich, 40 a?os) es un estadounidense de origen alem¨¢n que no esconde, sino m¨¢s bien cultiva, un ligero acento alem¨¢n en su ingl¨¦s fluido, ¨¢gil y convincente. Durante la era de Trump se convirti¨® en un intelectual estrella, requerido por todos los medios. Su ¨²ltimo libro, El gran experimento: Por qu¨¦ fallan las democracias diversas y c¨®mo hacer que funcionen (Paid¨®s), es el relato de unas democracias que hacen frente al enorm...
Yascha Mounk (M¨²nich, 40 a?os) es un estadounidense de origen alem¨¢n que no esconde, sino m¨¢s bien cultiva, un ligero acento alem¨¢n en su ingl¨¦s fluido, ¨¢gil y convincente. Durante la era de Trump se convirti¨® en un intelectual estrella, requerido por todos los medios. Su ¨²ltimo libro, El gran experimento: Por qu¨¦ fallan las democracias diversas y c¨®mo hacer que funcionen (Paid¨®s), es el relato de unas democracias que hacen frente al enorme desaf¨ªo de gestionar sociedades diversas y multiculturales, pero tambi¨¦n es una defensa de las instituciones democr¨¢ticas y el Estado de derecho. Es necesario lograr que funcione esa diversidad actual, argumenta Mounk, para evitar resultados catastr¨®ficos. Profesor invitado en el St. Antony¡¯s College de Oxford, recibe a EL PA?S en el refectorio de una instituci¨®n universitaria cuya calma representa todo lo contrario al calor y bullicio de los debates pol¨ªticos en los que al autor le gusta sumergirse.
PREGUNTA.?Sus ideas casi navegan a contracorriente. Ve las amenazas a la democracia, pero cree que esta es m¨¢s fuerte¡
RESPUESTA.?Un n¨²mero muy importante de democracias est¨¢n al borde de ser tomadas por el autoritarismo, como Hungr¨ªa, Brasil o India. Incluso aquellas democracias que siempre hemos considerado m¨¢s estables se encuentran seriamente amenazadas, como es el caso de Estados Unidos. Pero a la vez, en los ¨²ltimos dos a?os, los gobiernos autoritarios han demostrado ser bastante d¨¦biles. Rusia no tiene hoy el menor atractivo y ha debilitado su posici¨®n en el mundo con el terrible e injusto ataque a Ucrania. Y China no parece ser hoy el modelo de ¨¦xito de hace unos a?os.
P.?Xi Jinping se ha afianzado en el poder, al menos por cinco a?os m¨¢s.
R.?Lo que tenemos es una crisis global de confianza que es falsa en su origen. Porque, comparada con las dictaduras, la democracia sigue siendo bastante atractiva. Hace 10 a?os, China pod¨ªa presumir de un ¨¦xito econ¨®mico impresionante y hab¨ªa una m¨®dica posibilidad de libertad para sus ciudadanos, un m¨®dico consumo de prensa extranjera, incluso formas suaves de cr¨ªtica en los espacios no dominados por el partido. Hoy es una estructura autoritaria que se est¨¢ convirtiendo en totalitaria, cuya reputaci¨®n en el exterior ha sufrido enormemente.
P.?Y no vemos, sin embargo, los avances de nuestras democracias.
R.?Hemos visto un tremendo progreso en la posici¨®n de las mujeres o en los derechos de los gais. De hecho, hemos visto una transformaci¨®n r¨¢pida de muchas sociedades europeas, que tienen una concepci¨®n de s¨ª mismas mucho m¨¢s multi¨¦tnica. Ha habido avances muy importantes para las minor¨ªas en pa¨ªses como Estados Unidos. As¨ª que para m¨ª el verdadero reto de la democracia es la diversidad ¨¦tnica o religiosa, aunque tengo razones para ser optimista ante ese reto.
P.?Es el tema central de su ¨²ltimo libro. El reto de la multiculturalidad.
R.?Vivimos una situaci¨®n sin precedentes en muchos pa¨ªses. Espa?a, Alemania ¡ªdonde yo crec¨ª¡ª, Suiza, Italia¡, todos eran razonablemente homog¨¦neos. En todos ellos se compart¨ªa un origen ¨¦tnico, aunque hubiera diferencias ling¨¹¨ªsticas, como en Espa?a. La concepci¨®n de naci¨®n era la de una homogeneidad ¨¦tnica y cultural.
P.?Y ahora muchos ciudadanos no digieren el cambio antes sus ojos.
R.?Lo que todos esos pa¨ªses intentan ahora es construir una nueva sociedad que es mucho m¨¢s diversa ¨¦tnica y religiosamente y tratar por igual a todos sus ciudadanos. No existe un precedente de ¨¦xito en un intento as¨ª, en toda la historia de la humanidad. Por eso hablo del ¡°gran experimento¡±.
P.?Se?ala usted tres grandes trabas para intentar sacarlo adelante.
R.?La primera es que los seres humanos somos tribales. Solemos tratar a los miembros de nuestro grupo con mucha generosidad y altruismo, incluso con valent¨ªa. Pero no nos sentimos obligados a actuar igual con los que son ajenos al grupo. Con esos podemos ser incre¨ªblemente crueles. La segunda es que los grupos pueden trazar entre ellos barreras bas¨¢ndose en criterios de etnia, religi¨®n, lengua o nacionalidad, y eso ha motivado las guerras m¨¢s destructivas, los peores genocidios y limpiezas ¨¦tnicas que se recuerdan.
P.?Y la tercera, la m¨¢s llamativa, es que la democracia puede no ser la mejor herramienta ante esos retos.
R.?Exacto. Como defensores que somos de la democracia, tendemos a pensar que todos estos problemas pueden solucionarse a trav¨¦s de mecanismos electorales, pero lo ¨²nico que logramos es exacerbarlos. En una monarqu¨ªa absoluta, ni usted ni yo tendr¨ªamos el menor poder. Deber¨ªamos confiar en que el sistema buscara una soluci¨®n. Y si usted es un inmigrante y tiene m¨¢s hijos que yo, y tengo la sensaci¨®n de que me roba, no puedo hacer nada. Pero en una democracia construimos mayor¨ªas. Si yo sol¨ªa pertenecer a una mayor¨ªa y ahora contemplo que usted forma parte de un sector que va en aumento, puedo tener miedo del futuro e intentar concentrar el poder antes de perderlo.
P.?No parece haber funcionado ninguna f¨®rmula de integraci¨®n, ni la que nos hace homog¨¦neos ¡ª?EE?UU¡ªni la que separa casi en guetos a los grupos ¡ªReino Unido¡ª.
R.?Debemos plantearnos qu¨¦ tipo de met¨¢fora deseamos adoptar cuando pensamos en la integraci¨®n. La imagen tradicional de EE?UU y de otros pa¨ªses ha sido la del melting pot, la olla en la que todo se mezcla. Diferentes culturas se integran en una cultura homog¨¦nea. Otros soci¨®logos han abrazado la idea de la salad bowl (la ensaladera), tambi¨¦n llamada el mosaico. Comunidades que viven unas pegadas a otras, sin interactuar. Ambos modelos, en mi opini¨®n, son err¨®neos. Yo propongo un tercero, que defino como el del parque p¨²blico. Un lugar donde podamos juntarnos con ciudadanos diferentes y mantener una conversaci¨®n. Una democracia liberal nos permite estas conexiones y, a la vez, socializar la mayor parte del tiempo con nuestra comunidad religiosa o de nuestros or¨ªgenes nacionales.
P.?Propone usted un pegamento interesante, una idea de patriotismo que resulte atractiva y eficaz.
R.?Yo soy un jud¨ªo alem¨¢n. Ni el nacionalismo ni el patriotismo me surgen de un modo natural. Pero en los ¨²ltimos 20 a?os he comprendido el poder que los s¨ªmbolos y la ret¨®rica nacionales tienen. Es una ilusi¨®n pensar que est¨¢bamos en una era posnacionalista. Ahora creo que el patriotismo es un animal medio domesticado, muy peligroso en manos de algunos.
P.?Y no vale ni el ¨¦tnico ni el que se ajusta al m¨ªnimo com¨²n denominador de un texto constitucional.
R.?Tradicionalmente ha habido dos planteamientos. Un nacionalismo ¨¦tnico, que ha justificado agresiones contra el exterior, y que rechazo. Y luego el llamado patriotismo constitucional o ciudadano. Yo me inclino m¨¢s por este segundo, que suele centrarse en las leyes y derechos que nos unen. Pero creo que no es suficiente para mantener la solidaridad necesaria para sostener democracias diversas. Por eso deber¨ªamos aspirar a un ¡°patriotismo cultural¡±, que haga referencia a las ciudades, los paisajes, las vistas, los olores, los rasgos culturales, incluso la gente famosa o las estrellas de YouTube. Una celebraci¨®n del presente, din¨¢mica, cambiante, y que ya contenga las influencias de inmigrantes y grupos diversos. Un patriotismo cultural diario que nos haga perder los miedos.
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