Reforma laboral¡ y empresarial
Hay un desajuste creciente entre las expectativas y los resultados del capitalismo
Una empresa privada tiene absolutamente el derecho a tomar, a trav¨¦s de su junta general, las decisiones que considere oportunas¡±. Estas palabras corresponden al presidente de la patronal espa?ola, Antonio Garamendi, y hay que entenderlas en el contexto en que estaban dichas: el del caso Ferrovial. Hubiera sido redundante que defendiera ese ¡°derecho natural¡± en el marco de la legislaci¨®n y de la seguri...
Una empresa privada tiene absolutamente el derecho a tomar, a trav¨¦s de su junta general, las decisiones que considere oportunas¡±. Estas palabras corresponden al presidente de la patronal espa?ola, Antonio Garamendi, y hay que entenderlas en el contexto en que estaban dichas: el del caso Ferrovial. Hubiera sido redundante que defendiera ese ¡°derecho natural¡± en el marco de la legislaci¨®n y de la seguridad jur¨ªdica de los ciudadanos. Por supuesto. La empresa es, dentro del sistema capitalista en el que vivimos, uno de los elementos centrales para satisfacer las demandas de la sociedad.
Es evidente que se ha producido un desajuste entre las expectativas ciudadanas y los resultados del sistema. ?Qu¨¦ ha pasado con las autocr¨ªticas empresariales que se iniciaron justo antes de la pandemia de la covid y que pretend¨ªan compatibilizar los beneficios con otros fines como, por ejemplo, la lucha contra la emergencia clim¨¢tica o a favor de la inclusi¨®n de clase, de g¨¦nero o racial a trav¨¦s de la limitaci¨®n de las desigualdades? Recordemos: a mitad de 2019, la Business Roundtable, una poderosa asociaci¨®n de los casi 200 principales ejecutivos americanos, y que agrupa a m¨¢s de 15 millones de trabajadores, demandaba revocar el criterio de maximizaci¨®n continua del beneficio y su sustituci¨®n por otro que tuviese en cuenta el bienestar de todos los grupos de inter¨¦s en el seno de la empresa (trabajadores, proveedores, accionistas¡).
Ello era seguido por otro documento de la British Academy sobre la reforma de los negocios en el siglo XXI, en el que se desarrollaba la iniciativa colectiva de una treintena de acad¨¦micos de ciencias sociales, bajo la direcci¨®n del profesor de Oxford Colin Mayer, para ¡°construir confianza entre las empresas y la sociedad¡±. Los principales medios de comunicaci¨®n escritos occidentales, The Economist, Financial Times, The New York Times¡, saludaban ambas iniciativas para que las ¡°empresas con prop¨®sito¡± tuviesen en cuenta aspectos como la pobreza, el paro, los derechos humanos, la descarbonizaci¨®n del planeta, la digitalizaci¨®n, etc¨¦tera. Bien es cierto que aquellas iniciativas no suscitaron apenas eco en Espa?a, m¨¢s all¨¢ de los textos elaborados por los profesores L¨®pez Garrido, Francisco Ros, Vicente Salas e Ignacio Santillana (compilados ahora en el libro La funci¨®n social de la empresa; editorial Alternativas).
Las ideas de la Business Roundtable y de la British Academy pon¨ªan en cuesti¨®n uno de los art¨ªculos m¨¢s importantes publicados en la prensa (en la revista de The New York Times) en materia econ¨®mica, y del que hace poco se cumpli¨® el medio siglo: el escrito por el premio Nobel de Econom¨ªa y catedr¨¢tico de la Universidad de Chicago Milton Friedman sobre lo que entonces se denominaba la responsabilidad social de las empresas, y que ahora se agrupa en torno a los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, en sus siglas en ingl¨¦s). Friedman defend¨ªa, con el estilo pol¨¦mico que lo caracterizaba, que la ¨²nica responsabilidad social de una empresa es ganar dinero, utilizar sus recursos y participar en actividades concebidas para aumentar sus beneficios siempre y cuando respete las reglas del juego. La maximizaci¨®n del beneficio como ¨²nica aguja de marear para el directivo.
La covid y la guerra de Ucrania han secado ese debate, que de alguna forma roza el caso Ferrovial. Las grandes empresas, en coordinaci¨®n con el Estado (licitador de tantas iniciativas p¨²blicas) y el mercado (con realidades crecientes de oligopolizaci¨®n), no pueden defraudar a los ciudadanos, so pena de poner en cuesti¨®n el sistema. Los autores citados sostienen en su libro que las empresas, voluntariamente o por imperativo legal (ya se ha mostrado en numerosas ocasiones el escaso valor de la autorregulaci¨®n), han de implicarse en la soluci¨®n de los graves problemas. Si se cuestiona, como est¨¢ ocurriendo, el sistema econ¨®mico dominante, significa que la empresa, el Estado y el mercado no cumplen adecuadamente la funci¨®n social que se les ha encomendado.
Las reformas laborales son importantes, pero la reforma empresarial del siglo XXI es imprescindible. Aunque est¨¦ sumergida en el pozo por quienes no desean hablar de ella.
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