La paradoja de la vida acelerada y los planes a largo plazo
El horizonte de vida se siente leg¨ªtimamente amenazado y nuestro prop¨®sito no puede ser otro que ampliarlo tanto como nos permita la imaginaci¨®n. O la cartera
Que la vida va cada vez m¨¢s deprisa es un lamento que viaja de la cola del supermercado (siempre que tengas tiempo para charlar en la cola de asistencia humana y no atajes por la caja de autopago) a la terapia psicol¨®gica. El tiempo ha dejado de percibirse como un bien valioso para entenderse como una materia extinta. No hay, nadie tiene, no nos queda. Mientras tanto, los planes a largo plazo se venden cada vez m¨¢s r¨¢pido. Y m¨¢s caros. Las entradas para el concierto de Aitana en el Bernab¨¦u se agotaron en 72 horas con un a?o de antelaci¨®n, por no hablar de las de Taylor Swift, ...
Que la vida va cada vez m¨¢s deprisa es un lamento que viaja de la cola del supermercado (siempre que tengas tiempo para charlar en la cola de asistencia humana y no atajes por la caja de autopago) a la terapia psicol¨®gica. El tiempo ha dejado de percibirse como un bien valioso para entenderse como una materia extinta. No hay, nadie tiene, no nos queda. Mientras tanto, los planes a largo plazo se venden cada vez m¨¢s r¨¢pido. Y m¨¢s caros. Las entradas para el concierto de Aitana en el Bernab¨¦u se agotaron en 72 horas con un a?o de antelaci¨®n, por no hablar de las de Taylor Swift, que convirtieron Ticketmaster en una peregrinaci¨®n virtual para cerrar una cita a un a?o vista. Aunque planear con meses no es solo un fen¨®meno fan. Pasa lo mismo con cines, aviones, casas rurales, musicales o restaurantes. La pregunta es ?por qu¨¦?
La m¨ªtica frase de John Lennon, esa de ¡°La vida es aquello que pasa mientras est¨¢s ocupado haciendo otros planes¡± ha dejado de funcionar en 2024. Ahora resulta que la vida ya pas¨® y que solo nos quedan los planes. Da igual si tienes 14, 30 o 70 a?os, el sentimiento compartido es que el sentido de la vida pas¨® de largo. Y cuando sientes algo as¨ª, sucede que los buenos planes se confunden con la vida buena. Y tiene sentido. Despu¨¦s de todo, si el presente es asfixiante, lo m¨¢s sensato parece comprarse un billete al futuro.
Pero ?c¨®mo se achican los horizontes? ?Por qu¨¦ el presente nos resulta inh¨®spito? Hay quien asegura que la culpa de todo la tiene el m¨®vil, que nos desconecta del arte de vivir. Pero no es por eso, desde luego no solo. Asistimos a diario a dos guerras cruentas sin rumbo claro, despu¨¦s de una pandemia, con el planeta en riesgo de extinci¨®n, con crisis econ¨®micas permanentes, con personas muriendo en la orilla de la playas o la frontera y con la extrema derecha acechando detr¨¢s de cada proceso electoral, cuando no gobernando a favor del retroceso social cada vez en m¨¢s pa¨ªses. El horizonte de vida se siente leg¨ªtimamente amenazado y nuestro prop¨®sito no puede ser otro que ampliarlo tanto como nos permita la imaginaci¨®n. O la cartera.
Le quitas el horizonte a la vida y la gente empieza a poner horizontes all¨¢ donde puede. Y los nuevos horizontes son de consumo. El tiempo se ha vuelto instant¨¢neo y falto tanto de presente como de perspectiva. Y como as¨ª no se puede vivir, la pregunta l¨®gica es ?entonces, qu¨¦ hacemos? ?alguien tiene un plan?
Y oye, un d¨ªa te enteras de que Aitana tiene un plan chul¨ªsimo para el a?o que viene, que dice que lo har¨¢ seguro, que si te vienes. Que habr¨¢ final de Champions, que Nueva York seguir¨¢ tan bonita como en las pelis dentro de seis meses, que hay un restaurante donde si reservas con tiempo te sirven un tataki de solomillo al carb¨®n que borra el sinsabor de cualquier noche. ?Y t¨² qu¨¦ dices? Pues que s¨ª. Que vale la pena pagar. Y esperar. Y correr un poco m¨¢s para ganar otro poco m¨¢s y pagar a¨²n m¨¢s. Porque con cada nuevo plan hay alguien que nos ofrece la posibilidad de actuar, de decidir qu¨¦ hacer, d¨®nde ir y hasta con qui¨¦n hacerlo. ?Y eso cu¨¢nto cuesta? Da igual. Cada d¨ªa estamos un paso m¨¢s cerca de pagar lo que sea.
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