Antonello, mi fot¨®grafo
Con un compa?ero as¨ª, vas al fin del mundo por un reportaje. Era algo m¨¢s, como un amigo del cole con el que vives cosas. Qu¨¦ fotos hac¨ªa

Al mirar atr¨¢s, uno recuerda sobre todo las aventuras. Tengo que mirar atr¨¢s porque ha fallecido un amigo, Antonello Nusca, fot¨®grafo de prensa, que public¨® sus fotos en medios internacionales y espa?oles, tambi¨¦n en este peri¨®dico, y al recordar los momentos pasados juntos regreso al tipo fant¨¢stico que era y lo bien que nos lo pas¨¢bamos, cuando corres aventuras y encima te pagan. Me perdonar¨¢n si les cuento una batallita. Hace ya bastantes a?os nos perdimos en las monta?as de Albania, en algo que llamar carretera ser¨ªa un disparate y era m¨¢s bien un pedregal en el que nos empe?amos en meter el coche, pero que acab¨® llegando a un pueblo, donde nos tomaron por extraterrestres. M¨¢s a¨²n cuando les dijimos qu¨¦ hac¨ªamos all¨ª. Hab¨ªamos o¨ªdo hablar de algo que no sab¨ªamos si era leyenda o era verdad, dec¨ªan que en esa zona a¨²n hab¨ªa una ¡°virgen jurada¡±. Llamaban as¨ª a mujeres que, seg¨²n una tradici¨®n ancestral, se convert¨ªan en hombres si mor¨ªa el ¨²ltimo hombre de la casa. Se cortaban el pelo, empezaban a vestirse como un hombre, a fumar, a beber, a llevar pistola. Luego se han conocido m¨¢s, pero entonces apenas hab¨ªa fotos de ellas. En el pueblo nos dijeron que eran historias del pasado, pero nos invitaron a pasar all¨ª la noche y tomar raki. A la tercera botella esa mujer ya exist¨ªa, ten¨ªa nombre y sab¨ªan donde viv¨ªa. Antonello y yo nos mir¨¢bamos con complicidad, con esos ojillos claros y vivos que ten¨ªa. Al d¨ªa siguiente nos llevaron, atravesamos un bosque y llegamos a una casa que parec¨ªa la de Blancanieves. Algunas noches de invierno, nos dijeron, los lobos ara?aban la puerta. Nos sent¨ªamos muy lejos de todo, en medio de un cuento. Entramos, o¨ªmos pasos en el suelo de madera y de pronto entr¨®. No era una leyenda, era verdad. Ten¨ªa 85 a?os, nos cont¨® su vida. Antonello hac¨ªa fotos, y pocas veces lo he visto tan contento, concentrado y captando todo con la mirada, haciendo lo que le gustaba, todav¨ªa lo estoy viendo. Cuando nos fuimos ca¨ªa el sol, el bosque empezaba a llenarse de sombras y camin¨¢bamos con prisa, ten¨ªamos incluso un poco de miedo, era todo de pel¨ªcula, pero Antonello se par¨®, y nos miramos y nos dimos un abrazo, alegres como ni?os. Ten¨ªamos la historia, te haces periodista por esa sensaci¨®n.

Me viene otro recuerdo, en ese viaje, cuando encontramos a dos chiquillos, al atardecer, en las afueras de una f¨¢brica. Se ganaban la vida buscando trozos de metal entre la hierba. Tendr¨ªan 11, 12 a?os, era un lugar miserable. Nos fuimos tristes, pero Antonello volvi¨® sobre sus pasos y les dio todo el dinero que ten¨ªa, en euros, leks, todo. La cara de felicidad de aquellos dos chavales a¨²n la estoy viendo.
Antonello era mi fot¨®grafo, con quien trabajaba siempre en Italia. Cuando encuentras un compa?ero as¨ª, vas al fin del mundo por un reportaje. Porque era algo m¨¢s, un amigo como los del colegio, con el que vives cosas. Qu¨¦ fotos hac¨ªa. Tengo una maravillosa en la pared de mi casa: un tipo en una Fiat Cinquecento, por una calle de Roma, conduciendo con una mano y sacando la otra por el techo con una bandera italiana.
Yo no s¨¦ por qu¨¦ algunos compa?eros se van tan pronto, por la mala vida y el estr¨¦s de esta profesi¨®n, o porque les tocaba. Supongo que tenemos que cuidarnos m¨¢s, no desvivirnos por este trabajo, porque tantas veces no merece la pena. Pero lo hacemos por esas otras veces, y Antonello, que amaba este oficio, pese a que cada vez se lo pon¨ªan m¨¢s dif¨ªcil, porque a los fot¨®grafos cada vez los putean m¨¢s y les pagan menos, era una de esas personas que hac¨ªan que a¨²n mereciera m¨¢s la pena. Ciao bello, haz muchas fotos.
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