El Vicariato destaca la santidad de Wojtyla en la apertura de su "breve" proceso de beatificaci¨®n
El 'abogado del diablo', que debe investigar cualquier duda sobre el Pont¨ªfice, deja entrever su apoyo a la causa
La reclamaci¨®n de santo subito se extendi¨® como la p¨®lvora entre los files desde el mismo 2 de abril, d¨ªa en que falleci¨® Juan Pablo II. En sus funerales, la curia ya a?adi¨® a su nombre el apelativo de el Grande, reservado a los pont¨ªfices que alcanzan la santidad. Aunque la compleja y rigurosa normativa para acceder a la beatificaci¨®n -primer escal¨®n en el camino a los altares- requiere que hayan pasado cinco a?os desde la muerte del aspirante hasta el inicio del proceso, el Papa tiene la potestad de acortar los tiempos. Y as¨ª lo ha hecho. Esta tarde, tan s¨®lo 87 d¨ªas despu¨¦s de su muerte, se ha abierto oficialmente la causa para convertir en beato a Juan Pablo II en una ceremonia solemne en la bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n. Durante el acto, el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, ha subrayado el "un¨¢nime y universal convencimiento de la santidad" de Karol Wojtyla.
El 13 de mayo, con ocasi¨®n del aniversario del atentado contra Juan Pablo II y de la primera aparici¨®n de la Virgen de F¨¢tima, Benedicto XVI anunci¨® que autorizaba el inicio de la causa, que se ha abierto hoy en Roma porque de esta ciudad era obispo y all¨ª muri¨® a los 84 a?os. Durante la ceremonia, Ruini se ha mostrado convencido de que el proceso ser¨¢ "breve", teniendo en cuenta "los numerosos testimonios" que llegan al Vicariato -una media de cien cartas diarias- sobre gracias logradas por la intercesi¨®n de Juan Pablo II. En realidad, el C¨®digo de Derecho Can¨®nico s¨®lo exige un milagro tras su muerte del aspirante para poder abrir la causa de beatificaci¨®n.
Ruini ha hecho un recorrido por la vida del pont¨ªfice, empezando por el estallido de la II Guerra Mundial, que marc¨® a Lolek, como era conocido, "una persona de gran profundidad espiritual". El cardenal ha subrayado los duros a?os del comunismo en Polonia y la labor realizada por el sacerdote Wojtyla, un m¨ªstico que am¨® a San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jes¨²s. Wojtyla "desarroll¨® una gran labor educativa" en aquellos a?os y con s¨®lo 38 a?os fue nombrado arzobispo de Cracovia. De su etapa como Papa, Ruini ha hecho hincapi¨¦ en las primeras palabras de Juan Pablo II: "No teng¨¢is miedo; abrid de par en par las puertas a Cristo". "Y no podemos olvidar su amor por la Humanidad, que llev¨® a una obra incansable para evitar las guerras y restablecer la paz", ha a?adido Ruini, para destacar la defensa de Wojtyla de la familia.
Un correo para enviar los 'milagros'
Sobre los ¨²ltimos d¨ªas de la vida de Juan Pablo II, Ruini ha se?alado que fueron un testimonio sobre el significado cristiano del sufrimiento y la muerte. "Por ello, los d¨ªas de sus exequias fueron para Roma y el mundo d¨ªas de extraordinaria unidad, de reconciliaci¨®n, de apertura del alma a Dios", ha manifestado. A la ceremonia han asistido numerosos cardenales, entre ellos el camarlengo, Eduardo Mart¨ªnez Somalo, y el que fuera su secretario particular, Estanislao Dziwisz. Ha arrancado a las 19.00 con el rezo de las primeras v¨ªsperas de la festividad de San Pedro y San Pablo, patrones de Roma, y el primer acto ha sido el juramento en lat¨ªn del cardenal Ruini, de los jueces del tribunal y de los notarios.
Despu¨¦s, el postulador de la causa -una especie de abogado defensor-, el polaco monse?or Slawomir Oder, ha presentado ante Ruini y los jueces del tribunal diocesano creado los papeles que le acreditan como tal, los documentos que ya ha recogidos sobre Wojtyla y la lista de los testigos a los que hay que interrogar. Por su parte, el denominado abogado del diablo en el proceso, que debe investigar cualquier duda de santidad, prometi¨® ayer ser objetivo pero dej¨® entrever su apoyo a la causa. El reverendo Giuseppe D'Alonzo, promotor de justicia de la Di¨®cesis de Roma, afirm¨® que no est¨¢ ni a favor ni en contra de la beatificaci¨®n. "No soy yo quien tiene que decidir", afirm¨® D'Alonzo, al tiempo que subrayaba que su labor es "verificar la verdad". Sin embargo, preguntado por su opini¨®n sobre los m¨¦ritos de Juan Pablo II, admiti¨® que "es la opini¨®n que la gente corriente tiene".
Tras esta sesi¨®n, en fechas pr¨®ximas se celebrar¨¢ la primera audiencia a puerta cerrada. El proceso contempla la recogida de toda la documentaci¨®n sobre Juan Pablo II, as¨ª como la investigaci¨®n sobre su vida y virtudes, recogiendo testimonios de quienes le conocieron. Entre discursos y documentos, Juan Pablo II escribi¨® m¨¢s de 100.000 p¨¢ginas, a la que hay que a?adir lo elaborado en su juventud -que deb¨ªan haber sido quemados seg¨²n su testamento pero que su secretario decidi¨® conservar-, adem¨¢s de libros o apuntes. Para reunir testimonios, la di¨®cesis de Roma ha dispuesto el correo Postulazione.GiovanniPaoloII@VicariatusUrbis.org y en los pr¨®ximos d¨ªas se abrir¨¢ una web dedicada a la causa de beatificaci¨®n.
Pocos papas santos
No abundan los papas santos en los ¨²ltimos siglos, ni siquiera beatos, salvo san P¨ªo X, papa a comienzos del siglo XX, y los beatos P¨ªo IX (entre 1846 y 1978) y Juan XXIII (1958-1963). El propio Juan Pablo II ya hab¨ªa agilizado el proceso de beatificaci¨®n de Teresa de Calcuta, que muri¨® en el 1997 y fue proclamada beata en 2003, aunque necesit¨® 35 a?os para la beatificaci¨®n de Juan XXIII, conocido como el Papa bueno.
Un Papa es, por definici¨®n, un personaje mucho m¨¢s contaminado con las impurezas del poder y por tanto de santidad m¨¢s dudosa. Los intentos de elevar a los altares a P¨ªo XII se han frenado por la oposici¨®n, entre otros, de Israel, y la beatificaci¨®n de P¨ªo IX, llevada a cabo por Wojtyla en 2000 -junto a la de Juan XXIII-, provoc¨® una enorme polvareda por el fuerte antisemitismo de este Papa. Tambi¨¦n fue r¨¢pida la asecensi¨®n a los altares del fundador del Opues Dei, Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer.
El camino hacia la santidad tiene tres escalones: venerable siervo de Dios, beato y santo. "Venerable Siervo de Dios" es el t¨ªtulo que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica. Para que pueda ser beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesi¨®n y para que sea santificado es necesario un segundo milagro, que ha de realizarse despu¨¦s de ser proclamado beato.
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