Nancy Pelosi, la mujer m¨¢s poderosa de EE UU
La l¨ªder dem¨®crata ser¨¢ la primera mujer en presidir la C¨¢mara Baja
Han tenido que pasar 230 a?os, toda la historia de Estados Unidos, para que una mujer llegue a presidir una de las dos c¨¢maras. Pelosi ser¨¢ la primera mujer en la historia del pa¨ªs que presidir¨¢ la C¨¢mara Baja. Y, como l¨ªder, o speaker, de la C¨¢mara, tal y como estipula la Constituci¨®n ser¨¢ la segunda en la l¨ªnea de sucesi¨®n presidencial, por detr¨¢s s¨®lo del vicepresidente Dick Cheney.
Nancy Pelosi naci¨® hace 66 a?os en una familia de larga tradici¨®n pol¨ªtica. El padre de Pelosi fue alcalde de Baltimore, en Maryland, y su madre fue una activa feminista que se dedic¨® en cuerpo y alma a su familia, que la recuerda como una ni?a despierta. Cuando Pelosi ten¨ªa s¨®lo siete a?os, aprendi¨® a atender las llamadas de tel¨¦fono que se recib¨ªan en su casa y a explicar a la gente c¨®mo conseguir una cama de hospital o c¨®mo abrir su propio negocio.
Sus conocidos la califican como una fiera pol¨ªtica t¨ªmida que impone una disciplina f¨¦rrea entre los suyos con la m¨¢s cari?osa de las sonrisas. Profundamente identificada con los postulados dem¨®cratas, ella misma reconoce que "no tenemos nada de lo que avergonzarnos", la legisladora no dio el salto a la pol¨ªtica activa hasta los 47 a?os, cuando el m¨¢s joven de sus cinco hijos acab¨® la educaci¨®n secundaria.
En la l¨ªnea de prioridades la que ser¨¢ presidenta de la C¨¢mara Baja sit¨²a la familia y la pol¨ªtica. "Mam¨¢, haz tu vida", le respondieron a Pelosi sus hijos cuando les consult¨® sobre la conveniencia o no de dedicarse a la pol¨ªtica a tiempo completo. A partir de entonces fue escalando posiciones dentro de su partido, en el que es vista como una mujer de profundas convicciones, moral inquebrantable y, sobre todo, de armas tomar.
Trayectoria pol¨ªtica
En 1987, fue elegida congresista por el distrito de San Francisco (California), donde se traslad¨® despu¨¦s de casarse, y desde entonces no ha dejado de batallar por un esca?o para los dem¨®cratas.
El a?o 2002 fue clave en la trayectoria pol¨ªtica de Pelosi, a pesar del descalabro electoral dem¨®crata en las legislativas. El veterano pol¨ªtico Dick Gephardt se retir¨® como l¨ªder de la minor¨ªa en la C¨¢mara Baja y cedi¨® el paso a Pelosi, que obtuvo un amplio respaldo por parte de sus correligionarios, pero no exento de cierta pol¨¦mica. El desembarco de Pelosi al frente de la nave dem¨®crata fue interpretado como un viraje hacia el ala izquierda del partido. Con ese giro los dem¨®cratas pretend¨ªan acabar con la docilidad que la sociedad norteamericana hab¨ªa mostrado a George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre, ya que en aquella ¨¦poca cualquiera que se saliese de la l¨ªnea presidencial era tachado de antipatriota.
Precisamente las consecuencias de ese atentado, la guerra de Irak, y la inmigraci¨®n han sido los asuntos claves en los que se ha tenido que abrir paso Nancy Pelosi. A pesar de ello, en cualquier acto aparec¨ªa risue?a con una sonrisa fulminante, aunque algunos cr¨ªticos achacan esa sonrisa a las m¨²ltiples cirug¨ªas m¨¢s que a su buen car¨¢cter.
Pelosi se ha configurado a lo largo de su carrera pol¨ªtica como una batalladora, que no ha dudado en enfrentarse con los legisladores dem¨®cratas m¨¢s d¨ªscolos y reconvenirles para lavar los trapos sucios en privado. A pesar de su car¨¢cter batallador, sus colaboradores aseguran que es una mujer detallista y generosa, que no duda en mandar flores a sus compa?eros cuando alguien enferma. Si detr¨¢s de un buen hombre hay una gran mujer, sus amigos alteran el orden de los factores en este caso. Su marido Paul Pelosi es un rico inversor que ha puesto su fortuna al servicio de las aspiraciones de su mujer. No en vano, ella ha bromeado en m¨¢s de una ocasi¨®n sobre la solvencia econ¨®mica de su marido tras una buena comilona con la frase "doy gracias al cielo por Paul Pelosi".
La fortuna de la familia se calcula en unos 25 millones de d¨®lares, que provienen en su mayor parte de los negocios inmobiliarios del matrimonio y que a buen seguro la ayudar¨¢n en su objetivo de convertirse en la pr¨®xima presidenta de la C¨¢mara Baja, uno de sus sue?os confesos desde que entr¨® en el Capitolio.
Desde su nuevo puesto, Pelosi podr¨¢ dedicarse a sus ocupaciones favoritas: criticar con fiereza a Bush, imponer orden entre los parlamentarios y articular una agenda claramente dem¨®crata. Sin renunciar, como ella misma ha confesado, a su raci¨®n de chocolate antes de irse a la cama.
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