El TLC con EE UU hace dudar a Costa Rica
El Gobierno de Arias impulsa la ratificaci¨®n, pero una f¨¦rrea oposici¨®n y el tiempo apremiante podr¨ªan convertir al pa¨ªs en el primero en atreverse a rechazar un acuerdo con Washington
La discusi¨®n sobre el tratado de libre comercio (TLC) entre Estados Unidos y Centroam¨¦rica y Rep¨²blica Dominicana ha puesto a hervir a Costa Rica, un pa¨ªs m¨¢s bien perezoso. El tira y afloja sobre la conveniencia de dicho acuerdo comercial y su ratificaci¨®n en el Congreso se prolonga y calienta, mientras los empresarios ans¨ªan que se rompa el monopolio de las telecomunicaciones, que se abra el mercado de los seguros, que se concedan m¨¢s ventajas a los inversores... que dejen de discutir.
Porque en Costa Rica es dif¨ªcil pasar algunas horas sin oir al Gobierno presionando para lograr la ratificaci¨®n del TLC, a los sindicatos denunciando el desmantelamiento del Estado, a los diputados opositores alargando el debate y a los empresarios clamando por privilegios para exportar al mercado m¨¢s apetecido del mundo.
Costa Rica duda entre conservar su Estado protector o subirse a la ola de los TLC a la americana. Es un dilema contrarreloj, ya que marzo de 2008 ser¨¢ el l¨ªmite para que Costa Rica se enganche a una locomotora que ya tira de los vagones de cuatro pa¨ªses centroamericanos y de Rep¨²blica Dominicana.
El pa¨ªs menos pobre Centroam¨¦rica lleva ya cuatro a?os hablando de lo mismo, un tiempo que ha resultado ventajoso para los opositores, como demuestra la m¨¢s reciente encuesta sobre el apoyo popular al TLC. Cinco meses bastaron para que el porcentaje de respaldo pasara del 51% al 35%, seg¨²n un estudio encargado por el diario La Naci¨®n, cuya l¨ªnea editorial favorece la ratificaci¨®n del tratado.
Los opositores crecieron s¨®lo dos puntos (un 26%), pero son muchos m¨¢s quienes asumieron al pie de la letra la frase “take your time” (“t¨®mense su tiempo”) que Bush pronunci¨® en 2005 dirigi¨¦ndose al entonces mandatario costarricense, Abel Pacheco. Efectivamente, un 31% quiere seguir tom¨¢ndose la mayor cantidad de tiempo.
Pero a Costa Rica le urge la puesta en pr¨¢ctica del acuerdo, seg¨²n asegura el actual presidente, ?scar Arias, que se ha confesado aburrido pero no cansado de empujar el TLC en un Congreso caracterizado por la mara?a reglamentaria, donde en apariencia hay votos suficientes para la ratificaci¨®n. El oficialista Partido Liberaci¨®n Nacional (PLN, socialdem¨®crata) labr¨® una alianza al parecer suficiente, al menos para vencer en el legislativo al opositor Partido Acci¨®n Ciudadana (PAC), que estuvo a punto de arrebatarle las pasadas elecciones con su discurso contrario al TLC.
La marcha del tratado en el Congreso, sin embargo, ha sufrido peque?os golpes, debido a pronunciamientos jur¨ªdicos contra la forma y el l¨ªmite del reglamento; el acuerdo ha sido tramitado bajo la gu¨ªa del propio hermano de ?scar Arias, Rodrigo. El criterio final, sin embargo, estar¨¢ en manos del Tribunal Constitucional, un ¨®rgano de alto poder cuyos magistrados tampoco est¨¢ exentos de connotaciones pol¨ªticas.
Y la calle es a¨²n m¨¢s dura. Al rechazo de los sindicatos y del PAC se han sumado grupos ecologistas universitarios y acad¨¦micos, incluidas altas autoridades de las universidades estatales. Hay tambi¨¦n algunos empresarios, colectivos de agricultores e incluso sacerdotes que han ido m¨¢s all¨¢ de la posici¨®n episcopal de “ni a favor ni en contra”. Entre los pol¨ªticos opositores est¨¢n, adem¨¢s de la marginal izquierda, algunos l¨ªderes del partido socialcristiano y varios exdirigentes del PLN, que ahora lo tildan de “neoliberal”.
Los opositores dieron una muestra de su fuerza el pasado 26 de febrero, dos d¨ªas despu¨¦s de realizada la ¨²ltima encuesta. Con m¨¢s s¨ªmbolos que argumentos, se lanzaron a las v¨ªas m¨¢s c¨¦ntricas de la capital de un pa¨ªs desacostumbrado a las marchas masivas. M¨¢s de 25.000 manifestantes ?unos 50.000, dijeron algunos organizadores? echaron mano de s¨ªmbolos y de ciertos argumentos olvidados para recordar a los diputados el coste que tendr¨¢ una eventual ratificaci¨®n del TLC.
Los primeros razonamientos contra del acuerdo criticaban la desigual competencia que surgir¨¢ entre los agricultores costarricenses y la subsidiada agroindustria estadounidense, as¨ª como el cambio de las reglas en el mercado de las medicinas, a favor de las compa?¨ªas farmac¨¦uticas.
Le?a para la hoguera ha supuesto la inclusi¨®n de la ruptura del monopolio estatal de las telecomunicaciones y de seguros como uno de los compromisos del TLC, una obligaci¨®n que hasta el mismo ?scar Arias ha calificado como un error.
Lo cierto, como han reconocido incluso los opositores, es que el TLC fijar¨ªa condiciones preferenciales de acceso al mercado estadounidense; ahora dependen de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC), un programa unilateral que Washington puede retirar cuando se le antoje.
Tambi¨¦n se facilitar¨ªan las condiciones para inversores extranjeros, cuya aportaci¨®n, seg¨²n el Gobierno, influir¨¢ autom¨¢ticamente en la generaci¨®n de decenas de miles de empleos.
Los mitos y las influencias extranjeras tampoco han estado ausentes de las campa?as, tanto de opositores como de impulsores del TLC. Nombres propios como “Cuba”, “Ch¨¢vez” y “Washington” son ya familiares en el discurso de unos y otros. Hasta el Vaticano se vio impregnado de TLC cuando Arias asegur¨® que el ex secretario de Estado Angelo Sodano enviar¨ªa a los prelados costarricenses una carta en la que tomar¨ªa posici¨®n sobre el TLC.
Al debate se suman acusaciones sobre posibles conflictos de inter¨¦s, roces con la Constituci¨®n y proclamas patri¨®ticas, condicionamientos pol¨ªticos, postergaciones, campa?as millonarias y amenazas de “confrontaci¨®n social”. La polarizaci¨®n se ha acentuado entre el s¨ª y el no, en un debate sin grises porque “es m¨¢s f¨¢cil cambiar los 10 mandamientos que el TLC”, dijo el presidente ante la posibilidad de una renegociaci¨®n, como insiste el ex candidato y l¨ªder opositor Ott¨®n Sol¨ªs. ?Rechazar este TLC y negociar uno nuevo? Es una posibilidad sujeta a demasiadas variables ajenas al control de San Jos¨¦, opinan los expertos.
Precisamente el embajador de Estados Unidos en San Jos¨¦, Mark Langdale, dijo la semana pasada que no ve posibilidad m¨¢s all¨¢ de este TLC, aunque reconoci¨® que no entiende todos los ¨¢ngulos de discusi¨®n que Costa Rica ha abordado y, por lo visto, seguir¨¢ abordando durante lo que falta de este a?o.
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