Un 'halc¨®n' en el Pent¨¢gono
El ¨²ltimo esc¨¢ndalo de Wolfowitz es el punto final a dos a?os de recelos y cr¨ªticas por su gesti¨®n al frente del Banco Mundial
Los dos tumultuosos a?os del estadounidense Paul Wolfowitz al frente del Banco Mundial (BM) han llegaron a un abrupto final tras su decisi¨®n de abandonar su puesto el pr¨®ximo 30 de junio, al verse envuelto en un esc¨¢ndalo de faldas al que no ha podido hacer frente. El Consejo Ejecutivo, despu¨¦s de largas jornadas de discusi¨®n sobre su futuro, ha aceptado la dimisi¨®n de Wolfowitz efectiva al 30 de junio de este a?o.
Wolfowitz aterriz¨® con mal pie en el BM, donde cay¨® como un jarro de agua fr¨ªa la selecci¨®n de un "halc¨®n" del Pent¨¢gono para dirigir una entidad que concede cada a?o pr¨¦stamos por unos 20.000 millones de d¨®lares en ayuda al desarrollo. Su desembarco en la sede del Banco en Washington, a pocos metros de la Casa Blanca, coincidi¨® con una avalancha de art¨ªculos que presagiaban que Wolfowitz convertir¨ªa el organismo multilateral en un brazo de la pol¨ªtica exterior estadounidense.
Pero ¨¦l hizo o¨ªdos sordos a las cr¨ªticas e insisti¨® en que quer¨ªa convertir a ?frica en la prioridad de su mandato. A ese primer objetivo sum¨® otro igualmente importante, la lucha contra la corrupci¨®n, una batalla que quiso librar a su manera, lo que le vali¨® un sonado enfrentamiento con destacados miembros del Consejo Ejecutivo, integrado por 24 directores que representan a los 185 accionistas de la entidad.
Desconfianza
M¨¢s pol¨¦mica, todav¨ªa, ser¨ªa su decisi¨®n de rodearse de un peque?o grupo de fieles como Robin Cleveland, ex directora adjunta de Programas de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, y Kevin Kellems, a quien Wolfowitz conoc¨ªa de sus a?os en el Pent¨¢gono. La percepci¨®n generalizada dentro del Banco es que eran ellos los que dirig¨ªan los hilos con un aparente desd¨¦n por la opini¨®n de funcionarios que llevaban a?os trabajando en temas de desarrollo.
La atm¨®sfera de desconfianza provoc¨® la dimisi¨®n de alrededor de una docena de altos funcionarios, entre ellos un director gerente, el asesor legal, el director general de finanzas y seis vicepresidentes. En ese ambiente, la noticia de que el campe¨®n de la lucha contra la corrupci¨®n hab¨ªa decidido promocionar y aumentar el sueldo de su novia, Shaha Al¨ª Riza, en cerca de 61.000 d¨®lares fue la gota que colm¨® el vaso.
De poco valieron los argumentos de que intent¨® recusarse del caso. Su elecci¨®n, sostuvieron desde la ministra de Desarrollo alemana hasta notables acad¨¦micos de la Universidad de Harvard como Kenneth Rogoff, restaba credibilidad al BM y pon¨ªa en entredicho el propio futuro de la instituci¨®n. Tras una tit¨¢nica lucha para mantener su puesto, Wolfowitz opt¨® finalmente hoy por tirar la toalla y rendirse a las presiones. Queda por ver qu¨¦ pasos dar¨¢ a partir de ahora este pol¨¦mico funcionario, a quien hasta sus cr¨ªticos consideran un hombre de una inteligencia superior a la media.
Apoyo a la guerra de Irak
El presidente saliente del Banco Mundial naci¨® un 22 de diciembre de 1943 en Nueva York, en el seno de una familia jud¨ªa, y creci¨® oyendo decir a su padre lo afortunados que eran por haber escapado a la Europa dictatorial y desembarcado en seguro suelo estadounidense. De su padre, el matem¨¢tico de origen polaco Jacob Wolfowitz, hered¨® el deseo de "hacer lo correcto". El joven Wolfowitz destac¨® en la Universidad de Cornell, donde curs¨® estudios de matem¨¢ticas, y en la de Chicago, donde obtuvo un doctorado en Ciencias Pol¨ªticas.
Su larga trayectoria profesional despeg¨® a finales de la d¨¦cada de 1970 con varios puestos en el Departamento de Estado durante los que se concentr¨® en el control armament¨ªstico y la no-proliferaci¨®n nuclear. Su perfil pol¨ªtico cobr¨® estatura entre 1986 y 1989, cuando, con Ronald Reagan en la presidencia, debut¨® como embajador en Indonesia. Su carrera en el mundo de la Defensa continu¨® en 1989, a su regreso de Indonesia, cuando el entonces presidente George Bush lo nombr¨® n¨²mero tres del Pent¨¢gono.
En 1994, volvi¨® al mundo acad¨¦mico al convertirse en decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, puesto que desempe?¨® hasta el 2001, cuando asumi¨® el cargo de n¨²mero dos en el Pent¨¢gono. Fue ah¨ª donde su trayectoria sufri¨® un golpe mortal, al convertirse en uno de los principales defensores de la invasi¨®n de Irak, una decisi¨®n que promete perseguirlo hasta la tumba.
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