La mujer que le quit¨® el sue?o a Wolfowitz
Shaha Ali Riza es, seg¨²n varios funcionarios del Banco, una mujer ambiciosa, dura, inteligente y muy bien conectada
El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, tiene desde hace semanas unas ojeras que revelan noches sin dormir, pero sus desvelos no se deben al mundo en desarrollo, sino a una mujer que, finalmente, le ha costado el puesto. Tras m¨¢s de un mes de tira y afloja, el Consejo Ejecutivo del Banco Mundial ha aceptado la dimisi¨®n de Wolfowitz efectiva al 30 de junio de este a?o.
Shaha Ali Riza, una ciudadana brit¨¢nica de origen ¨¢rabe y la compa?era sentimental de Wolfowitz, es, seg¨²n varios funcionarios del Banco que han trabajado con ella, una mujer ambiciosa, dura, inteligente y muy bien conectada. "Yo creo que lo que m¨¢s destacar¨ªa de ella es su ambici¨®n", ha dicho una empleada del Banco Mundial (BM) que conoce personalmente a la novia de Wolfowitz.
Otro compa?ero la define como una persona "muy ideol¨®gica", firme creyente en la idea de extender la democracia a los pa¨ªses ¨¢rabes y una apasionada defensora de los derechos de las mujeres en el mundo en desarrollo.
Musulmana secular
Riza, quien antes de ser transferida temporalmente al Departamento de Estado en septiembre del 2005 trabajaba como responsable de comunicaci¨®n en el Departamento del BM para Oriente Medio y el Norte de ?frica, se labr¨® tambi¨¦n fama de jefa solidaria y leal a su equipo durante sus ocho a?os en el organismo. La mujer que se gan¨® el coraz¨®n del neoc¨®n Paul Wolfowitz es una musulmana secular poco amante del maquillaje y las joyas.
Los que trabajaron con ella la describen como una mujer m¨¢s bien delgada que suele llevar el cabello tirando a corto, que viste de forma discreta y a la que es raro ver con faldas. "Vanidosa desde luego no es", ha se?alado una antigua compa?era. Riza, de 52 a?os, pas¨® su ni?ez entre Libia y Arabia Saud¨ª, y tiene una s¨®lida educaci¨®n, que incluye una licenciatura del prestigioso centro acad¨¦mico London School of Economics y un m¨¢ster en Ciencias Sociales de la Universidad de Oxford.
Fue en Oxford donde conoci¨® a su ex esposo, el chipriota Bulent Aliriza, quien trabaja como experto en temas de Turqu¨ªa en el Center for Strategic and International Studies, con sede en Washington. La pareja tuvo un ¨²nico hijo, de quien Riza hablaba a menudo con sus compa?eros de trabajo en el Banco Mundial. "Su hijo es muy importante para ella", ha dicho una ex compa?era. Tras trasladarse a Estados Unidos con su marido, de quien est¨¢ divorciada, la carrera profesional de Riza se concentr¨® en temas relacionados con Oriente Medio.
Promoci¨®n de la democracia
A principios de la d¨¦cada de los 90 entr¨® al National Endowment for Democracy, donde conoci¨® a Wolfowitz, quien era miembro del consejo de administraci¨®n del centro, dijo recientemente al diario The Washington Post el periodista turco Cengiz Candar, un amigo de la pareja. Wolfowitz estaba entonces casado y no ser¨ªa hasta a?os despu¨¦s, tras el divorcio de Riza y la separaci¨®n de Wolfowitz, que empezaron a salir juntos. A los dos les une un inter¨¦s com¨²n en la promoci¨®n de la democracia en Oriente Medio.
Riza trabaj¨® durante alg¨²n tiempo en la Iraq Foundation, un instituto que respaldaba a los exiliados iraqu¨ªes contrarios al r¨¦gimen del dictador Sadam Husein. En abril del 2003, cuando Wolfowitz era el n¨²mero dos del Pent¨¢gono, viaj¨® un mes a Irak, donde trabaj¨®, sin sueldo, con un contratista del Departamento de Defensa en temas relacionados con la formaci¨®n de un nuevo gobierno.
Romance en secreto
Su entrada en el Banco Mundial fue muy anterior a la llegada de Wolfowitz, cuando nada hac¨ªa prever que el entonces decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins (Washington) se convertir¨ªa en su jefe. El romance fue durante a?os uno de los secretos mejor guardados de Washington, a pesar de que ambos se prodigaban juntos en actos sociales con altos funcionarios y periodistas.
Wolfowitz ha reconocido que su decisi¨®n de fijar los detalles de las condiciones laborales de Riza fue un error. Ella sostiene, pese a su abultado sueldo, que fue una v¨ªctima y que dej¨® la instituci¨®n financiera en contra de su voluntad. De momento, esas discrepancias no parecen haber afectado a su relaci¨®n que, seg¨²n distintos medios, sigue adelante contra viento y marea.
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